Estimada mariamagdalena
Debo reconocer que tus palabras igualmente me reconfortan; soy humano. El camino y nuestro propósito de servir a Dios aquí en la tierra es arduo; por lo que tus palabras son un aliciente para mí; pero… no estoy interesado en mi persona; me interesas tu como mi hermana en Cristo; siento tu necesidad y me duele tu decepción; me siento en deuda por lo que estas pasando; los hombres generalmente defraudamos.
Pero te decía que Cristo no defrauda a nadie; él es nuestro incondicional amigo siempre.
Estimada María; por todo lo que has escrito, vislumbro en ti una mujer de Dios que solo está pasando un momento de confusión; y que pronto pasará. Tu visión, tus palabras, tu concepción de las cosas de Dios, revelan claramente que no estas en un desierto y que no estás lejos del reino de Dios; debes desechar aquellos pensamientos, que no son sino solo dardos del enemigo; e identificarlos es nuestra tarea; todo pensamiento que intenta perjudicar nuestra fe; son dardos; y ellos son apagados por la misma fe; de modo que no te muevas de lo que Dios ha hecho en tu corazón; tu eres hija de Dios; tu experiencia no es ajena a la que los mismos discípulos del Señor vivieron; Pablo decía,
“en todo fuimos atribulados: de fuera, cuestiones; de dentro temores,” (2 Cor. 7:5)
Aquellos temores de Pablo son los mismos con los cuales tenemos que enfrentarnos los creyentes de hoy, pero ninguno de nuestros temores debe llegar a robarnos la paz interior; el enemigo trata de destruir la verdad y confundirnos con la falsedad; pero la fe,… debe ser en nosotros como un clavo firmemente clavado en un lugar duro, y de donde no vuelva a salir. Tu sensibilidad a las cosas de Dios, tu razonamiento, declara tu honestidad y sinceridad; no te dejes vencer por tus temores; Cristo los vivió también y nos enseñó la victoria:
“El cual en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído por su reverencial miedo” (temor) (Hebreos 5:7) Ya ves estimada hermana como Cristo venció su temor:
“ofreciendo ruegos, súplicas, gran clamor, y lágrimas”; allí está también nuestra victoria.
Hermana, haz de la oración tu fiel e inseparable compañera; solo la muerte te separe de ella, ámala y ella te llevara a la misma presencia de Dios; haz un altar de oración en tu vida y alcanzarás las más grandes victorias allí en tus rodillas; humíllate a las plantas del Señor, clama, gime, derrama tu alma y tus lágrimas a Jehová y el las pondrá en su redoma;
(“pon mis lágrimas en tu redoma” Salmo 56:8) y te darás cuenta que no estas en un desierto; que Jesús nunca te ha dejado; quizás solo no le has visto por un poquito de tiempo y nada más, que es parte de nuestra carrera, esa es la escuela del cristiano; aún las
“sombras de muerte” nos traerán bendición cuando hemos pasado aquellas sombras. Jesús dice:
“un poquito, y no me veréis; y otra vez un poquito y me veréis” (Juan 16:16)
Estimada hermana, hay momentos en nuestra carrera cristiana, en que no vemos al Señor; pero él está, siempre estará, pues es su promesa (aquí está el clavo de la fe) solo que nosotros no le vemos; pero luego, vuelve a mostrarse y le volvemos a ver y se goza nuestra alma:
“un poquito y no me veréis, y otro poquito y me veréis”.
“Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma: busquélo, y no lo hallé. Levantaréme ahora, y rodearé por la ciudad; por las calles y por las plazas buscaré al que ama mi alma,… pasando de ellos un poco, hallé al que mi alma ama: trabé de él, y no lo dejé” (Cantares 3:1-4)
Estimada hermana, deseo que Dios le permita trabarse de Cristo y no soltarse jamás. ¡Como quisiera yo que estas sencillas palabras le diesen la paz que ud. necesita!; pero solo él da la paz; búsquelo, cultive la intima comunión con el Dios de toda gracia a través de la oración, ferviente oración, abundante oración, y
“en nada será confundida”.
NO SE MUEVA DE SU IGLESIA; seguramente Dios la tiene allí con algún propósito que ud. misma tendrá que descubrir; quizás ud. sea un instrumento de salud para aquella iglesia;
“retenga lo bueno, y deje pasar lo malo”.
Si ud. estima que pueda ayudarle en algo, puede escribirme a
[email protected].
Dios le bendiga rica y abundantemente.
Su hermano Dagoberto
