Un apreciado forista (Juan Andrés) me pidió las razones para creer en el don profético de Elena White, así que lo complazco y abro este tema para que cada uno exponga sus razones para creer o no creer en el Espíriu de Profecía de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Se les agradece un mínimo de respeto a ver si mantenemos un cordial intercambio. El ofender no cambia las cosas, ni a nadie.
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Primero definamos términos.
Los Adventistas Del Séptimo Día creen que uno de los dones del Espíritu Santo es la profecía. Este don constituye un rasgo que identifica a la Iglesia remanente, y se manifestó en el ministerio de Elena G. de White, por haber sido la mensajera del Señor, sus escritos proveen una fuente de verdad perdurable y autoritativa, que provee para la Iglesia consuelo, conducción, instrucción y corrección. Además, hacen claro el hecho de que la Biblia es la regla con la cual se debe probar toda enseñanza y experiencia.
El Don Profético en los tiempos Bíblicos
Si bien el pecado terminó, la comunicación cara a cara entre Dios y los seres humanos (Isa.59:2), Dios no por eso terminó su intimidad con los seres humanos; en vez de ello, desarrolló otras formas de comunicarse. Comenzó a enviar sus mensajes de ánimo, amonestación y reproche a través de los profetas. Un profeta es uno que recibe comunicaciones de Dios y transmite sus intenciones a su pueblo. (2Ped.1: 21).
Exodo 7: 1,2 La relación entre Moisés y el Faraón era como la que existe entre Dios y su pueblo. Así como Aarón comunicaba las palabras de Moisés a Faraón, del mismo modo el profeta comunica las palabras de Dios al pueblo. El término profeta, entonces, designa un mensajero de Dios divinamente escogido.
Vidente, (Isa.30: 10; 2Sam.24: 11; 2Rey.17:13) es otra manera de designar a las personas que tienen el don profético. Los términos, vidente y profeta se hallan íntimamente relacionados, pero no son exactamente lo mismo. El profeta abarca más en su labor que una mera recepción de visiones de Dios.(1Sam.9: 9)
Las funciones del don profético en el Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento le concede a la profecía un lugar prominente entre los dones del Espíritu Santo. (Rom.12: 6; 1Cor.12: 28; Efe.4: 11) Anima a los creyentes a desear especialmente este don. (1Cor.14: 1,39) El Nuevo Testamento sugiere que los profetas cumplían las siguientes funciones:
1. Ayudaban a fundar la Iglesia: Efe.2: 20,21
2. Los profetas iniciaron el esfuerzo misionero de la Iglesia: Hech.13: 1,2; 16: 6-10
3. Edificaban la Iglesia: 1Cor.14: 4,3; Efe.4: 12
4. Unieron a la Iglesia y la protegieron: Efe.4: 13,14
5. Amonestaban acerca de dificultades futuras: Hech.11: 27-30; 20: 23; 21: 4,10-14)
6. Confirmaron la fe en épocas de controversia: Hech.15: 32
El Don Profético en los Ultimos Días
Muchos cristianos creen que el don de profecía cesó al fin de la era apostólica. Pero la Biblia revela la necesidad especial que tendría la Iglesia de obtener conducción divina durante la crisis del tiempo del fin, testifica acerca de una necesidad continuada del don profético después de los tiempos del NT.
Continuación de los dones espirituales: No hay evidencia bíblica acerca de que Dios quitaría los dones espirituales que le concedió a la Iglesia, antes de que estos hubiesen completado su propósito (Efe.4: 13), por lo cual se aconseja (1Tes.5: 19,20; 1Cor.14: 1).
El don profético justa antes de la segunda venida: Cristo menciona el surgimiento de falsos profetas como una de las señales de que su venida está cercana (Mat.24: 11,24). Si no hubiera verdaderos profetas durante el tiempo del fin, Cristo nos habría amonestado contra cualquiera que pretendiera poseer dicho don. Pero el hecho de habernos amonestado contra los falsos profetas, implica que también los habría verdaderos. El profeta predijo un derramamiento especial del don profético poco antes de la segunda venida de Cristo (Joel 2: 28-30).
El Pentecostés constituyó una primicia de la plena manifestación del Espíritu Santo antes de la segunda venida.
El don profético en la Iglesia remanente: El Apocalipsis caracteriza a los creyentes leales que forman el remanente como los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo (Apoc.12: 17) De las conversaciones posteriores que tuvieron el ángel y Juan, se desprende con claridad el hecho de que la frase el testimonio de Jesús se refiere a la revelación profética. (Apoc.19: 10; 22: 9) estos pasajes paralelos dejan en claro que son los profetas los que tienen el testimonio de Jesús. El testimonio de Jesús es prácticamente equivalente a un acto de testificación de Jesús. Es la autorevelación de Jesús lo que mueve a los profetas cristianos. (Apoc.1: 1).
De modo que la expresión espíritu de profecía puede referirse:
1. Al Espíritu Santo que inspira al profeta con una revelación de Dios.
2. A la operación del don de profecía.
3. Al medio mismo de la profecía.
Dios le impartió el don de profecía a la Iglesia del Exodo con el fin de organizar, construir, y guiar a su pueblo (Hech.7: 38; Ose.12: 13) Por lo tanto, no causa sorpresa descubrir la existencia de ese don entre los que participan del Exodo final, es decir, el escape desde el planeta tierra, contaminado por el pecado, a la Canaán celestial.
Ayuda en la crisis final: Apoc.12: 17; Dan.12: 1. Con el fin de ayudar a su pueblo a sobrevivir en este conflicto, el más intenso de todas las edades, Dios en su amor y bondad le dio a su pueblo la seguridad de que no estarían solos. El testimonio de Jesús, es espíritu de profecía (Apocalipsis 19:10), que los guiaría por caminos seguros hasta su objetivo final, la unificación con su Salvador en su segunda venida.
Fuente: internet
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Primero definamos términos.
Los Adventistas Del Séptimo Día creen que uno de los dones del Espíritu Santo es la profecía. Este don constituye un rasgo que identifica a la Iglesia remanente, y se manifestó en el ministerio de Elena G. de White, por haber sido la mensajera del Señor, sus escritos proveen una fuente de verdad perdurable y autoritativa, que provee para la Iglesia consuelo, conducción, instrucción y corrección. Además, hacen claro el hecho de que la Biblia es la regla con la cual se debe probar toda enseñanza y experiencia.
El Don Profético en los tiempos Bíblicos
Si bien el pecado terminó, la comunicación cara a cara entre Dios y los seres humanos (Isa.59:2), Dios no por eso terminó su intimidad con los seres humanos; en vez de ello, desarrolló otras formas de comunicarse. Comenzó a enviar sus mensajes de ánimo, amonestación y reproche a través de los profetas. Un profeta es uno que recibe comunicaciones de Dios y transmite sus intenciones a su pueblo. (2Ped.1: 21).
Exodo 7: 1,2 La relación entre Moisés y el Faraón era como la que existe entre Dios y su pueblo. Así como Aarón comunicaba las palabras de Moisés a Faraón, del mismo modo el profeta comunica las palabras de Dios al pueblo. El término profeta, entonces, designa un mensajero de Dios divinamente escogido.
Vidente, (Isa.30: 10; 2Sam.24: 11; 2Rey.17:13) es otra manera de designar a las personas que tienen el don profético. Los términos, vidente y profeta se hallan íntimamente relacionados, pero no son exactamente lo mismo. El profeta abarca más en su labor que una mera recepción de visiones de Dios.(1Sam.9: 9)
Las funciones del don profético en el Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento le concede a la profecía un lugar prominente entre los dones del Espíritu Santo. (Rom.12: 6; 1Cor.12: 28; Efe.4: 11) Anima a los creyentes a desear especialmente este don. (1Cor.14: 1,39) El Nuevo Testamento sugiere que los profetas cumplían las siguientes funciones:
1. Ayudaban a fundar la Iglesia: Efe.2: 20,21
2. Los profetas iniciaron el esfuerzo misionero de la Iglesia: Hech.13: 1,2; 16: 6-10
3. Edificaban la Iglesia: 1Cor.14: 4,3; Efe.4: 12
4. Unieron a la Iglesia y la protegieron: Efe.4: 13,14
5. Amonestaban acerca de dificultades futuras: Hech.11: 27-30; 20: 23; 21: 4,10-14)
6. Confirmaron la fe en épocas de controversia: Hech.15: 32
El Don Profético en los Ultimos Días
Muchos cristianos creen que el don de profecía cesó al fin de la era apostólica. Pero la Biblia revela la necesidad especial que tendría la Iglesia de obtener conducción divina durante la crisis del tiempo del fin, testifica acerca de una necesidad continuada del don profético después de los tiempos del NT.
Continuación de los dones espirituales: No hay evidencia bíblica acerca de que Dios quitaría los dones espirituales que le concedió a la Iglesia, antes de que estos hubiesen completado su propósito (Efe.4: 13), por lo cual se aconseja (1Tes.5: 19,20; 1Cor.14: 1).
El don profético justa antes de la segunda venida: Cristo menciona el surgimiento de falsos profetas como una de las señales de que su venida está cercana (Mat.24: 11,24). Si no hubiera verdaderos profetas durante el tiempo del fin, Cristo nos habría amonestado contra cualquiera que pretendiera poseer dicho don. Pero el hecho de habernos amonestado contra los falsos profetas, implica que también los habría verdaderos. El profeta predijo un derramamiento especial del don profético poco antes de la segunda venida de Cristo (Joel 2: 28-30).
El Pentecostés constituyó una primicia de la plena manifestación del Espíritu Santo antes de la segunda venida.
El don profético en la Iglesia remanente: El Apocalipsis caracteriza a los creyentes leales que forman el remanente como los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo (Apoc.12: 17) De las conversaciones posteriores que tuvieron el ángel y Juan, se desprende con claridad el hecho de que la frase el testimonio de Jesús se refiere a la revelación profética. (Apoc.19: 10; 22: 9) estos pasajes paralelos dejan en claro que son los profetas los que tienen el testimonio de Jesús. El testimonio de Jesús es prácticamente equivalente a un acto de testificación de Jesús. Es la autorevelación de Jesús lo que mueve a los profetas cristianos. (Apoc.1: 1).
De modo que la expresión espíritu de profecía puede referirse:
1. Al Espíritu Santo que inspira al profeta con una revelación de Dios.
2. A la operación del don de profecía.
3. Al medio mismo de la profecía.
Dios le impartió el don de profecía a la Iglesia del Exodo con el fin de organizar, construir, y guiar a su pueblo (Hech.7: 38; Ose.12: 13) Por lo tanto, no causa sorpresa descubrir la existencia de ese don entre los que participan del Exodo final, es decir, el escape desde el planeta tierra, contaminado por el pecado, a la Canaán celestial.
Ayuda en la crisis final: Apoc.12: 17; Dan.12: 1. Con el fin de ayudar a su pueblo a sobrevivir en este conflicto, el más intenso de todas las edades, Dios en su amor y bondad le dio a su pueblo la seguridad de que no estarían solos. El testimonio de Jesús, es espíritu de profecía (Apocalipsis 19:10), que los guiaría por caminos seguros hasta su objetivo final, la unificación con su Salvador en su segunda venida.
Fuente: internet