Si entiendo bien, considero que se está tocando el tema de la religión de Caín, que es, acercarse a Dios a la manera de Caín y no como lo hizo Abel, mediante la ofrenda de una víctima inocente, que pagaba con su vida, los pecados del ofrendante.
"YO CREO EN DIOS A MI MANERA"
Esta es la soberbia del hombre religioso, la cual mantiene a millones de personas en tormentos eternos, donde ya es imposible escapar.
El propósito principal de la creación del ser humano es el de glorificar a su Creador, leemos:
Isa 43:7 todos los llamados de mi nombre;
para gloria mía los he creado, los formé y los hice.
Pero no como el hombre quiera hacerlo, sino como Dios ha establecido. Leemos:
Isa 42:8 Yo Jehová; este es mi nombre;
y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.
En una palabra, Dios demanda que lo glorifiquemos y nosotros lo sometemos a nuestra voluntad, no es como Dios enseñe acercarnos a él, sino como nosotros queremos hacerlo, en este caso, nosotros resultamos ser los que lo controlamos y le damos nuestro patrocinio.
Y dentro de este patrocinio, se halla la moralidad. Leemos:
Luc 18:11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
Dios demanda la total entrega de nuestra vida, y nosotros le ofrecemos religión y moralidad.
Pero Dios no quiere nuestro padrinazgo; ni tampoco quiere nuestra moralidad ni nuestra religión.
¿Qué es, entonces, lo que Dios quiere de nosotros?
LA PREEMINENCIA DE CRISTO
Col 1:16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
Col 1:17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;
Col 1:18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos,
para que en todo tenga la preeminencia;
Jesucristo no nos dejó religión, la adherencia a un sistema religioso, en medio de otras deidades y otras prácticas religiosas ajenas a su Palabra.
Tampoco nos dejó los folletos de la teología sistemática para seguirle a Él.
Lo que nos ha dejado, son sus sufrimientos, su dolor, su angustia, su muerte, su resurrección, sus heridas en sus manos y costado, como el alto precio pagado por cada alma que se acerca a Él en plena certidumbre de fe.
Y todo aquel que se acerque a Cristo, debe recibir su morada en él (Jua 14:23), en su propia vida (Gál 2:20) en su propia casa (Heb 3:6), en su propio templo (1Co 3:16).
En palabras más precisas, Jesús vivió por el Padre que moraba en su interior.
Sus palabras eran las Palabras de Dios, leemos:
Jua 12:49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento
de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.
Sus obras eran las obras de Dios, leemos:
Jua 5:19 Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre;
porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.
Lo que Dios el Padre fue para Jesucristo, es lo que ahora Jesucristo es para nosotros.
Repito la pregunta:
¿Qué es, entonces, lo que Dios quiere de nosotros?
Que, así como el Padre se encarnó en el Hijo, de la misma manera Espiritual, Cristo se encarne en nosotros.
Es algo fácil de pronunciar, pero es toda una batalla diaria, oración, comunión, conducta, actividad, porque el que piense estar firme, mire que no caiga.
Se requiere la disciplina que Cristo da, porque separados de Él, nada podemos hacer.
El enemigo es fuerte, y andamos con él, y dormimos con él, a este enemigo, la biblia lo identifica como las obras de la "carne", en sentido figurado Amalec es enemigo de Dios, no le gusta asistir a los cultos, no le agrada orar, no le agrada estudiar la Biblia, lo de Amalec es el mundo y sus placeres.
La Batalla del cristiano sin Cristo, está perdida de antemano, leemos:
Flp 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.