Meditaciones diarias
UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee
30 de Abril
No temáis ni os amedrentéis… porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. II Crónicas 20:15.
Lucha para conseguir la victoria y has perdido antes de comenzar. La derrota del cristiano se produce cuando piensa que él debe vencer. Supongamos que Satanás te ataque, ya sea en tu hogar o en tu negocio. Surgen dificultades, malentendidos, o una situación que no puedes resolver, ni tampoco escapar de ella, y amenaza con agobiarte. Otras, ayunas, luchas y resistes por días enteros, pero nada logras. ¿Por qué, estas procurando pelear para conseguir la victoria, y al hacer esto sólo estas cediendo terreno. La victoria ya es tuya. En la persona de Cristo. Dios ya ha vencido. La victoria es nuestra por que es de Él. El nos ha dado la victoria para que la retengamos, no para que la obtengamos. Satanás es un enemigo vencido. Sólo resta un soplo del Señor para terminar con él, ¿y tú estas tratando de producir un huracán? ¿Cuál es entonces el secreto? Mira sencillamente hacia Él, y alábale: “Señor, tu victoria lo incluye todo. Te alabo que abarca también esta situación particular”. Luego descansa en un triunfo ya obtenido por el Señor.
UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee
30 de Abril
No temáis ni os amedrentéis… porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. II Crónicas 20:15.
Lucha para conseguir la victoria y has perdido antes de comenzar. La derrota del cristiano se produce cuando piensa que él debe vencer. Supongamos que Satanás te ataque, ya sea en tu hogar o en tu negocio. Surgen dificultades, malentendidos, o una situación que no puedes resolver, ni tampoco escapar de ella, y amenaza con agobiarte. Otras, ayunas, luchas y resistes por días enteros, pero nada logras. ¿Por qué, estas procurando pelear para conseguir la victoria, y al hacer esto sólo estas cediendo terreno. La victoria ya es tuya. En la persona de Cristo. Dios ya ha vencido. La victoria es nuestra por que es de Él. El nos ha dado la victoria para que la retengamos, no para que la obtengamos. Satanás es un enemigo vencido. Sólo resta un soplo del Señor para terminar con él, ¿y tú estas tratando de producir un huracán? ¿Cuál es entonces el secreto? Mira sencillamente hacia Él, y alábale: “Señor, tu victoria lo incluye todo. Te alabo que abarca también esta situación particular”. Luego descansa en un triunfo ya obtenido por el Señor.