Estimado edgar. Saludos cordiales.
Tú dices:
Respondo. Lee por favor lo que dijo nuestro Señor Jesucristo: "Yo soy la Resurrección y la Vida: el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá" Juan 11:25.
"Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.
Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados." 1 Corintios 15:20-22.
El redentor de la humanidad fué victorioso hasta en la muerte. Pero sus discípulos, al presenciar sus sufrimientos en la cruz, no pudieron comprender que fuera a triunfar de la muerte y del sepulcro.
Con la crucifixión se les acabó toda esperanza.
Más a pesar de esta pérdida de fe, nunca habían amado a su Señor tanto como entonces, y por ese motivo ansiaban darle sepultura de una manera decorosa. En tal emergencia, dos prohombres ricos de entre los judíos - José de Arimatea y Nicodemo - tuvieron la nobleza de alma de acudir a prestar sus servicios, identificándose así con los que habían acompañado al Crucificado hasta su última hora.
Haciendo valer su influjo, lograron obtener el permiso de Pilato para bajar de la cruz el sagrado cuerpo, a fin de sepultarlo dignamente en un sepulcro nuevo que José de Arimatea había hecho labrar en la roca para su propio uso.
En la bella profecía de David acerca de estos acontecimientos, el Salmista pone en boca de Jesucristo las siguientes palabras: "Por tanto se alegró mi corazón y se gozó mi gloria: también mi carne reposará segura. Porqué no dejarás mi alma en el sepulcro ni darás tu Santo para que vea corrupción". Salmo 16:9,10.
En la hora de la muerte, la fe deJesucristo se asió a las promesas de Dios. Entregó su vida, confiando en que pronto había de oír estas palabras alentadoras: "Jesús, Hijo de Dios, tu Padre te llama."
El primer día de la semana muy de madrugada, un ángel poderoso y refulgente apareció junto al sepulcro. Los centinelas romanos cayeron como muertos ante tan glorioso esplendor, la piedra que tapaba el sepulcro fué removida, y, a la voz de mando del mensajero celestial, se rompen las ligaduras de la muerte y salió el Salvador triunfante y archipotente. La resurrección de los muertos quedaba así comprobada una vez por todas.
Cristo murió "para que por medio de la muerte redujese a la impotencia al que tenía la potencia de la muerte, es a saber al diablo." Hebreos 2:14. Satanás reputaba como súbditos suyos a todos los que habían muerto. La resurrección del Señor hizo encallar sus designios, y desde esa hora supo ese espíritu maligno, que llegaría el tiempo en que ya no podría ejercer dominio sobre la familia humana, y que además sus días estarían contados.
El apóstol Pablo señala: "Porque es necesario que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad."1 Corintios 15:53.
Al meditar en la resurrección de universal que ha de ocurrir en la segunda venida de Cristo, la describe de esta manera: "Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de Arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en el Cristo resucitarán primero; luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, yjuntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
Por tanto, consolaos los unos a los otros en estas palabras." 1 Tesalonicenses 4:16-18.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.
