El verbo griego que se traduce “predicar”, ke·rýs·so, aparece muchas veces en las Escrituras Griegas Cristianas, y puede traducirse “anunciar [por heraldo]”. El uso de esta palabra en Mateo 24:14 y Marcos 13:10 indica que los proclamadores de las buenas nuevas del reino de Dios servirían de heraldos.
Por lo tanto, ke·rýs·so significa “proclamar” en general (buenas o malas noticias), a diferencia de eu·ag·gue·lí·zo·mai: “declarar una buena nueva”. Noé fue predicador (o heraldo, ke·ryx) en el mundo antediluviano y anunció la advertencia divina. (2Pe 2:5.)
Estos espíritus en prisión, no fueron los muertos en el diluvio, ya que . (Eclesiastés 9:5-6) 5 Porque los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto, ni tienen ya más salario, porque el recuerdo de ellos se ha olvidado.
En los días de Noé, ángeles desobedientes se materializaron, se casaron con mujeres y engendraron una prole híbrida llamada nefilim. No obstante, se desmaterializaron cuando llegó el Diluvio. (Gé 6:1-4.)
Cuando volvieron al reino de los espíritus, no recuperaron su elevada posición original, pues Judas 6 dice: “A los ángeles que no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación, los ha reservado con cadenas sempiternas bajo densa oscuridad para el juicio del gran día”. (1Pe 3:19, 20.) Por lo tanto, sus actividades están limitadas a esa condición de densa oscuridad espiritual. (2Pe 2:4.)
Cristo predicó (como heraldo) a los espíritus en prisión, pero no las buenas nuevas., la predicación del resucitado Jesús a tales ángeles injustos solo podría haber consistido en una predicación de juicio.
El libro de Revelación, que Jesucristo transmitió a Juan hacia el fin del primer siglo por medio de visiones, contiene mucha información relacionada con Satanás el Diablo y sus demonios y su definitiva destrucción, lo que es en sí una predicación de juicio. (Rev 12–20.)