¿PUEDE UN CRISTIANO SER RICO?

[FONT=verdana, geneva, sans-serif]PODEMOS PARTIR DE LA BASE QUE EL MISMO JESÚS ERA RICO[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]María procedía de una familia bastante rica, por sorprendente que resulte esta afirmación. Este hecho lo establecemos a partir de lo más trivial: la de la riqueza indiscutible de la familia davídica en general, es decir, la importancia de los bienes que poseía, más la importancia de los diversos ingresos percibidos por sus miembros.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]“Sobre los bienes inmuebles de esta familia podemos tomar ya en cuenta con toda certeza la casa familiar de Gamala, aquél nido de águilas colgado por encima de la orilla oriental del mar de Galilea; la vivienda de Cafarnaúm, citada en Mateo (4, 13) y en Marcos (1, 29) como propiedad de Simón y Andrés, hermano de Jesús; la de Séforis, destruida durante los años 6 al 4 antes de nuestra era por las legiones de Varo, legado de Siria, durante la primera revolución de Judas de Gamala, esposo de María y padre de Jesús; esta vivienda desapareció, evidentemente, en el incendio de dicha ciudad. Debe poder añadirse la de Betsaida, “la ciudad de Andrés y de Pedro” (Juan, 1, 44), ya que, repitámoslo, eran hermanos de Jesús, en el sentido carnal del término.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Conocemos también el pasaje de la Historia eclesiástica de Eusebio de Cesarea, en el cual dicho autor nos muestra a los “parientes carnales del Salvador, bien para vanagloriarse, o simplemente por decirlo...” (Eusebio de Cesarea, op. cit., I, VII, 11-14), que nos revela los verdaderos orígenes de la familia herodiana. Pues bien, para conocer la genealogía de una familia, para vanagloriarse, hay que ser familiar de ella, más o menos próximo. El problema del matrimonio de Herodes el Grande con una “hija de David”, parienta de Jesús, por ser hermanastra de su madre María.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Observaremos, de paso, que Tischendorf considera como auténticos los nombres de los padres de María (Tischendorf, De evangeliorum apocryphum origine et usu).[/FONT]
[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Y, efectivamente, en las leyendas judías, a María la llaman hija de Heli, alias Jehohakim, que de hecho es el mismo nombre (Heliakim). Señalaremos, a este respecto, la concordancia del Talmud de Babilonia (op. cit., Sanedrín: f° 67) con el Talmud de Jerusalén (cit., f° 77).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]El Protoevangelio de Santiago nos dice lo siguiente: “Había un hombre rico, rico en exceso, llamado Joaquín, que llevaba sus ofrendas al Templo en cantidad doble, diciendo: ‘Lo que sobre será para todo el pueblo’ (después de los sacerdotes)...” (Protoevangelio de Santiago, 1, 1). Y Eustaquio, obispo de Antioquia y mártir (360), aporta los mismos datos, sin considerarlos como legendarios, sino dándolos por ciertos. (Commentaire sur l’oeuvre des sixjours, in Patrologiegrecque, tomo XVIII, col. 772).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Sobre la filiación real y davídica de María, observemos de paso que el mismo Protoevangelio de Santiago nos muestra a la sirvienta de Ana, madre de María, aconsejando a su ama que ciña la diadema real que posee, para alejar la tristeza causada por su esterilidad (Protoevangelio de Santiago, II, 2). Su unión con Joaquín, de la misma filiación davídica que ella, está atestiguada por otro documento antiguo: “Cuándo él (Joaquín) tuvo veinte años, tomó por esposa a Ana, hija de Isacar, y de su propia tribu, es decir, de la raza de David...” (Pseudo-Mateo, I, 2).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Del mismo modo, el abad Emile Amann, doctor en teología, al traducir y comentar el Protoevangelio de Santiago consagrado a María, a sus orígenes y a su infancia, puede observar que, según el propio texto: “Joaquín (el padre de María) es ‘extremadamente rico’; he ahí una respuesta directa a las acusaciones judías sobre la pobreza de María...”. (E. Amann, Protoevangelio de Santiago, p. 181, Imprimatur del 1 de febrero de 1910, Letouzey Edith., París, 1910).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Nos encontramos, pues, muy lejos de la familia miserable que se nos presenta sin cesar para enternecernos.[/FONT]
[FONT=verdana, geneva, sans-serif]El abad Migne, en su Dictionnaire des apocryphes (tomo II, París, 1858), nos dice que la Iglesia de Oriente tomó como válido un texto titulado Del nacimiento de la Virgen y atribuido a san Cirilo de Alejandría. Según esa tradición manuscrita, Ana (en hebreo Hannah), la madre de María, era a su vez hija de un tal Stolano y de su esposa Emerantia, nombres griegos que, según costumbre de la época, acompañaban a los patronímicos hebreos, ya que el nombre de circuncisión de ese Stolano sería Mathan, como veremos seguidamente.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Según ese manuscrito, Ana se casó a los dieciocho años con Joaquín, quien contaba veinte, y de quien el Protoevangelio de Santiago dice que pertenecía a la estirpe de David como Ana, que era un hombre muy rico y que pertenecía a la estirpe sacerdotal, ya que en ciertas épocas fue sacrificador en el Templo (cf. abad Emile Amann, Le Protévangile de Jacques, París, 1910, Letouzey&Ané, Imprimatur del 1-2-1910).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Observemos que Eli, su forma completa de Eliakim, y también Iehojakim son un mismo nombre. (Talmud de Babilonia; Sanedrín, fº 67, y Talmud de Jerusalén, fº 77).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Recordemos todo esto: filiación davídica, sacerdotal, y una gran riqueza familiar. Esas tres cualidades son muy importantes, ya que permiten situar a la familia de María y de Jesús en un nivel social bastante elevado.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]En primer lugar, y durante veinte años, Ana no pudo concebir ningún hijo. Y sólo a los treinta y ocho años pudo dar a luz por fin a una hija, que recibió el nombre de María (en hebreo Miryâm), hija que más adelante se convertiría en esposa ¿José? y madre de Jesús. Ese mismo año Ana enviudó, y entonces se casó en segundas nupcias, “según mandaba el Señor” (op. cit.), con su cuñado, un tal Clopas, porque no había podido darle un hijo a Joaquín, su primer esposo. Y esta era, efectivamente, la costumbre que se imponía imprescriptiblemente en Israel. (Deuteronomio, 25, 5).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]El mismo año de ese nuevo matrimonio legal, Ana dio a luz una segunda hija, a la que se dio asimismo el nombre de María (II) en recuerdo de los prodigios que habían precedido (según la leyenda) al nacimiento de la primera, y que nos relata el Protoevangelio de Santiago.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Ese segundo esposo, necesariamente hermano del primero, murió antes del nacimiento de María II, y Ana lo lloraba todavía cuando un ángel se le apareció y la conminó a que se preparara a contraer nuevas nupcias. De hecho, ella seguía en la obligación legal de casarse con el tercer hermano, al no haber podido dar a luz a ningún varón que pudiera perpetuar el nombre del padre difunto, y no es absolutamente necesario imaginar una aparición angelical para obtener la aplicación de la ley judía, cosa corriente en aquella época.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Y tenemos, pues, a Ana casada con su segundo cuñado, que se llamaba Salomón (y no Salomé, como pone por error el texto griego). Un año más tarde nacía una tercera hija, a la que se volvió a poner el nombre de María (III). Y poco después, según nos dice el Libro del nacimiento de la Virgen, Ana era viuda por tercera vez.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Esto es mucho menos seguro de los dos primeros esposos, tan cercanas que no podían sino estar integradas en una catástrofe general.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Completando la tradición de ese texto del Nacimiento de la Virgen, el Dictionnaire de la Bible del abad Vigouroux (tomo I, París, 1925, Letouzey&Ané, Imprimatur del 28-10-1891, 1ª edición), nos dice que Ana era hija de Mathan, cohen, es decir, sacerdote sacrificador, nacido en Belén de Judea, y que ella era la última de las tres hijas del citado Matha, llamadas María, y Ana.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Probablemente para enmascarar este camino, que resultará ser de lo más revelador, la Iglesia católica declararía de una vez por todas “hacer profesión de fe de no saber ninguna de las circunstancias que acompañaron la natividad de María, y no decirnos nada de ella ya que la Escritura y la tradición apostólica no le habían aportado nada Le Protévangile de Jacques, op. cit., p. 49, citando al célebre hagiógrafo AdrienBaillet). Sin embargo:[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]“No vacilo en considerar esos nombres (los de los familiares de María) como auténticos –nos dice el no menos célebre exégeta Tischendorf. En efecto, a mediados del siglo II (hacia 150) se les podía conocer mejor. ¿Qué necesidad había, pues, de forjar otros nuevos? ...” (Tischendorf, De evangeliorumapocryphorum origine et usu, 1851).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]El historiador independiente tiene interés en ser más curioso.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Para eso es necesario estudiar un poco ese nombre de María, sobre todo desde el punto de vista onomástico, ya que se convertirá en una de las claves del enigma por resolver.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]María no es nombre hebreo corriente. No se le encuentra citado más que una sola vez en el Antiguo Testamento, en el caso de la hermana de Moisés (Éxodo, 15, 20; Números, 12, 1; 20, 1; 26, 59; Deuteronomio, 24, 9; Miqueas, 6, 4). Y eso es bastante raro: una sola mujer se llamó así en toda la historia de Israel, al menos de entre los personajes históricos conocidos.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Por muy sorprendente que resulte esta hipótesis, se halla seriamente sustentada por un hecho que la tradición cristiana reservada al pueblo llano oculta cuidadosamente, y ese hecho es la riqueza indiscutible de la familia davídica, es decir la importancia de los bienes poseídos por la de María, madre de Jesús, y las diversas rentas percibidas por este último[/FONT].

Trabajo coeditado por Jeshua( España )y Clasicko ( México) Dic.2009
 
CLASICKO;n3174793 dijo:
[FONT=verdana, geneva, sans-serif]PODEMOS PARTIR DE LA BASE QUE EL MISMO JESÚS ERA RICO[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]María procedía de una familia bastante rica, por sorprendente que resulte esta afirmación. Este hecho lo establecemos a partir de lo más trivial: la de la riqueza indiscutible de la familia davídica en general, es decir, la importancia de los bienes que poseía, más la importancia de los diversos ingresos percibidos por sus miembros.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]“Sobre los bienes inmuebles de esta familia podemos tomar ya en cuenta con toda certeza la casa familiar de Gamala, aquél nido de águilas colgado por encima de la orilla oriental del mar de Galilea; la vivienda de Cafarnaúm, citada en Mateo (4, 13) y en Marcos (1, 29) como propiedad de Simón y Andrés, hermano de Jesús; la de Séforis, destruida durante los años 6 al 4 antes de nuestra era por las legiones de Varo, legado de Siria, durante la primera revolución de Judas de Gamala, esposo de María y padre de Jesús; esta vivienda desapareció, evidentemente, en el incendio de dicha ciudad. Debe poder añadirse la de Betsaida, “la ciudad de Andrés y de Pedro” (Juan, 1, 44), ya que, repitámoslo, eran hermanos de Jesús, en el sentido carnal del término.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Conocemos también el pasaje de la Historia eclesiástica de Eusebio de Cesarea, en el cual dicho autor nos muestra a los “parientes carnales del Salvador, bien para vanagloriarse, o simplemente por decirlo...” (Eusebio de Cesarea, op. cit., I, VII, 11-14), que nos revela los verdaderos orígenes de la familia herodiana. Pues bien, para conocer la genealogía de una familia, para vanagloriarse, hay que ser familiar de ella, más o menos próximo. El problema del matrimonio de Herodes el Grande con una “hija de David”, parienta de Jesús, por ser hermanastra de su madre María.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Observaremos, de paso, que Tischendorf considera como auténticos los nombres de los padres de María (Tischendorf, De evangeliorum apocryphum origine et usu).[/FONT]
[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Y, efectivamente, en las leyendas judías, a María la llaman hija de Heli, alias Jehohakim, que de hecho es el mismo nombre (Heliakim). Señalaremos, a este respecto, la concordancia del Talmud de Babilonia (op. cit., Sanedrín: f° 67) con el Talmud de Jerusalén (cit., f° 77).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]El Protoevangelio de Santiago nos dice lo siguiente: “Había un hombre rico, rico en exceso, llamado Joaquín, que llevaba sus ofrendas al Templo en cantidad doble, diciendo: ‘Lo que sobre será para todo el pueblo’ (después de los sacerdotes)...” (Protoevangelio de Santiago, 1, 1). Y Eustaquio, obispo de Antioquia y mártir (360), aporta los mismos datos, sin considerarlos como legendarios, sino dándolos por ciertos. (Commentaire sur l’oeuvre des sixjours, in Patrologiegrecque, tomo XVIII, col. 772).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Sobre la filiación real y davídica de María, observemos de paso que el mismo Protoevangelio de Santiago nos muestra a la sirvienta de Ana, madre de María, aconsejando a su ama que ciña la diadema real que posee, para alejar la tristeza causada por su esterilidad (Protoevangelio de Santiago, II, 2). Su unión con Joaquín, de la misma filiación davídica que ella, está atestiguada por otro documento antiguo: “Cuándo él (Joaquín) tuvo veinte años, tomó por esposa a Ana, hija de Isacar, y de su propia tribu, es decir, de la raza de David...” (Pseudo-Mateo, I, 2).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Del mismo modo, el abad Emile Amann, doctor en teología, al traducir y comentar el Protoevangelio de Santiago consagrado a María, a sus orígenes y a su infancia, puede observar que, según el propio texto: “Joaquín (el padre de María) es ‘extremadamente rico’; he ahí una respuesta directa a las acusaciones judías sobre la pobreza de María...”. (E. Amann, Protoevangelio de Santiago, p. 181, Imprimatur del 1 de febrero de 1910, Letouzey Edith., París, 1910).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Nos encontramos, pues, muy lejos de la familia miserable que se nos presenta sin cesar para enternecernos.[/FONT]
[FONT=verdana, geneva, sans-serif]El abad Migne, en su Dictionnaire des apocryphes (tomo II, París, 1858), nos dice que la Iglesia de Oriente tomó como válido un texto titulado Del nacimiento de la Virgen y atribuido a san Cirilo de Alejandría. Según esa tradición manuscrita, Ana (en hebreo Hannah), la madre de María, era a su vez hija de un tal Stolano y de su esposa Emerantia, nombres griegos que, según costumbre de la época, acompañaban a los patronímicos hebreos, ya que el nombre de circuncisión de ese Stolano sería Mathan, como veremos seguidamente.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Según ese manuscrito, Ana se casó a los dieciocho años con Joaquín, quien contaba veinte, y de quien el Protoevangelio de Santiago dice que pertenecía a la estirpe de David como Ana, que era un hombre muy rico y que pertenecía a la estirpe sacerdotal, ya que en ciertas épocas fue sacrificador en el Templo (cf. abad Emile Amann, Le Protévangile de Jacques, París, 1910, Letouzey&Ané, Imprimatur del 1-2-1910).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Observemos que Eli, su forma completa de Eliakim, y también Iehojakim son un mismo nombre. (Talmud de Babilonia; Sanedrín, fº 67, y Talmud de Jerusalén, fº 77).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Recordemos todo esto: filiación davídica, sacerdotal, y una gran riqueza familiar. Esas tres cualidades son muy importantes, ya que permiten situar a la familia de María y de Jesús en un nivel social bastante elevado.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]En primer lugar, y durante veinte años, Ana no pudo concebir ningún hijo. Y sólo a los treinta y ocho años pudo dar a luz por fin a una hija, que recibió el nombre de María (en hebreo Miryâm), hija que más adelante se convertiría en esposa ¿José? y madre de Jesús. Ese mismo año Ana enviudó, y entonces se casó en segundas nupcias, “según mandaba el Señor” (op. cit.), con su cuñado, un tal Clopas, porque no había podido darle un hijo a Joaquín, su primer esposo. Y esta era, efectivamente, la costumbre que se imponía imprescriptiblemente en Israel. (Deuteronomio, 25, 5).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]El mismo año de ese nuevo matrimonio legal, Ana dio a luz una segunda hija, a la que se dio asimismo el nombre de María (II) en recuerdo de los prodigios que habían precedido (según la leyenda) al nacimiento de la primera, y que nos relata el Protoevangelio de Santiago.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Ese segundo esposo, necesariamente hermano del primero, murió antes del nacimiento de María II, y Ana lo lloraba todavía cuando un ángel se le apareció y la conminó a que se preparara a contraer nuevas nupcias. De hecho, ella seguía en la obligación legal de casarse con el tercer hermano, al no haber podido dar a luz a ningún varón que pudiera perpetuar el nombre del padre difunto, y no es absolutamente necesario imaginar una aparición angelical para obtener la aplicación de la ley judía, cosa corriente en aquella época.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Y tenemos, pues, a Ana casada con su segundo cuñado, que se llamaba Salomón (y no Salomé, como pone por error el texto griego). Un año más tarde nacía una tercera hija, a la que se volvió a poner el nombre de María (III). Y poco después, según nos dice el Libro del nacimiento de la Virgen, Ana era viuda por tercera vez.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Esto es mucho menos seguro de los dos primeros esposos, tan cercanas que no podían sino estar integradas en una catástrofe general.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Completando la tradición de ese texto del Nacimiento de la Virgen, el Dictionnaire de la Bible del abad Vigouroux (tomo I, París, 1925, Letouzey&Ané, Imprimatur del 28-10-1891, 1ª edición), nos dice que Ana era hija de Mathan, cohen, es decir, sacerdote sacrificador, nacido en Belén de Judea, y que ella era la última de las tres hijas del citado Matha, llamadas María, y Ana.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Probablemente para enmascarar este camino, que resultará ser de lo más revelador, la Iglesia católica declararía de una vez por todas “hacer profesión de fe de no saber ninguna de las circunstancias que acompañaron la natividad de María, y no decirnos nada de ella ya que la Escritura y la tradición apostólica no le habían aportado nada Le Protévangile de Jacques, op. cit., p. 49, citando al célebre hagiógrafo AdrienBaillet). Sin embargo:[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]“No vacilo en considerar esos nombres (los de los familiares de María) como auténticos –nos dice el no menos célebre exégeta Tischendorf. En efecto, a mediados del siglo II (hacia 150) se les podía conocer mejor. ¿Qué necesidad había, pues, de forjar otros nuevos? ...” (Tischendorf, De evangeliorumapocryphorum origine et usu, 1851).[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]El historiador independiente tiene interés en ser más curioso.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Para eso es necesario estudiar un poco ese nombre de María, sobre todo desde el punto de vista onomástico, ya que se convertirá en una de las claves del enigma por resolver.[/FONT]
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[FONT=verdana, geneva, sans-serif]María no es nombre hebreo corriente. No se le encuentra citado más que una sola vez en el Antiguo Testamento, en el caso de la hermana de Moisés (Éxodo, 15, 20; Números, 12, 1; 20, 1; 26, 59; Deuteronomio, 24, 9; Miqueas, 6, 4). Y eso es bastante raro: una sola mujer se llamó así en toda la historia de Israel, al menos de entre los personajes históricos conocidos.[/FONT]
[FONT=verdana, geneva, sans-serif] [/FONT]
[FONT=verdana, geneva, sans-serif]Por muy sorprendente que resulte esta hipótesis, se halla seriamente sustentada por un hecho que la tradición cristiana reservada al pueblo llano oculta cuidadosamente, y ese hecho es la riqueza indiscutible de la familia davídica, es decir la importancia de los bienes poseídos por la de María, madre de Jesús, y las diversas rentas percibidas por este último[/FONT].

Trabajo coeditado por Jeshua( España )y Clasicko ( México) Dic.2009

protoevangelios....seudomateo....hasta ahí leí....ud. piensa que todo eso es cierto, en todo caso se habla de los parientes de Jesús, no hay manera de comprobar eso....por último y más importante, el mismo Jesús dijo que no tenía lugar donde recostar su cabeza.....cómo puede creer que Cristo fuera rico, después de leer su vida en los evangelios?....a menos claro, que ud. no crea en la biblia o no tenga fe....
 
salmo51;n3174084 dijo:
Estos temas siempre son tocados por los materialistas zurdos de siempre.
Odian las riquezas porque no las tienen y mueren de codicia y se retuercen.
Pero son los primeros que se venden al poder cuando esté pone interés en ellos.
Dios detesta la pobreza y por eso se preocupa tanto por los pobres.
La pobreza es una maldición y es causa del pecado y la injusticia.
La rapiña y el robo y la codicia y avaricia de algunos trae probreza y maldición sobre millones.
Dios detesta la pobreza y por eso se preocupa tanto por los pobres.
La pobreza es una maldición y es causa del pecado y la injusticia.
La rapiña y el robo y la codicia y avaricia de algunos trae probreza y maldición sobre millones

Proverbios 30:

8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;
No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario;

9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi Dios.
 
carlos3477;n3175054 dijo:
Proverbios 30:
8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;
No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario;

9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi Dios.
Amén.
Este es el punto.
Ni riquezas ni pobreza.
Ambas son malas.
Pero la pobreza es la peor de las dos.
Y aunque la pobreza es una maldición segura y la riqueza también lo puede ser, son flagelos muy diferentes.
 
salmo51;n3175146 dijo:
Amén.

Ni riquezas ni pobreza.
Ambas son malas.

Ecc 5:19 Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.



Estás diciendo que UN DON de Dios es malo Salmito??? ¿Quién te enseñó esa mentira? ¿La "infalible iglesia" ???


Deu 8:18 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.



Sal de Babilonia Salmito!


Luis Alberto42
 
Luis Alberto42;n3175150 dijo:
Ecc 5:19 Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.

Estás diciendo que UN DON de Dios es malo Salmito??? ¿Quién te enseñó esa mentira? ¿La "infalible iglesia" ???
Deu 8:18 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.

Sal de Babilonia Salmito!
Luis Alberto42
El tema es complicado y da para toda la confusión que da.

Un plato de alimentos es riqueza.
Un vestido es riqueza.
Un pan es riqueza.
Son bienes y no males.

La pobreza es ausencia de bienes.
Es ausencia de riqueza.
Es ausencia de comida, de vestido...

Es fácil medir la pobreza.
Pobre es el que no tiene lo necesario para vivir con normalidad.

Ser rico es tener lo necesario para vivir.

Lo que es pecado es acumular y si querés lo seguimos discutiendo.
Pero la realidad es que el tema este es muy usado para fines diversos.
 
carlos3477;n3173909 dijo:
pero lo que Cristo dijo es: deja todo y sígueme....y tú inventaste todo lo demás, porque muy pocos son los que siguen al Cordero dondequiera que va....no es más honesto decir que en realidad no quieres dejar tus posesiones?puede ser que nos podamos engañar a nosotros mismos, pero a Dios no podemos engañar....


El inconveniente del joven rico no es su riqueza sino su predisposición a abandonarlo, ese era problema. Conste que fue la iniciativa del joven rico, el de requerir algo mas de la salvación.
 
Última edición:
salmo51;n3175146 dijo:
Amén.
Este es el punto.
Ni riquezas ni pobreza.
Ambas son malas.
Pero la pobreza es la peor de las dos.
Y aunque la pobreza es una maldición segura y la riqueza también lo puede ser, son flagelos muy diferentes.

La pobreza no es para nada una maldición. La pobreza es consecuencia del robo, de la injusticia, de la impiedad, et., de los que no comparten, acumulan, miran para otro lado cuando el hombre honesto les reclama el salario justo.

La riqueza no es señal ninguna de bendición, pero si es clara señal de injusticia, porque habiendo tantísimos pobres, algunos muriendo de hambre y de toda clase de necesidades, de medicinas, et., ellos desprecian el mandamiento de Dios de dar al que pide, de compartir lo que se tiene, de dar incluso una capa cuando tienes solo dos, al que lo necesita.
 
Bueno algunos que se dicen “cristianos”, son ricos a costas de la pobreza de otros, también hay de los que piden dinero como donativos sin siquiera firmar parte de su grupo religioso, algunos otros dizque para mantener su página web, de alguna manera existen gorrones de los incautos.

 
DOSOLIVOS;n3222664 dijo:

Yo creo que sí. Siempre y cuando alguien (crstiano o no) obtenga su riqueza mediante su trabajo, su esfuerzo, su determinación, su inteligencia, su disciplina y sin pasar por encima de los derechos y libertades de otras personas, por supuesto que NO HAY NADA MALO CON TENER RIQUEZA MATERIAL. En el caso de cristianos ricos, lo importante es tener el corazón puesto en Dios y no en las riquezas. En la Biblia hay ejemplos de grandes hombres de Dios que fueron ricos toda su vida como Abraham y Job.
 
Robespengler;n3222678 dijo:
Yo creo que sí. Siempre y cuando alguien (crstiano o no) obtenga su riqueza mediante su trabajo, su esfuerzo, su determinación, su inteligencia, su disciplina y sin pasar por encima de los derechos y libertades de otras personas, por supuesto que NO HAY NADA MALO CON TENER RIQUEZA MATERIAL. En el caso de cristianos ricos, lo importante es tener el corazón puesto en Dios y no en las riquezas. En la Biblia hay ejemplos de grandes hombres de Dios que fueron ricos toda su vida como Abraham y Job.

El que de verdad tiene el corazón puesto en Dios, sabe que Dios quiere que todo sea de todos, que se reparta sin discriminación, según las necesidades.

Si un hermano cristiano recibe un alto salario, que le permite llegar a ser rico un dia, lo que Dios le manda es preocuparse de los que por injusticias del mundo, no reciben lo suficiente para comer, para calentarse, para vestirse, para pagar las medicinas cuando estan enfermos. Si no queremos entender de justicia y misericordia, no digamos que conocemos a Dios, que es bondad y equidad.
 
DOSOLIVOS;n3222690 dijo:
El que de verdad tiene el corazón puesto en Dios, sabe que Dios quiere que todo sea de todos, que se reparta sin discriminación, según las necesidades.

No amiguita. A mi no me vengas con las patrañas de la TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN.

Religiosos Comunistas.jpg
 
DOSOLIVOS;n3222655 dijo:
La pobreza no es para nada una maldición. La pobreza es consecuencia del robo, de la injusticia, de la impiedad, et., de los que no comparten, acumulan, miran para otro lado cuando el hombre honesto les reclama el salario justo.
DOSOLIVOS:

La pobreza también es consecuencia de la vagancia, de no aprovechar la oportunidad que Dios da........

Es mejor enseñar el trabajo de pescar que repartir los pescados a los ociosos.
 
Miguel Loayza F;n3222728 dijo:
DOSOLIVOS:

La pobreza también es consecuencia de la vagancia, de no aprovechar la oportunidad que Dios da........

Es mejor enseñar el trabajo de pescar que repartir los pescados a los ociosos.

Los vagos, que son sobre todo muchísimos de los ricos, que no aportan a la sociedad mas que desigualdad, robo, vicios, abusos, etc., no son los pobres de los que nos habla El Señor.
 
La verdadera Ley de Dios es la que Jesucristo nos enseñó en el Evangelio, Y esta Ley no permite a los cristianos que unos sean ricos y otros sean pobres, o que unos vivan en la opulencia mientras otros vivan en la miseria... Jesucristo así nos dice:

"todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque ésta es la ley y los profetas". (Mateo 7:12)

Cuando somos pobres queremos que los ricos tengan sus bienes en común con nosotros... Entonces, cuando somos ricos debemos repartir nuestros bienes con los pobres...

Jesús también enseña los verdaderos mandamientos de la Ley de Dios que debemos guardar para entrar en la vida y que así nos dicen:

"Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto,
anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios" (Mateo 19:16-24)

A los hombres codiciosos que se hacen dueños de muchas posesiones les cuesta muchísimo entregar sus bienes a los pobres. Ellos no quieren el camino de la misericordia y prefieren imponer sacrificios y esclavitud a los pobres. Por eso, Jesucristo también les dijo:

"... si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes" (Mateo 12:7 )

"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". (Mateo 22:34-40)

Y amar a nuestros prójimo como a nosotros mismos es tener con el todos nuestros bienes en común...

El Señor no mandó que se mate a las personas que cometen faltas, sino que se les perdone, pues el Evangelio así nos dice:

"Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete". (Mateo18:21-22)

"Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas". (Mateo 6:14)
 
Pues mira, en mi país (España) los ricos van a Misa los domingos e incluso muchos son de comunión diaria.
¡Quién lo diría! Y después explotan a sus empleados pagándoles salarios de hambre...