Re: Meditaciones diarias
UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee
16. de Noviembre
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Mateo 11:29.
¿Qué significa estar ligado por un yugo al Señor? Involucra de nuestra parte una cooperación voluntaria y alegre con El en su plan divino. Por supuesto que el yugo limita la acción del buey, de manera que no puede vagar por todo el campo como se le antoje, sino que tiene que andar en línea recta hacia adelante. Pero esa es la forma en que el trabajo se realiza. Aquí radica el valor del corazón humilde que no piensa en cosas grandes y en ambiciones para si, sino que está dispuesto a aceptar cualquier lugar que el Señor indique, aunque sea el más humilde.
En este capítulo observamos el aparente fracaso del ministerio público de nuestro Señor, dado que sólo los niños le habían entendido, y le habían respondido. ¡Qué poca dignidad!, hubiéramos exclamado nosotros. Sin embargo, sus palabras fueron: “Te alabo Padre... porque así te agradó”. No procura en esta oración obtener nada, sino que está perfectamente dispuesto a hacer lo que Dios ha ordenado. La pregunta que se impone es: ¿Estamos satisfechos con aceptar sus limitaciones y seguir adelante con El? El reposo más profundo es el “descanso para nuestras almas”.
¡Jesús es el Señor!
La Iglesia en Armenia
UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee
16. de Noviembre
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Mateo 11:29.
¿Qué significa estar ligado por un yugo al Señor? Involucra de nuestra parte una cooperación voluntaria y alegre con El en su plan divino. Por supuesto que el yugo limita la acción del buey, de manera que no puede vagar por todo el campo como se le antoje, sino que tiene que andar en línea recta hacia adelante. Pero esa es la forma en que el trabajo se realiza. Aquí radica el valor del corazón humilde que no piensa en cosas grandes y en ambiciones para si, sino que está dispuesto a aceptar cualquier lugar que el Señor indique, aunque sea el más humilde.
En este capítulo observamos el aparente fracaso del ministerio público de nuestro Señor, dado que sólo los niños le habían entendido, y le habían respondido. ¡Qué poca dignidad!, hubiéramos exclamado nosotros. Sin embargo, sus palabras fueron: “Te alabo Padre... porque así te agradó”. No procura en esta oración obtener nada, sino que está perfectamente dispuesto a hacer lo que Dios ha ordenado. La pregunta que se impone es: ¿Estamos satisfechos con aceptar sus limitaciones y seguir adelante con El? El reposo más profundo es el “descanso para nuestras almas”.
¡Jesús es el Señor!
La Iglesia en Armenia