Hermano CHITOE: Es bueno que nos conozcamos, pero que nos conozcamos bien y no mal. Tú hiciste las preguntas y yo las contesté.
Siento mucho que no hubiese respondido de acuerdo a lo que tú querías, ¿pero en qué te aprovecharía tal cosa?
Pasando ahora a tu mensaje. En el primer párrafo coincidimos. En el
segundo también en cuanto a las experiencias espirituales; sólo que para evitar confusiones, dejamos la expresión "bautismo del Espíritu"
para la primera experiencia en la que concordamos, y preferimos ahora
hablar de plenitud, llenura y unción del Espíritu, o poder de lo alto. No es imprescindible que se agregue algún don o manifestación tras esta experiencia, pero como el Espíritu Santo es Dios soberano, puede
así hacerlo si lo quiere, o puede no hacerlo pues no está obligado a
reeditar en todos y cada uno de nosotros lo que El hizo con otros
muchos en el Nuevo Testamento.
En ningún momento yo juzgué sobre la legitimidad de tu don de lenguas, ya que ni siquiera sabía que lo tuvieras. Tampoco juzgué a
ninguno de sus genuinos poseedores, porque tampoco tengo el gusto
de conocerlos. "De lo que sabemos hablamos, y de lo que hemos visto
testificamos" (Jn.3:11), así que contestando a tus preguntas me limité
a decir lo que sé, ví y oí, sin inventar ni acreditar nada que desconozco.
Ya dije a comienzo de este Tópico, que en este mismo Foro defendí la
vigencia de todos los dones espirituales hasta la venida del Señor. Tú
deberías de saberlo, ya que te reiteré tal cosa, y no atribuirme gratuitamente el que yo deje en descrédito al auténtico don de lenguas.
Por supuesto que yo estoy totalmente abierto a todo lo que dice la
Escritura; pero igualmente abierto para ver, oir y discernir todo cuanto
acontece a mi alrededor. Es por eso precisamente, por aceptar la verdad
bíblica de la vigencia actual del don de lenguas, que puedo discernir sus
imitaciones ridículas y exponerlas como tales.
Cuando cursaba Secundaria, yo me negaba a estudiar la gramática. Al
no poder decir los tiempos verbales que el profesor me dio de ejemplo,
me excusé diciendo que yo tenía "verbofobia". Me echó de la clase. Yo
no quería saber nada de pronombres, adverbios, gerundios, y demás
especies parecidas. En un examen de Idioma Español el profesor me
preguntó qué era el "hipérbaton", y al no poder responder, perdí el
examen. Como yo quería servir al Señor de la forma más excelente, le
pedí que me diera el don de la lengua castellana. Desde entonces, puedo expresarme en forma oral o escrita en nuestro idioma, con no
menor gracia y soltura que los ángeles cuando conversan entre ellos.
Aunque mi don no es nada espectacular y pasa desapercibido, es el más
útil para la evangelización y edificación entre los que hablamos la lengua castellana. ¿Qué me importa a mí si alrededor mío en una reunión carismática me miran de reojo porque no suelto voces raras?
¡Lamento en el alma si les ofende mi lenguaje castizo! ¿Pero que voy
a hacer? ¿Berridos como ellos, para congraciarme y quedar bien?
Solamente una vez asistí a una reunión en que alguien trajo una profecía en lenguas y otro interpretó. Pero cuando este último se
sentó, yo me paré con la Biblia abierta y leí tres versículos. Entonces
dije más o menos así: - Hermanas y hermanos: o la profecía que acabamos de oir no era de Dios, o la interpretación estuvo equivocada.
Pues como acabamos de leer, Dios no nos podría decir ahora lo contrario a lo que ya nos dijo en su santa Palabra.
Doy testimonio de aquella única experiencia que tuve, pero con ello no
pretendo desvirtuar los auténticos dones de lenguas e interpretación.
¡Al contrario! Que queden expuestas tales burdas imitaciones, debería
ser prueba suficiente de la existencia de los verdaderos.
Espero que ahora me conozcas bien y mejor.
El Señor sea contigo.
Ricardo.