Lecturas del 13/11/2003
Primera lectura Sab. 7, 22 -- 8, 1:
En ella se encuentra un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, ágil, móvil, penetrante, puro, límpido, no puede corromperse, orientado al bien y eficaz. Es un espíritu irresistible, bienhechor, amigo de los hombres, firme, seguro, apacible, que lo puede todo y que vela por todo, impregna a todos los otros espíritus por inteligentes, puros y sutiles que sean.
La sabiduría es más movible que cualquier cosa, gracias a su fuerza
atraviesa y lo penetra todo. Se desprende, como un vapor, del poder de
Dios, es una emanación muy pura de su Gloria; por eso, nada de sucio se introduce en ella. Es la irradiación de la luz eterna, el espejo sin tacha de la actividad de Dios y la imagen de su perfección.
Es una, pero lo puede todo; sin salir de sí misma, lo renueva todo. De
generación en generación pasa a las almas santas de las cuales hace amigos de Dios y profetas. Porque Dios sólo ama al que vive con la Sabiduría.
Es más bella que el sol y supera a cualquier constelación; comparada con la luz, le gana, porque la noche sucede al día, mientras que el mal jamás vencerá a la sabiduría.
Salmo Sal. 118, 89-175:
Tu palabra, Señor, es para siempre,
inmutable en los cielos.
De generación en generación tu verdad;
igual que la tierra que tú fundaste
y que se mantiene por tu decisión,
pues el universo es tu servidor.
Si en tu Ley no hubiera puesto mis delicias
habría perecido en mi miseria.
Jamás olvidaré tus ordenanzas
pues por ellas me haces revivir.
Tuyo soy, sálvame,
ya que he buscado tus ordenanzas.
Los malvados me espían para perderme,
pero estoy atento a tus testimonios.
He visto el fin de todo lo perfecto,
¡cuánto más amplio es tu mandamiento!
¡Cuánto amo tu Ley!
En ella medito todo el día.
Me haces más sabio que mis enemigos
por tu mandamiento que es siempre mío.
Soy más agudo que todos mis maestros,
merced a tus testimonios que medito.
Superé a los ancianos en saber
pues guardo tus ordenanzas.
Aparté mis pasos de todo mal camino,
pues quería ser fiel a tu palabra.
De tus juicios no me he apartado,
pues tú me los enseñas.
¡A mi paladar son dulces tus palabras,
más que la miel para mi boca!
Tus ordenanzas me han dado la inteligencia,
por eso odio cualquier ruta mentirosa.
Para mis pasos tu palabra es una lámpara,
una luz en mi sendero.
He hecho un juramento y lo mantendré
de guardar tus justos juicios.
He sido hasta el colmo afligido
vivifícame, Señor, según tu palabra.
Acepta, Señor, la ofrenda de mi boca,
y enséñame tus juicios.
Expongo mi vida a cada instante,
pero jamás me olvido de tu ley.
Los malvados me han tendido una celada
pero no me alejé de tus ordenanzas.
Tus testimonios han sido siempre mi herencia,
son la alegría de mi corazón.
Incliné mi corazón a cumplir tus preceptos,
siempre y totalmente.
Odio los corazones repartidos
y amo tu Ley.
Tú eres mi refugio y mi escudo,
he puesto en tu palabra mi esperanza.
Apártense de mi, agentes del mal,
para que guarde los mandamientos de mi Dios.
Sostenme según tu palabra, y viviré
que no sea en vano mi esperanza.
Sé mi apoyo y estaré salvado,
que tus preceptos sean siempre mis delicias.
Desprecias a los que abandonan tus preceptos,
sus proyectos no son más que mentira.
Los malos del país son para ti la escoria,
por eso yo amo tus testimonios.
Ante ti mi carne tiembla de miedo,
tus juicios me llenan de temor.
He actuado con derecho y con justicia,
no me entregues a mis opresores.
Defiende la causa de tu servidor,
no dejes que me opriman los soberbios.
Por tu salvación mis ojos languidecen,
y por tu justa palabra.
Según tu amor actúa con tu siervo,
y enséñame tus preceptos.
Soy tu servidor, dame la inteligencia
para que conozca tus testimonios.
Señor, es tiempo de que actúes,
pues se viola tu Ley,
al verlo amo más tus mandamientos,
los aprecio más que el oro fino.
Me regulo por todos tus preceptos
y odio cualquier camino de mentira.
Maravillosos son tus testimonios
por eso mi alma los guarda.
Exponer tus palabras es dar luz
y abrir la inteligencia de los sencillos.
Abro una boca grande para aspirar
pues estoy ávido de tus mandamientos.
Vuélvete a mí y ten de mí piedad,
como los que aman tu nombre lo merecen.
Afirma con tu palabra mis pasos,
no dejes que me domine algún mal.
Líbrame de la opresión del hombre,
para que pueda observar tus ordenanzas.
Haz brillar tu faz sobre tu siervo
y enséñame tus preceptos.
De mis ojos han brotado ríos de lágrimas
al ver que no se observa tu Ley.
Tú eres justo, Señor,
y rectos son tus juicios.
Has dictado tus testimonios con justicia,
y con toda verdad.
Me consumo de indignación
pues mis adversarios olvidan tus palabras.
Tu palabra está totalmente comprobada
por eso tu servidor la ama.
Aunque soy poca cosa y despreciable,
no me olvido de tus ordenanzas.
Tu justicia es justicia eternamente
y tu Ley es verdad.
Si me asaltan la angustia y la ansiedad,
tus mandamientos aún son mis delicias.
Tus testimonios son justicia eterna,
dame la inteligencia y viviré.
Te invoco, Señor, con todo el corazón,
respóndeme, pues quiero observar tus preceptos.
Yo a ti clamo, sálvame,
pues quiero guardar tus testimonios.
Me adelanto a la aurora para clamarte,
espero en tus palabras.
Mis ojos se adelantaron a las horas
y volví a meditar en tu palabra.
Por tu amor, Señor, oye mi voz,
hazme vivir según tus juicios.
Mis perseguidores se adhieren al crimen,
pero se alejan de tu Ley.
Tú estás cerca, Señor,
y todos tus mandamientos son verdad.
Lo que hace tiempo sé de tus testimonios
es que los fundaste para siempre.
Mira mi miseria y líbrame,
pues no me he olvidado de tu Ley.
Defiende mi causa y líbrame,
que me vivifique tu palabra.
La salvación está lejos de los impíos,
pues no se interesan en tus preceptos.
Frecuentes son, Señor, tus misericordias,
hazme vivir según tus juicios.
Mis perseguidores y mis enemigos son sin cuento,
pero no me aparté de tus testimonios.
Vi a los traidores y me dieron asco,
pues no respetan tu palabra.
Mira cuánto amo tus ordenanzas,
Señor, hazme vivir según tu gracia.
El principio de tu palabra es la verdad,
tus juicios son justos para siempre.
Si bien los príncipes me perseguían sin razón,
mi corazón temía más a tus palabras.
Tu palabra me llena de gozo
como quien encuentra un gran tesoro.
Detesto la mentira, la aborrezco,
pero eso sí que amo tu Ley.
Siete veces al día yo te alabo
por tus juicios que son justos.
Una paz grande para los que aman tu Ley,
nada podrá hacerlos tropezar.
Espero, Señor, tu salvación,
y pongo en práctica tus mandamientos.
Mi alma toma en cuenta tus testimonios,
los amo totalmente.
Observo tus ordenanzas, tus testimonios,
a tu vista están todos mis caminos.
¡Que mi grito se acerque a tu faz, Señor,
según tu palabra, dame la inteligencia!
¡Que mi súplica llegue hasta tu presencia,
líbrame de acuerdo a tu palabra!
¡Que mis labios publiquen tu alabanza,
pues tú me enseñas tus preceptos!
¡Que mi lengua celebre tu palabra,
pues son justos todos tus mandamientos!
¡Que tu mano venga a socorrerme,
pues yo elegí tus ordenanzas!
He ansiado, Señor, tu salvación,
y tu Ley ha sido mi delicia.
¡Que mi alma viva para alabarte,
y tus juicios vendrán en mi ayuda!
Evangelio Lc. 17, 20-25:
Los fariseos estaban preguntando a Jesús: «¿Cuándo llegará el Reino de
Dios?» Les contestó: «La venida del Reino de Dios no es cosa que se pueda verificar. No van a decir: "Está aquí, o está allá". Y sepan que el Reino de Dios está en medio de ustedes.»
Jesús dijo además a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que ustedes
desearán ver alguna de las manifestaciones del Hijo del Hombre, pero no la verán. Entonces les dirán: "Está aquí, está allá." No vayan, no corran. En efecto, como el fulgor del relámpago rasga el cielo desde un extremo hasta el otro, así sucederá con el Hijo del Hombre cuando llegue su día. Pero antes tiene que sufrir mucho y ser rechazado por esta gente.
***
***
***
Otras lecturas de Inés
Mensajes de la Virgen a Gladys de Motta. San Nicolás. Argentina.
"Hija mía, ora, para que el Nombre de Jesús sea amado y respetado.¿Son tantos los que no aman, los que lo ofenden¡ Sigo llamando a los corazones, aun a los ateos, (1766)

Primera lectura Sab. 7, 22 -- 8, 1:
En ella se encuentra un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, ágil, móvil, penetrante, puro, límpido, no puede corromperse, orientado al bien y eficaz. Es un espíritu irresistible, bienhechor, amigo de los hombres, firme, seguro, apacible, que lo puede todo y que vela por todo, impregna a todos los otros espíritus por inteligentes, puros y sutiles que sean.
La sabiduría es más movible que cualquier cosa, gracias a su fuerza
atraviesa y lo penetra todo. Se desprende, como un vapor, del poder de
Dios, es una emanación muy pura de su Gloria; por eso, nada de sucio se introduce en ella. Es la irradiación de la luz eterna, el espejo sin tacha de la actividad de Dios y la imagen de su perfección.
Es una, pero lo puede todo; sin salir de sí misma, lo renueva todo. De
generación en generación pasa a las almas santas de las cuales hace amigos de Dios y profetas. Porque Dios sólo ama al que vive con la Sabiduría.
Es más bella que el sol y supera a cualquier constelación; comparada con la luz, le gana, porque la noche sucede al día, mientras que el mal jamás vencerá a la sabiduría.
Salmo Sal. 118, 89-175:
Tu palabra, Señor, es para siempre,
inmutable en los cielos.
De generación en generación tu verdad;
igual que la tierra que tú fundaste
y que se mantiene por tu decisión,
pues el universo es tu servidor.
Si en tu Ley no hubiera puesto mis delicias
habría perecido en mi miseria.
Jamás olvidaré tus ordenanzas
pues por ellas me haces revivir.
Tuyo soy, sálvame,
ya que he buscado tus ordenanzas.
Los malvados me espían para perderme,
pero estoy atento a tus testimonios.
He visto el fin de todo lo perfecto,
¡cuánto más amplio es tu mandamiento!
¡Cuánto amo tu Ley!
En ella medito todo el día.
Me haces más sabio que mis enemigos
por tu mandamiento que es siempre mío.
Soy más agudo que todos mis maestros,
merced a tus testimonios que medito.
Superé a los ancianos en saber
pues guardo tus ordenanzas.
Aparté mis pasos de todo mal camino,
pues quería ser fiel a tu palabra.
De tus juicios no me he apartado,
pues tú me los enseñas.
¡A mi paladar son dulces tus palabras,
más que la miel para mi boca!
Tus ordenanzas me han dado la inteligencia,
por eso odio cualquier ruta mentirosa.
Para mis pasos tu palabra es una lámpara,
una luz en mi sendero.
He hecho un juramento y lo mantendré
de guardar tus justos juicios.
He sido hasta el colmo afligido
vivifícame, Señor, según tu palabra.
Acepta, Señor, la ofrenda de mi boca,
y enséñame tus juicios.
Expongo mi vida a cada instante,
pero jamás me olvido de tu ley.
Los malvados me han tendido una celada
pero no me alejé de tus ordenanzas.
Tus testimonios han sido siempre mi herencia,
son la alegría de mi corazón.
Incliné mi corazón a cumplir tus preceptos,
siempre y totalmente.
Odio los corazones repartidos
y amo tu Ley.
Tú eres mi refugio y mi escudo,
he puesto en tu palabra mi esperanza.
Apártense de mi, agentes del mal,
para que guarde los mandamientos de mi Dios.
Sostenme según tu palabra, y viviré
que no sea en vano mi esperanza.
Sé mi apoyo y estaré salvado,
que tus preceptos sean siempre mis delicias.
Desprecias a los que abandonan tus preceptos,
sus proyectos no son más que mentira.
Los malos del país son para ti la escoria,
por eso yo amo tus testimonios.
Ante ti mi carne tiembla de miedo,
tus juicios me llenan de temor.
He actuado con derecho y con justicia,
no me entregues a mis opresores.
Defiende la causa de tu servidor,
no dejes que me opriman los soberbios.
Por tu salvación mis ojos languidecen,
y por tu justa palabra.
Según tu amor actúa con tu siervo,
y enséñame tus preceptos.
Soy tu servidor, dame la inteligencia
para que conozca tus testimonios.
Señor, es tiempo de que actúes,
pues se viola tu Ley,
al verlo amo más tus mandamientos,
los aprecio más que el oro fino.
Me regulo por todos tus preceptos
y odio cualquier camino de mentira.
Maravillosos son tus testimonios
por eso mi alma los guarda.
Exponer tus palabras es dar luz
y abrir la inteligencia de los sencillos.
Abro una boca grande para aspirar
pues estoy ávido de tus mandamientos.
Vuélvete a mí y ten de mí piedad,
como los que aman tu nombre lo merecen.
Afirma con tu palabra mis pasos,
no dejes que me domine algún mal.
Líbrame de la opresión del hombre,
para que pueda observar tus ordenanzas.
Haz brillar tu faz sobre tu siervo
y enséñame tus preceptos.
De mis ojos han brotado ríos de lágrimas
al ver que no se observa tu Ley.
Tú eres justo, Señor,
y rectos son tus juicios.
Has dictado tus testimonios con justicia,
y con toda verdad.
Me consumo de indignación
pues mis adversarios olvidan tus palabras.
Tu palabra está totalmente comprobada
por eso tu servidor la ama.
Aunque soy poca cosa y despreciable,
no me olvido de tus ordenanzas.
Tu justicia es justicia eternamente
y tu Ley es verdad.
Si me asaltan la angustia y la ansiedad,
tus mandamientos aún son mis delicias.
Tus testimonios son justicia eterna,
dame la inteligencia y viviré.
Te invoco, Señor, con todo el corazón,
respóndeme, pues quiero observar tus preceptos.
Yo a ti clamo, sálvame,
pues quiero guardar tus testimonios.
Me adelanto a la aurora para clamarte,
espero en tus palabras.
Mis ojos se adelantaron a las horas
y volví a meditar en tu palabra.
Por tu amor, Señor, oye mi voz,
hazme vivir según tus juicios.
Mis perseguidores se adhieren al crimen,
pero se alejan de tu Ley.
Tú estás cerca, Señor,
y todos tus mandamientos son verdad.
Lo que hace tiempo sé de tus testimonios
es que los fundaste para siempre.
Mira mi miseria y líbrame,
pues no me he olvidado de tu Ley.
Defiende mi causa y líbrame,
que me vivifique tu palabra.
La salvación está lejos de los impíos,
pues no se interesan en tus preceptos.
Frecuentes son, Señor, tus misericordias,
hazme vivir según tus juicios.
Mis perseguidores y mis enemigos son sin cuento,
pero no me aparté de tus testimonios.
Vi a los traidores y me dieron asco,
pues no respetan tu palabra.
Mira cuánto amo tus ordenanzas,
Señor, hazme vivir según tu gracia.
El principio de tu palabra es la verdad,
tus juicios son justos para siempre.
Si bien los príncipes me perseguían sin razón,
mi corazón temía más a tus palabras.
Tu palabra me llena de gozo
como quien encuentra un gran tesoro.
Detesto la mentira, la aborrezco,
pero eso sí que amo tu Ley.
Siete veces al día yo te alabo
por tus juicios que son justos.
Una paz grande para los que aman tu Ley,
nada podrá hacerlos tropezar.
Espero, Señor, tu salvación,
y pongo en práctica tus mandamientos.
Mi alma toma en cuenta tus testimonios,
los amo totalmente.
Observo tus ordenanzas, tus testimonios,
a tu vista están todos mis caminos.
¡Que mi grito se acerque a tu faz, Señor,
según tu palabra, dame la inteligencia!
¡Que mi súplica llegue hasta tu presencia,
líbrame de acuerdo a tu palabra!
¡Que mis labios publiquen tu alabanza,
pues tú me enseñas tus preceptos!
¡Que mi lengua celebre tu palabra,
pues son justos todos tus mandamientos!
¡Que tu mano venga a socorrerme,
pues yo elegí tus ordenanzas!
He ansiado, Señor, tu salvación,
y tu Ley ha sido mi delicia.
¡Que mi alma viva para alabarte,
y tus juicios vendrán en mi ayuda!
Evangelio Lc. 17, 20-25:
Los fariseos estaban preguntando a Jesús: «¿Cuándo llegará el Reino de
Dios?» Les contestó: «La venida del Reino de Dios no es cosa que se pueda verificar. No van a decir: "Está aquí, o está allá". Y sepan que el Reino de Dios está en medio de ustedes.»
Jesús dijo además a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que ustedes
desearán ver alguna de las manifestaciones del Hijo del Hombre, pero no la verán. Entonces les dirán: "Está aquí, está allá." No vayan, no corran. En efecto, como el fulgor del relámpago rasga el cielo desde un extremo hasta el otro, así sucederá con el Hijo del Hombre cuando llegue su día. Pero antes tiene que sufrir mucho y ser rechazado por esta gente.
***
***
***
Otras lecturas de Inés
Mensajes de la Virgen a Gladys de Motta. San Nicolás. Argentina.
"Hija mía, ora, para que el Nombre de Jesús sea amado y respetado.¿Son tantos los que no aman, los que lo ofenden¡ Sigo llamando a los corazones, aun a los ateos, (1766)