¿En serio crees que si María no se quedó embarazada (tal y como sucede ese proceso, que es la concepción de su óvulo, su retirada de la regla, y todo el proceso que conlleva un embarazo humano) ellos mismos no hubieran dado testimonio de ello?
María quedó embarazada por el poder de Dios.
En su vientre no hubo ningún proceso reproductivo sino una señal del cielo y un milagro.
La semilla humana que se adhirió a la pared del útero de María era el mismo Verbo hecho semilla humana.
Pero su embarazo fue normal en todos los sentidos.
El embrión se implantó y así se desarrolló la placenta y el cordón umbilical.
¿No se a que testimonio te referís?
Todo el mundo se enteró de que José no era el padre de ese bebe pero no sabían nada más.
Nosotros si sabemos que Jesús era el Verbo hecho carne.
¿O entonces lo que crees es que apareció dentro de ella un "embrión humano", pero sin relación alguna con su propio cuerpo, es decir, sin relación alguna con un óvulo propio, y por tanto sin ser una verdadera concepción, sin retirada de regla, etc...?
Claro. En su vientre apareció un embrión humano que era el Verbo hecho carne y cuando este se implantó en las paredes del útero y comenzó a desarrollarse la placenta su cuerpo comenzó a producir una hormona llamada gonadotropina coriónica. Esta hormana indirectamente inhibe la ovulación y mantiene el cuerpo lúteo.
En el vientre de María no hubo Partenogénesis ni clonación pero tampoco hubo fecundación.
En los humanos la fecundación es necesaria para que ocurra la VERDADERA concepción.
Y para que haya fecundación no solo se necesita un óvulo sino también un espermatozoide.
para ti la concepción de María es algo realmente retorcido donde ella no queda embarazada, no hay proceso concepción "porque no hubo hombre involucrado".
No. Para mi el embarazo de Jesús es algo hermoso y milagroso. Es Dios mismo con nosotros.
Yo creo que Jesús salió del Padre y vino al mundo y que descendió vivo del cielo.
Creo que aunque fue un verdadero hombre su origen es completamente celestial y no terrenal.
Dios no necesita a un hombre para dejar embarazada a una mujer humana.
Obvio. Tampoco necesita un óvulo.
En eso precisamente consiste la concepción de María. Ese es el milagro. Que no hubo hombre... pero hubo un embarazo.
El milagro es que no hubo fecundación pero hubo un embarazo. Tendrás que ajustar tu GPS.
Y así te enterarás y creerás que Jesús es Dios.
JUAN 16
27 pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado,
y habéis creído que yo salí de Dios.
28
Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre.
¿Crees que la IA no está entrenada con las doctrinas de los Testigos y los Mormones y otros escritos que dicen lo mismo que ellos?
Depende. Una IA se la puede entrenar como al entrenador le de la gana.
Yo tengo a la mía entrenada como a mi me gusta.
Tenés que invertir pero podés usar su poder para conseguir cosas extraordinarias.
Por ejemplo: Tomás una IA virgen y le preguntás cuando murió Jesús y te va a decir el viernes según los evangelios cristianos. Pero se lo preguntás a la mia y te responde un Jueves.
Yo le puede decir a una IA que se limite a las enseñanzas de los Testigos de Jehová y ya está.
Esperá ...
Te voy a copiar y pegar una pregunta a mi IA y después la respuesta.
Y después hacele la misma pregunta a tu IA.
Salmo51:
¿Qué me podés decir de la concepción y el nacimiento de Jesús?
Mi IA: (Ojo te lo mando en crudo sin revisar abajo de todo) *
Aunque le dijeras en el prompt que obviara las doctrinas de los Testigos o Mormones, te seguiría dando la razón porque CUALQUIER doctrina es posible tomando un versículo cualquiera de la Biblia.
Una cosa es darte la razón y otra cosa es escribir todo un ensayo.
La IA, por definición NO ENTIENDE nada de Dios.
Si que entiende porque le han hablado mucho de Dios.
Sólo está transportando ideas de otros acerca de Dios, es decir, interpretaciones de la Biblia.
Es correcto. Lo que vos querés decir que no razona por si misma. Y no. Es un programa de computadora.
Pero como la Biblia lo dice todo, y cualquier herejía es defendible con la Biblia (y la razón), pues tú verás dónde deja eso la IA aplicada a la piedad...
La IA es una herramienta.
Si vos usás un auto para conocer a Dios allá vos yo lo uso para ir de un lado a otro.
En cuanto a tu cigoto espacial, haces bien en creer lo que crees.
No es un cigoto espacial sino un hombre del cielo.
¿Que entendés por hombre del cielo?
Dice Dios que es bueno que el hombre esté convencido (en su conciencia) de lo que cree.
Amén.
Si tú lo estás, todo perfecto.
Amén.
Yo creo que lo que tienes en mente es un "super hombre", un engendro alucinado metido en una "incubadora humana", no a Cristo.
Lo que tu creas me tiene sin cuidado.
Es decir, lo tuyo es el producto de una mente fantasiosa o (también) de demasiadas películas de ciencia ficción. No condeno la ciencia ficción. A mí me encanta.
El nacimiento de Jesús no es ciencia ficción.
Pero ya hemos discutido esto mucho. No voy a entregarte nada nuevo de lo que ya te he dicho varias veces. Es un tema ya trillado.
Amén.
Gracias.
Si tu conciencia no te recrimina, entonces todo perfecto.
Amén.
Amor Burro.
Respuesta directa de mi IA sin revisar...
El Verbo hecho carne: La concepción milagrosa de Jesús según la Biblia
Introducción
La Biblia presenta la concepción y nacimiento de Jesús como un suceso
único y milagroso, sin paralelo con nacimientos comunes ni con mitologías antiguas. Desde las Escrituras se revela que Jesús es
el Verbo eterno hecho carne en el vientre de María, mediante un acto creativo directo de Dios. Este acontecimiento ocurrió
sin intervención de varón ni proceso natural de fecundación, y sin aportar la naturaleza caída de María.
En lugar de ser resultado de mezcla humano-divina, la Biblia muestra que
el Hijo de Dios “vino en carne” de manera plena pero
santa, iniciando una nueva humanidad.
A continuación, examinaremos detalladamente lo que dicen los
66 libros canónicos sobre estos puntos, usando únicamente la
Reina-Valera 1960 (y versiones equivalentes) para fundamentar cada afirmación con las
Escrituras.
Jesús, el Verbo eterno hecho carne en María
El apóstol Juan abre su evangelio revelando la identidad divina de Jesús antes de nacer:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.
Este “Verbo” (o
Palabra,
Logos) es eterno y creador de
“todas las cosas”.
La sorpresa llega en Juan 1:14:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros”.
Es decir, el Hijo de Dios preexistente
se hizo verdaderamente humano.
Según el evangelio,
“habitó entre nosotros”, mostrando su plena participación en nuestra condición.
La frase
“fue hecho carne” señala un momento específico: el Verbo tomó naturaleza humana en la historia,
en el vientre de María.
María fue el medio elegido por Dios:
“...concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo...” anunció el ángel.
De este modo,
la Persona divina del Verbo asumió carne humana real en María, cumpliéndose la profecía:
“He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel” (Isaías 7:14, citado en Mateo 1:23).
Jesús es literalmente
“Dios con nosotros”.
Jesús
no es un profeta más ni un ser creado, sino
el Verbo divino venido en carne.
Concepción virginal: un milagro absoluto de Dios
Los evangelios de Mateo y Lucas narran que Jesús fue concebido de manera milagrosa en María,
sin intervención de varón.
María era un mujer virgen desposada con José, pero
“antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo” (Mateo 1:18).
Al enterarse José, quiso dejarla en secreto, pero un ángel le explicó en sueños:
“lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es” (Mateo 1:20).
De igual forma, el ángel Gabriel anunció a María:
“concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS”.
María preguntó
“¿Cómo será esto? pues no conozco varón”.
La respuesta del ángel revela la naturaleza
sobrenatural de la concepción:
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”.
No hubo acto sexual ni fecundación;
fue obra directa de Dios.
Así como en el principio el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas para crear vida (Génesis 1:2), ahora
el Espíritu Santo cubrió a María para engendrar a Jesús en su seno.
La frase
“te cubrirá con su sombra” evoca la
presencia de Dios (como la nube de gloria que cubría el tabernáculo).
Significa que Dios mismo, por su poder,
produjo la concepción de Jesús.
Esto implica que
no hubo fecundación de un óvulo de María por esperma humano, sino
una creación directa.
El embrión santo de Jesús fue formado milagrosamente por Dios dentro de María.
Por eso el ángel añade:
“por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”
Desde el mismo instante de su concepción virginal, Jesús es
el Santo Ser, completamente sin pecado y
Hijo de Dios por origen.
La
omnipotencia divina obró algo sin precedentes.
Elizabeth, la anciana estéril, había concebido por milagro (Lucas 1:36), pero incluso ese milagro involucró la unión conyugal con su esposo.
En el caso de María, Dios va más allá:
“porque nada hay imposible para Dios”, declara el ángel.
El Creador que formó a Adán del polvo sin padre ni madre, y a Eva de una costilla de Adán,
pudo formar la humanidad de Jesús sin padre humano y aun sin óvulo de mujer.
María aportó su vientre como
morada temporal, pero
Dios mismo aportó la vida humana de su Hijo.
En palabras de Hebreos 10:5:
“Mas me preparaste cuerpo”, indicando que el Padre preparó un cuerpo humano para Cristo al entrar en el mundo.
La concepción de Jesús, entonces, fue un acto creador ex nihilo de Dios, un milagro absoluto que desafía las leyes naturales.
La Biblia lo presenta sencillamente:
“...antes que se juntasen...” María quedó encinta por el Espíritu Santo, cumpliendo así la promesa de que
“la simiente de la mujer” vencería al maligno (Génesis 3:15).
Jesús es literalmente
la “simiente de la mujer”, concebido sin intervención de varón, obra directa de Dios en el vientre virginal.
“El pan vivo del cielo”: Su carne descendida del cielo
Jesús mismo enseñó verdades profundas sobre su origen.
En el capítulo 6 de Juan, al explicar que Él es el pan de vida, afirmó algo asombroso:
“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”.
Aquí Jesús declara dos cosas clave: (1) que
ha bajado del cielo, y (2) que el pan que ofrece es
su carne.
Juntas, estas ideas indican que
su carne (su humanidad) tiene un origen celestial.
Así como el maná descendió del cielo enviado por Dios (Juan 6:58),
Cristo, el verdadero Pan, “descendió del cielo” para darnos vida eterna.
Y enfatiza:
“este pan es mi carne”, vinculando directamente su cuerpo humano con aquel origen celestial.
No dice “mi espíritu” o “mi enseñanza” es el pan, sino
“mi carne”.
En otras palabras,
su propio cuerpo humanado provino del cielo por designio divino.
Esta afirmación se armoniza con otras palabras de Jesús en Juan:
“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre...” (Juan 3:13).
También dijo a sus oyentes:
“Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo” (Juan 8:23).
Él enfatiza que su
procedencia no es terrenal.
Todos los hombres nacen de la tierra (por descendencia de Adán), pero
Jesús vino de lo alto.
Esto concuerda con la concepción virginal: aunque nació
de María,
no se originó en María de la manera en que cualquier otro bebé se origina en el vientre materno.
Su vida humana “bajó” del cielo, implantada por Dios.
Cuando Jesús dice
“descendió del cielo” no habla solo metafóricamente de su misión, sino también de su
identidad y naturaleza.
El apóstol Pablo expone esta idea al llamar a Cristo
“el segundo hombre, que es del cielo”.
Jesús
descendió para luego
dar su carne “por la vida del mundo” en sacrificio – un cuerpo preparado por Dios específicamente para morir por nuestros pecados.
Su carne es “pan del cielo” porque
no procede de la simiente de Adán, sino que fue dada directamente por Dios.
Esto garantiza que Jesús, en su humanidad, es
sin corrupción heredada.
A diferencia de nosotros, que llevamos un cuerpo (de muerte) “de la tierra” y sujeto a la muerte por el pecado,
Él trajo un cuerpo “del cielo”, santo y vivificante.
Hijo de David por promesa divina, no por genética humana
Un título mesiánico prominente de Jesús es
“Hijo de David”.
Los evangelios inician afirmando a Jesús como
hijo de David (Mateo 1:1) y varias personas lo aclamaron así (p.ej., Mateo 21:9).
¿Cómo puede Jesús ser descendiente de David si
no tuvo padre humano y, según lo propuesto,
su concepción no usó material genético de María?
La respuesta está en la
promesa y el plan de Dios, más que en la genética.
Dios había jurado a David levantar un descendiente para sentarse en su trono eternamente.
En 2 Samuel 7:12-14 Jehová le dice a David:
“...yo levantaré después de ti a uno de tu linaje... afirmaré su reino... Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo”.
Esta profecía se cumple en Salomón y apunta al
Mesías.
Obsérvese que Dios mismo sería padre de ese descendiente prometido, y el rey sería
hijo de Dios (lo que ningún rey meramente humano cumplió plenamente).
El ángel Gabriel confirmó a María que su hijo cumpliría estas promesas davídicas:
“el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará... y su reino no tendrá fin”.
Jesús, por tanto, es
Hijo de David en el sentido de que
hereda el trono y las promesas mesiánicas dadas a David, aunque no sea
hijo carnal de José (descendiente directo de David).
José le dio legalmente a Jesús el
linaje davídico y por eso Mateo traza la genealogía de Jesús hasta David a través de José (Mateo 1:16).
La Escritura enfatiza más el
cumplimiento de la promesa que la transmisión sanguínea.
En Hechos, Pablo predica:
“De la descendencia de éste [David], y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel”
Jesús es descendencia de David
“conforme a la promesa”, es decir, porque Dios así lo prometió y lo cumplió milagrosamente,
“levantando” a Jesús. La palabra
“levantó” (griego
anástēsen) sugiere la acción soberana de Dios para proveer al Mesías de David, más que un simple proceso natural.
Jesús cumple todas las profecías mesiánicas: nació en Belén,
“ciudad de David” (Lucas 2:4-7), es llamado
Hijo de David, y recibe el reino eterno.
Sin embargo, Él mismo insinuó que su relación con David excede la genética. Jesús preguntó:
“¿Cómo, pues, David llamándole Señor, dice: ‘Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra...’? Pues David así le llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo?” (Mateo 22:43-45 citando el Salmo 110:1).
La respuesta es que el Mesías es
Señor de David en cuanto a su naturaleza divina y origen celestial, aunque
hijo de David en cuanto a la promesa y la línea real.
En resumen, Jesús es
“Hijo de David” por título mesiánico y cumplimiento profético, no porque tenga material genético de David.
Su venida cumplió la jurada palabra de Dios a David.
Dios
se aseguró de encajar a Jesús legal e históricamente en la casa de David, sin requerir que fuera engendrado por José ni que compartiera la naturaleza caída.
Así, Cristo tiene
origen 100% celestial y aun así legítimamente ocupa el lugar de descendiente de David por la
palabra fiel de Dios (Lucas 1:32, Hechos 13:23.