Pero ahí está el origen de todo el enredo. Es como si tienes una enfermedad y quieres atenuar los síntomas sin atacar a la causa.
Hubo un Concilio de Nicea en el año 325 donde se aprobó lo que no estaba escrito y que debió ser el desmadre.
No eres católico, pero tus doctrinas vienen de la iglesia católica y no querer reconocerlo es un autoengaño.
La Biblia nos advierte que hay textos que pueden ser modificados por los hombres y aquí estamos, las modificaciones siguen vigentes hoy y van para largo porque todo el mundo está acomodado y contento con lo que tiene.
Conclusión, que aunque haya versículos que tímidamente se hayan rectificado en muchas Biblias, es una tarea ímproba ir en contra del poder establecido.
Varias iglesias no trinitarias como los adventistas de Helena, tuvieron que pasar por el aro y convertirse en trinitarias.
Vamos a analizar Juan 1:1 que está formado por tres frases:
La primera es: En el principio era el Verbo.
La segunda frase es: y el Verbo estaba don Dios.
Si Deuteronomio 6:4 hubiese dicho: Oye Israel, Dios es el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, es decir, que ya fuéramos conocedores de la trinidad, entonces la segunda frase de Juan 1:1 la interpretaríamos como que el Verbo estaba con Dios formado por el Padre y el Espíritu Santo.
La tercera frase: y el Verbo era Dios. Quizás se podría añadir el adverbio de modo también.