Pablo dijo,
el ministerio que recibí del Señor Jesús
y lo que Jesús hace y dice es la voluntad del Dios al que adora
1. EL MINISTERIO DE JESÚS
EL EVANGELIO DEL REINO
Mat_9:35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos,
y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
El evangelio del reino es una promesa según las Escrituras de
los profetas, las cuales involucran:
1. El Cetro del Rey, que a su vez es un Legislador, y un Mesías:
Gén 49:10 No será quitado el cetro de Judá,
Ni el legislador de entre sus pies,
Hasta que venga Siloh;
Como Rey fue crucificado y como Legislador fue rechazado: "Oísteis que fue dicho... pero yo os digo".
Y como Mesías muy pocos creyeron en el, leemos:
Jua 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
Jua 4:26 Jesús le dijo:
Yo soy, el que habla contigo.
Jesús, a lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron y lo crucificaron.
¿Qué era lo de él?, su Cetro, su Trono, Su Reino.
Este evangelio será nuevamente predicado en la semana 70 de la profecía de Daniel (Mt.24:14) cuando el descienda, ya casado (Ap.19:7) y juzgue las naciones (Mt.25:31-33) y establezca su Reino Milenial.
Entonces se cumplirá esta profecía:
Jer 3:17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón.
2. EL MINISTERIO DEL APÓSTOL PABLO
¿Se ha puesto a pensar en dónde descansa el énfasis del mensaje rebelado a Pablo en Hch.20:24)
EL EVANGELIO DE LA GRACIA DE DIOS
Hch 20:24 Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús,
para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
Ya no es un Cetro, ni un Trono, ni un Reino, es Cristo y este crucificado, leemos:
EL TESTIMONIO DE DIOS
1Co 2:1 Así que, hermanos, cuando fui a vosotros
para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.
1Co 2:2
Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.
EN ESTA EDAD DE LA IGLESIA, CUALQUIERA QUE PREDIQUE EL EVANGELIO DEL REINO ES ANATEMA
2Co 11:2 Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.
2Co 11:3 Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.
2Co 11:4 Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis;
Gál_1:8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado,
sea anatema.
Gál_1:9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido,
sea anatema.
CONCLUSIÓN BÍBLICA
"Mi evangelio".
Estas palabras, tres veces repetidas por San Pablo (Romanos 2:16; 16:25; 2 Timoteo 2:8), no constituyen una mera expresión convencional, es decir, una ocurrencia de Pablo.
Reciben explicación en varias de sus epístolas, lea por ejemplo Efesios 3; Colosenses 1:25-26, pero dónde más se enfatiza su explicación es en la carta a los Gálatas.
Allí expresa en términos explícitos y enfáticos que el evangelio que él predicaba entre los gentiles había sido objeto de una revelación especial a él mismo.
No solamente no se lo habían enseñado los que eran apóstoles antes que él, sino que fue él quien, por mandato divino específico, que lo comunicó a "los Doce"; y esto no fue sino hasta su segunda visita a Jerusalén,
diecisiete años después de su conversión.
Leemos:
Gál 1:11 Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre;
Gál 1:12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.
Gál 1:18 Después, pasados
tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días;
Gál 2:1 Después, pasados
catorce años, subí otra vez a Jerusalén(A) con Bernabé, llevando también conmigo a Tito.
Por tanto, resulta verdad que su testimonio era esencialmente distinto en carácter y alcance a nada de lo que encontramos en el ministerio de los demás apóstoles que aparezca en Hechos.
Y esto, afirma él, lo reconocieron ellos mismos. "Vieron", dice Pablo, "que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión".
Así que la tarea de Pedro y demás apóstoles de la circuncisión, consistía en mostrar la transición del judaísmo al cristianismo, y enfatizar el aplazamiento del evangelio del reino a futuro, para tal propósito poseían las escrituras proféticas que hablan del Cordero de Dios al cual le es transferido todo el pecado del mundo (Is.53:6).
¿Acaso no estaba escrito que el Cordero fue destinado desde antes de la fundación del mundo? (1P.1:18-20).
¿A quién enviaré y quien irá por nosotros?
Esta pregunta fue contestada voluntariamente por el Hijo de Dios antes de la fundación del mundo:
Heb_10:7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.
Este deseo de ver el fruto de la aflicción de su alma y estar satisfecho (Isa_53:11), queda bellamente registrada a tan solo unas pocas horas antes de su Sacrificio, leemos:
Luc_22:15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!
Esto es amor puro y duro, que ustedes rechazan, pisotean y escupen con su cristo criatura.