Claro, por eso el obispo Toppo, junto con otros pide al Papa Benedicto XVI,
que se proclame el quinto dogma mariano
miércoles, 05 de noviembre de 2008
Cardenales piden al Papa un nuevo dogma mariano
Publicado por mariamensajera a las 2:13 |
Artículos Cinco cardenales han enviado una carta al resto de purpurados para que se unan a ellos en su petición al Papa Benedicto XVI. Desean que se proclame un nuevo dogma mariano. El dogma mariano solicitado es la proclamación de “Madre Espiritual de Toda la humanidad, Corredentora y Mediadora de todas las gracias”
Los firmantes son Telesphore Toppo, arzobispo de Ranchi (India); Luis Aponte Martínez, arzobispo emérito de San Juan (Puerto de Rico); Varkey Vithayathil, arzobispo de Ernakulam-Angamal (India); Ricardo Vidal, arzobispo de Cebu (Filipinas); y Ernesto Corripio y Ahumada, arzobispo emérito de Ciudad de México.
Los cinco purpurados son los promotores, junto al también cardenal Edouard Gagnon, fallecido el pasado año, del Simposio internacional sobre “María redentora” que se celebró en Fátima (Portugal) el año 2005.
“Creemos –explicaron los cardenales en una carta- que es el momento oportuno para una solemne definición y clarificación de la Iglesia sobre la Madre del Redentor y su cooperación única en la obra de la redención, así como su papel en la distribución de la gracia y en la intercesión por la familia humana”
“Esta iniciativa quiere además comenzar un diálogo mundial sobre el papel de María en la salvación de nuestra época”, añadieron.
PODER SOBRE EL MUNDO DE MARIA
<<Mi poder sobre el mundo como Reina es una bendición y una gracia para todas las almas, para todas las naciones y para todo el mundo. Si no se me concediera el poder sobre el mundo, el mundo ya se hubiera hundido en el infierno hace mucho. Mi poder es el poder de una madre sobre sus hijos, que sin esa protección habrían sido destruidos>> (La Virgen a Sor María Natalia Magdolna)
<<Mi poder sobre el mundo significa, además, el poder sobre todos los arcángeles junto con los ejércitos que el Padre Celestial ha puesto a mi lado para combatir al demonio y sus seguidores, cuando venga el momento de mi victoria>>, añadió la Santísima Virgen.
La Iglesia reconoce cuatro dogmas marianos. A saber: La Maternidad Divina de María, que se declaró el año 431 en el Concilio de Efeso. La Virginidad Perpetua, aprobado en el tercer Concilio de Letrán, en el año 649. La Inmaculada Concepción, el dogma mariano más conocido de todos, proclamado por Pío IX el 8 de diciembre de 1854, donde se declara que María fue preservada por una gracia especial de toda mancha de pecado original desde su concepción. La Asunción de María en cuerpo y alma al cielo, que fue proclamado en 1950 por Pío XII.
Este quinto dogma que ahora se pretende que se defina, sería muy clarificador con todos los hermanos y hermanas no cristianos que están en comunión con la Iglesia de Roma y serviría para proclamar la verdad cristiana sobre María y sobre nuestra Fe. Aquella que enseña que María nos transmite todas las gracias y que nadie puede ir a Jesús sino por Ella. Jesús, nuestro Redentor y Salvador, es el que nos resucita y nos salva, ciertamente, pero esa gracia ha querido Dios que la recibamos por medio de la Madre de Dios, que es también Madre Espiritual nuestra. De ahí que diga la Sagrada Escritura: “Todas mis fuentes están en Ti” (salmo 86). Jesús es fuente de vida eterna, de sus cinco llagas emana sangre divina con la que nos salva, pero todas esas gracias que nacen en Jesús, nos vienen a nosotros sólo a través de María, de la Medianera Universal. Es lo que muchos no comprenden, y por eso esta verdad de fe es tan combatida y tan frenada.
Y el Señor “escribirá en el registro de los pueblos: Uno por uno, todos han nacido de Ella. El Altísimo en persona la ha fundado” (salmo 86), es decir, el Altísimo en persona ha querido que en la presente economía de salvación, después del pecado original, todos nos salvemos, esto es, seamos engendrados a la gracia por María Santísima, la cual engendró al autor de la gracia y permitió con su sí, es decir, con su consentimiento en la Anunciación, que Dios entrará en el mundo.