Re: LAS RELIGIONES QUE DICEN SER LAS UNICAS VERDADERAS, SON FALSAS.
Pues claro, la Inquisicion Pontificia:
El origen fué conveniente para defender la fe y en bien de los mismos culpables, que hallaban en los tribunales ecle*siásticos más amparo, equidad y alivio que en los tribunales civiles.
Gregorio IX, bajo influencia del Emperador Germanico, instituye la Inquisicion como un organo, primeramente de control de los sacerdotes y obispos con tendencias hereticas y segundamente, como un control de aquellos herejes contumases que dañaban y devastaba a los verdaderos Cristianos.
Los crímenes y devastaciones de los Cátaros, que ponían en peligro el orden social. «Cuando el Papado abatió a los Cá*taros, su victoria fué la del buen sentido y la de la razón» (SA*BATIER, racionalista).
Los herejes contumaces eran condenados a reclusión temporal o vitalicia, confiscación de bienes en favor del Estado y relajación al brazo secular.
Esta última pena llevaba consigo el suplicio de la hoguera y no se aplicaba sino a herejes relapsos, esto es, a los que ha*bían vuelto a caer en herejía después de haberla abjurado públicamente, después de la segunda abjuración. El reo era sacado del templo y entregado a los oficiales civiles; dábasele una noche para que pudiera arrepentirse. Si ante la hoguera abjuraba, era restituido al tribunal eclesiástico y escapaba de la muerte.
Los bárbaros convertidos miraron la herejía como delito social y la castigaron con penas temporales y aun con la de mutilación y muerte. Esta practica vino de los Emperadores Romanos, que temiendo que las herejias desunieran al Imperio, incluyeron la herejía entre los delitos castigados con severísimas penas, hasta con la muerte, a pesar de la oposición de los Santos Padres.
SAN AGUSTÍN, al ver los excesos que cometían los donatistas en Africa, solicitó contra ellos una persecución moderada; pero protestó siempre contra la pena de muerte, impuesta por crimen de herejia.
Compárese este rigor de la Inquisi*ción Catolica con la "benignidad" de los fanáticos puritanos, cucákeros y episcopalianós de las colonias ingle*sas de la América del Norte, hoy Estados Unidos.
Solamente por la acusación de hechicería, hacia fines del si*glo XVII, en Salem, Estado de Massachussets, las cárceles se hallaban atestadas de presos y diariamente se renovaban las acusaciones.
Las ejecuciones de muerte eran diarias y al*gunas veces en masa.
«Ni la inocencia de la juventud, ni los achaques de la vejez, ni el honor del sexo, ni la santidad del ministerio, ni el respeto a la posición social de la persona, eran bastantes para proteger a las víctimas. Niños de once años fueron encarcelados por brujos.» (SPENCER, Historia de los Estados Unidos)
A las mujeres se las registraba de la manera más impúdica para hallar en sus cuerpos las señales mágicas. Las manchas escorbúticas, que suelen aparecer en la epidermis de los viejos, recibieron el nombre de pellizcos del diablo y eran prueba indiscutible contra aquéllos que las tenían. Admitíanse como pruebas las consejas más absurdas y hasta los cuentos de apa*recidos, a los cuales no hacían referencia nuestras leyes, fue*ron llamados pruebas espectrales.»
Bastaba la acusación de un niño; y los jueces, como añade SPENCER, manifestaban «su evidente parcialidad, su cruel sis*tema de arrancar confesiones y su inconsiderado proceder al desechar las retractaciones sinceras». «Aquellas escenas del brutal salvajismo excitaron el asombro del mundo civilizado, ofreciendo un horrible ejemplo de la debilidad humana» concluye el norteamericano GRAHAM.