Re: ¿Por qué la mayoria de cristianos guarda el Domingo y no el Sábado?¿es bíblico?
Continuación...
Ernesto Gil dice: Obedecer la ley salva SOLO si la obedeces TODA (no solo uno que otro mandamiento) y SOLO si la obedeces TODO EL TIEMPO (no solo el 99.9999% del tiempo). Ahí está el problema!!! Nosotros no podemos obedecerla!!!! Entonces la ley sólo sirve para que reconozcamos que somos pecadores!
Respondo: ¡Te equivocas, la ley no salva, el que salva es Jesús. Los hijos de Dios obedecerán toda la ley, pues Dios pondrá en ellos tanto el querer como el hacer, poer su buena voluntad, y ël hará que guarden los mandamientos.
Tú dices: Cajiga asegura que "la ley es la misma en ambos pactos" lo cual no es cierto pues el Antiguo Pacto incluía cientos de leyes. Acaso Cajiga cree que, bajo el Antiguo Pacto, era opcional dejar de trabajar en el día de la expiación? Acaso era opcional observar las otras fiestas? Claro que no! Entonces es obvio que "la ley" del Antiguo Pacto era diferente a las leyes que Dios grabó en nuestros corazones.
Respondo: En el fondo, la ley moral de Dios, siempre ha sido la misma.
Ernesto Gil dice: Cajiga cree en un concepto llamado "ley moral" y asegura que esa ley es eterna y refleja el caracter de Dios. Lo que Cajiga no termina de entender es que el sábado no es eterno ni refleja el caracter de Dios! Si el sábado fuese parte de una ley inmutable, acaso no debería ser guardado por los ángeles? Será que Dios guarda el sábado? Jesús nos dice que el sábado fue creado para el beneficio del hombre así que está claro que ni Dios ni los ángeles observan el 4to mandamiento.
Respondo: Nada más alejado de la verdad. En Génesis 2:2, 3 se dice que Dios "reposó" el séptimo día. Como es bien sabido, la palabra hebrea para "reposar" es sabath, de donde se origina el vocablo español "sábado". El sábado es eterno.
Si investigas correctamente te darás cuenta de que el querubín protector (Ezequiel 28:12-14), era uno de los ángeles de mayor grandeza hechos por Dios. Era perfecto en sabiduría y hermosura hasta que se halló maldad en él (Ezequiel 28:15-17). Su pecado se describe también en Isaías 14:12-17. Jesús reveló que había visto a Satanás, cuando cayó a la Tierra (Lucas 10:18) junto con la tercera parte de los ángeles (Apocalipsis 12:3-4, 9). El apóstol Pedro dijo claramente que estos ángeles sí habían pecado (2 Pedro 2:4), ¡lo cual demuestra que las leyes de Dios existían con anterioridad a Adán y a Moisés!
Entonces: ¿Qué mandamientos quebrantaron Satanás y sus ángeles? Primero, no guardaron su dignidad, abandonaron su propia morada; incumpliendo la obligación que Dios les había impuesto (Judas 6). Al hacerlo, infringieron el primer mandamiento porque pusieron a otro dios delante del Dios verdadero. También transgredieron el quinto mandamiento, puesto que su Creador era a la vez su único Padre. Jesús describió a Satanás, el diablo, como “homicida desde el principio”, además de “mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44), o sea trasgresor del sexto y del noveno mandamientos. Satanás y sus ángeles trataron de apoderarse del propio trono del Dios Altísimo (Isaías 14:13-14), esto es codiciar y robar, y por lo tanto, infringieron el octavo y el décimo mandamientos. Ahora bien, basta transgredir un solo punto de la ley divina para ser culpable de todos (Santiago 2:10). Las leyes de Dios definen cómo debemos amarlo y amarnos los unos a los otros. Satanás y sus ángeles caídos fueron culpables de odiar a Dios, odiar su gobierno y rebelarse contra su ley espiritual del amor.
Ernesto Gil dice: El otro día leí un artículo muy interesante sobre el sábado y como Jesús lo comparó con otras leyes ceremoniales:
Mateo 12
"Por aquel tiempo pasaba Jesús por los sembrados en sábado. Sus discípulos tenían hambre, así que comenzaron a arrancar algunas espigas de trigo y comérselas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: —¡Mira! Tus discípulos están haciendo lo que está prohibido en sábado. Él les contestó: —¿No han leído lo que hizo David en aquella ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre? Entró en la casa de Dios, y él y sus compañeros comieron los panes consagrados a Dios, lo que no se les permitía a ellos sino sólo a los sacerdotes. ¿O no han leído en la ley que los sacerdotes en el templo profanan el sábado sin incurrir en culpa?"
Si el sábado es tan importante, por qué será que Jesús comparó su observancia con la observancia de leyes pasajeras?
Respondo: Cuando fue dado a Israel el mandato: "Acordarte has del día del reposo, para santificarlo," el Señor también les dijo: "habeís de serme varones santos".
Únicamente en esa forma podía el sábado distinguir a los israelitas como adoradores de Dios.
Al apartarse los judíos de Dios, y dejar de apropiarse la justicia de Cristo por la fe, el sábado perdió su significado para ellos. Satanás estaba tratando de exaltarse a sí mismo, y de apartar a los hombres de Cristo, y obró para pervertir el sábado, porque es la señal del poder de Cristo. Los dirigentes judíos cumplían la voluntad de Satanás rodeando de requisitos pesados el día de reposo de Dios. En los días de Cristo, el sábado había quedado tan pervertido, que su observancia reflejaba el carácter de hombres egoístas y arbitrarios, más bien que el carácter del amante Padre celestial. Los rabinos representaban virtualmente a Dios como autor de leyes cuyo cumplimiento era imposible para los hombres. Inducían a la gente a considerar a Dios como un tirano, y a pensar que la observancia del sábado, que él les exigía, hacía a los hombres duros y crueles. Era obra de Cristo disipar estos conceptos falsos. Aunque los rabinos le perseguían con una hostilidad implacable, ni siquiera aparentaba conformarse a sus requerimientos, sino que seguía adelante, observando el sábado según la ley de Dios.
Cierto sábado, mientras el Salvador y sus discípulos volvían del lugar de culto, pasaron por un sembrado que estaba madurando. Jesús había continuado su obra hasta hora avanzada, y mientras pasaba por los campos, los discípulos empezaron a juntar espigas y a comer los granos, después de restregarlos en las manos. En cualquier otro día, este acto no habría provocado comentario, porque el que pasaba por un sembrado, un huerto, o una viña, tenía plena libertad para recoger lo que deseara comer. Pero el hacer esto en sábado era tenido por un acto de profanación. No sólo al juntar el grano se lo segaba, sino que al restregarlo en las manos se lo trillaba, y así, en opinión de los rabinos había en ello un doble delito.
Inmediatamente los espías se quejaron a Jesús diciendo: "He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado."
Cuando se le acusó de violar el sábado en Betesda, Jesús se defendió afirmando su condición de Hijo de Dios y declarando que él obraba en armonía con el Padre. Ahora que se atacaba a sus discípulos, él citó a sus acusadores ejemplos del Antiguo Testamento, actos verificados en sábado por quienes estaban en el servicio de Dios.
Los maestros judíos se jactaban de su conocimiento de las Escrituras, y la respuesta de Cristo implicaba una reprensión por su ignorancia de los sagrados escritos. "¿Ni aun esto habéis leído --dijo,-- qué hizo David cuando tuvo hambre, él, y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, y comió, . . . los cuales no era lícito comer, sino a solos los sacerdotes?" "También les dijo: El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado." " ¿No habéis leído en la ley, que los sábados en el templo los sacerdotes profanan el sábado, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí." "El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.'
Si estaba bien que David satisficiese su hambre comiendo el pan que había sido apartado para un uso santo, entonces estaba bien que los discípulos supliesen su necesidad recogiendo granos en las horas sagradas del sábado.
Además, los sacerdotes del templo realizaban el sábado una labor más intensa que en otros días. En asuntos seculares, la misma labor habría sido pecaminosa; pero la obra de los sacerdotes se hacía en el servicio de Dios. Ellos cumplían los ritos que señalaban el poder redentor de Cristo, y su labor estaba en armonía con el objeto del sábado. Pero ahora, Cristo mismo había venido. Los discípulos, al hacer la obra de Cristo, estaban sirviendo a Dios y era correcto hacer en sábado lo que era necesario para el cumplimiento de esta obra.
Cristo quería enseñar a sus discípulos y a sus enemigos que el servicio de Dios está antes que cualquier otra cosa. El objeto de la obra de Dios en este mundo es la redención del hombre; por lo tanto, lo que es necesario hacer en sábado en cumplimiento de esta obra, está de acuerdo con la ley del sábado. Jesús coronó luego su argumento declarándose "Señor del sábado," es decir un Ser por encima de toda duda y de toda ley. Este Juez infinito absuelve a los discípulos de culpa, apelando a los mismos estatutos que se les acusaba de estar violando.
Jesús no dejó pasar el asunto con la administración de una reprensión a sus enemigos. Declaró que su ceguera había interpretado mal el objeto del sábado. Dijo: "Si supieseis qué es: Misericordia quiero y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes." Sus muchos ritos formalistas no podían suplir la falta de aquella integridad veraz y amor tierno que siempre caracterizarán al verdadero adorador de Dios.
Cristo volvió a reiterar la verdad de que en sí mismos los sacrificios no tienen valor. Eran un medio, y no un fin. Su objeto consistía en señalar el Salvador a los hombres, y ponerlos así en armonía con Dios. Lo que Dios aprecia es el servicio de amor. Faltando éste, el mero ceremonial le es una ofensa. Así sucede con el sábado. Estaba destinado a poner a los hombres en comunión con Dios; pero cuando la mente quedaba absorbida por ritos cansadores, el objeto del sábado se frustraba. Su simple observancia exterior era una burla.
Otro sábado, al entrar Jesús en una sinagoga, vio allí a un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos le vigilaban, deseosos de ver lo que iba a hacer. El Salvador sabía muy bien que al efectuar una curación en sábado, sería considerado como transgresor, pero no vaciló en derribar el muro de las exigencias tradicionales que rodeaban el sábado. Jesús invitó al enfermo a ponerse de pie, y luego preguntó: "¿Es lícito hacer bien en sábado, o hacer mal? ¿Salvar la vida, o quitarla?" Era máxima corriente entre los judíos que el dejar de hacer el bien, cuando había oportunidad, era hacer lo malo; el descuidar de salvar una vida, era matar. Así se enfrentó Jesús con los rabinos en su propio terreno. "Mas ellos callaban. Y mirándolos alrededor con enojo, condoliéndose de la ceguedad de su corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano fue restituida sana.'
Cuando le preguntaron: "¿Es lícito curar en sábado?" Jesús contestó " ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta en una fosa en sábado, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que, lícito es en los sábados hacer bien.'
Los espías no se atrevían a contestar a Jesús en presencia de la multitud, por temor a meterse en dificultades. Sabían que él había dicho la verdad. Más bien que violar sus tradiciones, estaban dispuestos a dejar sufrir a un hombre, mientras que aliviarían a un animal por causa de la pérdida que sufriría el dueño si lo descuidaban. Así manifestaban mayor cuidado por un animal que por el hombre, que fue hecho a la imagen de Dios. Esto ilustra el resultado de todas las religiones falsas. Tienen su origen en el deseo del hombre de exaltarse por encima de Dios, pero llegan a degradar al hombre por debajo del nivel de los brutos. Toda religión que combate la soberanía de Dios, defrauda al hombre de la gloria que le fue concedida en la creación, y que ha de ser]e devuelta en Cristo. Toda religión falsa enseña a sus adeptos a descuidar los menesteres, sufrimientos y derechos de los hombres. El Evangelio concede alto valor a la humanidad como adquisición hecha por la sangre de Cristo, y enseña a considerar con ternura las necesidades y desgracias del hombre. El Señor dice: "Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre."
Cuando Jesús preguntó a los fariseos si era lícito hacer bien o mal en sábado, salvar la vida o matar, les hizo confrontar sus propios malos deseos. Con acerbo odio ellos deseaban matarle mientras él estaba salvando vidas e impartiendo felicidad a muchedumbres. ¿Era mejor matar en sábado, según se proponían ellos hacer, que sanar a los afligidos como lo había hecho él? ¿Era más justo tener homicidio en el corazón en el día santo, que tener hacia todos un amor que se expresara en hechos de misericordia? DTG 254.
Continuará...