Bueno, lo entiendo así, cuando escribes: "que cualquier mínima fisura" nos vuelve injustos para siempre, estás hablando de perfección.
La palabra "perfección" intenta validar una escala de justicia para llamar justicia a lo que no lo es.
Algo así como una justicia no tan "PERFECTA".
De esta forma el ser "imperfecto" es como algo normal y hasta esperado.
Solo Dios es perfecto y es obvio que no somos Dios.
Pero esto es el puro relativismo.
Al hablar de "perfección" podemos deformar la idea de justicia porque lo hacemos desde un punto de vista normativo, como si hubiera una escala que mide cuánto nos acercamos o alejamos de lo que consideramos “justo” o “correcto”.
En este sentido, “perfección” sería el ideal más alto y una especie de referencia teórica.
Es como si la imperfección se aceptara como algo “natural” y, en consecuencia, se quitara la exigencia a lo realmente justo.
Cuando asumimos que todos somos imperfectos y que, por ende, es imposible lograr una justicia perfecta, se instala la idea de que cierta injusticia es inevitable, casi como si fuera una situación esperada y aceptable. Esto termina justificando una justicia deficiente: “No somos perfectos, entonces no podemos hacerlo mejor”.
Y en concordancia con este razonamiento la alusión a que “solo Dios es perfecto” encierra la idea de que, como nosotros no los somos, no podemos aspirar a la perfección.
Y esto nos conduce a un relativismo moral dado que la perfección es inalcanzable y no hay un estándar absoluto al cual atenerse.
Esta postura relativista podría diluir la responsabilidad de intentar mejorar el ejercicio de la justicia, pues todo se relativiza al punto en que nada es realmente justo, solo menos imperfecto.
Pero los pensamientos del hombre no son los de Dios.
Él no le dijo a Adán que no podría ser obediente porque no era Dios y era INTRÍNSECAMENTE imperfecto, sino que le exigió obediencia perfecta o en contracara LA MUERTE.
Si no sos "PERFECTO" ciertamente MORIRÁS.
Esto es imposible de hallar en la criatura, sea ángel o sea humano.
Falso.
Si asumimos que el hombre o los ángeles no fueron creados capaces de ser justos, estamos haciendo responsable a Dios del mal y de la injusticia.
Si confesamos que ninguna criatura, sea humana o angélica, puede ser perfecta estamos subrayando una limitación inherente de lo creado frente a lo divino en este punto. Bajo esta visión, los seres creados tendrían una inclinación natural a la imperfección y un límite insalvable que les impide alcanzar la justicia o la perfección moral absoluta.
Objeto esta afirmación porque, si aceptamos que las criaturas no tienen la capacidad de ser justas o de aspirar verdaderamente a la perfección moral, entonces el origen del mal y de la injusticia tendría que ser atribuido en última instancia a Dios. Es decir, si Dios crea seres incapaces de ser justos, Dios sería indirectamente responsable de la injusticia presente en el mundo.
Por ende los seres creados debieran tener la facultad de actuar justa o injustamente de lo contrario no podrían ser moralmente responsables de sus actos. Si no hay responsabilidad moral en la criatura, entonces el mal cometido no sería culpa de la misma, sino de su creador.
Tampoco se trata de que las criaturas deban ser perfectas en el sentido absoluto que solo atañe a Dios, sino de que, dentro de sus capacidades finitas, puedan alcanzar rectitud o justicia acordes a su naturaleza.
Esto no significa ser igual a Dios en perfección, pero sí tener una perfección "creatural", un estado acorde a lo que fue diseñado por Dios.
En el caso que nos ocupa la "justicia perfecta" en Adán se limitaba a no comer de un solo árbol entre muchos más, que les proporcionaban de manera abundante, todo lo que necesitaban para vivir plenamente.
Lo de ellos fue una completa desobediencia injustificada e innecesaria.
Vos estás asegurando que es imposible que las criaturas sean perfectas, lo cual sugiere un límite insalvable en su ser.
Yo rechazo esta idea, pues implica cargar a Dios con la responsabilidad del mal, dado que si las criaturas no pueden ser justas, entonces todo mal proviene de una incapacidad implantada en su ser por el propio Creador.
Somos seres imperfectos, porque del querubín protector se dice que lo fue, hasta el día en el que se halló maldad en él (Ez.28:15)
No obstante, así fue
Job se preguntó ¿Cómo se justificará el hombre para con Dios?
Pasaron muchos siglos, hasta que la respuesta a esta pregunta la encontramos en 2Cor.5:21.
El Señor no solo nos ha justificado, sino que también nos ha santificado, aquí está el texto:
Jua_17:19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
Sin Cristo estamos irremediablemente perdidos, por cuanto nacemos ya condenados, rumbo al infierno (Ro.5:18).
Pero porque en Cristo se resuelve la JUSTICIA HUMANA reclamada por el creador.
O sea... que no es que Dios acepta la desobediencia humana y la justifica y perdona, sino que crea un segundo hombre que cumple sus demandas de perfección humana y sustituye lo viejo con esto nuevo.
Lo que estoy queriendo decir es que el mecanismo de salvación a través de Jesucristo es diferente al que se adopta normalmente.
Sostenemos así que la imperfección humana fue alcanzada y adquirida y no es inherente a la creación divina.
Fue un estado alcanzado por una acción libre y deliberada de la criatura.
Es claro que una vez caído el hombre se volvió imperfecto y pecador de manera definitiva e irreparable.
Y aunque no te discuto el énfasis de que sin Cristo estamos perdidos y condenados, y que es Cristo quien hace posible la justificación primero y la salvación posterior, difiero en el mecanismo por el cual la justicia es restablecida.
No se trata simplemente de que Dios "acepte" la desobediencia y la perdone por un acto de mera clemencia.
En cambio, Dios crea un "segundo hombre" (Jesús) que cumple perfectamente las exigencias de la ley y de la justicia divina, algo que el primer hombre (Adán) no hizo.
Así, Cristo efectúa una sustitución real del "hombre viejo" injusto y desobediente por un "hombre nuevo" justo y obediente.
La humanidad es así justificada, no porque Dios ignore el pecado, sino porque en Cristo se cumple el estándar de justicia demandado desde un principio.
En Cristo se exalta y engrandece la vida humana sin pecado y obediente.
La diferencia conceptual clave radica en que normalmente se interpreta la salvación como Dios perdonando al pecador por la mera imputación de la justicia de Cristo, sin profundizar en la idea de que en Cristo hay un cumplimiento real de las demandas de Dios.
Pero la realidad es que no se trata de un perdón "externo" o "forense", sino una transformación ontológica.
Jesús es el "nuevo hombre" que cumple la perfección que el primer hombre no alcanzó.
De esta manera, no es que Dios haga la vista gorda al pecado humano, sino que Jesucristo cumple concretamente con la perfección exigida, y los creyentes, al estar "en Cristo", participan de esa nueva humanidad justificada.
Es la creación de un nuevo modelo humano que reemplaza el anterior.
El plan de salvación entonces no se reduce a Dios simplemente perdonando a los pecadores. Más bien, Dios provee un humano perfecto (Jesús), que representa la humanidad como un "nuevo Adán" o "segundo hombre".
Mediante la identificación con Cristo, los creyentes obtienen la perfección y la justicia que Dios demanda. Esto no es un mero acto de indulgencia, sino una verdadera satisfacción de los requerimientos divinos. Es un mecanismo más profundo que la simple absolución: es una re-creación de la humanidad en Cristo.