Si el cristianismo nació del judaísmo, si Jesús era judío, si los apóstoles eran judíos, si los primeros cristianos eran judíos, ¿en qué universo paralelo es lógico pensar que el culto y veneración de imágenes es parte de la fe apostólica, tal como fue declarado en el II Concilio de Nicea?
Aquí tenemos una situación tan ridícula que solo la ceguera dogmática puede sostenerla. A los católicos les encanta hablar de la “tradición apostólica”, pero parece que se les olvida un detalle fundamental: los apóstoles (de donde viene su tradición apostólica) ¡eran judíos! y los judíos no veneraban imágenes, ni las sacaban en procesión, ni les prendían veladoras o quemaban incienso, sería una cosa escandalosa haber encontrado a un judío postrado ante una imagen excusándose que esta era el “prototipo” y que por tanto su oración no era a la imagen, sino a Elias, a quien representaba.
No hay forma de tomar eso en serio, es simplemente ajeno al comportamiento religioso de los judíos.
Entonces, ¿de dónde sacaron los papistas la idea de que besar estatuas, sacar muñecos roñosos en procesión y arrodillarse ante imágenes es “fe apostólica”?
La respuesta es simple: del paganismo romano, no del cristianismo primitivo.
A ello, les dice Pablo: "Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios." (1 Corintios 10:19)