PARADOJAS y MISTERIOS

-Antes de dictaminar que razono mal debes probarlo. No lo haces, sino que solamente me sentencias.
-Al ser Jesús hombre verdadero, no le debes dotar con la capacidad de pecar, porque esa realidad nuestra no es condición per se de humanidad, ya que Dios no creó al hombre pecador. Jesús podía ser tentado, pero no había forma de que Él cediera a la tentación.
-¿Cómo podría mi tan clara declaración parecerte artimaña?
Hola.
Disculpe que me meta pero vengo leyendo el tema y su disputa con Miniyo.
¿Que quiere decir con que no había forma de que Él cediera a la tentación?
 
Hola.
Disculpe que me meta pero vengo leyendo el tema y su disputa con Miniyo.
¿Que quiere decir con que no había forma de que Él cediera a la tentación?
-Por lo que antes dije: "Jesús, siendo Dios como Hijo, no tenía como contradecirse haciendo lo opuesto a lo que era y es: Santo, Santo, Santo. O sea, Jesús fue expuesto a la tentación, pero sin que siquiera rozara su mente la posibilidad de caer en pecado alguno" (Mensaje # 59).
 
— Lo digo, y los que leen pueden juzgar si digo bien y verdad, o no, pues la gente no es estúpida, y tienen criterio propio.

— La capacidad de pecar es algo que Dios dio a todo hombre verdadero, y Dios no hace acepción de personas. Así que si tú niegas que Jesús no tenía esa capacidad, estás negando que Jesús fuese hombre verdadero.

— Aquí vuelves a caer en la falacia, y en contradecirte a ti mismo en lo que antes afirmaste: «Dios nunca podrá hacer lo que no quiera, pero no porque no pueda, sino porque no quiere» porque aunque Dios es Santo, Santo, Santo, no peca porque no quiere, y no porque no pueda o no tenga esa capacidad, lo mismo que Jesús, que es Dios en la persona divina del Hijo, pero también, como verdadero hombre tiene las mismas capacidades que tiene todo hombre, es decir, que «Jesús nunca pecó, pero no porque no tuviese esa capacidad humana, sino porque no quiso», y el negar esto es tu falacia, lo que quiere decir, que tu error consiste en negar la verdadera naturaleza humana de Jesucristo, pues todo hombre verdadero tiene la capacidad de pecar, como la tuvo Adán y Eva antes de que pecaran. Además, defendiendo tu postura errada, que raya en la herejía, estás menospreciando el verdadero valor de lo que Jesucristo hizo, como verdadero hombre que era, para salvar al ser humano.
-Tu problema empieza con que repites que "La capacidad de pecar es algo que Dios dio a todo hombre verdadero...", siendo que todos los hombres verdaderos nacidos de mujer desde Caín hasta hoy, han venido al mundo con tal propensión al pecado (Gn 6:5), pero sin que ello fuese dado por Dios, sino como una naturaleza corrupta trasmitida desde la caída de Adán, a la que llamamos perversión total. La naturaleza humana de Jesús no fue partícipe de ella porque su santo ser fue resultado del poder del Espíritu Santo en María (Lc 1:35). Esto no hace menos hombre verdadero al hijo de María e Hijo de Dios desde la eternidad.
 
-Tu problema empieza con que repites que "La capacidad de pecar es algo que Dios dio a todo hombre verdadero...", siendo que todos los hombres verdaderos nacidos de mujer desde Caín hasta hoy, han venido al mundo con tal propensión al pecado (Gn 6:5), pero sin que ello fuese dado por Dios, sino como una naturaleza corrupta trasmitida desde la caída de Adán, a la que llamamos perversión total. La naturaleza humana de Jesús no fue partícipe de ella porque su santo ser fue resultado del poder del Espíritu Santo en María (Lc 1:35). Esto no hace menos hombre verdadero al hijo de María e Hijo de Dios desde la eternidad.
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Te equivocas, los derechos y capacidades que Dios dio a todo hombre y nunca ha revocado, empiezan con Adán, y eso es así desde antes de que Adán pecara.

Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
Te equivocas, los derechos y capacidades que Dios dio a todo hombre y nunca ha revocado, empiezan con Adán, y eso es así desde antes de que Adán pecara.
-Dios no dotó a Adán con el derecho y capacidad de pecar, sino con la oportunidad de no hacerlo conforme al mandato que le fue dado: el pecado fue consecuencia del engaño de Satanás y la desobediencia del hombre.
 
-Dios no dotó a Adán con el derecho y capacidad de pecar, sino con la oportunidad de no hacerlo conforme al mandato que le fue dado: el pecado fue consecuencia del engaño de Satanás y la desobediencia del hombre.

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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Deja las artimañas del error, para engañar. Si Dios le dio a Adán la oportunidad de no pecar, entonces, es que Adán antes de pecar, tenía la capacidad de pecar. Y si el ser humano tenía la capacidad de poder pecar, antes de hacerlo, Jesús que es el postrer Adán, también, tenía esa capacidad, porque de no ser así, Dios estaría haciendo acepción de personas, y Dios afirma en su Palabra que Él no hace acepción de personas.

Por tanto, tu argumento es una falacia.

Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
Deja las artimañas del error, para engañar. Si Dios le dio a Adán la oportunidad de no pecar, entonces, es que Adán antes de pecar, tenía la capacidad de pecar. Y si el ser humano tenía la capacidad de poder pecar, antes de hacerlo, Jesús que es el postrer Adán, también, tenía esa capacidad, porque de no ser así, Dios estaría haciendo acepción de personas, y Dios afirma en su Palabra que Él no hace acepción de personas.

Por tanto, tu argumento es una falacia.
-Tus errores suelen radicar en el mal uso que haces de las palabras castellanas, lo que te conduce a conceptos equivocados. Así, en vez de porfiar con que Dios "le dio al hombre la capacidad de pecar", deberías atenerte a que la perfección de Adán incluía su albedrío, y lamentablemente eligió mal.
 
-Tus errores suelen radicar en el mal uso que haces de las palabras castellanas, lo que te conduce a conceptos equivocados. Así, en vez de porfiar con que Dios "le dio al hombre la capacidad de pecar", deberías atenerte a que la perfección de Adán incluía su albedrío, y lamentablemente eligió mal.
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Dice el refrán: «A buen entendedor, pocas palabras bastan», pero se nota que tú no eres buen entendedor, pero no por que no entiendas, sino porque no quieres entender, que es peor.

Si fueses sincero, reconocerías que, la expresión Dios "le dio al hombre la capacidad de pecar" es lo mismo que "el hombre tenía la capacidad de pecar", porque nada puede tener el hombre que Dios no le haya dado. Así que tus falacias no cuelan, ni yo me las trago.

Puedes seguir buscando excusas mentirosas, para engañar a los que leen, pero el primer engañado vas a ser tú.


Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
Dice el refrán: «A buen entendedor, pocas palabras bastan», pero se nota que tú no eres buen entendedor, pero no por que no entiendas, sino porque no quieres entender, que es peor.

Si fueses sincero, reconocerías que, la expresión Dios "le dio al hombre la capacidad de pecar" es lo mismo que "el hombre tenía la capacidad de pecar", porque nada puede tener el hombre que Dios no le haya dado. Así que tus falacias no cuelan, ni yo me las trago.

Puedes seguir buscando excusas mentirosas, para engañar a los que leen, pero el primer engañado vas a ser tú.
-Tú usas más palabras que yo, pero esa abundancia de la que habla tu boca no es convincente.
-El hombre que Dios finalmente creó como broche de su creación resultó ser "bueno en gran manera" (Gn 1:31) y es inconcebible que Dios hubiese dotado a Adán con la capacidad para hacer lo que precisamente no debería hacer: pecar. Lo que Dios le dio a Adán fue el albedrío, pero así como Eva fue engañada Adán desobedeció y esa elección lo capacitó a pecar.
 
Al abordar si Jesús podía realmente pecar, es crucial definir cuidadosamente qué enseñan las Escrituras acerca de la humanidad de Cristo y su misión salvífica.

1. Jesús fue plenamente humano y enfrentó tentaciones reales


La Escritura es clara al afirmar que Jesús compartió plenamente nuestra humanidad, excepto en el pecado mismo:

Que Jesús haya sido tentado "en todo" implica que estas tentaciones fueron reales. Para que fueran auténticas, la posibilidad de caer debía existir en su humanidad, de lo contrario serían una ficción.


2. La tentación exige la posibilidad real de desobediencia


Jesús no vivió una humanidad ilusoria. Su obediencia fue real, voluntaria y libre. Santiago explica la dinámica de la tentación claramente:
Aunque Jesús jamás tuvo concupiscencia interna (deseos pecaminosos propios de naturaleza caída), sí experimentó tentación externa verdadera, pudiendo elegir entre obedecer al Padre o ceder al enemigo, como ocurrió en el desierto (Mateo 4). El hecho de que optara siempre por la obediencia demuestra una elección auténtica, libre, y voluntaria, que implica la posibilidad teórica de lo contrario.


3. Jesús venció desde su humanidad perfecta, no desde la naturaleza caída


Jesús no tenía una naturaleza caída ni corrompida como el resto de los seres humanos descendientes de Adán. Su humanidad fue concebida directamente por el Espíritu Santo, no derivada de Adán (Lucas 1:35; 1 Corintios 15:47). Esto lo hizo radicalmente diferente a nosotros: plenamente humano, pero no pecador ni vendido al pecado.

Precisamente por esta razón, Jesús no es un modelo moral que el ser humano caído pueda simplemente imitar para salvarse a sí mismo. La humanidad caída no puede reproducir en sí misma la obediencia absoluta de Cristo, porque esta humanidad caída está irrevocablemente contaminada por el pecado:
En consecuencia, la obediencia de Cristo no es para el hombre una guía de autosalvación mediante imitación, sino la base para la sustitución de nuestra humanidad caída por una nueva humanidad obediente y santa, provista exclusivamente en Cristo.


4. La humanidad caída requiere sustitución, no imitación


Aquí está la diferencia clave respecto a otras interpretaciones superficiales. El hombre caído no necesita un modelo para imitar, porque ya es moralmente incapaz. El hombre caído necesita ser reemplazado, morir en su viejo ser, y nacer en un Hombre nuevo:
Jesús es presentado en la Biblia, no principalmente como un ejemplo moral para imitar desde la carne caída, sino como la nueva Cabeza federal de la humanidad. Es decir, el «último Adán» (1 Corintios 15:45), cuya obediencia absoluta y perfecta sustituye a la humanidad caída, estableciendo una nueva creación humana incorruptible y justa delante de Dios.


5. ¿Por qué la obediencia real de Jesús importa?


La importancia de la obediencia real de Jesús no radica en ser un ejemplo imitable desde nuestra carne caída, sino en su eficacia para cumplir y satisfacer plenamente la justicia divina que la humanidad caída jamás podría lograr. Por ello Pablo enseña:
La humanidad caída no imita a Cristo para salvarse, sino que es justificada por Cristo al participar en Su humanidad incorruptible y obediente por medio de la fe.


6. ¿Podía Cristo pecar realmente? Sí, pero jamás lo hizo


En definitiva, Jesús, en su auténtica humanidad celestial, experimentó la posibilidad real de pecar, pero siempre optó libre y voluntariamente por la obediencia absoluta al Padre. Esto asegura que su obediencia sea genuina y su victoria verdadera.

Jesús no cumplió la Ley desde una posición artificial o desde la incapacidad de pecar, sino desde una humanidad que tuvo la opción real de obedecer o no. Eligió obedecer absolutamente, convirtiéndose así en el «autor de eterna salvación» para quienes por fe participan de Su humanidad incorruptible (Hebreos 5:9).


Conclusión Final:

  • Jesús podía pecar teóricamente, pues experimentó tentaciones reales en una humanidad auténtica.
  • Jesús jamás pecó, porque optó libremente por la obediencia absoluta.
  • Jesús no es el modelo para que el hombre caído se autosalve por imitación, porque la humanidad caída es moralmente incapaz.
  • Jesús es el reemplazo del viejo hombre, inaugurando una nueva creación en sí mismo. El hombre caído debe morir y nacer de nuevo en Cristo para recibir esa justicia perfecta, que jamás podría alcanzar por sus propios esfuerzos.

En síntesis, la verdadera humanidad de Jesús asegura la realidad y eficacia de su obediencia como sustituto y fundamento de nuestra salvación, no como un simple ejemplo para ser imitado desde nuestra corrupción.
 
Al abordar si Jesús podía realmente pecar, es crucial definir cuidadosamente qué enseñan las Escrituras acerca de la humanidad de Cristo y su misión salvífica.

1. Jesús fue plenamente humano y enfrentó tentaciones reales


La Escritura es clara al afirmar que Jesús compartió plenamente nuestra humanidad, excepto en el pecado mismo:
Hebreos 4:15:
«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.»

Que Jesús haya sido tentado "en todo" implica que estas tentaciones fueron reales. Para que fueran auténticas, la posibilidad de caer debía existir en su humanidad, de lo contrario serían una ficción.

2. La tentación exige la posibilidad real de desobediencia


Jesús no vivió una humanidad ilusoria. Su obediencia fue real, voluntaria y libre. Santiago explica la dinámica de la tentación claramente:
Santiago 1:14-15:
«Cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado.»

Aunque Jesús jamás tuvo concupiscencia interna (deseos pecaminosos propios de naturaleza caída), sí experimentó tentación externa verdadera, pudiendo elegir entre obedecer al Padre o ceder al enemigo, como ocurrió en el desierto (Mateo 4). El hecho de que optara siempre por la obediencia demuestra una elección auténtica, libre, y voluntaria, que implica la posibilidad teórica de lo contrario.

3. Jesús venció desde su humanidad perfecta, no desde la naturaleza caída


Jesús no tenía una naturaleza caída ni corrompida como el resto de los seres humanos descendientes de Adán. Su humanidad fue concebida directamente por el Espíritu Santo, no derivada de Adán (Lucas 1:35; 1 Corintios 15:47). Esto lo hizo radicalmente diferente a nosotros: plenamente humano, pero no pecador ni vendido al pecado.


Precisamente por esta razón, Jesús no es un modelo moral que el ser humano caído pueda simplemente imitar para salvarse a sí mismo. La humanidad caída no puede reproducir en sí misma la obediencia absoluta de Cristo, porque esta humanidad caída está irrevocablemente contaminada por el pecado:
Romanos 8:7-8:
«Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios... y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.»

En consecuencia, la obediencia de Cristo no es para el hombre una guía de autosalvación mediante imitación, sino la base para la sustitución de nuestra humanidad caída por una nueva humanidad obediente y santa, provista exclusivamente en Cristo.

4. La humanidad caída requiere sustitución, no imitación


Aquí está la diferencia clave respecto a otras interpretaciones superficiales. El hombre caído no necesita un modelo para imitar, porque ya es moralmente incapaz. El hombre caído necesita ser reemplazado, morir en su viejo ser, y nacer en un Hombre nuevo:
Romanos 6:6:
«Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido.»

2 Corintios 5:17:
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.»

Jesús es presentado en la Biblia, no principalmente como un ejemplo moral para imitar desde la carne caída, sino como la nueva Cabeza federal de la humanidad. Es decir, el «último Adán» (1 Corintios 15:45), cuya obediencia absoluta y perfecta sustituye a la humanidad caída, estableciendo una nueva creación humana incorruptible y justa delante de Dios.

5. ¿Por qué la obediencia real de Jesús importa?


La importancia de la obediencia real de Jesús no radica en ser un ejemplo imitable desde nuestra carne caída, sino en su eficacia para cumplir y satisfacer plenamente la justicia divina que la humanidad caída jamás podría lograr. Por ello Pablo enseña:
Romanos 5:19:
«Porque así como por la desobediencia de un hombre [Adán] los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno [Cristo] los muchos serán constituidos justos.»

La humanidad caída no imita a Cristo para salvarse, sino que es justificada por Cristo al participar en Su humanidad incorruptible y obediente por medio de la fe.

6. ¿Podía Cristo pecar realmente? Sí, pero jamás lo hizo


En definitiva, Jesús, en su auténtica humanidad celestial, experimentó la posibilidad real de pecar, pero siempre optó libre y voluntariamente por la obediencia absoluta al Padre. Esto asegura que su obediencia sea genuina y su victoria verdadera.


Jesús no cumplió la Ley desde una posición artificial o desde la incapacidad de pecar, sino desde una humanidad que tuvo la opción real de obedecer o no. Eligió obedecer absolutamente, convirtiéndose así en el «autor de eterna salvación» para quienes por fe participan de Su humanidad incorruptible (Hebreos 5:9).

Conclusión Final:


  • Jesús podía pecar teóricamente, pues experimentó tentaciones reales en una humanidad auténtica.
  • Jesús jamás pecó, porque optó libremente por la obediencia absoluta.
  • Jesús no es el modelo para que el hombre caído se autosalve por imitación, porque la humanidad caída es moralmente incapaz.
  • Jesús es el reemplazo del viejo hombre, inaugurando una nueva creación en sí mismo. El hombre caído debe morir y nacer de nuevo en Cristo para recibir esa justicia perfecta, que jamás podría alcanzar por sus propios esfuerzos.

En síntesis, la verdadera humanidad de Jesús asegura la realidad y eficacia de su obediencia como sustituto y fundamento de nuestra salvación, no como un simple ejemplo para ser imitado desde nuestra corrupción.