mensaje #48
Con mucho gusto:
Don es lo que se da. Dios, como Padre bueno, da muchas cosas buenas a los hombres (Mt 7,11); entre estos dones, recibidos de Dios, los más grandes son Jesucristo, su Hijo (Jn 3,16; 4,10), y el Espíritu Santo (Lc 11,13; Jn 14,16). Jesucristo nos ha dado también muchas cosas: la filiación divina (Jn 1,12), el agua viva (Jn 4,14), el pan del cielo (Jn 6,3233), la vida eterna (Jn 10,28), la paz Un 14,27), la gloria (Jn 17,22). Pero el más preciado don que nos ha hecho ha sido su propia persona, su propia vida (Mt 20,28; Mc 10,45; Lc 22,19); nos dio, y nos sigue dando cada día, su propio cuerpo, ofrecido como banquete a través del pan y del vino (Mt 26,26-27; Mc 14,22-23; Lc 22,19; Jn 6,51). A sus apóstoles les dio el poder de hacer milagros (Mt 10,1; Mc 6,7; Lc 9,10) y autoridad para atar y desatar, para perdonar y retener (Mt 16,19; Lc 10,19). Y como El se lo dio todo gratis, ellos también han de dar gratis a los hombres (Mt 10,8) y ofrendas cultuales a Dios (Mt 5,23), y hasta la propia vida (Jn 13,37), pues El, como buen pastor, dio la vida por sus ovejas, que somos nosotros (Jn 10,11.15).
"Todo regalo es signo de amor. Al dar un regalo, el amor del donante se dirige a quien lo recibe, que al recibirlo acepta y acoge el amor de quien regala. El regalo sustituye a quien lo hace; en el
regalo, uno se regala a sí mismo.
Cuando el Padre y el Hijo regalan el Espíritu Santo, Dios trino mismo se regala al hombre que está en gracia. Recordemos que el Espíritu Santo es el amor personal y personificado; Padre e Hijo, al enviar el Espíritu, regalan el amor personal que los une. El Espíritu Santo, a diferencia de los regalos humanos y terrenos, no es sólo signo y símbolo del amor, sino que es el amor mismo, el amor personificado. El Espíritu Santo es, por tanto, regalo del Padre y del Hijo al hombre que está en gracia, porque es el amor insuflado en él por el Padre y el Hijo."
(Gran enciclopedia Católica)