FORISTA OLGA LUCÍA, LA AYUDAMOS:
LA EPOCA DE LA GRACIA
A los creyentes, nuestro Libertador y Salvador no nos impone diezmos, ni ninguna otra carga de índole material que lleve carácter obligatorio.
Pero, nos dejó abierto y expedito el camino del amor, de la justicia, de la misericordia y de la fe, cosas en las cuales fallaron los israelitas en su estado natural.
Él, nuestro Señor, sí, trilló este camino para que nosotros, sus nuevas criaturas, andemos por Él.
Contamos además, con una exhortación de sus propios labios:
“Ejemplo os he dado, para que como yo he hecho, vosotros también hagáis” (Jua_13:15).
De modo que no debemos permitir que nadie ni nada nos prive del honor y privilegio de traer al alfolí del Señor nuestras
ofrendas voluntarias, impulsados solamente por un corazón agradecido hacia aquel que nos amó primero, de quien es todo lo que somos y tenemos; y, más aún de quien es todo lo que hemos de ser en la eternidad.
Con esto por delante, notemos este mandamiento:
“En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado” (1Co_16:1-2).
Este término,
“según haya prosperado”, es ilimitado.
Aquí puede ocurrir lo que hace años oí en referencia a un hermano muy poderoso económicamente, el cual colocó en sus fábricas de tractores un letrero que decía:
“No que de mi dinero dé a Dios, sino que del dinero de Dios retengo un poquito para mi”
Pues, bien, depositamos nuestras ofrendas en el envase recolector, generalmente de tela; cada uno de nosotros, y allí quedan. Y, queda también con el Señor la capacidad de ver y juzgar si son de corazón y buena voluntad o no.
Ese dinero, según la palabra de Dios se trae con el fin de ser despachado a los destinatarios. ¿Quienes son?
A la luz del Nuevo Testamento, tenemos:
1. Los santos pobres (2Co_8:9). Sobre este particular, el Señor dijo: “siempre tendréis a los pobres entre vosotros y cuando queráis, les podréis hacer bien” (Mar_14:7). Pablo dijo que, cuando fue a Jerusalén, Jacobo, Pedro, y Juan “solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, lo cual también procuré con diligencia hacer” (Gál_2:10).
Creemos que él mismo exhortó a los escogidos, al pasar por las iglesias de Macedonia, Galacia y Acaya para llevar las preciosas ofrendas a los santos pobres de Jerusalén (1Co_16:1-4)2.
Los obreros en los trabajos del evangelio.
El apóstol Pablo esgrime un poderoso argumento contra sus mezquinos detractores que quisieron privar a los corintios del privilegio de cuidar, en sentido práctico, al que era su padre espiritual, quien les había ganado para Cristo, para luego formar la asamblea.
El escribió en 1Co_9:14:
“Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio”
Está claro que las asambleas congregadas en el nombre del Señor (en Venezuela o en cualquier lugar del mundo), sujetándose a la Palabra de Dios,
no reciben dinero del gobierno ni de personas no convertidas, ni siquiera de creyentes que no son miembros.
Tienen como única fuente de ingresos los recursos económicos del pueblo del Señor en comunión dentro de las asambleas.
De este dinero, deben vivir los que se han dedicado a tiempo completo a la obra del evangelio.
También de estas ofrendas dependen las obras de evangelización, como la impresión de tratados (las imprentas evangélicas, etc).
Si desea aclarar cualquier otra pregunta, la seguiremos ayudando.