Canon del Nuevo Testamento:
La escritura y recopilación de los 27 libros que componen el canon del Nuevo Testamento siguió un curso similar al del Antiguo Testamento. Cristo “dio dádivas en hombres”, sí, “dio algunos como apóstoles, algunos como profetas, algunos como evangelizadores, algunos como pastores y maestros”. (Ef 4:8, 11-13.) Con la ayuda del espíritu de Dios, enunciaron la doctrina recta para la congregación cristiana y, “a modo de recordatorio”, repitieron muchas cosas que ya estaban registradas en las Escrituras. (2Pe 1:12, 13; 3:1; Ro 15:15.)
Hay pruebas documentales extrabíblicas de que ya entre los años 90 y 100 E.C. se habían recopilado, como mínimo, diez de las cartas de Pablo. Se puede asegurar que los discípulos de Jesús empezaron a compilar los escritos cristianos inspirados desde fechas tempranas.
Leemos que ‘la literatura cristiana de finales del siglo I y del siglo II atestigua que se atribuía a los escritos de los apóstoles una autoridad divina. Clemente Romano afirma que Pablo, divinamente inspirado, escribió a los corintios. Los escritos de Ignacio Mártir y Policarpo están llenos de citas y alusiones tomadas de los evangelios y de las epístolas paulinas, lo cual indica la gran veneración y reverencia que tenían de estos escritos. Desde un principio los escritos apostólicos fueron coleccionados para leerlos públicamente’. (Introducción a la Biblia, de Manuel de Tuya y José Salguero, 1967, vol 1, págs. 362, 363).
Todos estos fueron escritores primitivos —Clemente de Roma (30[?]-100[?] E.C.), Policarpo (69[?]-155[?] E.C.) e Ignacio de Antioquía (final del siglo I y principios del II)— que incluyeron en sus obras citas y extractos de los diferentes libros del Nuevo testamento, lo que muestra que estaban familiarizados con tales escritos canónicos.
En su Diálogo con Trifón (XLIX, 5), Justino Mártir (muerto c. 165 E.C.) usó la expresión “está escrito” cuando citó de Mateo, tal como lo hacen los evangelios cuando se refieren al Antiguo Testamento. Lo mismo es cierto de una obra anónima anterior: la Carta de Bernabé (IV). En la Apología I (LXVI, 3; LXVII, 3) Justino Mártir llama “Evangelios” a los “Recuerdos de los Apóstoles”.
Teófilo de Antioquía (siglo II a. E.C.) declaró: “Sobre la justicia de que habla la ley, se ve que están de acuerdo los profetas y los Evangelios, pues todos, portadores del espíritu, hablaron por el solo Espíritu de Dios”. Luego usa expresiones como “nos enseña [...] la voz evangélica” (citando de Mt 5:28, 32, 44, 46; 6:3) y “nos manda la divina palabra” (citando de 1Ti 2:2 y Ro 13:7, 8). (Los tres libros a Autólico, III, 12-14.)
Para fines del segundo siglo no había ninguna duda de que se había completado el canon del Nuevo Testamento, y personajes como Ireneo, Clemente de Alejandría y Tertuliano reconocieron que los libros de las Nuevo Testamento tenían la misma autoridad que el Antiguo Testamento. Cuando citó de las Escrituras, Ireneo recurrió no menos de doscientas veces a las cartas de Pablo. Clemente dice que responderá a sus adversarios con “las Escrituras, las cuales creemos que son válidas por su autoridad omnipotente”, esto es, “por la ley y los profetas, y además por el bendito Evangelio”. (The Ante-Nicene Fathers, vol. 2, pág. 409, “Los Stromata, o misceláneos”.)
Algunos críticos han puesto en tela de juicio la canonicidad de ciertos libros del Nuevo Testamento, pero con muy poco fundamento. Por ejemplo, rechazar el libro de Hebreos solo porque no lleva el nombre de Pablo y porque su estilo varía ligeramente del de otras cartas paulinas es, cuanto menos, aventurado. B. F. Westcott observa que “la autoridad canónica de la epístola es independiente de su paternidad literaria paulina”. (The Epistle to the Hebrews, 1892, pág. 71.) Mucho más importante que el que no contenga el nombre de su escritor es su presencia en el Papiro de Chester Beatty núm. 2 (P 46) (escrito menos de ciento cincuenta años después de la muerte de Pablo) junto a otras ocho cartas del apóstol.
En ocasiones se ha cuestionado la canonicidad de algunos de los libros cortos, como Santiago, Judas, segunda y tercera de Juan y segunda de Pedro, sobre la base de que los escritores primitivos no hicieron muchas citas de ellos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que todos juntos componen solo una treintaiseisava parte de las Escrituras Griegas Cristianas, así que tenían menos probabilidad de que se les citara. A este respecto debe notarse que para Ireneo en segunda de Pedro se encuentran las mismas pruebas de canonicidad que en el resto de las Escrituras Griegas. Lo mismo es cierto de segunda de Juan. (The Ante-Nicene Fathers, vol. 1, págs. 551, 557, 341, 443, “Ireneo contra las herejías”.) Algunos también han rechazado Revelación, pero muchos comentaristas primitivos, como Papias, Justino Mártir, Melitón e Ireneo, reconocen este libro como inspirado.
NO OBSTANTE, LA VERDADERA PRUEBA DE LA CANONICIDAD DE CIERTO LIBRO NO ES EL NÚMERO DE VECES QUE SE CITÓ DE ÉL NI QUÉ ESCRITORES NO APOSTÓLICOS LO HICIERON. SU MISMO CONTENIDO DEBE DAR PRUEBA DE QUE ES PRODUCTO DEL ESPÍRITU SANTO. POR CONSIGUIENTE, NO PUEDE CONTENER SUPERSTICIONES NI DEMONISMO, NI PUEDE ANIMAR A LA ADORACIÓN DE CRIATURAS. DEBE ESTAR EN TOTAL ARMONÍA Y COMPLETA UNIDAD CON EL RESTO DE LA BIBLIA, APOYANDO ASÍ SU PATERNIDAD LITERARIA DIVINA. TODO LIBRO DEBE CONFORMARSE AL “MODELO [DIVINO] DE PALABRAS SALUDABLES” Y ESTAR EN ARMONÍA CON LAS ENSEÑANZAS Y ACTIVIDADES DE CRISTO JESÚS. (2TI 1:13; 1CO 4:17.) OBVIAMENTE DIOS ACREDITÓ A LOS APÓSTOLES, Y ELLOS RECONOCIERON A OTROS ESCRITORES, COMO LUCAS Y SANTIAGO, EL MEDIO HERMANO DE JESÚS. POR ESPÍRITU SANTO, LOS APÓSTOLES TENÍAN “DISCERNIMIENTO DE EXPRESIONES INSPIRADAS”, PARA DETERMINAR SI ESTAS PROCEDÍAN DE DIOS O NO. (1CO 12:4, 10.) CON LA MUERTE DE JUAN, EL ÚLTIMO DE LOS APÓSTOLES, LLEGÓ A SU FIN ESTA CADENA CONFIABLE DE HOMBRES INSPIRADOS POR DIOS, DE MODO QUE EL CANON BÍBLICO QUEDÓ COMPLETO CON LA REVELACIÓN, EL EVANGELIO DE JUAN Y SUS EPÍSTOLAS.
GRACIAS A SU ARMONÍA Y EQUILIBRIO LOS 66 LIBROS CANÓNICOS DE NUESTRA BIBLIA DAN TESTIMONIO DE LA UNIDAD Y TOTALIDAD DE LAS ESCRITURAS, Y LAS RECOMIENDAN COMO LA PALABRA DE JEHOVÁ DE VERDADES INSPIRADAS, PROTEGIDA HASTA LA ACTUALIDAD DE TODOS SUS ENEMIGOS. (1PE 1:25.)
Información extraída del libro PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, editado y distribuido por los Testigos Cristianos de Jehová.
Saludos.
APELES.