http://www.epos.nl/ecr/
Pregunta una católica:
Estoy de acuerdo con ustedes sobre el poco conocimiento que da a sus fieles mi Iglesia sobre la Biblia, y que no se parece mucho a las iglesias que san Pablo o el libro de los Hechos nos presentan.
Pero me resulta irritante decir que nuestra vida de convento y contemplación no es un testimonio real de que nuestra decisión es por Cristo y por seguir los consejos evangélicos. ¿Puede haber algo más digno que consagrar toda tu vida a Cristo y al servicio de su Iglesia verdadera? A veces pienso que ustedes como exsacerdotes escriben para convencerse a sí mismos de que no han fracasado en su compromiso sacerdotal. ¿Cómo puedo aceptar que antes como sacerdotes no conocían a Cristo y ahora, que abandonaron el sacerdocio, aceptan a Cristo como su único y perfecto Salvador? Me gustaría tener una explicación, ya que yo no la encuentro.
Atte. M.R.L.
Respuesta:
Nosotros no tratamos de dar una respuesta racional y humana a nuestras decisiones ni a las de los demás. El primer objetivo de nuestros escritos es abrir las Sagradas Escrituras a todo el pueblo que se llama "cristiano", para que vivan la fe como aquellas iglesias, que el apóstol Pablo y el libro de los Hechos nos describen. Sin olvidar que, esas mismas iglesias, también cometían graves errores. Sólo tenemos que ver como el Señor habla a las siete iglesias de Asia (Ap. 2 y 3).
Pero tenemos la seguridad de que la lectura constante de la Palabra de Dios te lleva directamente a Cristo, sin intermediarios ni interferencias doctrinales. No tratamos de convencernos a nosotros mismos ni de convencer a nadie, sino que el Espíritu Santo por la Palabra de Dios es el que nos ha convencido, y te convencerá a ti.
A nosotros nos convenció del pecado de soberbia e idolatría que estábamos cometiendo, al tomar un ministerio sacerdotal, que sólo es propiedad del Hijo de Dios, porque Él se presentó ante el Padre por nosotros, y " se presentó una vez para siempre por el sacrificio de Sí Mismo para quitar de en medio el pecado... y no tiene necesidad cada día (de ofrecer sacrificios por los pecados) porque esto lo hizo una vez para siempre ofreciéndose a Sí Mismo" (Hebreos, 7:27;9:26).
Ver toda esta realidad de la Obra de Cristo, única e irrepetible, no es un fracaso, sino una inmensa gracia de Dios, porque estábamos completamente ciegos, y nos dio luz para ver la Luz verdadera que alumbra a todo hombre: Cristo Jesús. Y Su Luz alumbró todas esas tinieblas religiosas en las que estábamos muertos, y nos dio vida por Cristo, para vivir por medio de la fe en Él.
Usted nos dice que le "resulta irritante el decir que nuestra vida de convento y contemplación no es un testimonio real de que nuestra decisión es por Cristo y por seguir los consejos evangélicos".
Si tan segura está de su decisión, ¿por qué le entra la duda cuando lee los testimonios de sacerdotes, seminaristas o de otros católicos?
Usted por la doctrina de su Iglesia ha recibido una información, no correcta, esto es, no de acuerdo con la Palabra de Dios. Así usted sabiéndose pecadora como todo el mundo, tomó la decisión de pagar por su culpa y la de los demás, y voluntariamente entró en la cárcel- convento para pagar, con su vida, esa pena. En su cárcel-convento, hay unas normas estrictas que cumplir, unas privaciones de derechos que otros ciudadanos disfrutan y al mismo tiempo unas condiciones que te protegen de los peligros externos.
Esa decisión, según usted, fue voluntaria "por Cristo y por seguir los consejos evangélicos". No lo dudo, pero, como antes le dije, parte de una inadecuada información sobre el Evangelio.
Porque Cristo no murió y resucitó para hacernos prisioneros de conventos o de estructuras religiosas, sino libres. El apóstol Pablo hace hincapié en ello: "Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud" (Gálatas, 5:1).
Los que aceptan a Cristo con total confianza, como su único y perfecto Salvador, no tienen nada que pagar por sus pecados y culpas, porque "Dios los justifica gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús" (Romanos, 3:24).
El Señor Jesús nos dice: "Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan, 8:36). Aquí no habla de libertades sociales, sino de ser libre de la esclavitud del pecado, libre en espíritu para vivir en comunión con el Padre y el Hijo bajo el poder del Espíritu en amor. Sólo aquel que permanece en Cristo es auténticamente libre, porque "todo aquel que permanece en Él, no peca" (1 Juan, 3:6). Esto se da en todo aquel que permanece en Cristo por la fe; no es fruto de un convento o de un estado religioso o clerical.
Si usted mira en el fondo de su corazón verá que no acepta a Cristo como el único que puede pagar por su pecado y quitar el pecado de usted; sino que pretende por sí misma pagar esa pena y protegerse del pecado llevando una vida contemplativa.
Cristo no quiere que seamos mariposas revoloteando alrededor de la luz, sino que Él Mismo sea Luz en nosotros. Ni que hagamos del evangelio una ética para domesticar nuestros instintos, sino que el Espíritu nos transforme en nuevas criaturas, para que Dios sea el que "produce en nosotros así el querer como el hacer por su buena voluntad" (Fil. 2:13).
El único que le puede dar una satisfactoria explicación a sus preguntas es el Espíritu por Su Palabra. Acérquese sin complejos a las Escrituras en busca de la Verdad, que no son un conjunto de dogmas, sino una Persona, Jesucristo. Y el Espíritu Mismo le guiará a la verdad plena y hará realidad en usted la Obra Redentora de Cristo Jesús, e infundirá en su corazón una verdadera confianza y seguridad de que Dios le otorga el perdón de todos sus pecados, la justicia de Cristo y la vida eterna, y sólo por pura gracia mediante la fe en los méritos de Jesucristo.
Si yo le creo sincera en su decisión conventual por Cristo, acepte con total confianza la decisión de Cristo de morir en la cruz por usted, para que usted viva por Él y en Él. Porque si Cristo no mora en usted nada puede hacer para vida eterna. El mismo Jesús le dice que por sí misma no puede llevar fruto, aunque se esconda en un convento. Jesús dice: "El que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer" (Juan 15:4-5).
Fco. Rodríguez
http://www.epos.nl/ecr/
Pregunta una católica:
Estoy de acuerdo con ustedes sobre el poco conocimiento que da a sus fieles mi Iglesia sobre la Biblia, y que no se parece mucho a las iglesias que san Pablo o el libro de los Hechos nos presentan.
Pero me resulta irritante decir que nuestra vida de convento y contemplación no es un testimonio real de que nuestra decisión es por Cristo y por seguir los consejos evangélicos. ¿Puede haber algo más digno que consagrar toda tu vida a Cristo y al servicio de su Iglesia verdadera? A veces pienso que ustedes como exsacerdotes escriben para convencerse a sí mismos de que no han fracasado en su compromiso sacerdotal. ¿Cómo puedo aceptar que antes como sacerdotes no conocían a Cristo y ahora, que abandonaron el sacerdocio, aceptan a Cristo como su único y perfecto Salvador? Me gustaría tener una explicación, ya que yo no la encuentro.
Atte. M.R.L.
Respuesta:
Nosotros no tratamos de dar una respuesta racional y humana a nuestras decisiones ni a las de los demás. El primer objetivo de nuestros escritos es abrir las Sagradas Escrituras a todo el pueblo que se llama "cristiano", para que vivan la fe como aquellas iglesias, que el apóstol Pablo y el libro de los Hechos nos describen. Sin olvidar que, esas mismas iglesias, también cometían graves errores. Sólo tenemos que ver como el Señor habla a las siete iglesias de Asia (Ap. 2 y 3).
Pero tenemos la seguridad de que la lectura constante de la Palabra de Dios te lleva directamente a Cristo, sin intermediarios ni interferencias doctrinales. No tratamos de convencernos a nosotros mismos ni de convencer a nadie, sino que el Espíritu Santo por la Palabra de Dios es el que nos ha convencido, y te convencerá a ti.
A nosotros nos convenció del pecado de soberbia e idolatría que estábamos cometiendo, al tomar un ministerio sacerdotal, que sólo es propiedad del Hijo de Dios, porque Él se presentó ante el Padre por nosotros, y " se presentó una vez para siempre por el sacrificio de Sí Mismo para quitar de en medio el pecado... y no tiene necesidad cada día (de ofrecer sacrificios por los pecados) porque esto lo hizo una vez para siempre ofreciéndose a Sí Mismo" (Hebreos, 7:27;9:26).
Ver toda esta realidad de la Obra de Cristo, única e irrepetible, no es un fracaso, sino una inmensa gracia de Dios, porque estábamos completamente ciegos, y nos dio luz para ver la Luz verdadera que alumbra a todo hombre: Cristo Jesús. Y Su Luz alumbró todas esas tinieblas religiosas en las que estábamos muertos, y nos dio vida por Cristo, para vivir por medio de la fe en Él.
Usted nos dice que le "resulta irritante el decir que nuestra vida de convento y contemplación no es un testimonio real de que nuestra decisión es por Cristo y por seguir los consejos evangélicos".
Si tan segura está de su decisión, ¿por qué le entra la duda cuando lee los testimonios de sacerdotes, seminaristas o de otros católicos?
Usted por la doctrina de su Iglesia ha recibido una información, no correcta, esto es, no de acuerdo con la Palabra de Dios. Así usted sabiéndose pecadora como todo el mundo, tomó la decisión de pagar por su culpa y la de los demás, y voluntariamente entró en la cárcel- convento para pagar, con su vida, esa pena. En su cárcel-convento, hay unas normas estrictas que cumplir, unas privaciones de derechos que otros ciudadanos disfrutan y al mismo tiempo unas condiciones que te protegen de los peligros externos.
Esa decisión, según usted, fue voluntaria "por Cristo y por seguir los consejos evangélicos". No lo dudo, pero, como antes le dije, parte de una inadecuada información sobre el Evangelio.
Porque Cristo no murió y resucitó para hacernos prisioneros de conventos o de estructuras religiosas, sino libres. El apóstol Pablo hace hincapié en ello: "Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud" (Gálatas, 5:1).
Los que aceptan a Cristo con total confianza, como su único y perfecto Salvador, no tienen nada que pagar por sus pecados y culpas, porque "Dios los justifica gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús" (Romanos, 3:24).
El Señor Jesús nos dice: "Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan, 8:36). Aquí no habla de libertades sociales, sino de ser libre de la esclavitud del pecado, libre en espíritu para vivir en comunión con el Padre y el Hijo bajo el poder del Espíritu en amor. Sólo aquel que permanece en Cristo es auténticamente libre, porque "todo aquel que permanece en Él, no peca" (1 Juan, 3:6). Esto se da en todo aquel que permanece en Cristo por la fe; no es fruto de un convento o de un estado religioso o clerical.
Si usted mira en el fondo de su corazón verá que no acepta a Cristo como el único que puede pagar por su pecado y quitar el pecado de usted; sino que pretende por sí misma pagar esa pena y protegerse del pecado llevando una vida contemplativa.
Cristo no quiere que seamos mariposas revoloteando alrededor de la luz, sino que Él Mismo sea Luz en nosotros. Ni que hagamos del evangelio una ética para domesticar nuestros instintos, sino que el Espíritu nos transforme en nuevas criaturas, para que Dios sea el que "produce en nosotros así el querer como el hacer por su buena voluntad" (Fil. 2:13).
El único que le puede dar una satisfactoria explicación a sus preguntas es el Espíritu por Su Palabra. Acérquese sin complejos a las Escrituras en busca de la Verdad, que no son un conjunto de dogmas, sino una Persona, Jesucristo. Y el Espíritu Mismo le guiará a la verdad plena y hará realidad en usted la Obra Redentora de Cristo Jesús, e infundirá en su corazón una verdadera confianza y seguridad de que Dios le otorga el perdón de todos sus pecados, la justicia de Cristo y la vida eterna, y sólo por pura gracia mediante la fe en los méritos de Jesucristo.
Si yo le creo sincera en su decisión conventual por Cristo, acepte con total confianza la decisión de Cristo de morir en la cruz por usted, para que usted viva por Él y en Él. Porque si Cristo no mora en usted nada puede hacer para vida eterna. El mismo Jesús le dice que por sí misma no puede llevar fruto, aunque se esconda en un convento. Jesús dice: "El que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer" (Juan 15:4-5).
Fco. Rodríguez
http://www.epos.nl/ecr/