PARA CATOLICOS QUE SE SIENTAN CRISTIANOS O AGNOSTICOS

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Tobi

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Socialmente hay cuatro clases predominantes de católicos: Los que en su niñez fueron bautizados y que por ello están inscritos en el Registro de la Parroquia en que fueron bautizados, pero que nunca han creído, o que les es indiferente aquello que la Institución predica, enseña o anuncia. Los que se sintiéndose defraudados a causa de su enseñanza y prácticas abandonaron la practica y asistencia a los cultos en la misma, aunque siguen bautizando a sus hijos o casándose por la Iglesia o enterrando a sus muertos por la misma. Son los que "practican", en lo antes dicho pero no creen. Les siguen los que, aun creyendo en Dios y en Jesucristo, han dejado de creer en la Institución Católica, por la razón que fuere, y por ende han dejado de ser practicantes. En este apartado podemos incluir a aquellos que, aun creyendo, han dejado de practicar y solo asisten a los templos católicos en contadas ocasiones. Por último están aquellos que, creyendo, son consecuentes y asisten regularmente a los cultos de su Iglesia.
Entre todos los citados también hay que tener en cuenta otra división. La de lo que a pesar de cual sea su compromiso con la Institución Católica, se sienten cristianos. Y lo que sin ningún compromiso e incluso siendo bautizados, han optado por el ateísmo. Bien, aun reconociendo que están en su derecho como personas libres, no voy a dirigirme de una manera directa a ellos, aunque sí lo haré en aquellos que se manifiestan agnósticos toda vez que el concepto significa que desconocen a Dios y por ende ni lo niegan ni lo afirman. Si incluyo estos es porque paso a paso intentaremos mostrar lo que Dios ha hecho por el hombre mas allá de la creación del Universo y de la vida. Es decir, cual sea la voluntad de Dios (voluntad de relación DiosHombre) tal como se desprende de las Sagradas Escrituras.

Los seres humanos son gregarios, es decir, tienden por naturaleza a vivir en comunidades y lógicamente se ha visto obligado a establecer pactos sociales a fin de que la convivencia sea lo más estable posible, de ahí que, aun en las comunidades humanas más antiguas los arqueólogos, antropólogos e historiadores, han encontrado códigos que marcaban las reglas de convivencia en su sociedad. Dichos códigos a fin de que tuviesen una aceptación general por parte de la sociedad que los legisló acostumbraban a tener sanción religiosa, con el propósito de reforzar su obligado cumplimiento.
Pero, además de los mencionados códigos escritos, todos grupos sociales tienen otras "leyes" que, si cabe, aun son de más obligado cumplimiento que las mismas leyes escritas y codificadas. Se trata de los llamados "mores" sociales. Estos se basan en los usos y costumbres de un determinado grupo social y que se transmiten oralmente. En nuestra sociedad actual muchos de estos "mores" han perdido vigencia e incluso muchos de ellos han periclitado, pero surgen otros nuevos que los sustituyen. Para que nos demos cuenta cabal del poder de dichos mores, citaremos, como ejemplo, el vestir de luto por la muerte de un ser querido a próximo a nosotros. No hay ninguna ley que obligue esta práctica, pero no hace muchos años que, quien se atrevía a incumplirlo era víctima de las más rigurosas y crueles críticas de sus conciudadanos. Lo mismo ocurría con la joven que osaba casarse sin vestir de blanco, que lo mínimo que se decía de ella era que si no iba de blanco era porque no podía, es decir, era tratada como una ramera. Evidentemente los mores citados han perdido la vigencia que tuvieron antaño, pero se están perpetuando como una "costumbre" establecida desde muy antiguo. Eso también ocurre, en lo religiososocial con las bodas por la iglesia o la administración del bautismo y a pesar de que muchos sacerdotes intentan indagar si los contrayentes o padres del neonato desean el rito religioso como una costumbre o mediante el obligado componente de fe, la costumbre impera por encima de cualquier otra consideración.

En la Ley de Dios también encontramos ambos componentes. Aquello que los judíos definen como "La Torah" y que encontramos en los Libros de "Exodo, Levítico y Deuteronomio" (aunque todo está escrito, es decir, ley de Dios propiamente dicha; y los usos, costumbres y formas de practicar dicha ley, con una mezcolanza que no es fácil dilucidar el que corresponde a que). Por ello nosotros nos ceñiremos a la LEY por excelencia que está contenida en el Decálogo, los famosos Diez Mandamientos de la Ley de Dios.

Cualquier lector de dicho Decálogo y mediante una lectura acompañada de la reflexión se da cuenta de que hay tres apartados.
El que tiene que ver con la relación Dioshombre.
La relación familiar, como célula básica de toda sociedad.
Y la relación social en la comunidad humana.

Toda vez que lo que nos interesa fundamentalmente es el primer apartado, obviaremos el segundo y tercero. Además, si el primero forma parte de una absoluta aceptación por nuestra parte, los otras dos serán cumplidas consecuentemente.

Para la transcripción de los textos se ha usado la versión
Bíblica de Nacar-Colunga.. Vigésima Sexta Ed.
BAC. Madrid. MCMLXVIII

Enunciado:
"Y habló Dios todo esto, diciendo: "Yo soy Yavé, tu Dios, que
te ha sacado de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre"
Primer Mandamiento:
"No tendrás otro Dios que a mí".

Segundo Mandamiento:
"No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay en lo alto de los cielos, ni de lo que hay abajo sobre la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas, y no las servirás, porque yo soy Yavé, tu Dios, un Dios celoso, que castiga en los hijos las iniquidades de los padres hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y que hago misericordia hasta mil generaciones de los que me aman y guardan mis mandamientos".

Tercer Mandamiento:
"No tomarás en falso el nombre de Yavé, tu Dios, porque no dejará Yavé sin castigo al que tome en falso su nombre".

Vamos a ceñirnos en estos tres mandamientos que tratan de la relación de Dios con el hombre. En primer lugar el hecho de que Dios diese estos mandamientos significa que desea establecer una relación con los hombres y toma a un pueblo como representante de toda la humanidad, el pueblo al que liberó de la esclavitud de Egipto. Para aquel pueblo los Mandamientos de Dios tenían el sentido de Pacto. Es decir, Dios ofrece un pacto que hace posible dicha relación. La primera condición de dicho pacto es no tener otro Dios (real o imaginario) más que el que se está revelando mediante Moisés.
El segundo Mandamiento prohibe usar cualquier tipo de Símbolo (esculturas o imágenes) para rendirles culto.
Cuando Dios se hizo visible a Moisés lo hizo mediante una zarza ardiendo y no mediante una figura humana o de cualquier otra cosa. La intención fue clara. Prohibir cualquier forma de culto rendido a las fuerzas de la naturaleza: sol, luna, estrellas, árboles, ríos, animales, etc.
Desde que el mandamiento fue promulgado han pasado siglos, un mínimo de tres milenios y nos encontramos con una Institución llamada cristiana y católica que rinde culto a imágenes invalidando el mandamiento de Dios. Eso resulta tan evidente que era necesario evitar que fuese conocido. En otras palabras se trataba de optar por una de las dos cosas, o las imágenes o el mandamiento. La solución fue eliminar el mandamiento de Dios de todos los catecismos editados por la Iglesia católica. Cuando se establece un pacto, ambas partes se comprometen a cumplirlo porque el incumplimiento del mismo significa romperlo y con ello se rompe también la relación.
Amado lector: Si estas inscrito en esta Institución ten presente que no tiene relación con Dios toda vez que ha invalidado un pacto que se tituló "eterno" Dicha Institución no es cristiana. Es pagana aunque use nombres cristianos.
Continuará.
 
Para cristianos católicos o católicos agnóstos. II.-

En la Institución católica se prescribe que para tus pecados sean perdonados es obligado acudir a la confesión auricular con un sacerdote para obtener el perdón de los mismos. A eso lo llaman el sacramento de penitencia.
Veamos lo que dice el Apóstol Juan al respecto (1º Juan 2:1-2) "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros sino también por los de todo el mundo".
Así la iglesia católica dice que hay que confesar los pecados a un sacerdote. En cambio un Apóstol en el Nuevo Testamento, y por ello inspirado por Dios, dice que nuestro abogado es solo Jesucristo. ¿A quien hemos de creer?
Pero hay más. Veamos que dice el Apóstol Pedro; y teniendo en cuenta lo que afirma la Iglesia Católica que Pedro fue el primer Papa, sus palabras deben gozar de la infalibilidad. Pues bien, en Hechos 4:11-12: "Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos"
Para ser salvos es necesario que se nos haya perdonado todo pecado. Es decir, el perdón de pecados es imprescindible para ser salvos, y el Apóstol Pedro dice que nadie mas puede perdonar los pecados. Solo Jesucristo.
¿A quien hemos de creer? A lo que dice la Iglesia Católica o a lo que dice Pedro.
Júzgalo tu mismo.
 
Estimado Tobi; veo que tu mensaje es respetuoso para con nosotros los catolicos y es por eso que es digno de contestar; aunque el tema de la supuesta adoración de imagenes esta bastante trillada, lo unico que debo decirte que No adoramos imágenes, les rendimos respeto, como cuando uno ve la foto o cuadro de un ser amado que no esta fisicamente presente. El otro asunto de la confesion no nos perdona el sacerdote, sino que es Jesus el que perdona, con el sacerdote intercediendo "en nombre de" y ademas, en la Biblia dice "reciban el Espíritu santo... a quien perdonen los pecados, les seran perdonados" mas tarde San pablo agrega: confiesense los pecados unos a otros".
 
Lena:

Si Pablo dice que nos confesemos los pecados unos a otros, ¿por que no dice que se los confesemos a los que tienen un ministerio dentro de la iglesia: obispo, presbitero, diacono, anciano? :eek:

¿El sacerdote también te los confiesa a tí? :confused:...Ese "unos a otros" significa mutuamente, tu a mi y yo a tí, en el contexto de una ofensa.

Relee el texto bíblico:

Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.(Santiago 5:16)


La palabra que las Biblias traducen por "pecado" y en otras "ofensa"; en el original griego es "hamartia" que significa: errar en el blanco; si yo yerro en el blanco y hago daño a un hermano, ¿a quién le tengo que confesar mi error al hermano o al sacerdote?

Si como bien dices, es Dios quien perdona los pecados; ¿para que necesitamos confesarlos a un tercero?, ¿es que Dios no nos escucha? :confused:

¿Por qué no hay un solo caso en la Biblia que alguien se confiese a otro y éste le perdone en nombre de Dios? :eek:


Gracias por tus respuestas


Maripaz
 
Maripaz,
aquí tienes hay un texto bíblico que prueba la utilidad de la oración de los Apóstoles para obtener el perdón de los pecados de otra persona, luego de su arrepentimiento ante Dios (vers. 24)(no es el único),

y de paso en el mismo texto se encuentra el Sacramento de la Confirmación (vers. 18 y 19):

Hechos
cap. 8

18 Al ver Simón (el mago) que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu, les ofreció dinero diciendo:

19 «Dadme a mí también este poder para que reciba el Espíritu Santo aquel a quien yo impoga las manos.»

20 Pedro le contestó:

«Vaya tu dinero a la perdición y tú con él; pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero.

21 En este asunto no tienes tú parte ni herencia, pues tu corazón no es recto delante de Dios.

22 Arrepiéntete, pues, de esa tu maldad y ruega al Señor, a ver si se te perdona ese pensamiento de tu corazón;

23 porque veo que tú estás en hiel de amargura y en ataduras de iniquidad.»

24 Simón respondió:
«Rogad vosotros al Señor por mí, para que no venga sobre mí ninguna de esas cosas que habéis dicho.»
 
Para Lena:
Por supuesto que soy respetuoso. Creo que los católicos estan errados pero eso no justificaría ninguna forma de menosprecio. Dicho eso vayamos a la primera parte de esta intervención. Verás, aquellos que leemos la Biblia se nos da la posibilidad de encontrar significados a lo que ella dice. Se puede argumentar lo que se quiera respecto al "culto" (porque de culto se trata) a las imagenes, pero no obstante el Mandamiento de Dios seguirá diciendo "NO LES RENDIRAS CULTO" Pero es que además el magisterio católico ELIMINO dicho mandamiento de Dios de los catecismos. Como entonces faltaba uno, del décimo hicieron dos. Puedes verlo en cualquier Biblia en versión católica o protestante. Preguntate a ti misma que significado tiene semejante mutilación.
Respecto a la confesión aquellos que han intervenido en su defensa nos hablan de la "confesión" peró yo hable de la confesion "auricular" convertida en sacramento y de eso la Biblia nada dice.
Veras, voy a ponerte un ejemplo que muestra la inutilidad de semejante sacramento. Si un penitente acude al sacerdote para confesarse y el sacerdote, (porque haya perdido la fe o por la razón que sea) no cree en semejante sacramento al pronunciar la frase: "Yo te absuelvo..." ¿A quedado absuelto el penitente? (Tengamos presente que cualquier sacramento exige el tener fe en el mismo) Ante eso la respuesta del magisterio catolico es: "Sí, ha quedado absuelto por la iglesia suple" Bien, planteemos la cuestión al reves. El penitente va al confesor sin creer que el sacramento, pero por la razón que fuese se ve obligado a practicar aquello en que no cree. Pregunta: Cuado el sacerdote pronuncia el "yo te absuelvo..." ¿Queda absuelto? El Magisterio dice No, en cuanto que es condición sine qua non que el penitente crea en el sacramento. En ambos casos la pregunta és: ¿PARA QUÉ SE NECESITÓ AL SACERDOTE? Para nada. Eso no puede ocurrir si vamos directamente a Dios a quien realmente hemos ofendido con nuestra conducta pecaminosa. Ahí esta lo que dice el Apóstol Juan en su primera carta (2:1..."si alguno hubiere pecado, abogado tenemos con el Padre, a Jesucristo el justo" y Pedro en el libro de los hechos nos dice "que no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech.4:12b)
Los católicos pueden optar en creer lo que dice el magisterio de su iglesia. Yo prefiero creer lo que dicen aquellos que estuvieron con Jesús y aprendieron de él lo que es la sana doctrina.
Que el Señor te bendiga Lena
 
Originalmente enviado por Juan_Manuel:
Maripaz,
aquí tienes hay un texto bíblico que prueba la utilidad de la oración de los Apóstoles para obtener el perdón de los pecados de otra persona, luego de su arrepentimiento ante Dios (vers. 24)(no es el único),

y de paso en el mismo texto se encuentra el Sacramento de la Confirmación (vers. 18 y 19):

Hechos
cap. 8

18 Al ver Simón (el mago) que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu, les ofreció dinero diciendo:

19 «Dadme a mí también este poder para que reciba el Espíritu Santo aquel a quien yo impoga las manos.»

20 Pedro le contestó:

«Vaya tu dinero a la perdición y tú con él; pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero.

21 En este asunto no tienes tú parte ni herencia, pues tu corazón no es recto delante de Dios.

22 Arrepiéntete, pues, de esa tu maldad y ruega al Señor, a ver si se te perdona ese pensamiento de tu corazón;

23 porque veo que tú estás en hiel de amargura y en ataduras de iniquidad.»

24 Simón respondió:
«Rogad vosotros al Señor por mí, para que no venga sobre mí ninguna de esas cosas que habéis dicho.»


Juan Manuel:

Lo que he pedido es :

¿Por qué no hay un solo caso en la Biblia que alguien se confiese a otro y éste le perdone en nombre de Dios?


mira el verso 22:

Arrepiéntete, pues, de esa tu maldad y ruega al Señor, a ver si se te perdona ese pensamiento de tu corazón


¿A quién ha de rogar?. Al Señor
¿Quien es el que le puede perdonar?:El Señor

No veo por ningún lado que sea Simon Pedro quien perdone, y Simon el mago NO SE CONFIESA, sino que va a pedir el poder de Dios que tenían los apóstoles.


NO ES VALIDO ESTE EJEMPLO


Te repito la pregunta, si es que la quieres entender:

¿Por qué no hay un solo caso en la Biblia que alguien se confiese a otro y éste le perdone en nombre de Dios?


Maripaz
 
Maripaz:
¿Por qué no hay un solo caso en la Biblia que alguien se confiese a otro y éste le perdone en nombre de Dios?

Luis:
¿Te acuerdas de la historia de un rey llamado David y un profeta llamado Natán?
 
Originalmente enviado por Luis Fernando:
Maripaz:
¿Por qué no hay un solo caso en la Biblia que alguien se confiese a otro y éste le perdone en nombre de Dios?

Luis:
¿Te acuerdas de la historia de un rey llamado David y un profeta llamado Natán?


¿Me pones la cita bíblica exacta por favor?


Gracias


Maripaz
 
Tercera cuestión
En esta tercera cuestión vamos a considerar lo que católicamente se conoce por el sacramento de la comunión, es decir "La santa Cena". Este es un punto altamente conflictivo toda vez que lo que vamos a verter al respecto puede herir la sensibilidad del lector, especialmente si es católico practicante. Lejos de mí el ridiculizar o menospreciar las creencias de nadie. Al contrario toda expresión de fe debe ser respetable estemos, o no, de acuerdo con ella.
Hecha esta obligada premisa, pasemos a analizar lo que enseña la Iglesia Católica, y seguidamente veremos que creen los evangélicos al respecto y también, porque.
El Magisterio Católico enseña que el "Partir del Pan y el Vino" es el centro o punto culminante de la Santa Misa. En este acto se realizan dos cosas fundamentales:
- Mediante las palabras pronunciadas por el sacerdote oficiante, la oblea de harina pura de trigo y el vino usados en la ceremonia, se convierten verdaderamente en el cuerpo y la sangre de Cristo. Esa transformación milagrosa se explica mediante la transubstanciación de las especias que se usan al respecto.
- El sacerdote oficiante ofrece a Dios, en nombre del pueblo asistente el sacrificio de Cristo realizado de una forma incruenta, para la redención de dicho pueblo y de todo el pueblo de Dios. Así, el valor del acto es inmedible y a causa del alcance que tiene.

La creencia evangélica al respecto es como sigue:
- En la celebración de la Santa Cena las especias, pan y vino, no dejan de ser lo que realmente son, no obstante representan el cuerpo de Cristo, aquel cuerpo que fue inmolado en el calvario a fin de redimirnos del pecado y su consecuencia, la muerte.
- El acto no es una oferta a Dios del sacrificio de Cristo sino todo lo contrario, es la aceptación de la oferta de Dios en Cristo

Como vemos, dos cosas nos separan: la transubstanciación y el
Ofrecimiento a Dios del sacrificio de Cristo por parte del Oficiante y en el nombre del pueblo o iglesia. Seguidamente pasemos a analizar en que se fundamenta semejante doctrina.
El magisterio de la iglesia católica afirma que se basa en las mismas palabras que pronunció Jesús en la última cena celebrada junto a sus apóstoles. Él dijo: Este "es" mi cuerpo y está "es" mi sangre.
La dificultad ante estas afirmaciones de Jesús es que ambas especias, pan y vino, tienen el mismo aspecto que antes de ser pronunciadas las palabras de consagración. De aquí la necesidad de explicarlo mediante la llamada transubstanciación. Afirman: todo cuerpo tiene dos aspectos o propiedades, la substancia y los accidentes, por lo tanto lo que cambia es la substancia mientras los accidentes permanecen inalterables.

Veamos ahora la interpretación de los evangélicos. Afirman: cuando Jesús pronunció las frases fue en la celebración de la Pascua. El ritual judío para aquella celebración pronunciaba una frase delante del cordero sacrificado para aquella ocasión: Esta es la pascua del Señor. Pero no creían que el cordero pascual se transformase en "el paso del ángel de la muerte" que es lo que significa "la pascua". Además, hay dos detalles altamente significativos que muestran que no hubo la transformación que enseña el magisterio católico: el primero es lo que el mismo Jesús dijo a continuación, "haced eso en memoria mía" frase que repite después de la consagración del vino. De haberse realizado la transubstanciación, lógicamente, habría dicho: "haced eso en PRESENCIA mía" y no en MEMORIA. La segunda objeción está también fundada en la interpretación que el magisterio eclesiástico da a lo dicho de "este es mi cuerpo" porque Jesús hablo en presente, es decir: "este es, aquí y ahora, mi cuerpo" Usando la tesis católica nos encontramos con la siguiente dificultad. La naturaleza del cuerpo de Cristo en aquel presente. Era un cuerpo "pasible y mortal" puesto que, de no ser así su muerte en el calvario no habría sido posible. Por lo que los apóstoles asistentes en la Santa Cena comieron la substancia de auténtica carne y sangre humanas. Si la santa cena se hubiese celebrado después de su resurrección sería distinto puesto que desconocemos la naturaleza de su cuerpo resucitado. Pablo en Corintios nos habla de un "cuerpo espiritual" y "glorificado". Pero no, se celebró cuando era un cuerpo humano como el de cualquiera de nosotros.
Además, ¿cuál es el propósito final de la celebración? Pablo nos lo dice claramente en 1ª Cor. 11:26: "Pues cuantas veces comáis este pan y bebáis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que el venga" Luego es una proclamación y para hacerla no hay necesidad de que le demos un significado como le da el magisterio católico.

En cuanto a la oferta del Cuerpo de Cristo a Dios es cambiar la realidad que nos muestra el evangelio de Juan (3:16) "Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito hijo, para que todo aquel que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna"
Claramente vemos que es al revés de la enseñanza del magisterio católico puesto que no es el sacerdote quien puede ofrecer el sacrificio de Cristo, sino que fue Dios quien ha hecho semejante oferta y con el propósito de que todo "aquel" (y en este todo AQUEL, estamos incluidos tu, estimado lector, y yo mismo) que en él crea tenga la vida eterna.

Amado lector, ¿qué opinas? ¿Cuál es la posición más conformada al evangelio? Seguro que Jesús nos diría las mismas palabras que le dijo a la mujer samaritana en el Evangelio de Juan 4:24: Dios es Espíritu, y los que le adoran han de adorarle en espíritu y en verdad". Y no mediante especies físicas por honorables que nos parezcan,
Que el Señor os bendiga.
 
Gracias Tobi:

Una buena explicación.


Bendiciones


Maripaz
 
Cuando Dios se hizo visible a Moisés lo hizo mediante una zarza ardiendo y no mediante una figura humana o de cualquier otra cosa. La intención fue clara. Prohibir cualquier forma de culto rendido a las fuerzas de la naturaleza: sol, luna, estrellas, árboles, ríos, animales, etc.

Cuando Dios se hizo visible fue en su Hijo Jesucristo, por lo que cualquier reflexión que no acepte dicha verdad yo no la acepto (aunque la respeto).

Fraternalmente en Cristo.
 
Amigo Fegna: ¿Significa eso -la venida de Cristo- la anulación del mandamiento? No creo que tu respuesta sea si. Recuerda que Jesús dijo: "Porque en verdad os digo que antes pasará el cielo y la tierra que falte una jota o una tilde de la Ley hasta que todo se cumpla" (Mat 5:18 y version Nacar Colunga) Tampoco creo que justifique la mutilación que el magisterio de vuestra iglesia ha hecho de decálogo. ¿Por què no respondes a esta clara acusación?
Respetuosamente en Cristo.
 
Originalmente enviado por Luis Fernando:
Maripaz:
¿Por qué no hay un solo caso en la Biblia que alguien se confiese a otro y éste le perdone en nombre de Dios?

Luis:
¿Te acuerdas de la historia de un rey llamado David y un profeta llamado Natán?

Luis Fernando:


Se te pasó contestarme.

¿Me puedes indicar la cita por favor?


Maripaz
 
Originalmente enviado por Maripaz:
Luis Fernando:


Se te pasó contestarme.

¿Me puedes indicar la cita por favor?


Maripaz


Una coca cola a que ese texto tampoco aplica (no sé si lo pondrá), porque es evidente que "También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás".
David no se confiesa con Natán, sino que es "pillado" por el profeta, y el que lo perdona es Dios, no Natán.
 
Parece que nuestro amigo Fegna no encuentra la respuesta respecto a la acusación de haber mutilado el Decalago eliminando del mismo el segundo mandamiento y, seguidamente, a fin de que no se convirtiesen en nueve, al décimo, lo convirtieron en dos.
Ahora le voy a añadir algo mas: Si una Institución que toma sobre si el nombre de cristiana se atreve a mutilar el Decálogo y lo hace para justificar el rendir culto a imagenes, pierde credibilidad en todas sus doctrinas, puesto que han falsificado uno de los puntos básicos de la Revelación divina y mas cuando dicen fundamentarse en dicha Revelación. Eso me recuerda la tentación de la serpiente en el Eden. La serpiente, en primer lugar pone en duda la Palabra de Dios, al preguntar: ¿Conque Dios os ha dicho: No comais de todo árbol de huerto?
Eso no era cierto tal como Eva se lo aclaró
La serpiente dijo "No morireis"
Primero pone en duda la palabra de Dios.
Despues cambia la palabra de Dios por la suya propia: "no morireis"
Seguidamente apoya su falsedad en la palabra de Dios con la frase "sabiendo el bien y el mal" Por que este fué el nombre que Dios dió al arbol prohibido.
¿Acaso no es eso lo que hace el magisterio de la Institución que pretende ser cristiana?
Veremos si responde nuestro amigo Fegna.
Mis respetos
 
Cuarta cuestión.-

Si como hemos visto en la anterior temática sobre la misa con el llamado sacramento de la partición del pan y del vino que, además, se le añade que se trata de un sacrificio, se hace obviamente necesario un sacrificador, es decir, un "sacerdote" que es lo que significa sacrificador.
A fin de que el lector entienda la argumentación que vamos a verter en este epígrafe es necesario advertirle que el protestantismo no acepta nada como base doctrinal nada que se aparte de la enseñanza Apostólica la cual está contenida en el Nuevo Testamento. Aquellos que escribieron todo cuanto hay en dicho Nuevo Testamento todos fueron Apóstoles de Cristo, con la excepción de Lucas y el autor de la Carta a los Hebreos, pero sus escritos fueron tenidos por inspirados por el mismo Espíritu que inspiró al resto. Además, el sustantivo "Apóstol" significa "testigo" y un testigo es alguien que ha presenciado algo determinado, de lo cual da su testimonio. Siendo así hay que preguntar: ¿De que fueron testigos los apóstoles? De tres cosas fundamentales: de la predicación, de la muerte y de la resurrección de Cristo. Cuando dichos hechos ocurrieron muchos fueron testigos de su muerte (fue un acto público) mas aun los hubo de su predicación y muchos también lo fueron de su resurrección (1. Cor. 15:6) pero de las tres cosas juntas al completo solo los doce, además de Pablo. Como es natural un testigo no puede delegar su testimonio a nadie, así que la pretendida sucesión apostólica es una apropiación indebida de algo imposible. Lo que si se puede hacer es transmitir la enseñanza, la muerte y la resurrección de Cristo que nos han legado sus Testigos, pero sin añadir ni quitar nada de dicha enseñanza. Todo lo que se escribió después puede ser aceptable si se ciñe a la condición antes reseñada, pero cualquier tipo de doctrina que se aparte de ella no debe ser aceptada como doctrina cristiana. Usando las fórmulas de la Institución Católica diremos "sea anatema".
Después de esta obligada introducción, pasemos a analizar el sacerdocio católico a la luz de la revelación de Dios mediante sus apóstoles. El Magisterio Católico afirma que lo han recibido del mismo Cristo que fue constituido por Dios "Sacerdote Eterno según el Orden de Melquisedec", tal como fue profetizado en el Sal. 109:4 (Biblias Católicas o el 110:4 en las versiones protestantes) Eso está refrendado en el Nuevo Testamento Heb. 5:6 y 10; 6:20; 7:1, 10, 11, 15, 17, 21)
En tiempos de Cristo y en Israel había el sacerdocio llamado "aarónico". Estos sacerdotes lo eran en virtud de ser descendientes de Aarón, hermano de Moisés (Ex. 28:3-4)
Ahora bien, ¿dónde hay que enmarcar al sacerdocio católico? Según el orden de Aarón no es posible puesto que la condición es ser descendiente del mismo.
¿En el orden de Melquisedec? Observemos lo que se dice en Heb. 7:3 "Sin padre, sin madre, sin genealogía…" ¿Qué pueden significar estas palabras? Tengamos presente que Abraham conoció a Melquisedec, que era el Rey de Salem y tuvo padre y madre por lo que estas palabras sólo se puede aplicar a su Sacerdocio por lo que aplicado a esta peculiaridad viene a significar lo siguiente: Que no lo heredó como los descendientes de Aarón, ni tampoco lo transmitió a nadie. Lo de "sin genealogía" así lo sugiere. Por lo tanto, Cristo Jesús, constituido por Dios en sacerdote eterno según el orden de Melquisedec tampoco lo transmite a nadie.
Puede que algún católico conocedor de la Sagrada Escritura sacara a relucir lo que dice Pedro en una de sus cartas (1ª Pedro 2:9) donde escribió: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable…" Y también en 2:5 donde escribió: "vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo".
Aquí hay dos aspectos a tener en cuenta: El primero de ellos es que se dirige a TODOS los creyentes y no a una casta determinada de ellos. No distingue entre "clero" y "laicos". El segundo aspecto y cuando habla de ofrecer sacrificios espirituales (sacrificios que pueden ofrecer todos y cada uno de los creyentes) sería forzar a Pedro a decir lo que no dice puesto que en el verso nueve dice que somos sacerdotes y nación santa para un fin determinado PARA ANUNCIAR LAS VIRTUDES DE AQUEL QUE NOS LLAMÓ DE LAS TINIEBLAS A LA LUZ. Este es el sacrificio que nos toca anunciar, es decir, el Sacrificio de Cristo.
Para verlo mas claro vayamos a la Carta a los Hebreos en 10:12-18 "Pero, Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
Sigamos con el 18: "Pues donde hay remisión de éstos, no hay mas ofrenda por el pecado"

La pregunta que surge es inevitable cuando el magisterio católico afirma que la misa es la REPETICION DEL SACRIFICIO DE CRISTO REALIZADO POR EL SACERDOTE OFICIANTE, ¿Quién dice la verdad, dicho magisterio o el magisterio de la palabra de Dios? Esta dice que Jesús con un SOLO SACRIFICIO POR LO PECADOS, se ha sentado a la diestra de Dios, y que CON UNA SOLA OFRENDA HIZO PERFECTOS PARA SIEMPRE A LOS SANTIFICADOS, para finalizar diciendo que NO HAY MAS OFRENDA POR EL PECADO.

¿A quien creer?
 
¿A quien creer?


Esa pregunta ya se la hicieron los discípulos a Cristo:


Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.(Juan 6:68-69)


Y el mismo Pedro y los apóstoles dijeron en Hechos 5:29

Es necesario obedecer a Dios ANTES QUE A LOS HOMBRES


¿A quien seguirás a Cristo o a la organización romana?....De esa decisión que tomes aquí, podrás lamentarte o gozarte POR TODA LA ETERNIDAD.

Dios te guie a tomar la decisión correcta.

Maripaz
 
Parece ser que ni Fegna, ni ningún otro católico puede responder a la clara acusación de que la Institución en la cual militan ha mutilado el decálogo.
Seria interesante el ver con que tipo de argumentos defienden semejante cuestión.
Afectuosamente
 
Quinta cuestión.-

Después de las temáticas que hemos ido desarrollando, especialmente la última, viene a propósito comentar como se consigue la salvación. Las dos últimas frases del tema anterior a este fueron:
"…Con una sola ofrenda (la de Jesús el Cristo) hizo perfectos para siempre a los santificados" … "pues donde hay remisión de éstos, no hay mas ofrenda por el pecado".
Ahora la pregunta que se impone, es: ¿cómo conseguir ser "santificado"?. El que escribió la Carta a los Hebreos nos habla de aquello que Dios, mediante Cristo, ha hecho, pero ahora nos conviene conocer el cómo lo que él ha hecho se nos puede aplicar a cada uno de nosotros de una manera directa e individual. También citamos la frase del Apóstol Pedro, que encontramos en el libro de los Hechos 4:12: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que posamos ser salvos".
Entonces de lo que se trata es ir a Jesús porque según Pedro apóstol no hay otro en quien podamos conseguir la salvación; una salvación ganada por su sacrificio que es la ofrenda por el pecado que hemos citado anteriormente.
Mediante lo dicho ya sabemos la parte que Jesucristo ha realizado para nuestra salvación y ahora nos falta conocer cual es nuestra parte a fin de que se haga realidad en nuestra vida.
La tesis católica al respecto es que para conseguir eso necesitamos unos méritos que nos hagan dignos de dicha salvación. Ahora bien, cabe precisar la clase de méritos que debemos adquirir a fin de que hagan posible que los de Cristo nos sean aplicados.
El primero de ellos es el de guardar la ley de Dios que, resumiéndola, es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Ahora bien, como todo hombre es pecador, también le es necesario una serie de puntos de apoyo que hagan posibles dos cosas: la fuerza necesaria para poder cumplir la ley y en segundo lugar el perdón de los pecados cometidos a pesar de los mentados puntos de apoyo. La Iglesia enseña que eso se consigue mediante la aceptación y práctica de los sacramentos. Además de estos también recomienda una larga serie de prácticas penitenciales: peregrinaciones, jubileos, sacrificios personales, la caridad y un largo etc. Todo eso parece bueno y positivo pero, ¿qué es lo que dice la enseñanza apostólica? La que encontramos en el Nuevo Testamento porque, en definitiva, es la que ofrece una mayor garantía.
Vamos a contrastar la primera citada, el guardar la ley:
Pablo, Apóstol de Jesucristo, escribió en su carta dirigida a los creyentes de Roma (Rom. 3:20) "…ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él…" y en el verso 3:23 añade: "por cuanto todos pecaron están destituidos de la gloria de Dios". También en la carta a los creyentes cristianos de la Galacia escribió: (Gál. 3:10) "Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas lasa cosas escritas en el libro de a ley, para hacerlas".
No nos paremos aquí. Vayamos, además, a lo que dijo el mismo Jesús. Lucas, en su evangelio (17:10) escribió lo que Jesús dijo al respecto: "Así, también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decir: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos". Si eso es así, y no cabe dudar de las palabras de Jesús, cumpliendo toda la ley aun seríamos inútiles. Pero, que pasa si no la cumplimos. Eso nos lo responde Pablo en la carta a los romanos 6:23. donde afirma: "Porque la paga del pecado es muerte"
De todo eso se deduce claramente que nada podemos hacer para compensar nuestro pecado, puesto que el pecado produce la muerte espiritual y entonces… ¿qué es lo que pueden hacer los muertos?
Así, pues, todo lo que enseña la iglesia católica resulta inútil para conseguir la salvación. Ni los sacramentos ni nada, toda vez que el pecado ha matado a aquel que practica todo eso y la única cosa que hacen los muertos es descomponerse. Puede que exteriormente no se refleje esta realidad, pero Jesús fue contundente al denunciarlo y por ello encontramos sus fuertes palabras en Mat. 23:27-28 ¡Ay de vosotros…! porque sois semejantes a los a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos muertos y de toda inmundicia. Así, también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad".

Entonces, ¿cuál es la solución?
En primer lugar es estimulante para nuestra fe encontrar que ya en el Antiguo Testamento se nos da la solución. En el libro de Ezequiel cap. 37 leemos lo siguiente: "La mano del Señor se posó sobre mí y el espíritu del Señor me llevó, dejándome en un valle todo lleno de huesos. Me los hizo pasar revista: eran muchísimos los que había en la cuenca del valle, estaban calcinados. Entonces me dijo:
Hijo de Adán, ¿podrán vivir esos huesos?
Contesté:
Tú lo sabes, Señor.
Me ordenó:
Conjura así a esos huesos: Huesos calcinados, escuchad la palabra del Señor. Esto dice el Señor a esos huesos: Yo os voy a infundir espíritu para que viváis. Os injertaré tendones, os haré criar carne; tensaré sobre vosotros la piel y os infundiré espíritu para que reviváis. Así sabréis que yo soy el Señor" (Versión: Nueva Biblia Española)

¿Qué podían hacer aquellos huesos para revivir? Nada de nada, ni siquiera les era posible pedirlo al Señor. Toda la acción parte de la voluntad de Dios que quiso que viviesen y vivieron.
Este es el caso de todos aquellos que han incumplido la ley de Dios. No hay el menor escape, la mínima posibilidad de cambiar el inexorable destino de la consecuencia que cita Pablo: "La paga del pecado es la muerte"
Ahora bien, la pregunta persiste: ¿Cómo acceder a ello? ¿Cómo nos puede ser posible estar entre aquellos huesos muertos?
A pesar de ser contados entre los huesos muertos, Dios ha hecho milagrosamente posible que podamos oír su voz, su llamada. "huesos calcinados, escuchad la palabra del Señor". Os daré vida. Puede hacerlo puesto que es el Señor tanto de la vida como de la muerte. Ahora bien, aquí surge una fuerte dificultad, porque el darnos vida significa pasar por alto nuestras transgresiones y con ello nos muestra su amor, pero no su justicia. Dios, precisamente por ser justo, no puede pasar por alto su propia justicia. Claramente dijo que el hombre pecador está bajo la maldición de la ley por causa de su pecado. ¿Pasará Dios, por encima de su justicia? No puede hacerlo. ¿Entonces?
Aquí es donde interviene Jesucristo ¡I de que manera! Veamos lo que Pablo dice al respecto, en Gálatas Cap. 3:13. "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque esta escrito: Maldito todo el que es colgado de un madero) Con estas últimas palabras Pablo está citando la sentencia que se encuentra en el libro de Deuteronomio Cap. 21 verso 23.
Así él dio su vida por la mía y por la tuya, amigo lector. Es decir, vida por vida. Además, cargo con la maldición que nos corresponde a ti y a mí, es decir, maldición por maldición. Pero, ni tú ni yo podíamos pedir semejante cosa a Dios. Tampoco lo merecíamos y si no lo merecíamos y a pesar de ello lo ha hecho a nuestro favor, muestra con esta acción que se trata de un regalo. Veamos lo que dice el Apóstol Pablo al respecto: En su Carta a los Efesios cap. 2:4-9 dice lo siguiente:
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros (tú y yo) muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe".

Este es el regalo, pero, ¿qué hay que hacer ante un regalo? Solo hay dos opciones. Aceptarlo o despreciarlo. Tengamos presente que un regalo se ofrece a alguien porque le amamos puesto que si lo ofreciéramos en atención a unos méritos sería un premio y no un regalo.

Ahora, visto eso, alguien podría argumentar: Eso es muy fácil. Aceptar el regalo y ya está, sin poner nada de mi parte.
La respuesta es: ¿Fácil? No tiene nada de fácil, puesto que hay que renunciar a una de las cosas que tenemos más arraigadas en nuestra personalidad: El propio ego. Es decir, nuestro orgullo personal que nos empuja a decir: Acepto el regalo de Dios, pero a mi vez he de contraer unos méritos que justifiquen dicho regalo dado a mí y no a otro. La respuesta de Jesús es clara al respecto: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" El sabía que habría muchos dispuestos a tomar su cruz a fin de adquirir unos méritos, pero pocos serían capaces de la primera parte, la de negarse a sí mismo. ¿Y que es negarse a sí mismo? Es presentarse ante el tribunal de Dios y decir: Señor, vengo a ti con las manos vacías, no tengo ningún mérito que pueda alegar en defensa de mí mismo. Sólo confío en los méritos de Jesucristo.
Muchos son los que han estado, y están, cerca de la verdad, pero les es imposible dar este último y definitivo paso. Su ego no se lo permite porque en todo desean ser los protagonistas. Protagonistas mediante sus aportaciones a los méritos de Jesús.
¿Y qué pueden aportar los muertos?

Dejo la respuesta a tu consideración