PREFACIO de WILLIAM PENN a SU TRATADO de «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»

Estoy de acuerdo con el autor. Nunca lo había oído, lo leere.

Yo creo que con solo alguien decirse cristiano no basta. Los demonios también creen pero Dios no obra en ellos, obviamente. A otros que se dicen cristianos pero no hacen su voluntad les dirá:

"Nunca os conocí"

Mateo 7
21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

Si la gracia de Dios no obra y transforma al hombre y lo lleva a hacer el bien (voluntad de Dios) desde adentro, su "fe" es muerta y esa fe no salva.
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Al leerlo te darás cuenta que su fe es bíblica... pues creía que el hombre a través de la fe que le era dada por Dios... colaboraba con Dios... aceptando su voluntad... ya que Dios nunca viola el libre albedrío que le dio al ser humano... y que por tanto... el verdadero cristiano estaba obligado a creer y a obedecer a Dios... si quería tener la plenitud de Cristo que Dios le ofrecía... y esa decisión... de aceptar o de rechazar... la tenía que tomar el hombre... pues Dios después de mostrarle la verdad... le daba a elegir (Deuteronomio 30:19-20).

Es por esto... que viendo cómo muchos cristianos no entraban en la plenitud que Dios tiene en Cristo Jesús para los cristianos... escribió este tratado o libro corto... predicando que el verdadero evangelio era coger la cruz de Cristo (entendiendo bien lo que esto significa)... porque a través de tomar la cruz de Cristo (entiéndase cualquier voluntad que Dios permita en nuestras vidas y recibiéndola como parte del plan de Dios para hacernos a la imagen de Cristo. Romanos 8:28-30)... el Espíritu Santo santificaba... e iba revelando a Cristo más y más a nuestras vidas... para que así conociésemos a Dios.

Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
Si es por causa de una recaída (pecado), pues no queda mas que el arrepentimiento y tomar un nuevo derrotero. Y si se trata de una tristeza, congoja, pena o dolor... que mina el animo, dicho de paso, que es el mas difícil... pues, sacar fuerza de voluntad que, aunque no necesariamente tenga una solución inmediata, la valentia de sobrellevarlo... con muuuuuucha Fe en Dios... y seguir adelante.
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

En el libro que comparto en este epígrafe... el autor se dedica a analizar el por qué del extravío y de la única solución para enmendarlo... que es tomar la cruz de Cristo (Marcos 8:34)... y lo que testifica es parte de su propia experiencia.

El leer de lo que habla... puede ayudarnos a entender lo que Dios enseña y quiere de nosotros en el Evangelio del Reino o Evangelio de Cristo Jesús... y una de las cosas que deja muy clara es que nadie puede conseguir la victoria sobre el pecado y el mal... si Cristo no está realmente en su vida por el Espíritu Santo... que es la Savia que alimenta los pámpanos en la Vid Verdadera... que es Cristo Jesús (Juan 15:5).

Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Sigamos...

«La gloria de la cruz brilló tan claramente a través de la abnegación
en las vidas de aquellos que la tomaban diariamente, que llenó a los paganos de asombro, y en poco tiempo sacudió sus altares, desacreditó sus oráculos, golpeó la multitud, invadió los tribunales y venció a sus ejércitos, de tal manera que llevó a sacerdotes, magistrados y generales en triunfo tras de ella como trofeos de su poder y victoria.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Sigamos...

«Mientras esta integridad habitaba en los cristianos, poderosa era la presencia e invencible el poder que los acompañaba. Apagaron fuegos impetuosos, taparon bocas de leones, evitaron filo de espada, derrotaron instrumentos de crueldad, convencieron jueces y convirtieron verdugos. Los medios que sus enemigos buscaban para destruirlos solo los aumentaba; y por la profunda sabiduría de Dios, aquellos que con todas sus maquinaciones trataban de extinguir la verdad, eran hechos grandes promotores de ella. Entre los fieles no se permitía ni un pensamiento vano, ni una palabra ociosa, ni una acción impropia; no, ni siquiera una mirada inmodesta. No había vestimenta llamativa, atavíos ostentosos, saludos halagadores ni honores personales; mucho menos podrían esas obscenas inmoralidades y vicios escandalosos que ahora están de moda entre los cristianos, encontrarse entre ellos. Su mayor interés no era cómo gastar su tiempo precioso, sino cómo redimirlo, para que pudieran tener suficiente para “ocuparse en su salvación con temor y temblor,” no con fiestas de baile, ni con teatros, danzas, banquetes ni juegos, ¡no, no! “Hacer firme su vocación y elección” les era mucho más preciado que los pobres e insignificantes placeres de la mortalidad.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Sigamos...

«Habiendo, con Moisés, “visto al Invisible,” y descubierto que Su misericordia era mejor que la vida, y la paz de Su Espíritu más que el favor de los príncipes, al igual que él no temieron la ira de César, y escogieron sufrir las aflicciones de los verdaderos peregrinos de Cristo antes que gozar de los deleites temporales del pecado. Sí, tuvieron por mayores riquezas Sus vituperios que los tesoros perecederos de la tierra. Y si las tribulaciones del cristianismo les eran más deseables que todas las comodidades del mundo, y los reproches de uno más atractivos que todos los honores del otro, entonces seguramente no había tentación en el mundo que pudiera quebrantar la integridad de la Cristiandad.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Sigamos...

«La Gran Apostasía
Con esta breve perspectiva de lo que fue el cristianismo, ustedes pueden ver, oh Cristiandad, lo que no son y lo que deberían ser.

Pero ¿cómo es que, de un pueblo tan manso, misericordioso, abnegado, sufrido, moderado, santo, justo y bueno, y tan semejante a Cristo cuyo nombre llevaba, hoy encontramos un cristianismo que es supersticioso, idólatra, perseguidor, orgulloso, apasionado, envidioso, malicioso, egoísta, bebedor, lascivo, impuro, mentiroso, perjuro, maldiciente, codicioso, opresor, estafador —con todas las otras abominaciones conocidas en la tierra, que serían un escándalo incluso para la peor de las edades paganas, superándolas más en el mal que en el tiempo digo, cómo ocurrió esta lamentable deserción? Ofrezco esto como la razón indudable de esta degeneración, a saber: La falta de atención en sus mentes a la luz de Cristo brillando en ustedes, que primero les mostró sus pecados, y los reprobó, y también les enseñó y los capacitó para negarlos y resistirlos. Porque es cierto que, cualquiera que sea la medida de temor hacia Dios y la abstinencia de la injusticia que experimentan, esto no fue enseñado por los mandamientos de los hombres, sino por aquella luz y gracia que revela los pensamientos e intenciones más secretas del corazón, escudriña sus partes más internas, pone sus pecados en orden delante de sus ojos y los reprende por ellos, no permitiendo que ni un solo pensamiento, palabra u obra infructífera de las tinieblas quede sin juicio. Por lo tanto, cuando comenzaron a ignorar esta luz y gracia, a descuidar la vigilancia santa que una vez fue puesta en su corazón y no se mantuvieron vigilantes allí como antes para la gloria de Dios y para su propia paz, entonces el incansable enemigo del bien del hombre rápidamente se aprovechó de esta negligencia, y a menudo los sorprendió con tentaciones, que (estando acomodadas a sus propias inclinaciones) hizo que la conquista sobre ustedes no fuese difícil.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Avancemos un poco más...

«Con esta visión que se les da de su caída del cristianismo primitivo, y de la verdadera causa de ello —a saber, un abandono de la cruz diaria de Cristo— estoy seguro de que el camino de su restauración puede verse fácilmente. Por la puerta por la que salieron, deben entrar. Tal como todo se perdió al rechazar y dejar caer la cruz diaria, tomarla y soportarla será su medio de recuperación. Esta es la manera por la que los pecadores y los apóstatas se convierten en los discípulos de Jesús. “Si alguno,” dice Cristo, “quiere venir en pos de mí y ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” Nada inferior a esto servirá. Así como esto es suficiente, también es indispensable. No hay corona sino por medio de la cruz; no hay vida eterna sino a través de la muerte. Y lo justo es que esos deseos malvados y bárbaros que crucificaron de nuevo a Cristo, ahora sean, por Su santa cruz, crucificados en ustedes. La sangre requiere sangre; Su cruz es la muerte del pecado que causó Su muerte; y Él es la muerte de la muerte, según ese pasaje, “¡Oh muerte, yo seré tu muerte!”»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Avancemos un poco más...

«La Cruz Diaria

Por lo tanto, ¡oh Cristiandad! la cruz diaria, siendo tanto en aquel tiempo como ahora el único camino hacia la gloria, será de gran ventaja para su alma considerar seriamente:

Primero:
¿Qué es la cruz de Cristo?
Segundo: ¿Dónde se debe tomar la cruz de Cristo?
Tercero: ¿Cómo y de qué manera se debe cargar?
Cuarto: ¿Cuál es la gran obra y asunto de la cruz?

En cuanto a lo primero —¿Qué es la cruz de Cristo? La cruz de Cristo es una metáfora tomada del madero externo, o cruz de madera, sobre la cual Cristo se sometió a la voluntad de Dios, permitiendo que sufriera la muerte en manos de hombres malvados. La cruz mística o diaria es esa gracia o poder divino que crucifica las voluntades carnales de los hombres, contradice sus afectos corruptos y se opone constantemente a los apetitos excesivos y carnales de sus mentes. Este poder se puede llamar debidamente el instrumento de la santa muerte de los hombres al mundo y ser hechos conforme a la voluntad de Dios. Nada más puede mortificar el pecado o hacer fácil que nos sometamos a la voluntad divina en cosas que de otra manera serían muy contrarias a la nuestra. »

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Avancemos un poco más...

«“La predicación de la cruz” en los tiempos primitivos fue llamada acertadamente por Pablo (ese famoso y diestro apóstol en las cosas espirituales) “el poder de Dios;” aunque para los que se pierden, fue en aquel tiempo, como también ahora, una locura. Es decir, para aquellos que estaban verdaderamente cansados y cargados, y en necesidad de un libertador, a quienes el pecado les era pesado y detestable, la predicación de la cruz (por la cual el pecado debía ser crucificado) era el poder de Dios, o la predicación del poder divino mediante el cual fueron hechos discípulos de Cristo e hijos de Dios. Y este poder obraba tan fuertemente en ellos, que ningún burlador orgulloso o disoluto podía sacarlos del amor a ello. Pero para aquellos que andaban en el camino espacioso, en la latitud completa de sus propios deseos, y que dedicaban su tiempo y atención a los placeres de sus apetitos corruptos, para quienes todos los yugos y frenos eran y son intolerables, para estos la predicación de la cruz era y es una locura.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Avancemos un poco más...

«¿Dónde aparece esta cruz y dónde debe tomarse? Yo respondo, adentro, es decir, en el corazón y en el alma —porque donde está el pecado, allí debe estar la cruz. Toda maldad sale de adentro. Cristo enseñó que “de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.” El corazón del hombre es el asiento del pecado, y donde está contaminado, allí debe ser santificado; donde vive el pecado, allí debe morir, debe ser crucificado. La costumbre de hacer el mal ha hecho natural que los hombres hagan el mal; y así como el alma gobierna el cuerpo, esta naturaleza corrupta controla al hombre entero. Pero, aun así, todo sale de adentro.

La experiencia enseña a cada hijo e hija de Adán la verdad de esto. Las tentaciones del enemigo siempre se dirigen al corazón o la mente, que están adentro: Si ellos no caen, el alma no peca, pero si son abrazadas, entonces la concupiscencia (o deseo excesivo) es concebida inmediatamente, y como dice el apóstol: “Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado (es decir, llevado a cabo), da a luz la muerte.” Aquí está tanto la causa como el efecto, la genealogía del pecado, su nacimiento y su fin.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Avancemos un poco más...

«En todo esto, el corazón del hombre malo es la fábrica del diablo, su taller, el lugar de su residencia, donde ejerce su poder y su arte. Por lo tanto, la redención del alma es debidamente llamada a “deshacer las obras del diablo” y a “traer la justicia perdurable.” Cuando los judíos querían difamar el milagro de Cristo de sacar demonios al llamarlo de modo blasfemo el poder de Beelzebú, Cristo dice, “¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.” Esto nos demuestra tanto la contrariedad entre Beelzebú como el poder por el que Cristo lo desposeía, y nos enseña que las almas de los impíos son la “casa” del diablo, y que sus bienes, sus obras malvadas, nunca podrán ser destruidas hasta que sea atado aquel que las hizo y guarda la casa. Todo esto hace que sea fácil saber dónde debe tomarse la cruz (que es lo único por lo que el hombre fuerte puede ser atado, sus bienes sacados y sus tentaciones resistidas) esto es, internamente, en el corazón del hombre.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Avancemos un poco más...

«En el siguiente lugar, ¿cómo y de qué manera se debe llevar diariamente la cruz? El camino, al igual que la cruz, es espiritual. Es la sumisión interna del alma a la voluntad de Dios tal como se manifiesta por la luz de Cristo en las conciencias de los hombres, aunque sea contraria a sus propias inclinaciones. Por ejemplo, cuando se presenta el mal, aquello que lo revela también instruye a no ceder a él, y si un hombre recibe su consejo, le da poder para escapar de ello. Pero aquellos que miran y contemplan la tentación, al final se unen con ella y son vencidos por ella; la consecuencia de lo cual es culpa y juicio.

Por lo tanto, así como la cruz de Cristo es ese Espíritu y poder en los hombres (aunque no de los hombres, sino de Dios) que contradice y reprende los deseos y afectos carnales, así la manera de tomar la cruz es una rendición entera del alma a los descubrimientos y requerimientos de ella, sin consultar el placer mundano, o la comodidad o interés carnal (porque estos pueden ser cautivados en un instante). De este modo el alma debe vigilar continuamente contra cada aparición del mal, y, por la obediencia de la fe (en verdadero amor a Dios y confianza en Él), ofrecer alegremente a la muerte de la cruz esa naturaleza maligna en sí misma, que no soportando el calor del asedio, y siendo impaciente en la hora de la tentación, traicionaría fácilmente (por su cercanía con el tentador), su propia alma en sus manos.

¡Esto puede demostrar a la experiencia de todos, lo difícil que es ser un verdadero discípulo de Jesús! El camino de verdad es angosto y la puerta muy estrecha, donde ni una palabra, no, ni un solo pensamiento debe eludir la vigilancia ni escapar del juicio. Tal diligencia, tal precaución, tal paciencia, tal constancia, tal temor y temblor santo, dan una interpretación fácil a ese duro dicho, “La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios.” Porque aquellos que están cautivados por los deseos y afectos carnales no pueden cargar la cruz; y los que no la pueden llevar, nunca tendrán la corona. Para reinar, es necesario sufrir primero.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

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«Negando el Yo Lícito

En cuarto lugar: ¿Cuál es la gran obra y asunto de la Cruz con respecto al hombre? Es tan importante que esto se responda de manera verdadera, clara y completa, que pareciera que todo lo anterior solo sirve como su prefacio. Equivocarse en esto no es menos que el desvío del alma de su camino a la bendición. Por lo tanto, procuraré contestar la pregunta, con la ayuda de Dios y del mejor entendimiento que Él me ha dado en la experiencia de varios años de discipulado.

La gran obra y asunto de la cruz de Cristo, en el hombre, es la abnegación —una palabra poco comprendida, pero de mucha profundidad en sí misma y de gran contradicción al mundo. El Hijo de Dios se nos ha adelantado, y, mediante la copa amarga que bebió y el bautismo que sufrió, nos ha dejado un ejemplo para que sigamos sus pasos. Esto lo llevó a hacerles esa pregunta difícil a la esposa de Zebedeo y a sus dos hijos, cuando ella le pidió que en Su reino uno se sentará a Su derecha y otro a Su izquierda: “¿Podéis beber del vaso que Yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con qué Yo soy bautizado?” Al parecer la fe de ellos era fuerte; respondieron, “Podemos.” A lo cual Él respondió: “A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;” pero su recompensa la dejó a Su Padre.

¿Cuál fue la copa que bebió y el bautismo que sufrió? Respondo; fueron la negación y la ofrenda de Sí mismo mediante el Espíritu eterno a la voluntad de Dios, padeciendo las tribulaciones de Su vida y las agonías de Su muerte sobre la cruz, para la salvación del hombre.

Ahora ¿Cuál es nuestra copa y cruz que debemos beber y sufrir? La negación y la ofrenda de nosotros mismos, mediante el mismo Espíritu, para hacer o sufrir la voluntad de Dios para Su servicio y gloria. Esta es la verdadera vida y obediencia de la cruz de Jesús —todavía estrecha, pero antes de Cristo era un camino cerrado. Porque Cristo vino en la grandeza de Su amor y fuerza cuando no había nadie que ayudara, ni abriera los sellos, ni diera conocimiento o dirigiera el curso de la recuperación de los pobres hombres. Y aunque estaba vestido con las debilidades de un hombre mortal, siendo fortificado internamente por la omnipotencia del Dios inmortal, viajó a través de todos los apuros y dificultades de la humanidad; y, como el primero de todos los demás, anduvo el camino jamás recorrido hacia la bendición.


¡Oh vamos, sigámoslo! Al más incansable y victorioso Capitán de nuestra salvación, a quien todos los Alejandro Magnos y poderosos Césares no se pueden comparar. Porque todos estos fueron grandes príncipes de su clase, y conquistadores también, pero con principios muy diferentes. Cristo se despojó a Sí mismo para salvar a la humanidad; pero estos arruinaron pueblos enteros para aumentar su nombre.

Vencieron a otros, no a ellos mismos; pero Cristo conquistó el yo, el mismísimo poder que los venció a ellos. Afirmaron su imperio con rapiña y sangre; pero Él con sufrimiento y persuasión. Prevalecieron a través de la fuerza, pero Cristo nunca hizo uso de la imposición. La miseria y la esclavitud siguieron todas sus victorias, pero Cristo trajo libertad y felicidad a los que Él venció. En todo lo que hicieron, buscaron complacerse a sí mismos; en todo lo que Él hizo, tuvo como objetivo agradar a Su Padre, quien es Dios de dioses, Rey de reyes y Señor de señores. Por lo tanto, es debidamente llamado príncipe y el conquistador más excelente. Y es este el patrón de la negación del yo más perfecto que debemos seguir, si alguna vez llegamos a la gloria.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

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«El Yo Lícito

Para hacer esto, consideremos la abnegación en su verdadera distinción y alcance. Hay un yo lícito y uno ilícito, y ambos deben ser negados por amor a Aquel que, en sumisión a la voluntad de Dios, no estimó nada precioso para Sí mismo para poder salvarnos. Y a pesar de que casi ninguna parte del mundo ha progresado hasta el punto de necesitar una lección sobre la negación del yo lícito (dado que cada día sacrifican con avidez a los placeres del yo ilícito), al menos la mencionaré, ya que posiblemente esto dé con algunos que están tan avanzados en esta guerra espiritual como para recibir beneficio de la misma.

El yo lícito que debemos negar, es esa comodidad, tranquilidad, disfrute y abundancia que, en sí mismo,está tan lejos de ser malo, que pudiera considerarse la recompensa y la bendición de Dios para nosotros: cosas como esposos, esposas, hijos, casas, tierra, reputación, libertad y la vida misma. Estas cosas son favores de Dios, que podemos disfrutar con placer lícito y aumentar justamente como nuestros intereses honestos. Pero cuando Dios las requiere, en cualquier momento, o si le place probar nuestros afectos separándonos de ellas, yo digo, cuando estas cosas entran en competencia con Él, no deben ser preferidas sino negadas.

Cristo mismo descendió de la gloria de Su Padre y voluntariamente se despojó a Sí Mismo en medio delos hombres para llevarnos a Dios. No estimando el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, se humilló a Sí Mismo hasta la pobre forma de siervo; sí, hasta la muerte vergonzosa de la Cruz, y así nos dio un ejemplo de humildad pura y sumisión absoluta a la voluntad de nuestro Padre celestial.

Él nos enseña esta doctrina con estas palabras:
“El que ama a padre o madre, hijo o hija más que a mí, no es digno de Mí.” Nuevamente, “Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser Mi discípulo.” Él claramente le dijo al joven rico que, si quería la vida eterna, debía venderlo todo y seguirlo: una doctrina que le fue triste, como también lo es para aquellos como él, quienes a pesar de todas sus elevadas pretensiones de religión, aman sus posesiones más que a Cristo. Aun así, esta doctrina de la negación del yo permanece como la condición para la felicidad eterna: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

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«Esto hizo que esos pescadores honestos dejaran sus comercios legales y lo siguieran cuando los llamó; y causó que otros que esperaban la consolación de Israel ofrecieran sus propiedades, reputaciones, libertades y también sus vidas al disgusto y la furia de sus familiares y del gobierno bajo el cual vivían, por la ventaja espiritual que recaía sobre ellos por medio de su fiel adherencia a Su santa doctrina.

Es cierto,
muchos buscaron excusarse para no seguirlo, como se ve en la parábola de la fiesta de bodas. Algunos habían comprado tierras, algunos se habían casado con esposas y otros habían comprado yuntas de bueyes y dijeron que no podían ir. ¡Ay! Un amor inmoderado por el mundo los estorbó. En lugar de actuar como sus siervos, estos disfrutes lícitos se convirtieron en sus ídolos; los adoraron más que a Dios y no quisieron renunciar a ellos para venir a Dios. Esto fue escrito para su reproche, y aquí podemos ver el poder del yo sobre el hombre mundano, y el peligro que le viene por abusar de las cosas lícitas. ¡Qué! ¿Su esposa es más preciada que su Salvador? ¿Prefieren su tierra y sus bueyes antes que la salvación de su alma? ¡Oh! Tengan cuidado de que sus comodidades no resulten ser trampas primero, y después maldiciones. Sobrevalorarlas es provocar que Aquel que las dio las tome nuevamente. Vengan, más bien, a seguir a Aquel que le da vida eterna al alma.


¡Ay de aquellos que tienen sus corazones en sus posesiones terrenales! Porque cuando se van, su cielo se queda aquí. Apegarse a sus tesoros mundanos es el pecado de la mayor parte del mundo, y cuán lamentable es contemplar sus deseos manchados y enredados con sus conveniencias y comodidades en ello. El verdadero hombre abnegado es un peregrino; pero el hombre egoísta es un habitante del mundo. El primero utiliza el mundo como los hombres usan los barcos, para transportarse a sí mismo o sus provisiones en un viaje hacia el hogar; el otro no busca nada más (no importa lo que diga) que establecerse en plenitud y comodidad aquí, y le gusta tanto que, si pudiera, nunca lo cambiaría. No, no se molestará en pensar en el otro mundo hasta que esté seguro de que ya no vivirá en este. ¡Entonces, por desgracia, será demasiado tarde! No al seno de Abraham, sino al lado del rico debe ir; la historia es tan cierta como triste.

Por otro lado, no es por nada que los discípulos de Jesús se niegan a sí mismos; y, de hecho, Cristo Mismo tenía puesto Su ojo en el gozo eterno. “Por el gozo puesto delante de Él,” dice el autor de hebreos, “sufrió la cruz;” es decir, se negó a sí mismo y soportó los vituperios y la muerte del impío, menospreciando el oprobio, la deshonra y el escarnio del mundo. Esto hizo que Él no tuviera miedo ni retrocediera y ahora está sentado a la diestra del trono de Dios. Cuando Pedro le preguntó qué tendrían los que habían dejado todo para seguirlo, Él (para el estímulo y el gran consuelo de Sus discípulos) respondió, “De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel,” el cual en ese entonces estaba en la apostasía de la vida y del poder de la piedad. Esta fue la porción de Sus discípulos, los compañeros más inmediatos de Sus tribulaciones y los primeros mensajeros de Su Reino. Pero lo que sigue es para todos: “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” Es este grande galardón, esta corona eterna de justicia, que, en todas las eras, ha levantado en las almas de los justos una negación santa, sí, un desprecio del mundo.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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«El Ejemplo de los Antiguos

Esta no es una doctrina nueva; es tan antigua como Abraham, porque en varios de los acontecimientos más extraordinarios, era evidente que su vida se componía de abnegación. Primero, al abandonar su propia tierra, en la que bien podemos suponer que estaba establecido en medio de la abundancia o, al menos, de la suficiencia. ¿Y porque la dejó? Porque Dios lo llamó. Esto debería ser un motivo suficiente; pero tal es la degeneración del mundo que, en realidad, no lo es. En efecto, el mismo hecho ahora, con el mismo incentivo en cualquier hombre, aunque alabado en Abraham, sería escarnecido y ridiculizado. ¡Ay, cuán propensas son las personas a elogiar lo que no entienden! Y ¡cómo admiran en sus ancestros los mismos hechos que desprecian en los fieles discípulos de su propio tiempo!

Pero Abraham obedeció y el resultado fue que Dios le dio una tierra buena y ancha. Esta fue la primera recompensa de su obediencia; la siguiente fue un hijo en su vejez, pasado el tiempo de que su esposa pudiera dar a luz. Sin embargo, Dios pronto le pidió a su amado, su hijo único, la felicidad de su vejez, el hijo de un milagro, aquel de quien dependía el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham. Dios le pidió este hijo, trayendo una prueba que uno pensaría que podría fácilmente derrocar su fe y debilitar su integridad, o al menos provocar esta disputa en él: “Esta orden es irracional y cruel; debe ser del tentador, no puede ser de Dios. Porque, ¿Dios me daría un hijo para hacer un sacrificio de él? ¿Debería un padre ser el verdugo de su único hijo? Que me requiera ofrecer al hijo de Su propia promesa, por medio del cual se ejecutará Su pacto, es absurdo.” Así Abraham naturalmente pudo haber argumentado, con el fin de resistir la voz de Dios y complacer sus grandes afectos por su amado Isaac. Pero el buen viejo Abraham, que conocía la voz que le había prometido un hijo, no la había olvidado cuando volvió a pedírselo. Él no discutió, aunque parecía extraño, y aunque sin duda sintió una medida de sorpresa y horror como hombre. Había aprendido a creer que Dios, quien le dio un hijo mediante un milagro, podría hacer otro para preservarlo o restaurarlo. Sus afectos no podían superar su deber, y mucho menos vencer su fe.

Abraham se inclinó a la voz del Todopoderoso, edificó un altar, ató a su único hijo sobre este, encendió el fuego y extendió su mano para tomar el cuchillo; pero el ángel detuvo el golpe. “Detente, Abraham, tu integridad ha sido probada.” ¿Y qué siguió? Un carnero sirvió para el sacrificio e Isaac fue devuelto a él nuevamente. Esto muestra qué tan poco se necesita cuando todo ha sido entregado, y cómo un pequeño sacrificio contenta al Todopoderoso, donde el corazón es aprobado. No es el sacrificio lo que aboga por el corazón, sino el corazón que le da aceptación al sacrificio.

Dios a menudo toca nuestros mayores consuelos y requiere lo que más amamos y estamos menos dispuestos a dejar. Él no siempre los quita totalmente, sino que prueba la integridad del alma, nos advierte de los excesos y, para que podamos recordarlo (el Autor de todas las bendiciones que poseemos), nos enseña a vivir desapegados del mundo. Hablo de mi experiencia: La manera de mantener nuestros disfrutes es renunciando a ellos. Y aunque esto sea difícil, es dulce cuando estas cosas nos son devueltas, como Isaac lo fue para su padre, con más amor y bendición que antes. ¡Oh, mundo necio! ¡Oh, cristianos mundanos! ¡No solo extraños, sino enemigos de esta excelente fe! Y mientras estén así, nunca experimentarán la recompensa de ella.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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«La abnegación de Job también fue muy impresionante. Porque cuando los mensajeros de sus aflicciones se le acercaron con una triste historia tras otra, hasta que quedó casi tan desnudo como cuando nació, lo primero que hizo fue postrarse en tierra y adorar ese poder, y besar esa mano, que lo despojó. Estaba tan lejos de murmurar, que concluyó sus pérdidas de bienes y de hijos con estas palabras: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” ¡Oh, la profunda fe, paciencia y contentamiento de este excelente hombre! Uno hubiera pensado que estas repetidas noticias de ruina habrían sido suficientes para derribar su confianza en Dios, pero no fue así; su fe lo mantuvo. Y él nos dice por qué —“Yo sé (dice él) que mi Redentor vive.” Y es manifiesto que Su Redentor en verdad vivía, porque lo había redimido del mundo. Su corazón no estaba en sus comodidades mundanas; su esperanza vivía por encima de los disfrutes del tiempo y de las angustias de la mortalidad. No fue tentado por lo primero, ni conmovido por lo último; sino que estaba firmemente convencido de, “que después de que mi piel haya sido arrancada de mi carne, veré a Dios.” Así, el corazón de Job se sometió a la voluntad de Dios y se consoló en ella.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Avancemos un poco más...

«Moisés es el siguiente ejemplo de abnegación notable en la historia sagrada, antes de los tiempos de la aparición de Cristo en la carne. Cuando era un bebe, había sido salvado mediante una Providencia extraordinaria, y al parecer por lo que siguió, para un servicio extraordinario. La hija de Faraón, cuya compasión fue el medio de su preservación (cuando el rey había decretado la matanza de los varones hebreos), lo tomó por su hijo y le dio la educación del palacio de su padre. Su propia presencia elegante y sus habilidades extraordinarias, junto con el amor de ella por él y el deseo de que su padre lo ascendiera, debieron haberlo hecho, si no capaz de heredar el trono, al menos de ser un ministro principal bajo aquel príncipe rico y poderoso. Porque Egipto fue en aquel entonces lo que fueron después Atenas y Roma, el centro más famoso de aprendizaje, artes y gloria.

Pero Moisés fue destinado para otra obra y guiado por una mejor estrella, un principio superior. Tan pronto como llegó a una edad de discernimiento, la impiedad de Egipto y las opresiones de sus hermanos allí, se hicieron una carga demasiado pesada para él. Y aunque un hombre tan sabio y bueno no podría haber carecido de sentimientos generosos y agradecidos por la bondad de la hija del rey para con él, aun así, también había visto “al Dios Invisible,” y no se atrevía a vivir en la comodidad y en la abundancia de la casa de Faraón mientras que a sus pobres hermanos se les exigía hacer ladrillo sin paja. Y así, con el temor del Todopoderoso apoderándose de su corazón, rehusó noblemente llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con los despreciados y oprimidos israelitas, y ser el compañero de sus tentaciones y peligros, “que gozar de los deleites temporales del pecado;” teniendo por mayores riquezas los vituperios de Cristo (que sufrió al hacer esa elección en contra del mundo) que todos los tesoros de ese reino.


Tampoco era tan tonto como pensaban; puesto que tenía la razón de su lado. Se dice que Él, “tenía puesta la mirada en el galardón;” de manera que sólo rechazó un beneficio menor por uno mayor. En esto, su sabiduría trascendió la de los egipcios; porque ellos eligieron el mundo presente (que es tan incierto como el clima) y así perdieron ese mundo que no tiene fin. Moisés consideró más profundamente, sopesó los placeres de esta vida en la balanza de la eternidad y descubrió que no tenían peso allí. Se gobernaba a sí mismo, no por la posesión inmediata, sino por la naturaleza y la duración de la recompensa. Su fe corrigió sus afectos y le enseñó a sacrificar los placeres del yo por la esperanza que tenía de una recompensa futura más excelente.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Avancemos un poco más...

«Isaías no fue un caso insignificante de la misma bendita abnegación; quien, de un cortesano se convirtió en profeta, y dejó los intereses mundanos de uno por la fe, paciencia y sufrimientos del otro. Su elección no solo le hizo perder el favor de los hombres, sino que la iniquidad de ellos (enfurecidos por su integridad ante Dios en sus fervientes y audaces reprensiones hacia ellos) lo hicieron un mártir al final; porque lo aserraron bárbaramente en el reinado de Manases. Así murió ese hombre excelente, comúnmente llamado el Profeta Evangélico.»

William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Avancemos un poco más...

«Agregaré un ejemplo más, la fidelidad de Daniel. Este era un joven santo y sabio, quien, cuando sus ventajas externas entraban en competencia con su deber ante Dios Todopoderoso, renunció a todas. En lugar de estar preocupado por cómo protegerse a sí mismo, como uno que no se preocupa por nada menos que eso, era (ante el peligro más extremo para sí mismo), sumamente cuidadoso de cómo preservar el honor de Dios mediante la fidelidad a Su voluntad. Y aunque esto al principio lo expuso a la ruina, sin embargo, (como un gran estímulo para todos los que conservan la conciencia limpia en un tiempo malo) su fidelidad a su Creador finalmente lo hizo prosperar mucho en el mundo; y el Dios de Daniel se hizo famoso y temible a través de su perseverancia, incluso ante los ojos de los reyes paganos.

¿Y qué diré de todos los demás quienes, no estimando ninguna cosa preciosa para poder hacer la voluntad de Dios, abandonaron sus comodidades mundanas y expusieron su tranquilidad y seguridad (tan a menudo como la visión celestial los llamaba) a la ira y a la malicia de los príncipes degenerados y de la iglesia apóstata? En especial Jeremías, Ezequiel y Miqueas, quienes después de haberse negado a sí mismos, en obediencia a la voz divina, sellaron su testimonio con su sangre.

Así,
negarse a sí mismo fue la práctica y la gloria de los ancestros, que fueron predecesores de la venida de Cristo en la carne. ¿Y deberíamos esperar el cielo ahora sin esto, cuando nuestro Salvador Mismo fue hecho el ejemplo más excelente de ello? Y eso, no como algunos lo desearían,
a saber, “Él sufrió por nosotros, para que no tengamos que sufrir;” sino al contrario, Él sufrió por nosotros, para que podamos negarnos a nosotros mismos y entonces ser los verdaderos seguidores de Su bendito ejemplo.
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William Penn - «SIN CRUZ, NO HAY CORONA»
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad