Aproximación teológica
Aproximación teológica
Muchas gracias a todos por sus mensajes.
Este tema, como muchos otros que hacen a la parte más intricada y difícil de abordar ( incluso de coincidir ) de la religión cristiana, admite creo yo diferentes puntos de vista, diferentes opiniones, diferentes interpretaciones. Lo importante es poder compartirlas, lograr encontrar puntos en común y aportar, cada uno desde su formación y/o conocimiento del tema, los datos que consideren importantes o iluminadores para todos.
Siguiendo con esta línea, me interesaría hacer en este mensaje una breve incursión teológica sobre las causas y las razones de la posesión. He expuesto en mensajes anteriores las dificultades que en campos como la psicología se presentan a la hora de abordar este tema. Posteriormente, mencionaré algunos aspectos del terreno de la parapsicología cuya fenomenología se evidencia en algunos de los casos de posesión que la historia ha registrado. Pero considero igualmente importante intentar darle a la ¨posesión diabólica o demoníaca¨ una razon de ser propiamente religiosa, cristiana, y eso es lo que intentaré a continuación.
Cuando nos preguntamos los ¨por qués¨ de la posesión maligna, debemos inevitablemente buscar los motivos de este extraordinario y terrible fenómeno en un triple orden que es:
1)Dios
2)El demonio
3)El hombre
Quiero aclarar, antes de continuar con mi exposición, que como he dicho anteriormente, este terreno es abono de diferentes posturas y puntos de vista. No haré sino sólo explicar mi visión del tema, coincidente con la de algunos expertos en este campo.
La posesión diabólica, no obstante las manifestaciones blasfemas y sacrílegas a las que puede dar lugar, no es un mal moral, es decir, no es un pecado, sino un mal físico, que a veces llega a ser terrible y gravísimo, y que Dios en sus inescrutables designios permite, como cualquier otra tribulación, con un fin bueno.
Los motivos que justifican esta permisión divina son varios, paso a enumerar algunos de ellos:
a)Aumento de la gloria de Dios: En la posesión se manifiestan de manera más sentida las perfecciones divinas, de tal manera que el hombre se siente impulsado a afirmar, admirar y alabar los atributos de Dios: la providencia, que limita y ordena la actividad maléfica del demonio, de manera que este puede sólo realizar lo que Dios le permite; la potencia, porque los demonios tiemblan ante la invocación del nombre de Dios; la divina sabiduría, que sabe obtener muchos bienes del mal; la justicia, al castigar con esa permisión los pecados de los hombres; la infinita bondad, al haber concecido a muchos cristianos el poder sobre los espíritus malignos.
b)El castigo de los pecadores: En las Escrituras leemos que Pablo decidió entregar a Satanás al escandaloso pecador de Corinto, para que fuera castigado corporalmente; y Jesús mismo expulsa siete demonios de María Magdalena, llamada repetidas veces ¨La pecadora¨. Este motivo no descide de la divina justicia, la cual puede muy bien servirse de los demonios para castigar en esta vida lo que en la otra ciertamente recibirá su castigo por obra de ellos; puede a la vez ser un acto de misericordia, si se concibe en función de la conversión del pecador o por otros posibles efectos buenos para su provecho.
c)El provecho espiritual de los buenos: si el cristiano soporta con resignación la prueba, se ejercita en la práctica de la paciencia, de la humildad, del amor a Dios; robustece de esta manera su formación espiritual y aumenta enormemente sus méritos.
d)Enseñanza a los hombres: las manifestaciones sobrehumanas y espeluznantes de la posesión diabólica, pueden muy bien afianzar en la fe a los creyentes y favorecer la meditación de las verdades eternas. Los sufrimientos a los que es sometido el endemoniado recuerdan de alguna manera las penas más terribles de la otra vida y contribuyen a aumentar el horror al pecado, la única cosa que el día de mañana puede convertir al hombre en víctima de la desgracia. Al mismo tiempo se llega a conocer el odio terrible que el demonio alimenta con relación a los hombres e impulsa al ser humano a sentirse más decidido a rechazar los halagos y los engaños.
Por su parte, y por lo que concierne a Satanás, el motivo fundamental que lo impulsa a apoderarse de una persona es la gran satisfacción que él experimenta al molestar a los hombres.
Los diablos odian terriblemente al género humano, tanto por su obstinada voluntad maligna como por la preferencia que usa Dios con relación a la criatura humana decaída y redimida mediante la encarnación. Sin embargo, esta es una satisfacción muy mezquina, porque siempre va ligada a la voluntad permisiva de Dios y está orientada por Él hacia algún bien.
Otro motivo hace que Satanás desee intensamente la posesión: él, que es sumamente soberbio, puede mediante ella manifestar su poder y personalidad, de donde obtiene la admiración y el aplauso de los hombres hasta llegar a ser considerado como un dios, ambición a la cual no ha renunciado, como lo manifestó al tentar a Jesús.
Por último, como he expuesto líneas arriba ( y siguiendo siempre mi visión del tema, desde la historiografía cristiana ) el castigo del pecador es uno de los motivos por los cuales Dios permite la posesión diabólica; en tales casos el individuo con su comportamiento pecaminoso puede considerarse como la causa de su propio mal. Por lo tanto, se tendría en el pecador una predisposición moral a la posesión, en el sentido de que ese estdo puede justificar en Dios su permisión, y aún favorecerla; porque Dios desea muchísimo la conversión del pecador, permite este castigo que, aunque entre en los planes de una economía ordenada, por su carácter extraordinario tiene mayor eficacia sobre el corazón del endemoniado y contribuye al mismo tiempo a hacerle expiar en esta vida la pena debida a los pecados.
jMo