Con el ánimo de tener más puntos de vista, me he permitido traer unas palabras de
http://redestb.es/process/frames 1.htm :
Espero que mi querido hermano chitoe no se ofenda, ya que creo, enriquecerá nuestro dialogo.
Es algo extenso, por lo que os recomiendo que hagáis "cut&paste" (corta y pega) a vuestro programa de tratamiento de textos
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Los dones
(Ef 4:7-16) "Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, (Cristo) llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó, a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor".
Podríamos preguntarnos que ya que tenemos un Cristo en el cielo que nos da los dones y la gracia que necesitamos, y que todo lo llena, ¿qué necesidad tenemos entonces de la iglesia o de los hermanos?.
Este pasaje nos enseña que el crecimiento de la Iglesia hasta la plenitud propuesta por Dios en Cristo se consigue mediante el debido funcionamiento de los dones derramados por el Señor resucitado y ascendido, cada uno en relación estrecha con la cabeza. Hay diversidad dentro de la unidad, tanto en la importancia relativa de los dones, como en la relación entre sí y la Cabeza, pero la meta de todo el organismo es crecer hasta la madurez dentro de un ambiente de armonía y amor, que actúan como el lubricante en un motor. Y se ha de vigilar para que no se introduzcan cuerpos extraños en el conjunto; el alimento único se recibe de la Cabeza y se administra por la interrelación de los miembros, no pudiendo añadir nada los hombres con todas sus artimañas y errores. La estructura propuesta es la verdad, Cristo, y todo el crecimiento es en él y hacia él.
Pero para ver esto con mayor claridad vamos a pensar un poco más en el pasaje que hemos citado (Ef 4:7-16).
El gran costo de los dones. (4:9-10)
Todo verdadero regalo o dádiva tiene un precio, y en el caso del Don inefable por antonomasia, Dios mismo entregado a los hombres en toda la hermosura de su poder vivificador, el precio a pagar fue infinito.
Tanto este pasaje como el de (Fil 2:5-11) dan a entender que la exaltación de Cristo sobre todas las cosas se debe precisamente a su humillación total.
"El descendió a las partes más bajas de la tierra" para terminar de cumplir la gran tarea que le fue asignada.
Sólo a través de la Encarnación, Muerte, Resurrección y Ascensión de Cristo a la diestra de Dios pudo ser dotada la Iglesia con los hermosos "dones del Espíritu".
LLenarlo todo. (4:10)
"Subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo". Significa en este contexto dotar, completar, equipar, perfeccionar. Pero ¿de qué manera lo hace?. Vamos a ver a continuación que el desarrollo y funcionamiento de los dones son los medios que Dios a puesto en el Cuerpo para alcanzar la gran meta de la madurez en Cristo.
La Ascensión de Jesús no significa el abandono del mundo por Cristo, sino un mundo colmado de Cristo, ya que libre de sus limitaciones pudo hacerse presente en cualquier lugar del mundo mediante su Espíritu.
Los dones generales. (4:7-8)
Cada miembro del cuerpo ha recibido la ayuda o capacitación divina (gracia) conforme al don o los dones que Dios le haya dado; por lo tanto, nadie puede excusarse de contribuir al desarrollo del conjunto alegando que no tiene ninguna función específica que desempeñar.
"Fue dada la gracia". Pablo menciona este mismo hecho por tres veces en el capítulo anterior (Ef 3:2,7,8). A cada don o facultad espiritual que Dios da a sus siervos en su soberanía, le corresponde la gracia o ayuda divina para su realización. Cuando Dios llama, capacita y luego usa a sus siervos.
Los dones son facultades naturales o espirituales creadas por Dios que, por la Caída y sus funestas consecuencias, han estado bajo el poder de su adversario, Satanás, y utilizadas para fines contrarios a la voluntad divina. Pero por medio de la magna obra de redención y reconciliación, Cristo ha despojado al enemigo de sus trofeos, por lo que puede devolver estas facultades, ya redimidas y vivificadas por su Espíritu, a los que se rindan a él y las pongan a su servicio en sus vidas.
Los dones especiales. (4:11)
La importancia de estos ministerios es capital para el crecimiento y desarrollo de la Iglesia; son como los nervios que trasmiten la voluntad del cerebro a todas partes del cuerpo humano, sin los cuales no se podría realizar ningún movimiento ni función.
Estos cinco dones especiales son dados a la Iglesia a fin de que todos los demás dones alcancen su desarrollo debido, llegando a cubrir cada uno la función que Dios les asignó para el crecimiento del Cuerpo.
1.- Apóstoles: Este es un don fundamental dado a aquellos que habían de recibir y transmitir la verdad acerca de la Palabra y Obra de Cristo. Su ministerio se ha recogido en el Nuevo Testamento y en este sentido especial no se repite. Su obra, pues, es única e irrepetible, sirviendo de enlace entre el Señor resucitado y los demás "que han de creer en mí (Cristo) por la palabra de ellos" (Jn 17:20). La obra apostólica continúa en el día de hoy a través del canon del Nuevo Testamento.
2.- Profetas: Al igual que los apóstoles, la labor de los profetas era fundacional (Ef 2:20) "Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo".
Su obra duró hasta que se completó el canon de las Escrituras. Después de ese momento, la labor profética ha seguido sólo en el sentido más general de la palabra: proclamar y aplicar las enseñanzas de la Palabra escrita en el poder del Espíritu a determinadas situaciones y necesidades en la vida de la Iglesia.
3.- Evangelistas: Su don tiene por objeto proclamar las buenas nuevas de salvación al mundo en el poder del Espíritu Santo, para luego recoger las almas que van respondiendo al mensaje que llevan, y formarles en iglesias locales.
Un vistazo a la situación del cristianismo en nuestros días bastará para convencernos de que no se da la debida importancia a este don, ni se comprende bien su verdadera naturaleza. No es sinónimo de predicador, sino más bien significa un "pescador de almas" que como resultado de su labor llega a plantar congregaciones locales.
El ejemplo clásico, inmejorable, de la labor de evangelista lo tenemos en los viajes de Pablo, en los que vemos la extensión del Evangelio a vastas regiones.
4.- Pastores: Está estrechamente relacionado con el siguiente don, maestros. Y en realidad esta relación es muy apropiada, puesto que el pastoreo eficaz ha de incluir como elemento principal la alimentación e instrucción de la grey de Dios en los buenos pastos de la Palabra. Por eso, los ancianos o pastores han de "ser aptos para enseñar" (1 Tim 3:2) (Tit 1:9), aspecto de su ministerio que Pablo enfatiza en su discurso a los de Efeso en (Hc 20:18-35).
Los pastores han de cuidar las almas ganadas por los evangelistas. Su esfera es la iglesia local (1 Pd 5:1-5). Su finalidad primordial es garantizar, si es empleado en el poder del Espíritu Santo y con fidelidad, la continuidad de la obra de Dios en su aspecto de testimonio local.
5.- Maestros o enseñadores: Este don tiene que ver con el estudio profundo de toda la doctrina bíblica y su fiel exposición a los santos. El maestro coopera estrechamente con los pastores para edificar e instruir a los creyentes, a fin de que la Obra pueda llevarse a cabo con la sabiduría y según las normas de la Palabra de Dios.
Si no se da la debida importancia a este don, los errores se infiltran fácilmente en las iglesias y estorban el crecimiento de todo el cuerpo.
La meta del ministerio de los dones: La madurez del Cuerpo (Ef 4:12-13).
(v. 12) "a fin de perfeccionar a los santos...".
La palabra "perfeccionar" puede significar reparar, restaurar una cosa a su estado original, aunque es más probable que su significado aquí no implique un estado de ruina anterior y que quiera decir llenar o completar lo que todavía es incompleto, capacitar, preparar, hacer acto, entrenar, hacer idóneo... (1 Ts 3:10) (Hb 13:21) (1 Pd 5:10).
Estos dones existen para estimular, despertar y desarrollar a los demás dones para que ministren más eficazmente, y todo con el fin general de edificar el conjunto.
(v. 12) "Para la obra del ministerio..."
Es interesante notar que aunque los dones enumerados en el (v. 11) sirven para perfeccionar a los santos del (v. 12), sin embargo, quien hace "la obra del ministerio" son todos los santos. Es decir, los "apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros" capacitan a los santos para que hagan "la obra del ministerio", pero no son sólo entrenadores, sino que también ellos forman parte juntamente con los santos en esta obra.
En cuanto al significado de la palabra "ministerio", hay que aclarar que aunque a lo largo de los siglos ha ido tomando un sentido eclesiástico, no era así cuando Pablo y los demás apóstoles la empleaban en sus escritos. "Ministerio" traduce la palabra "diaconía", que era muy corriente y que no quería decir otra cosa que "servicio".
Con esto, estamos viendo que Pablo no sugiere las distinciones que algunos han hecho entre clérigos y laicos, ya que son todos los santos quienes tienen la responsabilidad de servir, y no una casta especial dentro de la iglesia.
(v. 12) "Para la edificación del cuerpo de Cristo".
El segundo propósito de este ejercicio de los dones es "para la edificación del cuerpo de Cristo". Pablo contempla la Iglesia bajo varias figuras; en algunas ocasiones como un edificio, en otras como un cuerpo. Aquí conjuga las dos para hacer ver que el crecimiento de la iglesia viene por medio del entrenamiento de los hermanos que tienen los dones que hemos visto anteriormente. Por tanto, si un hermano no desarrolla su don, o los otros creyentes no se dejan enseñar, veremos peligrar el crecimiento del cuerpo de Cristo.
(v. 13) "hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo".
La fe no es la mera aceptación mental de ciertos dogmas o credos, por la que se alcanza la unidad deseada; es algo mucho más personal, profundo e íntimo: conocer experimentalmente a una persona, Cristo. Es mucho más, también, que un mero conocimiento intelectual; es comunicación, un mutuo dar y recibir.
Nótese que el apóstol emplea un título para Cristo que raras veces aparece en sus epístolas: "Hijo de Dios", porque el contexto corresponde a la meta sublime a la que ha de llegar la Iglesia en la intimidad perfecta con Aquel que recoge y reúne en sí mismo todos los propósitos divinos en orden a la humanidad redimida.
Este conocimiento de Cristo es vital y debe aumentarse hasta llegar a la perfección o madurez, que es la plena semejanza a Cristo.
Todos los términos que Pablo acumula hablan de la madurez (perfección, mayoría de edad, desarrollo en su aspecto físico moral) en contraste con la imperfección del niño.
Debemos notar que el apóstol usa el singular cuando habla del "varón perfecto", ya que tiene en mente la unidad de todo el Cuerpo y no simplemente la experiencia personal de cada miembro. Los muchos han de llegar a ser, como en (2:15) "un solo y nuevo hombre".
Esta es la meta a la que es llamado todo creyente y que se produce a partir del entrenamiento de los dones del (v. 11). Llegar a ser "un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo", "ser semejantes a él" (1 Jn 3:2) (Col 1:28) (2 Cor 3:18) (Rm 8:29).
Este es el propósito de Dios y del que no se debe excluir ningún creyente (Col 1:28).
Obstáculos que impiden la madurez (Ef 4:14-15).
1.- Los engaños de los falsos doctores.
El apóstol se vale de varias palabras gráficas para describir el proceder alevoso de los que introducen doctrinas erróneas en la Iglesia.
- "Niños fluctuantes". Hay dos formas de ser como niños, una positiva y que es a la que el Señor nos exhorta, y otra negativa que debemos evitar. Cuando el pecador se acerca a Cristo lo hace cargado de pecados y experiencias que han ido moldeando su vida, y es necesario hacerse nuevamente como niños, para que en una dependencia absoluta pueda comenzar a crecer en la nueva vida. Pero en otro sentido no debemos "ser niños en el modo de pensar, sino ser niños en la malicia" (1 Cor 14:20).
- El creyente que se deja llevar por el empuje de tales enseñanzas es como un barquillo llevado de acá para allá por el fuerte oleaje del mar embravecido, a la merced de donde éste le arrastre. La única forma de evitarlo es estar firmemente anclados en el pleno conocimiento de Cristo.
- Cae víctima de "estratagemas", que se refiere a los trucos utilizados por tramposos que jugaban con dados previamente manipulados.
- Su propósito es engañar, por lo que emplean "astucia" para enredar o embaucar a las personas simples. Esta palabra se usa en (Lc 20:23) acerca de los que querían "coger" o "atrapar" al Señor en una palabra, y en (2 Cor 11:3) para describir a la serpiente en el Edén.
Frente a tales manipulaciones falsas, con todo el peligro que éstas entrañan, hace falta toda la gama del ministerio de los dones.
2.- La falta de verdad.
"Siguiendo la verdad". "Tu palabra es la verdad", dijo el Señor (Jn 17:17), y como hemos visto, es el alimento ideal para crecer, en contraste con el veneno del engaño y la falsedad.
3.- La falta de amor.
"Siguiendo la verdad en amor", "edificándose en amor". Si éste no es el caldo de cultivo de nuestro servicio cristiano, de nada sirve lo que hacemos.
Este es un elemento imprescindible para la cohesión y el funcionamiento armonioso del cuerpo. De no haber amor, sólo habrá desavenencias que contradicen la unidad.
El crecimiento hacia la madurez (Ef 4:15-16).
a.- Cristo es la Cabeza, y por lo tanto norma de toda perfección y madurez. El crecimiento es "en" él o "hacia" él. La vida de cada miembro se halla en él y sólo en él (Jn 15:1-6). De su poder y dirección se deriva un crecimiento coordinado y armónico de todo el Cuerpo (Col 2:19).
b.- Este crecimiento se administra por cada "coyuntura", o sea, cada órgano del Cuerpo, cuando cada uno actúa según su función específica.
Notemos que hay una estrecha interrelación entre los miembros, reflejada por la frase "unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente", sin la cual no se produce el crecimiento deseado.
Vemos que dentro del cuerpo de Cristo no cabe la competitividad, sino sólo la ayuda mutua, ya que para eso el Señor nos ha hecho complementarios.
c.- El resultado es que el Cuerpo recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
LOS DONES.
(1 Cor 12:7) "Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho".
(1 Cor 12:21) "Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros".
(1 Cor 12:24-25) "Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos de los otros".
Conclusiones:
Dios concede a cada creyente manifestaciones del poder del Espíritu Santo para el provecho de la familia de la fe.
Si el ejercicio de un pretendido don no es provechoso, entonces se ha de deducir que no procede de Dios.
Todos los miembros son necesarios. Si un miembro dice a otro: "no te necesito", tal actitud sería una locura.
Los miembros han de preocuparse los unos por los otros. Cada miembro necesita de la operación de todos los demás dentro del cuerpo espiritual de Cristo.
Debe haber una tierna preocupación del uno por el otro que se funda sobre el hecho de la unidad del cuerpo que Dios ha ordenado.[/quote]
Espero que os haya sido de bendición.
Maripaz