Volviendo al tema original, estimados contertulios, no puedo por menos que reafirmar la sencilla verdad de que de Dios emanan: El Espíritu de Vida, el Espíritu Creativo, el Espíritu de Armonía, el Espíritu de la Misericordia, el Espíritu de la Pureza, el Espíritu de la Luz, el Espíritu Santo y varios otros más.
Todos ellos son EMANACIONES de Él, EMISARIOS Y PRUEBA de Su existencia, pero ninguno es Él, al igual que ni tu pensar, ni tu sentir, ni tu respirar, ni tu bondad, ni tu visión, ni tu entendimiento son tú. Tú eres mucho más que la suma de todo eso y otros no citados atributos. E igualmente el Padre, la Fuente, es muchísimo más que la suma toda de lo que desde Él emana eternamente...
En cuanto al Espíritu Santo, es la faceta de Dios, la emanación del Padre dedicada exclusivamente a una sola cosa: Su vinculación con Sus hijos, con Sus émulos, Sus amadas almas creadas a Su imagen.
¿Cómo no ibas a amar tú una foto tuya, por deformada que fuese? Captó una faceta de ti, sólo un estado por el que pasaste, pero nada reprochable, porque también eras tú en ese entonces...
¿Podremos imaginar cuántas facetas Dios tiene o ha tenido en la eternidad? ¿Cuántas aún podrá tener?
De manera semejante, cada uno de nosotros somos almas que de alguna manera se asemejan a La Suya, pero imágenes tan solo.
Jesús vino a enseñar de qué manera nosotros, la mera imagen, podemos andar un camino que desemboca en el aunamiento con Dios Padre. ¿Cuál es la manera? Más simple imposible: Ora al Padre y dialoga con Él, y Él te enseñará cuanto te haga falta.
El Espíritu Santo no es sino el Mediador entre el Padre y cada uno de Sus hijos.
Y tan especial y bendita es Su función y Su papel que absolutamente es llamado Santo, pues la mismísima santidad es lo que nos transfiere si oramos a nuestro Padre con sinceridad y fervor. ¡Bendita por siempre sea Su función, y profundamente bendita la Sustancia que nos da, la sustancia del supremo Amor que de Dios Mismo mana!
Todos ellos son EMANACIONES de Él, EMISARIOS Y PRUEBA de Su existencia, pero ninguno es Él, al igual que ni tu pensar, ni tu sentir, ni tu respirar, ni tu bondad, ni tu visión, ni tu entendimiento son tú. Tú eres mucho más que la suma de todo eso y otros no citados atributos. E igualmente el Padre, la Fuente, es muchísimo más que la suma toda de lo que desde Él emana eternamente...
En cuanto al Espíritu Santo, es la faceta de Dios, la emanación del Padre dedicada exclusivamente a una sola cosa: Su vinculación con Sus hijos, con Sus émulos, Sus amadas almas creadas a Su imagen.
¿Cómo no ibas a amar tú una foto tuya, por deformada que fuese? Captó una faceta de ti, sólo un estado por el que pasaste, pero nada reprochable, porque también eras tú en ese entonces...
¿Podremos imaginar cuántas facetas Dios tiene o ha tenido en la eternidad? ¿Cuántas aún podrá tener?
De manera semejante, cada uno de nosotros somos almas que de alguna manera se asemejan a La Suya, pero imágenes tan solo.
Jesús vino a enseñar de qué manera nosotros, la mera imagen, podemos andar un camino que desemboca en el aunamiento con Dios Padre. ¿Cuál es la manera? Más simple imposible: Ora al Padre y dialoga con Él, y Él te enseñará cuanto te haga falta.
El Espíritu Santo no es sino el Mediador entre el Padre y cada uno de Sus hijos.
Y tan especial y bendita es Su función y Su papel que absolutamente es llamado Santo, pues la mismísima santidad es lo que nos transfiere si oramos a nuestro Padre con sinceridad y fervor. ¡Bendita por siempre sea Su función, y profundamente bendita la Sustancia que nos da, la sustancia del supremo Amor que de Dios Mismo mana!