Re: Misa Antibiblica
Pont-Max dijo:
Creo muy conveniente comenzar con la creencia católica en relación a la misa.
Catecismo 1367
“En este divino sacrificio que se realiza en la Misa, este mismo Cristo, que se ofreció a sí mismo una vez de manera cruenta ante el altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera no cruenta”.
La enseñanza contenida en el texto del numeral 1367 del catecismo dice en su manera completa lo siguiente:
1367 El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio: “Es una e idéntica la víctima que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, la que se ofreció así misma entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de ofrecer”: “En este divino sacrificio que se realiza sobre el altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera no cruenta.”
Lo cual, parafraseado, dice que el sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio porque la víctima es una e idéntica. El sacrificio de Cristo fue cruento. En cambio, en el sacrificio de la Eucaristía está contenida la víctima inmolada, aunque no de manera cruenta.
Catecismo 1364
“Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, hace memoria de la pascua de Cristo y ésta se hace presente: el sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual: ‘Cuantas veces se renueva en el altar el sacrificio de la cruz, en el que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado, se realiza la obra de nuestra redención”.
Así pues, dice el catecismo, parafraseado, que cada vez que se realiza la misa se perdonan los pecados, ya que es la repetición o “renovación” del sacrificio de Cristo en la cruz.
La enseñanza contenida en el texto del numeral 1364 del catecismo dice en su manera completa lo siguiente:
1364 El memorial recibe un sentido nuevo en el Nuevo Testamento. Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, hace memoria de la Pascua de Cristo y ésta se hace presente: el sacrificio que Cristo ofreció de una sola vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual: “Cuantas veces se renueva en el altar el sacrificio de la cruz, en el que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado, se realiza la obra de nuestra redención.”
Lo cual, parafraseado, dice que cuando se celebra la Eucaristía la Iglesia hace memoria de la Pascua de Cristo que se hace presente. Por medio de esa Eucaristía, el sacrificio que Cristo ofreció una sola vez en la cruz permanece actual.
Veamos qué dice la Biblia.
Hebreos 9:24, 25 y 26
Porque Cristo no entró en un lugar Santísimo hecho de manos, figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios a nuestro favor. Tampoco entró para ofrecerse muchas veces a sí mismo, como entra cada año el sumo sacerdote en el lugar Santísimo con sangre ajena. De otra manera, le habría sido necesario padecer muchas veces desde la fundación del mundo. Pero ahora, él se ha presentado una vez para siempre en la consumación de los siglos, para quitar el pecado mediante el sacrificio de sí mismo.
Hebreos 10:8, 9, 10, 11 y 12
Habiendo dicho arriba: Sacrificios, ofrendas y holocaustos por el pecado no quisiste ni te agradaron (cosas que se ofrecen Según la ley), luego dijo: ¡Heme Aquí para hacer tu voluntad! El quita lo primero para establecer lo segundo. Es en esa voluntad que somos santificados, mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Todo sacerdote se ha presentado, día tras día, para servir en el culto y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios que nunca pueden quitar los pecados. Pero éste, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios...
1 Pedro 3:18
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu.
La Biblia afirma que Cristo se ofreció una vez para siempre por los pecados. Tan simple como eso. Y declara además que no tiene ninguna necesidad de repetir su sacrificio por nosotros:
Hebreos 7:27
El no tiene cada día la necesidad, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
Cada uno de esos textos bíblicos trata sobre el sacrificio cruento que el Señor ofreció una vez para siempre en la cruz. Ese sacrificio cruento no puede ser repetido por nadie. Sin embargo, esos mismos textos no hacen una sola referencia sobre las enseñanzas de Jesús sobre comer el pan y beber de la copa, su carne y su sangre, para tener vida eterna.
Pero el catecismo dice:
Catecismo 1405: “En efecto, cada vez que se realiza este misterio, ‘se realiza la obra de nuestra redención’...”
Estimados amigos católicos, ¿hay alguna dificultad para entender esta enseñanza bíblica? Lean completos los capítulos de Hebreos 8, 9 y 10. Tan solo con esto podría estar contestada la cuestión del epígrafe.
Efectivamente, el numeral 1405 dice lo siguiente:
1405 De esta gran esperanza, la de los “cielos nuevos” y la “tierra nueva” en los que habitará la justicia (2 Pe 3, 13), no tenemos prenda más segura, signo más manifiesto que la Eucaristía. En efecto, cada vez que se celebra este misterio, “se realiza la obra de nuestra redención” y “partimos un mismo pan que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, sino para vivir en Jesucristo para siempre.”
Y para entender eso debes leer detenidamente las palabras de Jesús sobre el comer el pan y beber de la copa, su carne y su sangre, a la luz del Evangelio de Juan, aplicadas en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, y por el apóstol Pablo en 1 Corintios. Los textos a los que te refieres, Hebreos 8, 9, 10… no van, ya que no hacen una sola mención sobre el tema del pan y el vino, cuerpo y sangre de Cristo.
Pero, ¿cómo se origina esta creencia de la renovación del sacrificio en la misa? Sí, claro que lo sabemos, basada en las palabras de Jesús a los apóstoles:
Mateo 26:26-28 y Marcos 14:23,24
Mientras ellos comían, Jesús tomó pan y lo bendijo; lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo: --Tomad; comed. Esto es mi cuerpo. Tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio diciendo: --Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del pacto, la cual es derramada para el perdón de pecados para muchos.
Un versículo después, en Mateo 26:29 y Marcos 14:25 dice:
Pero os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
Claro que el Señor dijo que ÉL no beberá mas de ese fruto; sin embargo, no dijo que sus discípulos y demás miembros de la Iglesia no lo volverían beber. Pablo nos dice que CADA VEZ que lo hacemos estamos proclamando la muerte del Señor hasta que regrese.
Jesús dice también “hagan esto en memoria de mí”. La iglesia católica interpreta estos pasajes como indicación de repetir la cena, pero va más allá al sostener que cada vez que lo hace se renueva el sacrificio de Cristo “de manera no cruenta”, y que “se realiza la obra de nuestra redención.” Esto es completamente falso, como vimos en los versículos de Hebreos.
No es falso porque Cristo, cuando da a sus discípulos el pan y el vino, su carne y su sangre, dice claramente palabras similares a estas:
“Tomad y comed: esto es mi cuerpo que es entregado por vosotros” (no cruento)
“Bebed todos de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados.” (no cruento)
Lo cual es reiterado más adelante por el apóstol Pablo en 1 Corintios.
Hay todavía más. Una completa ignorancia de lo que son los géneros literarios, y las figuras simbólicas usadas en la Biblia. Si tuviéramos que creer lo que la iglesia dice, nosotros estaríamos comiendo literalmente a Cristo cada vez que participamos en la misa, pues según sus dogmas, en la eucaristía el pan (la hostia) y el vino se convierten mágicamente en la verdadera carne y sangre de Jesucristo. Esto es ridículo, y peor, sugerir que Cristo se convierte en una hostia cada vez que el sacerdote oficia la misa. Esto es blasfemia. Pero no nos desviemos del tema del epígrafe.
No sugerimos que Cristo se convierta en una hostia. Es al revés: sugerimos que la hostia se convierte en el cuerpo de Cristo. Sí, yo sé que es lenguaje duro y que nadie quiere escucharlo, y precisamente a causa de esta enseñanza fue que MUCHOS de los discípulos que seguían a Jesús y sus enseñanzas le dieron la espalda (Jn 6:59-66).
En otros pasajes bíblicos se dice que “quien no come la carne del Hijo del Hombre y no bebe su sangre no tiene vida eterna”. Los católicos creen literalmente que tienen que hacer esto para tener vida eterna, por mandamiento expreso del propio Jesús.
No es esto lo que significa. Jesús emplea lenguaje simbólico en sus enseñanzas, baste recordar las parábolas. Jesús en la última cena, estaba haciendo una representación simbólica de lo que pronto iba a hacer en la cruz del calvario:
Tomad; comed. Esto es mi cuerpo. Tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio diciendo: --Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del pacto, la cual es derramada para el perdón de pecados para muchos.
¡A eso se refería Nuestro Señor! No a tomar parte en un banquete canibalístico. Eso es absurdo. Jesús daba gracias a Dios siempre que comía, y en esa ocasión, estaba enseñando a los apóstoles a hacer lo mismo. Eso es exactamente lo que la palabra eucaristía significa: acción de gracias.
El asunto es que los judíos murmuraban entre sí, diciendo y pensando eso mismo que tú has expresado:
“¿Cómo puede éste darnos a comer carne?” (Jn 6:52)
Estos judíos entendieron correctamente el mensaje del Señor, pero se negaron a aceptarlo. El Señor no cambió ni corrigió su mensaje, sino insistió diciéndoles lo mismo:
“En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día.” (Jn 6:53-54)
En numerosas partes de la Escritura leemos que somos salvos por creer en Jesucristo, no por comer algo, ni siquiera su cuerpo. Jesús dice que él es la puerta, la vid, la luz, la estrella resplandeciente de la mañana... ¿Es Jesús literalmente alguna de esas cosas? No. Es lenguaje literario usado en la Biblia.
Si decimos que somos salvos por creer en Jesucristo, debemos creer TODO lo que nos dice, incluyendo:
“En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día.” (Jn 6:53-54)
Y cuando la Biblia dice “comer el libro”, como en Apocalipsis, o “comer la carne y beber la sangre de Cristo para vida eterna”, significa creer, aceptar.
¿En qué parte de la Biblia dice Cristo que comer su carne y beber su sangre significa sólo “creer y aceptar”?
No, Cristo no dijo eso sobre su carne y su sangre. Según la Biblia, cuando Cristo decía eso de comer su carne y beber su sangre, te daba dos cosas, un pedazo de pan y una copa de vino para que los consumieras, diciéndote: “Come, este es mi cuerpo… Bebe, esta es mi sangre.” Punto. Si de verdad le creías, se lo aceptabas. Si no le creías, le dabas la espalda y te largabas.
Juan 6:31 - 35
Nuestros padres comieron el Maná en el desierto, como Está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
Por tanto Jesús les dijo: --De cierto, de cierto os digo que no os ha dado Moisés el pan del cielo, sino mi Padre os da el verdadero pan del cielo.
Porque el pan de Dios es aquel que desciende del cielo y da vida al mundo.
Le dijeron: --Señor, danos siempre este pan.
Jesús les dijo: --Yo soy el pan de vida. El que a Mí viene nunca Tendrá hambre, y el que en Mí cree no Tendrá sed Jamás.
Juan 6:40 – 63 CRUCIAL para comprender
40 Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el Día final.
41 Entonces los Judíos murmuraban de él porque Había dicho: "Yo soy el pan que Descendió del cielo."
42 Y Decían: --¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que ahora dice: "He descendido del cielo"?
43 Jesús Respondió y les dijo: --No murmuréis Más entre vosotros.
44 Nadie puede venir a Mí, a menos que el Padre que me Envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el Día final.
45 Está escrito en los Profetas: Y Serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oye y aprende del Padre viene a Mí.
46 No es que alguien haya visto al Padre, sino que aquel que proviene de Dios, éste ha visto al Padre.
47 De cierto, de cierto os digo: El que cree tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de vida.
49 Vuestros padres comieron el Maná en el desierto y murieron.
50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él no muera.
51 Yo soy el pan vivo que Descendió del cielo; si alguno come de este pan, Vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne.
52 Entonces los Judíos Contendían entre Sí, diciendo: --¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
53 Y Jesús les dijo: --De cierto, de cierto os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el Día final.
55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mí, y yo en él.
57 Así como me Envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, de la misma manera el que me come también Vivirá por Mí.
58 Este es el pan que Descendió del cielo. No como los padres que comieron y murieron, el que come de este pan Vivirá para siempre.
59 Estas cosas dijo en la sinagoga, cuando enseñaba en Capernaúm.
60 Entonces, al Oírlo, muchos de sus Discípulos dijeron: --Dura es esta palabra; ¿quién la puede Oír?
61 Sabiendo Jesús en Sí mismo que sus Discípulos murmuraban de esto, les dijo: --¿Esto os escandaliza?
62 ¿Y si vierais al Hijo del Hombre subir a donde estaba primero?
63 El Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son Espíritu y son vida.
¿Han leído todo completo? ¿Pueden ver claramente el lenguaje simbólico que Jesús está usando? Él es el pan de vida, todo el que lo come tiene vida eterna. Piensen por un momento esto, si Jesús hablaba literalmente, entonces significa que debemos comerlo a él, y con eso, no tendremos hambre ni sed realmente jamás. Y si hemos comido la hostia muchas veces, la cual es su supuesta carne y sangre reales, ¿cómo es que aún hemos sentido sed y hambre? ¿y cómo es que aún morimos?
No murmures. Si el Señor no hablaba literalmente, ¿porque MUCHOS de sus propios discípulos entendieron perfectamente eso de comer su carne y beber su sangre, y aún así decidieron darle la espalda por considerar ese lenguaje duro de escuchar?
Si el Señor no hablaba literalmente, ¿porqué no recapacitó y lo explicó de otra manera para que MUCHOS no se ofendieran por lo que decía sobre comer su carne y beber su sangre? ¿Porqué no les explicó que sólo significaba “creer y aceptar”?
Más aún: No dice que tenemos que comerlo muchas veces, aunque eso quieran hacernos creer por el pasaje de la última cena, y sin embargo, la iglesia enseña que debemos ir a “comulgar con Cristo” en la misa cada vez que se pueda.
Pero en tu caso, no lo comerías ni una sola vez con fe verdadera porque no crees en semejante cosa, ¿verdad?
Así que qué importa si otros lo comen muchas veces. ¿Porqué? Porque “creemos y aceptamos” que cada vez que lo hacemos, estamos proclamando la muerte del Señor hasta que regrese.
“Fíjense bien: CADA VEZ que comen este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor hasta que venga.” (1 Cor 11:26)
Además, si la iglesia toma LITERALMENTE esta enseñanza:
“Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.” (Jn 6:55)
Entonces pregunto, ¿por qué en las misas no se da el vino a los comulgantes? Entonces, no lo están haciendo tal y como Cristo lo ordenó...
¿Es que Cristo, una vez que lo comemos, nos abandona y debemos ir a comerlo nuevamente?
Lo comemos nuevamente no porque Cristo nos abandone, sino porque somos nosotros quienes lo abandonamos.
Mucho menos en la Biblia se dice que esa eucaristía debe realizarla alguna persona en especial, como “manos consagradas”. Cualquiera puede dar gracias a Dios, y siempre recordar lo que Cristo ha hecho por nosotros.
Cualquiera puede dar gracias a Dios y recordar lo que Cristo ha hecho por nosotros. Sin embargo, eso no tiene nada que ver con la transformación del pan y vino en cuerpo y sangre del Señor ya que no cualquiera se puede “consagrar” a sí mismo.
Así termino mi comentario:
“Con una actitud de amor debemos decir que esta afirmación es totalmente sacrílega. Sugerir que el sacerdote que realiza un ritual religioso es parte de la tormentosa muerte que padeció Jesús, sólo puede calificarse de blasfemia.”
No, no es parte de la tormentosa muerte que padeció el Señor. Ya vimos en el numeral 1367 del catecismo, que en el sacrificio de la Eucaristía está contenida la víctima inmolada, aunque no de manera cruenta (tormentosa).
¿En quién confiaremos: En la Palabra de Dios... o en las tradiciones y enseñanzas de la iglesia católica?
Sólo hay dos maneras de entender y confiar en la Palabra de Dios: una correcta y otra incorrecta.
La Iglesia nos da la correcta. Nuestros criterios personales nos da la incorrecta.