¿Prohibió el Señor Jesús el tratamiento de: “líderes”?
Una simple y rotunda negativa parecería ser la respuesta inmediata a tan ingenua pregunta.
La ausencia del término en las versiones españolas usuales nada obsta a su empleo, pues diariamente hacemos uso de vocablos que no aparecen en las Escrituras. Al fin y al cabo, no es la Biblia sino el Diccionario que con sus acepciones y definiciones facilita la comunicación entre los que hablamos las misma lengua. Además, tal ausencia se explica al tratarse de un anglicismo incorporado por la Real Academia desde hace apenas algunas décadas atrás. Llama si la atención cómo era que antes nos arreglábamos para expresar idénticos conceptos, y surge así la inquietud de revisar cuánta sea la necesidad de usar extranjerismos si ya tenemos castizos y apropiados términos comunicando las mismas ideas. Tal revisión se hace más necesaria todavía, cuando esa adopción arriesga distorsionar la idea original, incurriendo en errores, que podrían ser graves.
Por otro lado, tal uso se ha generalizado en el ámbito cristiano evangélico, con la profusa aplicación en títulos de libros, cursos y seminarios de “liderazgo”, que fastidia la sola idea de cuestionar su legitimidad.
Sin embargo, la preocupación se justifica no bien examinamos el texto griego de Mateo 23
“Ni seáis llamados caudillos, pues caudillo vuestro es uno sólo el Cristo” (transliteral) .
El vocablo “caudillo” es, entre otros, el que mejor traduce al término griego “kathëgëtes” (menos felizmente vertido “maestro” en las Reina-Valera y otras). Esta palabra tiene el doble sentido militar y didáctico:
caudillo, adalid, precursor, conductor;
instructor, consejero, mentor.
La King James no usa “leader” en el Nuevo Testamento, pero sí registra tres referencias en el Antiguo: 1Cr.12:27; 13:1; Is.55:4.
En cuanto a que “kathëgëtes” es el último título de Mt. 23 cuyo uso es prohibido por el Señor a sus discípulos, y que mejor se corresponde en el idioma inglés con “leader”, véase como es traducido en la Weymouth’s NT in Modern Speech:
“And do not accept the name of ‘leader,’ for your Leader is one alone — the Christ”.
A mayor abundamiento insertaremos el comentario de C.H.Spurgeon a ese pasaje:
“En la Iglesia de Cristo, todos los títulos y honores que exaltan a los hombres y dan ocasión para el orgullo, son aquí prohibidos. En la comunidad cristiana deberíamos buscar comprender la más auténtica “Libertad, Igualdad, y Fraternidad", por la que el mundo clama en vano. En el verso diez, las palabras de nuestro Señor podrían leerse:
“Ni sean llamados líderes (guías, instructores): porque un único Líder tienen ( guía, Instructor), el Cristo (el Mesías).” Si lo seguimos, no puede irnos mal.”
No menos de una docena de versiones más modernas en inglés también aquí traducen “leader”.
No vamos a meternos ahora en camisa de once varas enmendándoles la plana a los anglófonos, pero al menos revisemos si no estamos incurriendo en desobediencia a un mandamiento expreso del Señor, llamando asì a cuantos tienen responsabilidades en la iglesia, el ministerio cristiano y la obra de Dios. Por siglos los cristianos que hablamos español no tuvimos dificultad alguna para expresar las funciones de los hermanos más maduros y responsables en las iglesias, como: discipular, guiar, supervisar, servir, enseñar, etc.; y metáforas comunes como las de apacentar, pastorear, edificar, alimentar, etc. A más de esto, con toda justicia el Señor se arroga la exclusividad de ser el “kathëgëtes” (Caudillo – Leader), y por ello es Cabeza de su Iglesia, el Buen Pastor a quien siguen sus ovejas y el Obispo de nuestras almas.
Aunque no podamos impedir que el mundo hable como quiera, ¿será propio de discípulos de Cristo hablar de líderes que lideran manteniendo el liderazgo que alcanzaron?
Una simple y rotunda negativa parecería ser la respuesta inmediata a tan ingenua pregunta.
La ausencia del término en las versiones españolas usuales nada obsta a su empleo, pues diariamente hacemos uso de vocablos que no aparecen en las Escrituras. Al fin y al cabo, no es la Biblia sino el Diccionario que con sus acepciones y definiciones facilita la comunicación entre los que hablamos las misma lengua. Además, tal ausencia se explica al tratarse de un anglicismo incorporado por la Real Academia desde hace apenas algunas décadas atrás. Llama si la atención cómo era que antes nos arreglábamos para expresar idénticos conceptos, y surge así la inquietud de revisar cuánta sea la necesidad de usar extranjerismos si ya tenemos castizos y apropiados términos comunicando las mismas ideas. Tal revisión se hace más necesaria todavía, cuando esa adopción arriesga distorsionar la idea original, incurriendo en errores, que podrían ser graves.
Por otro lado, tal uso se ha generalizado en el ámbito cristiano evangélico, con la profusa aplicación en títulos de libros, cursos y seminarios de “liderazgo”, que fastidia la sola idea de cuestionar su legitimidad.
Sin embargo, la preocupación se justifica no bien examinamos el texto griego de Mateo 23
“Ni seáis llamados caudillos, pues caudillo vuestro es uno sólo el Cristo” (transliteral) .
El vocablo “caudillo” es, entre otros, el que mejor traduce al término griego “kathëgëtes” (menos felizmente vertido “maestro” en las Reina-Valera y otras). Esta palabra tiene el doble sentido militar y didáctico:
caudillo, adalid, precursor, conductor;
instructor, consejero, mentor.
La King James no usa “leader” en el Nuevo Testamento, pero sí registra tres referencias en el Antiguo: 1Cr.12:27; 13:1; Is.55:4.
En cuanto a que “kathëgëtes” es el último título de Mt. 23 cuyo uso es prohibido por el Señor a sus discípulos, y que mejor se corresponde en el idioma inglés con “leader”, véase como es traducido en la Weymouth’s NT in Modern Speech:
“And do not accept the name of ‘leader,’ for your Leader is one alone — the Christ”.
A mayor abundamiento insertaremos el comentario de C.H.Spurgeon a ese pasaje:
“En la Iglesia de Cristo, todos los títulos y honores que exaltan a los hombres y dan ocasión para el orgullo, son aquí prohibidos. En la comunidad cristiana deberíamos buscar comprender la más auténtica “Libertad, Igualdad, y Fraternidad", por la que el mundo clama en vano. En el verso diez, las palabras de nuestro Señor podrían leerse:
“Ni sean llamados líderes (guías, instructores): porque un único Líder tienen ( guía, Instructor), el Cristo (el Mesías).” Si lo seguimos, no puede irnos mal.”
No menos de una docena de versiones más modernas en inglés también aquí traducen “leader”.
No vamos a meternos ahora en camisa de once varas enmendándoles la plana a los anglófonos, pero al menos revisemos si no estamos incurriendo en desobediencia a un mandamiento expreso del Señor, llamando asì a cuantos tienen responsabilidades en la iglesia, el ministerio cristiano y la obra de Dios. Por siglos los cristianos que hablamos español no tuvimos dificultad alguna para expresar las funciones de los hermanos más maduros y responsables en las iglesias, como: discipular, guiar, supervisar, servir, enseñar, etc.; y metáforas comunes como las de apacentar, pastorear, edificar, alimentar, etc. A más de esto, con toda justicia el Señor se arroga la exclusividad de ser el “kathëgëtes” (Caudillo – Leader), y por ello es Cabeza de su Iglesia, el Buen Pastor a quien siguen sus ovejas y el Obispo de nuestras almas.
Aunque no podamos impedir que el mundo hable como quiera, ¿será propio de discípulos de Cristo hablar de líderes que lideran manteniendo el liderazgo que alcanzaron?