Re: ¡¡¡ MALDITOS !!!
Rafá Zouhier sostiene que el 12-M la UCO «ya sabía» que habían sido los 'moritos'
El confidente de la Guardia Civil contesta un minucioso cuestionario elaborado por el diputado 'popular' en la Comisión de Investigación del 11-M Jaime Ignacio del Burgo que plantea muchos de los enigmas de los atentados
Jaime Ignacio del Burgo, miembro de la Comisión de Investigación del 11-M y diputado del PP, ha conseguido que Rafá Zouhier -el confidente marroquí que trabajaba para la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y que avisó en dos ocasiones sobre la venta de explosivos por parte de Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras- conteste a un amplio cuestionario redactado por él mismo donde se plantean todos los enigmas del 11-M. Zouhier revela, entre otras cuestiones, las presiones que tuvo por parte de los agentes de la UCO para que no confesara al juez Juan del Olmo que ya había avisado a la Guardia Civil sobre la venta y tráfico de explosivos. También explica el marroquí cómo recibió una invitación de Mario, hombre que trabajaba para el agente Víctor, para que se fuera de España antes de que le detuviera la policía y el consejo de que mantuviera la boca cerrada. En su manuscrito, Rafá describe cómo es Antonio Toro, auténtico cerebro de la venta de Goma 2, y las relaciones de éste con los etarras en la cárcel de Villabona. Antonio Toro, según Zouhier, tenía varios vehículos preparados para camuflar tanto hachís como explosivos o cualquier otra sustancia. Se da la circunstancia, de que Antonio Toro, en compañía de un tal Richard, estuvo en Madrid el mismo día de los atentados comprándole a Lofti, socio de El Chino y amigo del guardia civil Pedro, 15 kilos de hachís. Zouhier también mantiene que la pistola que utilizó El Chino en Bilbao para ajustar cuentas con un narcotraficante fue vendida a Lofti precisamente por el guardia civil Pedro, que pertenecía al acuartelamiento de Valdemoro. El confidente marroquí relata en sus declaraciones que dio cuenta de estos hechos a la UCO y que les informó, además, que vendía armas a todos los marroquíes.
Jaime Ignacio del Burgo.- ¿Comparte los principios del integrismo islámico?
Rafá Zouhier.- Yo creo en Dios, como todos, y respeto todas las religiones. Es más, todas mis novias eran españolas. Lo que no comparto es el integrismo de locos. A mí, mi Dios no me manda matar, ni abusar, ni hacer daño, y prueba de ello es que yo luchaba contra el mal. Por eso avisaba a la elite [se refiere a la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO), de la que era confidente].
J.I.B.- ¿Cómo inicia su colaboración con la UCO?
R.Z.- Hace ya casi tres años.
J.I.B.- Anteriormente, ¿había colaborado con alguna otra unidad?
R.Z.- Llevo apoyando a las Fuerzas de Seguridad desde que tenía 17 o 18 años. Primero en Las Rozas, con el sargento Miguel Angel, alías Jaime. Luego trabajé de seguridad en varias discotecas y así conseguía información de cosas más graves. Y empecé a trabajar para Valdemoro y Tres Cantos con el teniente Oscar y el cabo Mario. Fruto de mis informaciones acabé con una red de traficantes de armas y ladrones de joyerías. Cobré casi 3.000 euros por los dos servicios. De joven lo hacía gratis porque siempre quise ser policía.
Zouhier sigue detallando sus pasos hasta llegar a la UCO: «A raíz de todo esto conocí a Mario Gascón Aranda y me comentó si quería trabajar con un grupo superior a éstos».
Rafá Zouhier relata que Mario Gascón se desplazó hasta Marruecos, concretamente a Casablanca, para hacer un trabajo para la UCO.Allí tuvo problemas con la policía marroquí y Zouhier logró que escapara y llegara hasta la frontera con Ceuta, donde lo recogió la Guardia Civil. «Después, Mario me contó que tenía unos amigos más serios que querían conocerme. Eso provocó el enfado del teniente Oscar y del sargento Caballero, cuando les comuniqué que quería trabajar con la elite de España. Pero los de la UCO ya me conocían porque al pagarme los casi 3.000 euros, Víctor [agente de la UCO que pasaría a tener a Zouhier a su cargo] me dijo: 'No sabía que era para ti, porque me lo han pasado con código. Si no, te subo más por lo que has hecho'».
J.I.B.- ¿Cuántas veces ha estado en prisión?
R.Z.- Yo estuve en prisión en Villabona. Fue la primera vez.Había muchísimos robos de joyerías en toda España. Los joyeros estaban enfadados con el Gobierno por la falta de seguridad.Conseguí infiltrarme en un grupo que iba a mis discotecas. Eran de Lavapiés, Vallecas y Caño Roto. Luego fui a Asturias con ellos a hacer un robo. Fuimos seis y entre ellos estaba Rachid Aglif.Aglif fue detenido en el peaje. Con mi llamada a un taxi dije mi posición y finalmente fuimos detenidos. El único que salió sin fianza fui yo. Estuve cinco meses. Por cierto, salí el último para no levantar sospechas y me buscaron los mismos guardias civiles para volver a Madrid.
J.I.B.- ¿Tuvo relación con Antonio Toro?
R.Z.- Mi relación con Toro fue a raíz de mi ingreso en prisión.Toro me comentó que estaba por delito de tráfico de hachís, que casualmente compraba a los moritos de Madrid, de Carabanchel [se refiere a Jamal Ahmidan, El Chino, y a sus socios]. Fue el propio Toro quien indicó a la policía dónde escondía el hachís, en un coche, en un garaje. El tenía otra nave como escondite y así la policía no se daba cuenta.
Zouhier aporta otra serie de datos sobre su relación con Antonio Toro: «Me comentó también en la cárcel que lo cogieron con detonadores y explosivos en el garaje y que por suerte hizo creer a la policía que eran de su cuñado [José Emilio Suárez Trashorras] que trabajaba o tenía licencia de explosivos. Y así no le metieron la Goma 2 y quedó la cosa en hachís. El no sabía que yo era confidente y mi papel fue darle confianza y no hacerle muchas preguntas».
J.I.B.- ¿Fue Toro quien le indicó que Trashorras vendía dinamita?
R.Z.- Toro, al salir de prisión, seguía traficando con hachís con los moritos de Madrid. Fue él quien iba ofreciendo explosivos.Toro me dio la muestra y me dijo que disponía de 150 kilos o más. Fue Toro, yo no tenía relación con Trashorras. A quien vigilaba de cerca era a Toro, era quien hablaba, era el jefe, el que mandaba a su cuñado y a más gente en Avilés. Cuando yo iba a Asturias me fijaba en el respeto que le tenían.
Zouhier, incluso, describe cómo era Toro: «Era una persona que no hablaba mucho. Sólo le interesaba el dinero a cambio de los explosivos. Me decía: 'Mientras lo usen fueran de Asturias no me importa'».
El confidente marroquí también recuerda los avisos que le dio a la UCO: «Todo esto se lo comuniqué a la Guardia Civil con detalles.Y fue él quien, cuando viajaba a Madrid, ofrecía, acompañado de Trashorras, los explosivos a todo el mundo. Cuando digo a todo el mundo me refiero a su gente de confianza, entre ellos los moritos de Madrid [se refiere a El Chino y sus socios]».
Zouhier, tras los avisos y todo lo ocurrido, sigue sin entender que Toro esté en la calle: «Yo era el único que avisaba una y otra vez a la autoridad. Me da igual que no entre en prisión.Si el juez lo ve así es que está muy confundido o que Toro tiene detrás a alguien protegiéndole».
J.I.B.- ¿Tuvo contactos Toro con presos en Villabona por pertenencia a ETA o a otras organizaciones vinculadas a la banda terrorista?
R.Z.- Sí. Y mucho con dos jóvenes etarras en el módulo 8. Antes de salir de prisión le dieron un teléfono que se encargó de pasárselo a su cuñado por el cristal [del locutorio] a través de un papel.Esto lo he visto yo. Lo que no sé si hablaron de explosivos, porque cuando estaba con ellos [los etarras] hablaban a solas.A veces me acercaba a ellos y notaba cómo cambiaban de conversación.Toro es así. Lo que habla conmigo es conmigo y lo que habla con ellos es con los etarras. Es muy listo, sólo hay que ver que está en la calle.
J.I.B.- ¿Es cierto que Antonio Toro transmitió a su hermana Carmen y a Emilio Suárez Trashorras, estando en la cárcel, un número de teléfono proporcionado por algún preso de ETA? ¿Cómo lo hizo? ¿Podría recordar quién fue el preso?
R.Z.- Sí, a través de un papel. No se ahora quién puede ser.
J.I.B.- ¿Informó a la UCO de que Toro o Suárez Trashorras vendían dinamita? ¿Les informó que al menos ofrecían 150 kilos?
R.Z.- Sé que parece de película, pero sí avisé a la UCO una y otra vez. Y no sólo informé, sino que di nombres y apellidos.De Toro ya los sabía. Me faltaban los de Emilio, y a raíz de mi infiltración entré en una tienda de coches que tenían entonces y cogí unos papeles que estaban a nombre de Emilio. Di teléfono, direcciones y lo más fuerte, di una muestra, ¡hombre!, ¿qué más quiere?
J.I.B.- ¿Era Suárez Trashorras el jefe de la organización de los asturianos, o por el contrario mantenía una relación de dependencia respecto a Toro y su hermana?
R.Z.- Para mí el jefe era Toro y la hermana, porque todas las veces que hablamos mandaban más la hermana y Toro que Trashorras.Trashorras es un tonto. A quien yo vigilaba era a Toro.
J.I.B.- ¿Cuándo conoció a Suárez Trashorras?
R.Z.- En Madrid. Pero la primera vez que le vi fue en comunicaciones, o sea, en la cárcel. Fue a los siete meses de mi salida de prisión.Le vi en la calle de Madrid, también a Toro. Ahí fue cuando empecé a asegurarme de que eran traficantes de explosivos.
J.I.B.- ¿Cuál fue la reacción de la UCO al recibir la información de que en Asturias se vendían 150 kilos de dinamita robada?
R.Z.- En mis primeros avisos la UCO se interesó. Yo pensaba que los asturianos eran de ETA. Cualquiera lo pensaba: explosivos más la relación con etarras en la cárcel, más ofreciendo explosivos a todo el mundo. La información fue interesante para ellos [la UCO]. Incluso, llegaron a decirme que les ayudara a identificarlos.Me dieron 150 euros para alquilar un coche y subir a Asturias y quedé con ellos, donde siempre, en un McDonald's de Avilés.Luego les di toda la información.
ASTURIAS
«'Está todo controlado ahí arriba', me dijo la UCO»
Zouhier está convencido de que Toro trabaja para algún servicio de información o tiene protección de alguien: «Mi sorpresa fue a los pocos meses, tras detener a Toro con 150 gramos de cocaína y salir a los 15 días. Todo esto sin que los asturianos se enteren de que yo era su sombra. Al salir de la cárcel [Toro] vino otra vez a Madrid a comprar hachís a los moritos y ya todos sabían que los asturianos disponían de explosivos. Mi gran sorpresa es que yo estoy viendo una cosa y los de la UCO me decían otra: 'Está todo controlado ahí arriba. Tranquilo, que Trashorras trabaja como minero y que no son de ETA'. Me enteré por la UCO».
El confidente marroquí, en su relato al diputado Jaime Ignacio del Burgo, sigue sin entender la libertad con la que se movía Toro: «Pero Toro, a los pocos meses, me decía que disponía de 150 kilos [de explosivos] o más, y que quería cambiarlos por hachís o cocaína. Lo volví a comunicar a la UCO. 'Oiga, que esta gente dice que quiere vender 150 kilos o más a cambio de droga', les dije. La reacción de la UCO fue más tranquila aún, hasta llegaron a pensar que los asturianos eran unos mentirosos».
J.I.B.- ¿Cuándo le pidieron los agentes de la UCO que solicitara una prueba de la dinamita a Toro?
R.Z.- Me lo pidieron a las dos semanas de identificarles.
J.I.B.- ¿Dónde y quién le entregó la referida muestra de dinamita, más un detonador?
R.Z.- Fue en Las Rozas, en un centro comercial, a Víctor y Rafa [alias de los agentes que eran sus contactos en la UCO] les di un bote enrollado en papel de periódico, nada más dármelo Toro y Emilio al lado de mi casa. Lo tenía escondido en el maletero de un Renault Megane amarillo, donde tenía un escondite, como en todos los coches que usaba. Más tarde me dio un detonador que fue el que me estalló en las manos.
J.I.B.- ¿Hablaron del precio de venta con los asturianos?
R.Z.- Sí, yo tenía que actuar de mafioso y hablé con Toro de cuánta cocaína querían. Me dijo: 'Por cada tres kilos de explosivos, uno de cocaína'. Yo jugué mi papel regateando para que pensaran que quería llevarme algo. Todo eso lo sabe la UCO.
J.I.B.- ¿Le comentaron Suárez Trashorras o Toro de dónde robaban la dinamita?
R.Z.- No, nunca me dijeron nada. Sólo que disponían de explosivos.Luego, a través de Víctor, supe que Emilio trabajaba en una mina y que estaba todo controlado.
J.I.B.- ¿Cuál fue la razón por la que el detonador explotó y le hirió en la mano?
R.Z.- Yo pregunté a los asturianos cómo funcionaba para contárselo a los compradores, a la UCO. Y me dijeron: «Es muy sencillo, coges un cable de detonador y lo metes en la Goma 2 y con sólo una pila explota». Pero yo no sabía que el detonador iba a explotar solo, sin meterlo en Goma 2. Así, haciendo el tonto con el detonador me estalló en la mano. Después me atendieron en el Hospital San Carlos, en Moncloa.
J.I.B.- ¿Cuándo conocieron Toro y Suárez Trashorras a El Chino? ¿Les presentó usted? ¿Con qué finalidad?
R.Z.- Los asturianos compraban hachís en Carabanchel, donde El Chino era el jefe de la zona, conocido por todo Madrid como traficante de hachís. No sé, la verdad, cuándo se conocieron. Lo que está claro es que yo no les presenté. La reunión del McDonald's fue a finales de 2003 y no el 14 de febrero. Allí fue cuando vi a El Chino por primera vez. Se habló de una deuda entre los moritos y los asturianos. Esto demuestra que ya se conocían.
El confidente de la UCO vuelve, una vez más, al tema de los explosivos: «Los asturianos habían hecho que corriera la voz entre todos los moritos traficantes [de hachís] de que ellos disponían de explosivos. A veces, cuando estábamos en las discotecas, ofrecían a todo el mundo. Esa es la razón que me llevó a alertar, una vez más, a los de la UCO. Y lo que quiero dejar claro es que no fui yo quien presentó a El Chino a los asturianos. Yo sólo vigilaba y tenía el teléfono de Toro».
J.I.B.- ¿Es cierto que Toro y Suárez Trashorras, además de traficar con drogas y dinamita, se dedicaban al robo de vehículos, y que compartían ese negocio con El Chino?
R.Z.- Sí, además traficaban con coches de todo tipo. Es más, los asturianos tenían una especie de taller que desconozco [dónde estaba] para hacer zulos en los coches para esconder droga, explosivos y más cosas.
J.I.B.- A lo largo de 2003, y hasta el 11 de marzo de 2004, ¿qué contactos tuvo con Toro y Suárez Trashorras? Si los mantuvo, ¿por qué, para qué y dónde?
R.Z.- El último contacto que tuve con Toro fue el 19-M, el día que fui detenido. Con Trashorras no tenía casi relación. A lo largo de 2003 tuve unos cuantos contactos con Toro, siempre en Madrid, porque él viajaba a comprar hachís. Yo sólo viajé a Asturias tres veces, y siempre para sacar información. En los últimos meses de 2003, Toro ya no viajaba con Trashorras, sino con un tal Richard. Ahí fue cuando desconecté con Trashorras totalmente.Toro empezó a comprar a Lofti el hachís. Lofti es otro traficante de hachís muy conocido y vendía la misma mercancía y más barata.Lofti es socio de El Chino, se conocen desde que llegaron los dos de Tetuán a España y estuvieron en la cárcel [de Marruecos] juntos.
Zouhier seguía en contacto con Toro, pero sin forzar las relaciones: «Si me llamaba quedaba con él. Casi siempre me llamaba él, así no levantaba sospechas. Todo esto lleva al 11-M, día en que Toro estuvo en Madrid con su amigo Richard. También estuvo el día 10, durmieron en Madrid y luego se fueron por la tarde para volver el día 13 a recoger 15 kilos de hachís y, de paso, Lofti le invitó a su cumpleaños».
Ese mismo día, el 13-M, Toro le hizo una importante revelación a Zouhier: «Hasta el día 13, cuando Toro volvió de Avilés y me dijo que su cuñado habría vendido o podría ser el que vendió explosivos a los moritos que compraban antes hachís de Carabanchel [El Chino y sus socios]. Cosa que no tardé en comunicar [se refiere a la UCO] y llamar a uno de los moritos, que era Rachid Aglif, trabajador de El Chino en la venta de hachís, para sacarle alguna información sobre el tema».
Rachid, según Zouhier, colaboró en las informaciones y comprobaciones: «Mi sorpresa fue que, cuando hablé con él [Rachid], me dijo que podría ser El Chino, cosa que no tardé en comunicar a la UCO, así como todo lo que me iba informando. El 12-M, la UCO me pidió que si me enteraba de algo de los atentados que se lo dijera.Ese día no sabía nada».
VALDEMORO
«Me prometieron el oro y el moro para que callara»
J.I.B.- ¿Cuándo supo que Suárez Trashorras era colaborador o confidente de la policía de Avilés?
R.Z.- En la cárcel, en la primera visita de la Guardia Civil en Valdemoro. Me prometieron el oro y el moro para que me callara la boca. Me dijeron que Toro y Trashorras eran confidentes policiales.
J.I.B.- ¿En algún momento posterior a la entrega de la dinamita volvió a hablar con los agentes del resultado de las investigaciones?
R.Z.- Sí, muchas veces, y me dijeron que estaba en marcha y que está controlado. Yo decía que tenían explosivos, una y otra vez.Ahora sólo tratan de quitarse el muerto de encima y se nota mucho.
J.I.B.- ¿Es cierto que informó a los agentes de la UCO de que un grupo de búlgaros estaba interesado en la compra de explosivos?
R.Z.- No. Los cuatro búlgaros que conozco son porteros de discotecas, sin importancia. Lo que querían [la UCO] es que yo ofreciera explosivos por Madrid a las mafias que conozco para detenerles a todos, cosa que no llegué a hacer. A nadie le interesaban los explosivos.
J.I.B.- ¿Cuándo informó al agente Víctor de sus relaciones con El Chino, El Tunecino y los demás marroquíes que cometieron los atentados del 11-M?
R.Z.- Yo no tengo ninguna relación con El Chino, y menos con El Tunecino. La primera vez que hablé de El Chino fue a finales de 2003, cuando le conocí y me enteré de que había asesinado a una persona en Marruecos y de que estaba en España fugado de la policía marroquí. La contestación de Víctor fue: «Eso es cosa de la policía marroquí».
J.I.B.- ¿Sabía por qué El Chino viajaba constantemente a Bilbao?
R.Z.- Es una información que tenía. También sabía que disparó a un traficante en Bilbao con la misma pistola que le vendió el guardia civil [se refiere a Pedro, que era del acuartelamiento de Valdemoro] a Lofti [socio de El Chino]. De esto estoy más que seguro, y cuando digo seguro es porque el guardia civil vendió las armas a los moritos. No lo digo para hacer daño al cuerpo, si no porque quiero dejar claro que hay unos que son muy corruptos.
J.I.B.- ¿Asistió a la reunión de febrero de 2004 en la que se convino la compra de los explosivos por parte de El Chino?
R.Z.- No. Si llego a estar allí estoy seguro que no hay 11-M en España. Yo no estuve en esa reunión, ellos lo saben y los demás también.
J.I.B.- Una vez producidos los atentados del 11-M, y entre los días 11 y 17 de marzo, ¿habló de ellos con los agentes de la UCO?
R.Z.- El día 12 fui citado como otras veces, pero estaba el capitán Paco, que me habló de los atentados. Estaban serios. Quien más hablaba era Paco. Yo creo que la UCO ya sabía algo, porque al producirse los atentados eran muchos indicios, como que era Goma 2 y la misma cantidad de la que yo hablaba y avisaba una y otra vez. Es más, sabían que los asturianos compraban hachís en Madrid a los moritos. Eran muchas casualidades.
Zouhier explica cuándo y cómo se entera de que puede ser Emilio Trashorras el que le proporcionó los explosivos a los terroristas: «Estaba claro que yo no sabía nada [durante su citación en la UCO el 12-M]. El mismo 11-M estaba con Toro y no dijo nada. Pero a la vuelta de Asturias, el día 13, para asistir al cumpleaños de Lofti y para recoger 15 kilos de hachís, me comentaron él y Richard que el 12 había ido Emilio a casa de Toro y le había dicho que estaba trabajando o teniendo contactos con los moritos de Madrid y le había confesado que vendió los explosivos. Ahí me vi en toda la historia. Como siempre, decidí llamar a la UCO para informarles y decirles mis sospechas y la información que había reunido sobre los moritos a los que conocía Emilio».
Zouhier siguió en contacto con la UCO y con Toro hasta el 19-M: «Los días 16, 17 y 18 estuve en contacto con la UCO para informarles de todo lo que sorprendentemente me iba llegando de información.Hasta el día 19 estuve con los asturianos para sacar más información.Me llamó a mi teléfono Víctor y me citó donde siempre [junto a la ermita de El Santo]. Allí me encontré con la sorpresa de que iba a ser detenido. '¿Qué pasa? ¿Estáis de broma o qué?', dije. No entendía por qué me detenían por una cosa en la que estaba ayudando y de la que había avisado una y otra vez».
GRABACIONES
«Me dijo que me fuera de España, pero ya»
Las relaciones de los últimos días entre Zouhier y la UCO fueron muy intensas: «Me dolió mucho lo que estaba pasando, pero ya el día 16 o 17 recibí una llamada justo después de la de Víctor.Mario, confidente también de confianza de la UCO [fue quien introdujo a Zouhier en la unidad], me dijo: 'A ver si nos vemos para decirte una cosa. Es por tu bien'. Estoy convencido que esa llamada estaba pinchada [se refiere a las grabaciones que realizó la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) de la Policía Nacional cuando seguía un tráfico de estupefacientes y que sirvió para detectar que Zouhier era confidente del agente Víctor de la UCO.En esas mismas grabaciones aparecen el guardia civil Pedro y el marroquí Lofti]».
En el manuscrito que Zouhier envía al diputado Jaime Ignacio del Burgo aparece el número de teléfono de Mario: «Al encontrarme con él [se refiere a Mario] mi sorpresa fue que me dijo que me fuera de España porque había oído decir al jefe de la UCO [se supone que se refiere al coronel Félix Hernando] decir que me iba a buscar un lío porque llevaba mucho tiempo sin dar ninguna información. 'Tienes que irte de España, pero ya', me dijo».
Ante el planteamiento y los avisos de Mario, Zouhier no entiende nada: «Yo le dije [a Mario] que no era verdad y que él lo sabía.Sin darme cuenta de que lo que me estaba diciendo era que me fuera de España por los atentados».
Zouhier recuerda que ésta y las otras llamadas de amenazas están grabadas, una por la cárcel de Valdemoro y otra por la UDYCO, y que están a disposición del juez Juan del Olmo.
J.I.B.- ¿Por qué quiso conocerle personalmente el capitán Paco de la UCO el 12 de marzo de 2004 por la noche? ¿Hablaron de los atentados?
R.Z.- Eso quiero saber yo, también, por qué se presentó el Paquito el día 12 y lo primero que hizo fue hablar de los atentados: «¡La que habéis liado! Si son moros no se va quedar ninguno».Quien más hablaba conmigo era él, de risas, y siempre sobre los atentados, para sacarme lo que no sabía en esos momentos.
J.I.B.- ¿Le pidieron los agentes de la UCO el 11 o 12 de marzo que tratara de localizar a una persona procedente de Barcelona a la que buscaba la Guardia Civil de Cataluña por su conexión con la extrema derecha?
R.Z.- El día 12-M yo no hablé de ningún skin y menos de Barcelona, ciudad que casi no conozco. ¿Cómo voy a tener yo información de uno que odia a los moros? Es mentira.
J.I.B.- ¿Permite el islam dedicarse al robo y al tráfico de drogas y colaborar con la yihad o con Al Qaeda?
R.Z.- Creo que no. Yo no soy religioso, sino todo lo contrario.Y voy a dar un consejo: hay que tener cuidado, las cárceles españolas son una base de conexión y los moros se preparan allí. En Valdemoro conocí a tres marroquíes que me juraron que si salen de la cárcel van a cometer un atentado en nombre de Alá. Esta información se la comuniqué al juez y a la policía.
J.I.B.- ¿Por qué no informó a los agentes de la UCO de que El Chino y otros buscaban explosivos y estaban preparando un gran atentado?
R.Z.- ¿Cómo quiere que avise de los atentados y de El Chino, un moro de poca monta, si yo no sabía nada de atentados? A mí ni El Chino ni nadie me dijo que era terrorista. Y si me lo dicen no me lo creo, de uno que va todo el día de discotecas y alcohol...Yo avisé de los explosivos en dos ocasiones, y sin explosivos no hay ni atentados ni muertos.
J.I.B.- ¿Cuándo informó a los agentes de la UCO de que El Chino y sus amigos podían haber sido los autores del atentado?
R.Z.- Informé a la UCO cuando Toro me dijo que su cuñado había vendido explosivos a los moros a los que anteriormente compraba hachís. Fue el día 14 o 15. El 16 saqué más información de El Chino y de su entorno, menos el teléfono, que no había manera de conseguirlo. Los amigos de El Chino dicen que vino cambiado de la cárcel de Marruecos. Pero se hablaba de él como traficante de hachís, nunca de terrorista.
J.I.B.- ¿Por qué llegó a esa conclusión?
R.Z.- Los asturianos compraban hachís a los moritos; disponían de material explosivo; Toro me dijo que su cuñado podría ser el que vendió los explosivos a los moritos de Madrid. Yo vivo en Madrid y empecé a informarme de los moritos de El Chino, que conocen a Emilio.
J.I.B.- ¿Es cierto que en el momento de su detención o con ocasión de la declaración en las dependencias policiales se le presionó para que no hiciera ninguna alusión a las denuncias que había formulado sobre la venta de explosivos por parte de los asturianos?
R.Z.- Mi detención fue el 19. Estaban Víctor y Rafa, este último encargado de la operación de los explosivos y que me visitó en la cárcel. Ese mismo día, el 19, Rafa y Víctor me dijeron que no se me ocurriera decir ni a la policía ni al juez de que les avisé antes de los explosivos. Luego, a solas, me volvieron a recordar que eran mis amigos y que no debía decir nada a nadie, porque sino me comía los 200 muertos. Más tarde la policía, no sé por qué, no me tomó declaración sobre los explosivos y las armas. Yo no oculté nada a la policía, pero ellos me decían que dijera esto.
«Cuando faltaban dos horas para que me llevaran ante el juez [Juan del Olmo], este policía [responsable del interrogatorio] recibió una llamada del jefe de la UCO [el coronel Félix Hernando] para decirle que me había escapado de mi casa antes del 11-M, cosa que no es verdad. Antes del 11-M siempre estaba con ellos [se refiere a los agentes de la UCO]».
Las sugerencias o indicaciones que el jefe de la UCO apuntó al policía contra Zouhier fueron, aún, más lejos, según éste: «Le dijeron que tenía una herida en la mano, cosa que ya sabían que era antes del 11-M, mucho antes. Es más, cuando di mi segundo aviso sobre los explosivos».
«Sólo me quedaba el juez. Nada más llegar a declarar se lo dije todo: que yo trabajaba para la Guardia Civil. Y me preguntó si sabía algo de los explosivos. Y dije: 'Si por eso avisé a la UCO'. El juez no me dio tiempo a contarle nada. Nada más decirle que los asturianos disponían de explosivos me mandó a la cárcel».
Durante el tiempo que Zouhier estuvo en la cárcel de Valdemoro sufrió presiones de todo tipo: «Desde la cárcel le mandé cartas [al juez] para volver a declarar. Vinieron los guardias civiles a Valdemoro para decirme que no dijera nada al juez, me dieron tabaco y abrazos, y recibí presiones con clase. A través del teléfono, el confidente Mario me llamó la atención [se refiere a más presiones] y todo está grabado. Ahí ya me perdí. No sabía en qué manos estaba. Al final conseguí declarar y se lo conté todo al juez con detalles. Pero él [el juez] siempre con prisa».
J.I.B.- ¿Dónde adquirieron El Chino y sus cómplices los detonadores y las armas que fueron encontradas en el piso de Leganés?
R.Z.- Yo estoy seguro que las armas las vendió el guardia civil [se refiere a Pedro, del acuartelamiento de Valdemoro]. Por que yo fui a una discoteca y mis fuentes me dijeron que era poli.Fui a hablar con los marroquíes que estaban con él, y le pregunté a Lofti (socio de El Chino) si sabían que ése era poli. Me dijeron: «¡No jodas!» y que no podía ser porque Pedro [el guardia civil de Valdemoro] les vendió armas a él y a otros. Lo que no sé es si a través de Lofti o directamente [se refiere a El Chino].Pero las armas eran del guardia civil.
Zouhier también relata sus pasos para confirmar que Pedro era guardia civil: «Conseguí su nombre completo a través de su DNI cuando fuimos a ponernos cocaína entre todos [Zouhier, Pedro y los otros marroquíes]. Al día siguiente se lo comuniqué a la UCO y le di el nombre. Me dijeron a los dos días que sí, que era poli. Pero era guardia civil, no poli. Y que estaba fuera de servicio y les dije: 'Pues el tío vende armas con un socio y lleva un coche de lujo'».
MARISCADA
«Llegué a drogarles para sacarles información»
J.I.B.- ¿Asistió usted el 13 de marzo a una comida en el restaurante Sirena Verde, organizada por Lofti, socio de El Chino, a la que acudió también un guardia civil denominado Pedro, además de Toro? ¿Asistió también El Chino u otros implicados en los atentados? En esa comida, ¿se habló de los atentados?
R.Z.- Sí, estuve. No estaba El Chino. No tiene nada que ver el grupo de Lofti y el grupo de El Chino. Son muy amigos, pero El Chino no bebe alcohol y Lofti sí. La relación entre ellos era de hachís y coches para transportar el hachís y, por supuesto, las armas del tal Pedro. En ningún momento se habló de los atentados.
Zouhier, experto en conseguir información, detalla cómo sonsacó a los asturianos, Toro y Richard: «Antes, Toro me dijo que su cuñado podría ser el que vendió los explosivos a los moritos.Esa fue mi gran sorpresa. Ya no me separé de los asturianos para sacarles toda la información. Llegué a drogarlos y llamar a chicas para sacarles lo máximo de información. Ahí fue cuando me confirmaron todos los hechos y fue al día siguiente cuando informé a la UCO de todo lo que me había enterado.
J.I.B.- ¿Qué le dijeron los agentes de la UCO en la cárcel?
R.Z.- Me preguntaron qué tal estaba y si necesitaba algo. Luego me dijeron que escribiera la carta para Toro, para que les ayudara a descubrir más implicados en la trama de los explosivos. Y que no dijera nada al juez, ni a mi abogado, ni a nadie. «Tú eres de los nuestros y te vamos a sacar de aquí». Y que hablarían con el juez rápidamente porque yo no sabía nada de nada. También me dijeron que era difícil encontrar abogado: «Somos tu única salida. Confía en nosotros».
J.I.B.- ¿Por qué escribió una carta desde la cárcel a Antonio Toro y qué le decía en ella?
R.Z.- En la carta le dije que ayudara a las personas que le iban a dar la carta porque esto es muy serio, que son de confianza.Me dijeron que pusiera eso.
Zouhier termina el cuestionario reflexionando sobre su situación actual: «Yo no quiero salir de la cárcel así como así, porque estoy condenado a muerte: ETA, moros, delincuentes en la calle, en prisión. Y todo esto me pasa por ayudar a España».
Fuente: El Mundo (07-10-2004).
Testimonio inquietante
«Que conste que yo no quiero salir de la cárcel así como así.Porque estoy condenado a muerte: ETA, moros, delincuentes en la calle, en prisión. Y todo esto me pasa por ayudar a España».Así termina el testimonio -inquietante- de Rafá Zouhier, marroquí de 25 años, orgulloso de su condición de confidente de la Guardia Civil.
Rafá Zouhier, desde su ingreso en prisión tras el 11-M, ha proclamado su inocencia ante todas las instituciones del Estado, incluida la Corona. Desde la constitución de la Comisión del 11-M en el Congreso viene solicitando, inútilmente, comparecer para explicar su versión de los hechos. «No es digno de pisar la sede de la soberanía nacional». Este es el argumento utilizado para negarle la palabra. La última y displicente negativa -con el voto en contra del Grupo Popular- se produjo, sin ir más lejos, en la última sesión del día 5 de octubre.
España es un Estado de Derecho. Y en nuestra Constitución, la presunción de inocencia, mientras no quede destruida por una sentencia firme, es un derecho fundamental. Por lo tanto, Rafá Zouhier -aunque puedan existir indicios conducentes a la privación provisional de su libertad- es inocente mientras no quede demostrada su participación directa en la venta de los explosivos utilizados por los terroristas del 11-M. Por tal motivo, la presencia de Zouhier ni sería una afrenta a la dignidad de las Cortes ni tampoco al honor de las Fuerzas de Seguridad del Estado, aunque sus declaraciones pudieran poner en entredicho las manifestaciones ante la Comisión de ciertos funcionarios policiales a quienes se debería pedir cuentas de su actuación, a fin de conocer si los atentados pudieron haberse evitado y no lo fueron por negligencia, culposa o dolosa, o por simples errores humanos.
Las desgarradas súplicas de Zouhier para ser oído ante la Comisión me produjeron gran desasosiego. Por este motivo, decidí realizar una actuación extraparlamentaria y ofrecer al interesado la posibilidad de explicarse por escrito. Tras conocer su aceptación, le hice llegar un detallado cuestionario de 70 preguntas, a cual más comprometida. Treinta y un folios de letra apretada componen un manuscrito de singular importancia. En dos o tres días, el interesado redactó de su puño y letra las respuestas. Su español es deficiente, pero los defectos de redacción se compensan con una exposición clara y contundente, reveladora de una inteligencia natural poco común.
Las respuestas me llegaron el lunes por la noche. Su lectura me produjo una gran conmoción. Formula acusaciones muy graves.De ser ciertas, se abrirían nuevas perspectivas en la investigación del 11-M. No voy a pronunciarme sobre el grado de credibilidad del interrogado, pero muchas de sus afirmaciones merecen ser investigadas para salvar el honor de los guardias civiles implicados por el confidente o para depurar las responsabilidades procedentes por acción, omisión o conspiración, si realmente las hubo.
En el día de hoy entregaré las respuestas de Rafá Zouhier a la Comisión de Investigación del 11-M. La negativa a escuchar de viva voz al confidente de la Guardia Civil espero sea reconsiderada.Aunque no basta con oírle sólo a él. Sería preciso abrir el abanico de comparecencias, como viene inútilmente proponiendo el Grupo Popular, a los demás confidentes y a todos los actores de la gran tragedia para avanzar en la averiguación «por abajo» de la verdad, sin descuidar los demás aspectos del objeto de la Comisión (antecedentes, actuación del Gobierno a raíz del 11-M, agitación antidemocrática contra el PP el 13 de marzo, determinación de la autoría intelectual de los atentados y medidas para luchar contra el terrorismo islamista).
Pero también el juez Del Olmo y la Fiscalía serán destinatarios del cuestionario respondido por Zouhier. Tal vez nada de lo dicho por quien creía trabajar con la «elite de España» resulte novedoso para la autoridad judicial y cuando se levante el secreto del sumario nos encontremos con una investigación a fondo de todo cuanto sugiere el confidente. Sin embargo, asuntos colaterales, como la posible colaboración entre Antonio Toro y ETA, y al menos su presunta implicación en el atentado de Santander de diciembre de 2002, deben ser objeto de investigación de la Fiscalía. Y el Ministerio del Interior, hasta ahora renuente a toda investigación sobre el asunto de los confidentes, debe dar respuesta de inmediato a interrogantes tan terribles como la posibilidad de la implicación de un agente del Cuerpo en la venta de armas a los componentes del comando de Leganés.
Siempre me ha impresionado una frase atribuida al cardenal Richelieu en 1642: «Dadme seis líneas escritas por el más honesto de los hombres y encontraré en ellas motivo para hacerlo colgar». Rafá Zouhier ha escrito, de su puño y letra, 31 folios. En ellos se contiene su verdad, la verdad de quien se siente ya condenado a muerte. Y eso es terrible. Rafá Zouhier se ha jugado mucho al contestar a mis preguntas. Espero que nadie, con autoridad, quiera interpretar al cardenal Richelieu.
Autor: JAIME IGNACIO DEL BURGO
Fuente: El Mundo (07-10-2004).
ZOUHIER SABE MAS DEL 11-M QUE AZNAR Y ZAPATERO JUNTOS
Al contemplar cómo el PSOE y sus aliados bloqueaban una y otra vez la comparecencia de la persona dispuesta a hablar que más puede aportar para esclarecer el 11-M, el tenaz portavoz del PP Jaime Ignacio del Burgo tuvo la oportuna iniciativa de remitir al confidente Rafá Zouhier un minucioso cuestionario sobre su relación con la trama que desembocó en la masacre. El resultado es extraordinariamente enriquecedor. Mucho más de lo que han sido los testimonios ya escuchados por la Comisión y también de lo que pueden ser los de Zapatero y Aznar. Basta con leer las detalladas respuestas de Zouhier, que este periódico reproduce casi íntegramente, para constatar que, si bien tiene lagunas, el relato del confidente es coherente y encaja con lo ya afirmado por él en sus cartas. Más importante aún, sitúa el centro de atención en el papel de la UCO en la trama del 11-M.
En efecto, lo primero que destaca del relato de Zouhier es el detalle y la insistencia con las que avisaba a sus controladores de la trama de los explosivos y la falta de interés con el que éstos recibían sus valiosas informaciones. Una falta de interés sólo aparente. Según se desprende de las respuestas de Zouhier, al tiempo que los agentes le daban a entender que sus averiguaciones carecían de importancia, estaban siguiendo de cerca a Toro y a su cuñado Trashorras. Cuando Zouhier advierte a su contacto de que Toro -de cuya implicación en la venta de explosivos a islamistas y etarras ya le había avisado- había viajado a Madrid para comprar hachís a unos «moros», éste le responde: «Está todo controlado ahí arriba. Tranquilo, que Trashorras trabaja como minero». Dato que el propio Zouhier desconocía. Del mismo modo, cuando unos meses después el confidente informa de que Toro tiene 150 kilos de dinamita para canjear por droga, la reacción fue «más tranquila todavía». A la UCO tampoco pareció inquietarle nada ni que El Chino se hubiese refugiado en España tras asesinar a un hombre en Marruecos -«eso es cosa de la policía marroquí»-, ni que un ex agente de la Guardia Civil le hubiera vendido armas a uno de sus socios.
Es posible que la pasmosa serenidad de la UCO se deba a la vieja y arriesgada estrategia de dar hilo a la cometa. Pero el mero hecho de que el responsable de dicha unidad sea el coronel Félix Hernando, cuya relación con Rafael Vera es de sobra conocida, es un motivo de peso para no descartar otras hipótesis. En este sentido, resulta particularmente significativo uno de los muchos datos que aporta Zouhier. Asegura que el 12-M se reunió con su contacto Víctor y con el superior de éste, Paco, quien al verle le dijo: «La que habéis liado», transmitiendo al marroquí el convencimiento de que la UCO ya sabía, o al menos tenía fuertes sospechas, de la implicación de los «moritos» en el atentado.
Para esclarecer este punto clave es necesario que Zouhier comparezca ante la Comisión y explique de qué habló con sus controladores en las ocho conversaciones que mantuvo con ellos los días previos a la masacre. También urge aclarar por qué no fue hasta el 18 de marzo cuando el subdirector de la Guardia Civil, el general Varela, trasladó sus sospechas a la célula de crisis creada por el Gobierno y sólo le informó de que Zouhier era confidente suyo cuando el comisario De la Morena mencionó que iban a detenerle.¿O es que el coronel Hernando no le había informado antes de ninguno de estos extremos? Sólo para aclarar esta cuestión merecería que Varela y Hernando declarasen otra vez ante la Comisión. Porque todo indica que no estamos ante la «elite» de cuya «traición» se queja amargamente Zouhier, sino ante un auténtico reino de taifas dentro de la Guardia Civil, cuya actuación estuvo motivada en todo momento por intereses personales y políticos propios.
Fuente: El Mundo (07-10-2004).