Nuestro hermano Robespengler, en el mensaje # 111 menciona varias cosas, y sin pretender ingresar en una respuesta demasiado “detallada”, simplemente le diré que, si tiene la amabilidad de leer con detenimiento el texto de la oración que llamamos “Salve”, y que trascribe en ese mensaje, podrá observar tranquilamente que en ella se hace clara referencia a llamar a María como «Señora,
ABOGADA nuestra» motivo por el cual le sugiero que consulte con respecto a cuál es el sentido de la actuación como abogado, ya que si lo hace podrá comprender que simplemente se le está pidiendo que “presente” de la mejor forma posible los pedidos que uno pueda efectuarle al Padre Celestial, y no que ella cumpla o atienda a la petición en forma “personal”.
Y en segundo lugar, con respecto a la indicación, o crítica, relacionada con respecto a que, SEGÚN LA BIBLIA, no hay que utilizar “vanas repeticiones”, me permito transcribir a continuación algo que publiqué hace tiempo, y que se relaciona con esa cuestión, y que hace referencia a algo que TAMBIÉN ESTÁ EN LA BIBLIA
¿REZAR u ORAR?
Una de las cuestiones que he podido escuchar, de labios de mis hermanos de las Iglesias Reformadas, y que en más de una oportunidad me “sonaron” como duras críticas sobre la forma en que yo dirijo mis oraciones al buen Dios, es que me aseguraban que mientras ellos “oraban” yo, en cambio, me limitaba a “rezar”.
Y digo que eso “sonó” en mis oídos como verdaderos “reproches”, dado que me lo expresaban indicándome que lo único que hacía yo, era repetir una serie de términos aprendidos de memoria, y que no expresaba con ellos mis verdaderos pensamientos o sentimientos, lo que sería la forma “correcta” de dirigirle oraciones al buen Padre Celestial, tanto sean de alabanza, gratitud, peticiones o de lo que pudieran ser.
Por ende interpretaban que, actuando de esa forma, yo en verdad no realizaba un “verdadero diálogo” con el buen Padre Celestial, sino que me limitaba a reproducir palabras expresadas por otros, y no las que surgían de mis propios pensamientos o sentimientos.
Por el contrario, ellos me explicaban que cuando se dirigían al buen Dios en realidad “oraban”, ya que expresaban con sus propias vocablos los respectivos pensamientos que cada uno deseaba transmitirle, y que, por ende, haciéndolo de esa forma establecían un real diálogo con el Eterno, cosa que yo “no podía” llegar a realizar limitándome a utilizar sólo esas “fórmulas” rutinarias.
Incluso ese tipo de oración, “verdaderamente personal”, al que resultan tan afectos los miembros de las Iglesias Reformadas (y que sería más “profundas y verdaderas” que las que puedo utilizar yo, o cualquier otro miembro de mi querida Iglesia Católica, Apostólica y Romana) podemos verificarlo de una forma muy sencilla, ya que es absolutamente fácil constatarlo observando cualquiera de los programas que las diferentes Iglesias Reformadas suelen emitir por televisión.
Les aclaro que no voy a ingresar en un análisis “extenso y minucioso” del sentido que, para los católicos tienen esas “palabras rutinarias” que llamamos “oraciones”, ya que eso me apartaría de la finalidad que me propuse cuando resolví redactar estas líneas, sino que simplemente me limitaré a recordarles algo a mis buenos hermanos de las Iglesias Reformadas, y que parece que se les olvida cuando nos efectúan ese tipo de recriminación.
Sin duda alguna, uno de los basamentos o principios fundamentales de la “Reforma Protestante”, realizada hace ya muchos siglos por Lutero, es precisamente la ineludible necesidad de utilizar los textos bíblicos. Es decir, que uno de los puntos centrales de esa doctrina reside en que, para seguir verdaderamente el mensaje de Dios, “únicamente” es posible hacerlo cumpliendo con las indicaciones que surgen de la Biblia.
Pues bien; siendo así, me parece que esa actitud de “oración” que suelen efectuar ellos, y que —insisto— lo hacen con el fin de evitar limitarse a “repetir como loros” palabras aprendidas de memoria, no coincide demasiado con un pasaje que podemos encontrar en el Evangelio, ya que Jesús expresó, y con bastante claridad, lo siguiente
«Y al orar no charléis mucho, como los gentiles, que figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos ya que vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo, vosotros pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos .....» (Mt.6,6-9) texto que me permite pensar que, ese “seguir repitiendo como loro” las pocas palabras que Él nos enseñó, en lugar de procurar decir tantas cosas con “mis propias palabras”, no debería ser algo “tan mal visto”.
Por lo menos, si es verdad que se quiere “seguir” lo más exactamente posible las palabras de la Biblia.
Por consiguiente, les diré que yo “me siento” perfectamente bien rezando el Padrenuestro, sin tener que recurrir a expresar con “mis” palabras “mis” verdaderos sentimientos y pensamientos, ya que estoy absolutamente convencido de que el Buen Dios me conoce incluso mucho mejor que lo que logro conocerme a mí mismo, razón por la cual me parece suficiente el repetir asiduamente esos pocos términos que nos enseñó Jesús.
MARANA-THA
Cordiales saludos
MARANA-THA
Mario