Estimado Kepale, le invito a que relea mi mensaje pues evidentemente no lo ha entendido. Todavía no he expulsado a Ezequiel, sólamente le he realizado un llamado de atención para que modere su actitud y respete las mínimas normas de estos foros.
Estimado Oso, el haber llamado la atención a Ezequiel no es por que defienda ardientemente la Palabra, cosa que me parece muy bien que lo haga, sino por los insultos que vierte y que devirtúa el Poder que la Palabra tiene en sí misma.
Para esa agresión "nefasta y sutil" que usted ve y que muchos vemos en los que no creen como nosotros, tenemos un arma que Dios nos dió para combatirla, la espada de dos filos que es su Santa Palabra y no nos es permitido usar armas que provengan de nuestra propia carne, como los diminutivos e insultos que denigran al que los dice y al Evangelio que proclama.
Estos Foros de discusión están para aquellos que desvirtúan la Palabra confundiéndola con mandamientos de hombres, que nada tiene que ver con la voluntad de Dios; sean confrontados con esa misma Palabra por aquellos que les ha amanecido, y no creo que sea forma de proclamar el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, con insultos que muchas veces llega a la vulgaridad, ni es la forma en que fuimos llamados a proclamar Su Verdad.
Esto último lo repito para todos, es fruto de nuestro YO CARNAL y éste ego en un Cristiano debe morir para que Cristo reine, de otra forma será imposible que demos buenos frutos, es decir los frutos del Espíritu (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza).
El católico está plenamente convencido de que tiene razón. El evangélico también. Si aplicamos la teoría de que el otro que no piensa como nosotros es un enemigo peligroso al que hay que insultar porque supuestamente pervierte el evangelio, entonces esto se convierte en una guerra sin cuartel. Es decir, volvemos al siglo XVI con las guerras de religión.
No se puede despreciar a nadie por no pensar igual. Y eso no es cuestión de evangélicos y católicos sino de personas con educación.
Tengamos muy en cuenta que no estamos luchando contra las personas (carne o sangre) sino contra el príncipe de este mundo, por lo que no debemos insultar a nadie, pues de esa forma nunca serán rescatados de su poder y seremos partícipes del espíritu que Satán quiere impartir entre los cristianos, para no ser derrotado.
DLB.
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