Re: Origen divino de la Iglesia
Voy a mi trabajo, regresando continuaré refutando estas falsedades y peores barbaridades.
La Iglesia de los tres primeros siglos NO tenia santos a los cuales arrodillarse y ofrecerles oraciones... esa es la antigua Iglesia Universal
(Comprobemos que la veneración de santos es más antigua que el año 375, como dice el mito protestante:
Josué 22, 32: ”Sucedió que estando Josué cerca de Jericó, levantó los ojos y vio a un hombre plantado frente a él con una espada desnuda en la mano. Josué se adelantó hacia él y le dijo: «¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos?» Respondió: «No, sino que soy el jefe del ejército de Yahvé. He venido ahora.» Cayó Josué rostro en tierra, se prosternó y dijo: «¿Qué dice mi Señor a su siervo?»
1 Reyes 18, 3.7: “ Ajab llamó a Abdías, que estaba al frente de la casa - Abdías era muy temeroso de Yahvé... Estando Abdías en camino, le salió Elías al encuentro. Le reconoció y cayó sobre su rostro y dijo: ¿Eres tú Elías, mi señor?»
Una vez más recordemos a los 24 ancianos del Apocalipsis que están ante el que se sienta sobre el trono y el cordero, los cuales tienen copas con las oraciones de los santos: ello indica que los santos del cielo reciben las oraciones de los de la tierra y que pueden presentarlas ante Dios:
"Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos" (Ap 5,8).
La Iglesia de los tres primeros siglos No se dirigía a la Virgen Maria como intercesora, rezándole oraciones de memoria... esa es la antigua Iglesia Universal
(En los tres primeros siglos la veneración a María está incluida fundamentalmente dentro del culto a su Hijo.Un Padre de la Iglesia resume el sentir de este primigenio culto mariano refiriéndose a María con estas palabras: «Los profetas te anunciaron y los apóstoles te celebraron con las más altas alabanzas».<o></o
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De estos primeros siglos sólo pueden recogerse testimonios indirectos del culto mariano. Entre ellos se encuentran algunos restos arqueológicos en las catacumbas, que demuestran el culto y la veneración, que los primeros cristianos tuvieron por María.<o></o
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Tal es el caso de las pinturas marianas de las catacumbas de Priscila: en una de ellas se muestra a la Virgen nimbada con el Niño al pecho y un profeta (quizá Isaías) a un lado; las otras dos representan la Anunciación y la Epifanía.<o></o
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Todas ellas son de finales del siglo II. En las catacumbas de San Pedro y San Marceliano se admira también una pintura del siglo III/IV que representa a María en medio de S. Pedro y S. Pablo, con las manos extendidas y orando.<o></o
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Una magnífica muestra del culto mariano es la oración “Sub tuum praesidium” (Bajo tu amparo nos acogemos) que se remonta al siglo III-IV, en la que se acude a la intercesión a María.<o></o
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Los Padres del siglo IV alaban de muchas y diversas maneras a la Madre de Dios. San Epifanio, combatiendo el error de una secta de Arabia que tributaba culto de latría a María, después de rechazar tal culto, escribe: «¡Sea honrada María! !Sea adorado el Señor!».<o></o
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La misma distinción se aprecia en San Ambrosio quien tras alabar a la « Madre de todas las vírgenes» es claro y rotundo, a la vez, cuando dice que «María es templo de Dios y no es el Dios del templo» , para poner en su justa medida el culto mariano, distinguiéndolo del profesado a Dios.<o></o
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Hay constancia de que en tiempo del papa San Silvestre, en los Foros, donde se había levantado anteriormente un templo a Vesta, se construyó uno cuya advocación era Santa María de la Antigua. Igualmente el obispo Alejandro de Alejandría consagró una Iglesia en honor de la Madre de Dios. Se sabe, además, que en la iglesia de la Natividad en Palestina, que se remonta a la época de Constantino, junto al culto al Señor, se honraba a María recordando la milagrosa concepción de Cristo.
En la liturgia eucarística hay datos fidedignos mostrando que la mención venerativa de María en la plegaria eucarística se remonta al año 225 y que en las fiestas del Señor -Encarnación, Natividad, Epifanía, etc.- se honraba también a su Madre. Suele señalarse que hacia el año 380 se instituyó la primera festividad mariana, denominada indistintamente «Memoria de la Madre de Dios», «Fiesta de la Santísima Virgen», o «Fiesta de la gloriosa Madre».
El primer Padre de la Iglesia que escribe sobre María es San Ignacio de Antioquía (+ c. 110), quien contra los docetas, defiende la realidad humana de Cristo al afirmar que pertenece a la estirpe de David, por nacer verdaderamente de María Virgen.<o></o
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Fue concebido y engendrado por Santa María; esta concepción fue virginal, y esta virginidad pertenece a uno de esos misterios ocultos en el silencio de Dios.<o></o
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En San Justino (+ c. 167) la reflexión mariana aparece remitida a Gen 3, 15 y ligada al paralelismo antitético de Eva-María.<o></o
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En el Diálogo con Trifón, Justino insiste en la verdad de la naturaleza humana de Cristo y, en consecuencia, en la realidad de la maternidad de Santa María sobre Jesús y, al igual que San Ignacio de Antioquía, recalca la verdad de la concepción virginal, e incorpora el paralelismo Eva-María a su argumentación teológica.<o></o
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Se trata de un paralelismo que servirá de hilo conductor a la más rica y constante teología mariana de los Padres.<o></o
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San Ireneo de Lyon (+ c. 202), en un ambiente polémico contra los gnósticos y docetas, insiste en la realidad corporal de Cristo, y en la verdad de su generación en las entrañas de María. Hace, además, de la maternidad divina una de las bases de su cristología: es la naturaleza humana asumida por el Hijo de Dios en el seno de María la que hace posible que la muerte redentora de Jesús alcance a todo el género humano. Destaca también el papel maternal de Santa María en su relación con el nuevo Adán, y en su cooperación con el Redentor.<o></o
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En el Norte de África Tertuliano (+ c. 222), en su controversia con el gnóstico Marción), afirma que María es Madre de Cristo porque ha sido engendrado en su seno virginal.<o></o
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En el siglo III se comienza a utilizar el título Theotókos (Madre de Dios). Orígenes (+ c. 254) es el primer testigo conocido de este título. En forma de súplica aparece por primera vez en la oración Sub tuum praesidium. que –como hemos dicho anteriormente- es la plegaria mariana más antigua conocida. Ya en el siglo IV el mismo título se utiliza en la profesión de fe de Alejandro de Alejandría contra Arrio.)
La Iglesia de los tres primeros siglos NO confesaba pecados a una sacerdote...esa es la antigua Iglesia Universal
(San Ambrosio dice acerca de las dos conversiones que, «en la Iglesia, existen el agua y las lágrimas: el agua del Bautismo y las lágrimas de la Penitencia» (Epistula extra collectionem 1 [41], 12). <o></o
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«Tengamos los ojos fijos en la sangre de Cristo y comprendamos cuán preciosa es a su Padre, porque, habiendo sido derramada para nuestra salvación, ha conseguido para el mundo entero la gracia del arrepentimiento» (San Clemente Romano, Epistula ad Corinthios 7, 4).
Es importante aclarar que aunque la confesión auricular como la conocemos hoy pudo haberse ido desarrollando en su forma exterior a través del tiempo, su esencia, radica en el hecho reconocido de la reconciliación del pecador por medio de la autoridad de la Iglesia, habiendo existido desde que Cristo otorgó dicho poder a los apóstoles, existe desde tiempos apostólicos.
Examinemos la Didajé (60-160 d.C) considerada uno de los más antiguos escritos cristianos no-canónicos y que antecede por mucho a la mayoría de los escritos del Nuevo Testamento. Estudios recientes señalan una posible fecha de composición anterior al 160 d.C. Dicho documento es particularmente insistente en requerir la confesión de los pecados antes de recibir la Eucaristía.<o></o
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"En la reunión de los fieles confesarás tus pecados y no te acercarás a la oración con conciencia mala."<o></o
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En la Didajé tenemos un temprano testimonio histórico opuesto a la posición protestante de confesar los pecados directamente a Dios.<o></o
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Testimonio de Orígenes (185-254 d.C) padre de la Iglesia, teólogo y comentarista bíblico. Vivió en Alejandría hasta el 231. Afirma que luego del bautismo hay medios para obtener el perdón de los pecados cometidos luego de este. Entre ellos enumera la penitencia, la remisión de pecados por medio de la penitencia, cuando no se retiene de declarar su pecado al sacerdote del Señor ni de buscar la medicina, a la manera del que dice "Ante el Señor me acusaré a mi mismo de mis iniquidades, y tú perdonarás la deslealtad de mi corazón." Orígenes admite una remisión de pecados a través de la penitencia y la confesión ante un sacerdote. Afirma que es el sacerdote quien decide si los pecados deben ser confesados también en público. También reconoce que todos los pecados pueden ser perdonados.<o></o
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Declaraciones de Tertuliano un apologeta y escritor eclesiástico, un testigo sin igual que nos informa sobre la práctica primitiva de la penitencia en la Iglesia, escribe De paenitentia (aproximadamente en el año 203 d.C. siendo todavía católico). Habla aquí de una segunda penitencia que Dios "ha colocado en el vestíbulo para abrir la puerta a los que llamen, pero solamente una vez, porque ésta es ya la segunda" <o></o
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En los textos de Tertuliano se ve un entendimiento diáfano de cómo el creyente que ha caído en pecado luego del bautismo tiene necesidad del Sacramento de la Penitencia y expresa el temor de que éste sea mal entendido por los débiles como un medio para seguir pecando y obtener nuevamente el perdón: Tertuliano habla de "pedir" la penitencia, descartando la posibilidad de limitarse a una confesión directa con Dios. Esto lo explica cuando afirma que para alcanzar el perdón el penitente debe someterse a la έξομολόγησις, o confesión pública, y adicionalmente cumplir los actos de mortificación (capítulos 9-12).<o></o
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Registro de San Cipriano (258 d.C) nació hacia el año 200, probablemente en Cartago, de familia rica y culta, abrazó el cristianismo hacia el año 246 d.c. Poco después, en 248 d.C., fue elegido obispo de Cartago; es un claro expositor de la conciencia de la Iglesia de haber recibido de Cristo el poder de perdonar pecados También deja un testimonio claro del deber de confesar el pecado mientras haya tiempo y mientras esta confesión pueda ser recibida por la Iglesia:<o></o
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Hay muchos más de antes del siglo III)<o></o
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La Iglesia de los tres primeros siglos NO ofrecía misas a los difuntos, ni a nadie...esa es la antigua Iglesia Universal
La Iglesia de los tres primeros siglos NO vendía o compraba bulas o indulgencias... esa es la antigua Iglesia Universal
Etc.
Por cierto, todo lo que ocupe tu corazón, antes que Dios es un ÍDOLO, y en la ICAR, Maria, el Papa, el Magisterio, Los Santitos, el padre trampitas, etc... esta antes que Dios.
Y si no me crees, ve nada mas las barbaridades que vienes y pegas aquí a este foro cristiano
Voy a mi trabajo, regresando continuaré refutando estas falsedades y peores barbaridades.