Leamos la BIBLIA

Re: Leamos la BIBLIA









Se dijeron los impíos, razonando equivocadamente: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; declara que conoce a Dios y se da el nombre de hijo del Señor; es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima; lleva una vida distinta de los demás, y su conducta es diferente; nos considera de mala ley y se aparta de nuestras sendas como si fueran impuras; declara dichoso el fin de los justos y se gloría de tener por padre a Dios. Veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»
Así discurren, y se engañan, porque los ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud ni valoran el galardón de una vida intachable.





En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas.
Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.
Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:
- «¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada.
¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.»
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:
- «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado.»
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora

Palabra del Señor.

P.D.: Si dispones de tiempo pasate por este link: http://forocristiano.iglesia.net/showthread.php/50969-Estamos-en-CUARESMA?p=1202622 tendras la oportunidad de ORAR y REFLEXIONAR un rato.

Si quieres seguir el VIA CRUCIS, visita esta pagina: http://forocristiano.iglesia.net/showthread.php/43341-CUARESMA-VA-CRUCIS?p=1217934#post1217934
 
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El Señor me instruyó, y comprendí, me explicó lo que hacían.
Yo, como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que contra mí planeaban: Jalemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra vital, que su nombre no se pronuncie más.»
Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las entrañas y el corazón; veré mi venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.





En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: - «Éste es de verdad el profeta.»
Otros decían: -«Éste es el Mesías.»
Pero otros decían: - «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?»
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: - «¿Por qué no lo habéis traído?»
Los guardias respondieron: - «Jamás ha hablado nadie como ese hombre.»
Los fariseos les replicaron; - «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos.»
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: - «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?»
Ellos le replicaron: - «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.»
Y se volvieron cada uno a su casa.

Palabra del Señor.

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Re: Leamos la BIBLIA







Así dice el Señor:
-«Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel.
Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor.
Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.»





Hermanos:
Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por el mismo Espíritu que habita en vosotros.





En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: -«Señor, tu amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo: -«Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: -«Vamos otra vez a Judea.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús; -«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.
Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: -«Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: -«Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: -«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mi, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mi, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: -«Si, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenla que venir al mundo.»
Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: -«¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: -«Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: -«¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: -«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: -«Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: -«Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: -«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: -«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: -«Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atadas con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: -«Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Palabra del Señor.


Más abajo encontrareis la HOMILÍA correspondiente a estas lecturas.

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JESÚS, LA VERDADERA VIDA​

Los textos de la liturgia de hoy, junto con los dos domingos anteriores, se enmarcan en un ámbito doctrinal, como preparación última a los catecúmenos que recibían el Bautismo durante la Vigilia Pascual
Para los que hemos sido bautizados, siguen manteniendo un significado de renovación de este Sacramento, que hemos de hacer realidad a lo largo de nuestra vida.
El Señor nos invita a que vivamos esa Vida saliendo de nosotros mismos y abriéndonos al don de Dios, que siempre pasa por nuestro itinerario personal.

Sensibilidad de Jesús.

Hay un fuerte contenido simbólico en las narraciones de los dos domingos anteriores , en los que San Juan nos `presenta a Jesús como el Agua Viva que puede calmar la sed que anida en el corazón del ser humano y como la Luz Verdadera, capaz de disipar las tinieblas que nos atenazan.
En el relato de hoy, esa luz se convierte en Vida.
Esta es nuestra suprema aspiración: acceder a una Vida en plenitud, que el mismo Jesús nos regala: “He venido para que tengáis vida, y la tengáis en abundancia”.El texto evangélico, de una profunda espiritualidad, abunda en numerosos detalles, muy apropiados para meditar. Desbrocemos algunos.
San Juan destaca humanidad de Jesús y su sensibilidad ante la muerte del amigo querido. Se conmueve hasta las lágrimas y muestra bien a las claras hasta dónde puede llegar el estremecimiento y el desgarro interior ante la separación de un ser querido y el dolor de su familia.
El testimonio de Jesús hace que la gente diga: “Mirad cómo lo amaba” (Juan 11, 36).
Esta actitud no era nada nueva en Jesús, que mostró siempre apertura sin límites a las demandas físicas y espirituales de las muchedumbres, a quienes orienta y dirige, porque “andaban como ovejas sin pastor”.

“Nuestro amigo Lázaro duerme” (Juan 11, 11).

La respuesta de Jesús: “nuestro amigo Lázaro duerme”, cuando recibe la notificación de la muerte de su amigo, afronta la realidad en la que nos movemos a menudo en nuestra existencia. Dormimos, dejamos pasar la vida anodinamente, hasta que alguien nos despierta del letargo y nos insufla nuevas ilusiones.
Dios se sirve de las personas y de los acontecimientos para facilitarnos un encuentro personal con Él. Así sucedió con la pecadora pública, con la mujer adúltera, con Zaqueo, con la samaritana, con Charles de Foucould, con Teresa de Calcuta y tantos otros que experimentaron, y siguen experimentando, la cercanía de Jesús.

Dormimos anclados en nuestros egoísmos, en nuestras aficiones desordenadas, en una peregrinación alocada, sin rumbo y sin sentido.
Necesitamos, como Marta y María, las hermanas de Lázaro, oír en nuestro interior la voz que nos diga: “Yo iré y te curaré”.

En nuestro mundo, tan preocupado por la salud corporal, el cultivo del cuerpo, la aplicación de técnicas de relajación, de rejuvenecimiento de la piel, de cirugía estética, de prácticas de yoga, de footing... ¡qué poco interés existe por la salud espiritual!
Podemos alargar los años de nuestra vida, pero moriremos igualmente. Lázaro, el resucitado por Jesús, también volvió a morir!

“Yo soy la resurrección y la vida: el que tiene fe en mí, aunque muera, vivirá” (Juan 11, 25-26).

¿Nos creemos, de verdad, que Jesús es la Vida verdadera y definitiva?
Estamos asediados por paradojas y contradicciones.
Nadie con buen juicio entiende que una sociedad, que dice defender la vida, caiga en aberraciones tan denigrantes para la condición humana como es la defensa del aborto.
Se nos llena la boca de compasión por los que mueren de hambre en países pobres, por los niños explotados en las guerras o por el maltrato a los animales; todo ello muy loable. Pero falta compasión hacia el ser humano, al que se elimina bajo pretexto de un falso progreso o de una muerte digna y sin dolor.
Esta cultura de muerte, todavía muy en boga, es la que ha llevado a la humanidad en el siglo XX al mayor genocidio de su historia. Millones de personas masacradas.
Los genocidios de hoy se realizan en las clínicas, no con ametralladoras, cámaras de gas o fusiles, sino con instrumentos de cirugía.

“Señor, ya huele mal, lleva cuatro días" (Juan 11, 39).

Algo huele a podrido en amplias áreas de nuestra sociedad.
Los periódicos airean, casi cada día, nuevos casos de corrupción, aprovechando ventajas políticas o sociales. Parece que es un negocio fácil apropiarse de los bienes públicos para engrosar los privados, a pequeña o gran escalda; da igual. Está herido nuestro sistema de valores, y la única forma es volver al Señor para que nos cure y nos saque de esas inclinaciones torcidas que condicionan nuestra vida.
En medio de la profunda crisis económica que padecemos y que nos arrastra al pesimismo, necesitamos, como apunta Ezequiel, escuchar la Palabra de Dios: “ Yo mismo abriré vuestros sepulcros, pueblo mío, y os voy a llevar a la tierra de Israel... Os infundiré mi espíritu y viviréis” (Ezequiel 37, 12-14).

Si nos acogemos, como recuerda San Pablo, “al Espíritu que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, vivificará también nuestros cuerpos mortales por el mismo Espíritu que habita en nosotros” (Romanos 8, 11).

Por eso, con gran humildad, nos podemos acercara este cercano y entrañable Jesús y pedirle con todas las fuerzas de nuestro corazón, como Marta y María. “Señor, tu amigo está enfermo”, y presentarle nuestra historia personal, nuestros vacíos y desesperanzas, nuestras apatías y desilusiones, para que nos espabile y retumbe su voz en nuestros oídos: “Sal fuera” (Juan 11, 43)

Con la confianza puesta en quien nos regala constantemente la Vida verdadera, proclamemos con ímpetu nuestra fe.
 
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En aquellos días, la asamblea condenó a muerte a Susana. Ella dijo gritando:
- «Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí.»
El Señor la escuchó.
Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios movió con su santa inspiración a un muchacho llamado Daniel; éste dio una gran voz:
- « ¡No soy responsable de ese homicidio!»
Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:
- « ¿Qué pasa, qué estás diciendo?»
Él, plantado en medio de ellos, les contestó:
- «Pero, ¿estáis locos, israelitas? ¿Conque, sin discutir la causa ni apurar los hechos condenáis a una hija de Israel?
Volved al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella.»
La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron:
- «Ven, siéntate con nosotros y explícate, porque Dios mismo te ha nombrado anciano.»
Daniel les dijo:
- «Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar yo.» Los apartaron, él llamó a uno y le dijo:
- « ¡Envejecido en años y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor:
“No matarás al inocente ni al justo. “ Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados.»
Él respondió:
- «Debajo de una acacia»
Respondió Daniel:
- «Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios ha recibido la sentencia divina y te va a partir por medio.»
Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:
- « ¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad.
Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?»
Él contestó:
- «Debajo de una encina.»
Replicó Daniel:
- «Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros.»
Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión. Según la ley de Moisés, les aplicaron la pena que ellos habían tramado contra su prójimo y los ajusticiaron.
Aquel día se salvó una vida inocente.





El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se Presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron:
- «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
- «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.»
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
- «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?»
Ella contestó:
- «Ninguno, Señor.»
Jesús dijo:
-«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»

Palabra del Señor.

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En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edom.
El pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés:
« ¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo.»
El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes. »
Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:
«Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla.»
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.





En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros.»
Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?»
Y él continuaba:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo SOY, moriréis por vuestros pecados.»
Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?»
Jesús les contestó:
«Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él.»
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.»
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Palabra del Señor.

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Re: Leamos la BIBLIA





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En aquellos días, Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros.
Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente.
Y dijo Egipto:
-«Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto. »
Dijo el Señor a Moisés:
-«Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.»
Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar.
Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.
Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar.
Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este canto al Señor:



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En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó:
-«Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo. »
Pero él contestó al que le avisaba:
-«¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?»
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo:
-«Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»

Palabra del Señor.
 
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]Toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y Sinal, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto.[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]La comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]-«¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad. »[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]El Señor dijo a Moisés:[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]-«Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. El día sexto prepararán lo que hayan recogido, y será el doble de lo que recogen a diario.»[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]Moisés dijo a Aarón:[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]-«Di a la comunidad de los israelitas: “Acercaos al Señor, que ha escuchado vuestras murmuraciones. “»[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]Mientras Aarón hablaba a la asamblea, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor que aparecía en una nube.[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]El Señor dijo a Moisés:[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]-«He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: “Hacia el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios.”»[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]Por la tarde, una bandada de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas se dijeron:[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]-«¿Qué es esto?»[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]-«Es el pan que el Señor os da de comer.»[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]Les habló mucho rato en parábolas:[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]-«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenla tierra, y, corno la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.[/TD]
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[TD="class: xl26, bgcolor: transparent"]El que tenga oídos que oiga.» [/TD]
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[TD="bgcolor: transparent"]Palabra del Señor.[/TD]
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Re: Leamos la BIBLIA





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Toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y Sinal, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto.
La comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:
-«¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad. »
El Señor dijo a Moisés:
-«Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. El día sexto prepararán lo que hayan recogido, y será el doble de lo que recogen a diario.»
Moisés dijo a Aarón:
-«Di a la comunidad de los israelitas: “Acercaos al Señor, que ha escuchado vuestras murmuraciones. “»
Mientras Aarón hablaba a la asamblea, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor que aparecía en una nube.
El Señor dijo a Moisés:
-«He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: “Hacia el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios.”»
Por la tarde, una bandada de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas se dijeron:
-«¿Qué es esto?»
Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:
-«Es el pan que el Señor os da de comer.»



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Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas:
-«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenla tierra, y, corno la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.
El que tenga oídos que oiga.»

Palabra del Señor.
 
Re: Leamos la BIBLIA





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Aquel día, a los tres meses de salir de Egipto, los israelitas llegaron al desierto de Sinaí: saliendo de Rafidin, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon allí, frente al monte.
El Señor dijo a Moisés:
-«Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar lo que te digo, y te crea en adelante. »
Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo habla dicho.
Y el Señor le dijo:
-«Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa y estén preparados para pasado mañana; pues el Señor bajará al monte Sinal a la vista del pueblo. »
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar.
Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Subía humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.



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En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron:
-« ¿Por qué les hablas en parábolas?»
Él les contestó:
-«A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías:
“Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure.”
¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.»

Palabra del Señor.