Re: Preguntas a catolicos y aquellos que conocen las doctrinas catolicas
Poimen, tal vez esto le sirva:
Poimen, tal vez esto le sirva:
Concilio de Éfeso FóRMULA DE UNIóN
Por cuanto se refiere a la Virgen madre de Dios como la concebimos y como de ella hablamos y al modo de la encarnación del unigénito Hijo de Dios, necesariamente haremos una exposición breve, no con la intención de hacer un agregado, sino para asegurarles, tal como desde el principio lo hemos entendido en las sagradas escrituras y en los santos padres, sin agregar absolutamente nada a la fe expuesta por ellos en Nicea.
Como ya hemos establecido, esa (confesión nicena) es suficiente para el pleno conocimiento de la fe y para la refutación de toda herejía. Y hablaremos, no con la presunción de comprender aquello que es inaccesible, sino reconociendo nuestras insuficiencias, y oponiéndonos a los que se sobresaltan cuando consideramos las verdades que están por sobre el hombre.
Nosotros entonces confesamos que nuestro señor Jesús, hijo unigénito de Dios es perfecto Dios y perfecto hombre, (compuesto) de alma racional y de cuerpo, generado según la divinidad, por el Padre antes de los siglos, nacido, por nosotros y por nuestra salvación, al fin de los tiempos, de la virgen María según la humanidad; que es consubstancial al Padre según la divinidad y consubstancial a nosotros según la humanidad, habiendo ocurrido la unión de las dos naturalezas, por eso nosotros confesamos un solo Cristo, un solo Hijo, un solo Señor.
Conforme a este concepto de unión no confusa, confesamos que - habiéndose encarnado y hecho hombre el Verbo de Dios - la virgen santa es madre de Dios, habiendo unido a sí desde la misma concepción, el temple asumido por ella. En cuanto a las afirmaciones evangélicas y apostólicas que se refieren al Señor, sabemos que algunas los teólogos las han considerado comunes, y, consecuentemente, relativas a la misma y única persona, otras las han distinguido como pertenecientes a las dos naturalezas y así, aquellas dignas de Dios las han referido a la divinidad de Cristo, mientras que aquellas más humildes, las han atribuido a su humanidad.