Yo no soy profeta.
Simplemente estudio la biblia como cualquiera y no soy ningún escogido.
Todo lo que enseño lo podés encontrar en las escrituras.
Quise decir que hombre no es un nombre sino una especie.
Y está especie está formada por dos sexos.
No hay dos especies sino una sola.
Pero en Jesús no hay mezclas.
Dios enseñó a no mezclar.
Ni siquiera hilos.
Jesús no es una mezcla o híbrido entre la divinidad y la humanidad.
El es todo Dios hecho todo hombre.
No me preguntes cómo lo hizo porque no lo sé.
Y María lo concibió por el poder del Espíritu Santo y no de ella.
Jesús aunque es hombre no sale de la raza humana y de la tierra, sino que es Dios venido en carne.
Salió de Dios y vino al mundo.
No salió de José pero tampoco de María.
María le concibió de Dios, lo alimentó y lo dió a luz.
Todos sabemos que ella era virgen cuando quedó en cinta y no la tocó ningún hombre, ni su esposo.
Y si era virgen entonces el bebé vino de Dios y del cielo.
Gracias Salmo51. Veo sinceridad en tus palabras y es de agradecer hoy día. El Señor dijo a sus discípulos que predicaran el arrepentimiento, en verdad hay cosas que aunque pueden ayudarnos a entender mejor el plan que Dios tiene para nosotros, a veces pueden hacer que nos perdamos o que perdamos el verdadero sentido de lo que el Señor espera de nosotros. Espero te gusten estas citas. Tal vez las reconozcas o tal vez no.
5 Porque he aquí que viene el tiempo, y no está muy distante, en que con poder, el Señor Omnipotente que reina, que era y que es de eternidad en eternidad, descenderá del cielo entre los hijos de los hombres; y morará en un tabernáculo de barro, e irá entre los hombres efectuando grandes milagros, tales como sanar a los enfermos, levantar a los muertos, hacer que los cojos anden, y que los ciegos reciban su vista, y que los sordos oigan, y curar toda clase de enfermedades.
6 Y echará fuera los demonios, o los malos espíritus que moran en el corazón de los hijos de los hombres.
7 Y he aquí, sufrirá tentaciones, y dolor en el cuerpo, hambre, sed y fatiga, aún más de lo que el hombre puede sufrir sin morir; pues he aquí, la sangre le brotará de cada poro, tan grande será su angustia por la iniquidad y abominaciones de su pueblo.
8 Y se llamará Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio; y su madre se llamará María.
9 Y he aquí, él viene a los suyos, para que la salvación llegue a los hijos de los hombres, mediante la fe en su nombre; y aun después de todo esto, lo considerarán como hombre, y dirán que está endemoniado, y lo azotarán, y lo crucificarán.
10 Y al tercer día resucitará de entre los muertos; y he aquí, se presenta para juzgar al mundo; y he aquí, todas estas cosas se hacen para que descienda un justo juicio sobre los hijos de los hombres.
11 Pues he aquí, y también su sangre expía los pecados de aquellos que han caído por la transgresión de Adán, que han muerto sin saber la voluntad de Dios concerniente a ellos, o que han pecado por ignorancia.
12 ¡Mas ay, ay de aquel que sabe que se está rebelando contra Dios! Porque a ninguno de estos viene la salvación, sino por medio del arrepentimiento y la fe en el Señor Jesucristo.
13 Y el Señor Dios ha enviado a sus santos profetas entre todos los hijos de los hombres, para declarar estas cosas a toda familia, nación y lengua, para que así, quienes creyesen que Cristo habría de venir, esos mismos recibiesen la remisión de sus pecados y se regocijasen con un gozo sumamente grande, aun como si él ya hubiese venido entre ellos.
14 Con todo, el Señor Dios vio que su pueblo era gente de dura cerviz, y les designó una ley, sí, la ley de Moisés.
15 Y les mostró muchas señales, y maravillas, y símbolos, y figuras, concernientes a su venida; y también les hablaron santos profetas referente a su venida; y sin embargo, endurecieron sus corazones, y no comprendieron que la ley de Moisés nada logra salvo que sea por la expiación de su sangre.
16 Y aun si fuese posible que los niños pequeños pecasen, no podrían salvarse; mas te digo que son benditos; pues he aquí, así como en Adán, o por naturaleza, ellos caen, así también la sangre de Cristo expía sus pecados.
17 Y además, te digo que no se dará otro nombre, ni otra senda ni medio, por el cual la salvación llegue a los hijos de los hombres, sino en el nombre de Cristo, el Señor Omnipotente, y por medio de ese nombre.
18 Pues he aquí, él juzga, y su juicio es justo; y el niño que muere en su infancia no perece; mas los hombres beben condenación para sus propias almas, a menos que se humillen y se vuelvan como niños pequeños, y crean que la salvación fue, y es, y ha de venir en la sangre expiatoria de Cristo, el Señor Omnipotente, y por medio de ella.
19 Porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor, y se vuelva como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente infligir sobre él, tal como un niño se somete a su padre.
20 Y además, te digo que vendrá el día en que el conocimiento de un Salvador se esparcirá por toda nación, tribu, lengua y pueblo.
21 Y he aquí, cuando llegue ese día, nadie, salvo los niños pequeños, será hallado sin culpa ante Dios, sino por el arrepentimiento y la fe en el nombre del Señor Dios Omnipotente.