A expreso pedido de Arieldeuruguay aquí va el trabajo prometido:
(La enumeración de los párrafos es al solo efecto de facilitar las referencias a ellos)
– Las iniciativas de María Magdalena
1 - Por proceder de Magdala, pueblo a orillas del Mar de Galilea, María Magdalena había cobrado con su cariño cierta ascendencia sobre sus paisanas que habían seguido a Jesús desde Galilea.
2 - Estas permanecieron lejos del Calvario, viendo a la distancia las escenas de la crucifixión. Finalmente, María Magdalena no se contuvo, y dejándolas, se acercó a la cruz del Señor, junto a la cual estaban unos pocos acompañando a la madre de Jesús.
3 - Finalmente, cuando todo ya había pasado, fue testigo también –junto a la otra María- de cómo José de Arimatea ayudado por Nicodemo metieron dentro de un sepulcro nuevo el cuerpo de Jesús, y al cabo de un rato salieron, logrando con gran esfuerzo de ambos rodar la piedra que cubría la entrada.
4 - Para ganar tiempo, dada la proximidad de aquel sábado, María Magdalena había dado instrucciones a sus paisanas de que al llegar a la casa prepararan las especias aromáticas para ungir el cuerpo del Señor al amanecer del primer día, y que ella compraría luego las que faltasen.
5 - El primer día de la semana, todavía oscuro y sin más luz que la de la decreciente Luna, María Magdalena se encaminó hacia la casa de la madre de Juan Marcos, la que por su amplitud y comodidades alojaba por aquellos días a las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea, así como a muchos de sus discípulos.
6 - María Magdalena consiguió despertar a algunas de ellas, las que aún somnolientas comenzaron a llenar sus cestas con las especias aromáticas y ungüentos que habían preparado antes que comenzase el sábado. Viendo que ellas tenían para largo y enterada de que todavía faltaban algunas especias, les dijo que ella las compraría pero que se les adelantaría, pues había quedado con Juana (Salomé) y María la madre de Jacobo, de pasar por ellas de camino al sepulcro. Allí se encontrarían.
7 - Estas dos mujeres todavía dormían cuando María Magdalena pasó a buscarlas, y era tal su ansiedad por llegar pronto, que les dio dinero para que ellas compraran las especias que faltaban, ya que ella todavía debía encontrar voluntarios que removieran la piedra de entrada.
8 - Apenas despuntaba el sol cuando llegó María Magdalena al sepulcro.
9 - Su preocupación de quien removería la piedra se desvaneció en cuanto la vio corrida a un lado. Imaginó que habrían sido los soldados que yacían en el piso, seguramente dormidos.
10 - Apenas entró al sepulcro, la poca claridad del lugar bastó para convencerse que el cuerpo de Jesús ya no estaba allí.
11 - Sin pensarlo dos veces, corrió y corrió hasta llegar junto a Pedro y Juan y contarles que habían sido sacado el cuerpo de Jesús y no se sabía dónde pudiera estar.
12 - Los que esta vez corrían eran Pedro y Juan, pues la cansada María Magdalena ahora les seguía de lejos.
13 - Se cruzó con ellos cuando regresaban, extrañados de que no se hubiesen llevado junto con el cuerpo los lienzos y el sudario.
14 - Las demás mujeres todavía no llegaban y María Magdalena se dejó caer junto al sepulcro, llorando desconsoladamente. De repente le da por mirar dentro, y ve dos ángeles sentados a la cabecera y a los pies de donde Jesús había sido puesto. Le dicen:
15 -Mujer, ¿por qué lloras?
16 -Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde le han puesto.
17 Antes que ellos dijeran algo, María Magdalena se da vuelta y ve a alguien que le repite la pregunta.
18 Pensando que fuera el jardinero del lugar, le dice:
19 -Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo llevaré.
Jesús le dice:
20 -¡María!
21 Al escuchar su nombre pronunciado como tantas otras veces lo había oído de sus mismos labios, ella se convence de que es su amado Maestro.
22 -¡Suéltame!, porque aún no he subido a mi Padre; pero ve a mis hermanos y diles: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre; a mi Dios y vuestro Dios”.
23 Y otra vez María emprende el viaje de regreso, pero llevando ahora mejor noticia que la anterior.
– Las demás mujeres
24 Juana (Salomé) y María, madre de Jacobo, llegan con las especias que habían comprado, pero no tuvieron tiempo de reparar en la ausencia de María Magdalena, cuando entrando al sepulcro lo hallan vacío. Perplejas por esto, se paran junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor y bajaron el rostro a tierra, uno de los ángeles les dijo:
25 -¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acuérdense de lo que les habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. Vayan pronto y avisen a sus discípulos que ha resucitado de los muertos. Él irá a Galilea; allí le verán. ¡Es todo!
26 Saliendo de allí con una mezcla de temor y alegría, corren para dar la noticia a los discípulos. Pero Jesús les sale al encuentro saludándolas.
27 Ellas, acercándose, abrazaron sus pies, adorándolo. Él les dijo:
28 -No teman, den las nuevas a mis hermanos. Me verán en Galilea.
29 Mientras ellas iban, llega el grupo de las mujeres con sus cestas, algo preocupadas pues acaban de cruzarse con algunos soldados tambaleantes, camino a la ciudad.
30 Al llegar al sepulcro, lo hallan vacío, y ni rastros de María Magdalena y las otras dos mujeres que vendrían con ella.
31 Afuera, encuentran otros dos soldados, echados en tierra, pero de ojos abiertos y sin parecer ebrios.
32 Se atreven a sentar al más joven de ellos, y lo abofetean para hacerlo reaccionar. Lo consiguen, y entre balbuceos logra hablar algo:
33 - Hubo un gran terremoto; un ángel que parecía un relámpago descendió del cielo. Su vestido era blanco como la nieve. Él removió la piedra y se sentó sobre ella. Más nada recuerdo. Creo que perdí el sentido. Y ustedes ¿qué hacen acá? ¿No habrán venido a llevarse el cuerpo, verdad?
34 -No –repuso Juana- venimos a prepararlo como es costumbre entre nosotros.
35 El joven soldado se dispuso a despertar a su compañero.
36 Cuando el grupo de mujeres galileas llegó a donde estaban reunidos los discípulos, intercambiaron noticias. Ellas contaron lo que el soldado les dijo y las demás mujeres de su encuentro personal con Jesús resucitado.
37 Pero los apóstoles no les daban crédito, pues aunque a Pedro y Juan les parecía raro que no se hubieran llevado los lienzos y el sudario, ellos más nada habían comprobado que la ausencia del cuerpo del sepulcro.
38 Esa misma tarde, sin embargo, Jesús se presentó a Pedro; atardeciendo, a dos con quienes caminó hasta Emaús; y esa misma noche, estando reunidos diez de ellos (faltaba Tomás) se les puso en medio, comiendo pescado y miel. Ocho días después estando presente Tomás, se les presentó del mismo modo. Durante cuarenta días fueron frecuentes las apariciones de Jesús, hablándoles del reino de Dios e instruyéndolos en cuanto a lo que debían de hacer. En cierta ocasión, lo vieron como quinientos hermanos juntos. Sus propios hermanos así como sus discípulos lo vieron también en Galilea. Junto al mar, cocinó para ellos. Finalmente, tras recibir los últimos mandamientos y mientras eran bendecidos por Él, lo vieron ascender al cielo hasta que una nube lo ocultó de sus ojos.
39 La plena convicción de que Aquel con quien vivieron, que murió, fue sepultado, resucitado y ascendido a los cielos, les dio tal confianza en su prometido regreso que se lanzaron por todo el mundo a predicar el evangelio, luego de recibida la promesa del Espíritu Santo. La pérdida de sus vidas por el martirio fue una inversión a largo plazo.
40 Sus discípulos actuales vivimos por la fe con tal expectativa y esperanza.
(La enumeración de los párrafos es al solo efecto de facilitar las referencias a ellos)
– Las iniciativas de María Magdalena
1 - Por proceder de Magdala, pueblo a orillas del Mar de Galilea, María Magdalena había cobrado con su cariño cierta ascendencia sobre sus paisanas que habían seguido a Jesús desde Galilea.
2 - Estas permanecieron lejos del Calvario, viendo a la distancia las escenas de la crucifixión. Finalmente, María Magdalena no se contuvo, y dejándolas, se acercó a la cruz del Señor, junto a la cual estaban unos pocos acompañando a la madre de Jesús.
3 - Finalmente, cuando todo ya había pasado, fue testigo también –junto a la otra María- de cómo José de Arimatea ayudado por Nicodemo metieron dentro de un sepulcro nuevo el cuerpo de Jesús, y al cabo de un rato salieron, logrando con gran esfuerzo de ambos rodar la piedra que cubría la entrada.
4 - Para ganar tiempo, dada la proximidad de aquel sábado, María Magdalena había dado instrucciones a sus paisanas de que al llegar a la casa prepararan las especias aromáticas para ungir el cuerpo del Señor al amanecer del primer día, y que ella compraría luego las que faltasen.
5 - El primer día de la semana, todavía oscuro y sin más luz que la de la decreciente Luna, María Magdalena se encaminó hacia la casa de la madre de Juan Marcos, la que por su amplitud y comodidades alojaba por aquellos días a las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea, así como a muchos de sus discípulos.
6 - María Magdalena consiguió despertar a algunas de ellas, las que aún somnolientas comenzaron a llenar sus cestas con las especias aromáticas y ungüentos que habían preparado antes que comenzase el sábado. Viendo que ellas tenían para largo y enterada de que todavía faltaban algunas especias, les dijo que ella las compraría pero que se les adelantaría, pues había quedado con Juana (Salomé) y María la madre de Jacobo, de pasar por ellas de camino al sepulcro. Allí se encontrarían.
7 - Estas dos mujeres todavía dormían cuando María Magdalena pasó a buscarlas, y era tal su ansiedad por llegar pronto, que les dio dinero para que ellas compraran las especias que faltaban, ya que ella todavía debía encontrar voluntarios que removieran la piedra de entrada.
8 - Apenas despuntaba el sol cuando llegó María Magdalena al sepulcro.
9 - Su preocupación de quien removería la piedra se desvaneció en cuanto la vio corrida a un lado. Imaginó que habrían sido los soldados que yacían en el piso, seguramente dormidos.
10 - Apenas entró al sepulcro, la poca claridad del lugar bastó para convencerse que el cuerpo de Jesús ya no estaba allí.
11 - Sin pensarlo dos veces, corrió y corrió hasta llegar junto a Pedro y Juan y contarles que habían sido sacado el cuerpo de Jesús y no se sabía dónde pudiera estar.
12 - Los que esta vez corrían eran Pedro y Juan, pues la cansada María Magdalena ahora les seguía de lejos.
13 - Se cruzó con ellos cuando regresaban, extrañados de que no se hubiesen llevado junto con el cuerpo los lienzos y el sudario.
14 - Las demás mujeres todavía no llegaban y María Magdalena se dejó caer junto al sepulcro, llorando desconsoladamente. De repente le da por mirar dentro, y ve dos ángeles sentados a la cabecera y a los pies de donde Jesús había sido puesto. Le dicen:
15 -Mujer, ¿por qué lloras?
16 -Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde le han puesto.
17 Antes que ellos dijeran algo, María Magdalena se da vuelta y ve a alguien que le repite la pregunta.
18 Pensando que fuera el jardinero del lugar, le dice:
19 -Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo llevaré.
Jesús le dice:
20 -¡María!
21 Al escuchar su nombre pronunciado como tantas otras veces lo había oído de sus mismos labios, ella se convence de que es su amado Maestro.
22 -¡Suéltame!, porque aún no he subido a mi Padre; pero ve a mis hermanos y diles: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre; a mi Dios y vuestro Dios”.
23 Y otra vez María emprende el viaje de regreso, pero llevando ahora mejor noticia que la anterior.
– Las demás mujeres
24 Juana (Salomé) y María, madre de Jacobo, llegan con las especias que habían comprado, pero no tuvieron tiempo de reparar en la ausencia de María Magdalena, cuando entrando al sepulcro lo hallan vacío. Perplejas por esto, se paran junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor y bajaron el rostro a tierra, uno de los ángeles les dijo:
25 -¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acuérdense de lo que les habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. Vayan pronto y avisen a sus discípulos que ha resucitado de los muertos. Él irá a Galilea; allí le verán. ¡Es todo!
26 Saliendo de allí con una mezcla de temor y alegría, corren para dar la noticia a los discípulos. Pero Jesús les sale al encuentro saludándolas.
27 Ellas, acercándose, abrazaron sus pies, adorándolo. Él les dijo:
28 -No teman, den las nuevas a mis hermanos. Me verán en Galilea.
29 Mientras ellas iban, llega el grupo de las mujeres con sus cestas, algo preocupadas pues acaban de cruzarse con algunos soldados tambaleantes, camino a la ciudad.
30 Al llegar al sepulcro, lo hallan vacío, y ni rastros de María Magdalena y las otras dos mujeres que vendrían con ella.
31 Afuera, encuentran otros dos soldados, echados en tierra, pero de ojos abiertos y sin parecer ebrios.
32 Se atreven a sentar al más joven de ellos, y lo abofetean para hacerlo reaccionar. Lo consiguen, y entre balbuceos logra hablar algo:
33 - Hubo un gran terremoto; un ángel que parecía un relámpago descendió del cielo. Su vestido era blanco como la nieve. Él removió la piedra y se sentó sobre ella. Más nada recuerdo. Creo que perdí el sentido. Y ustedes ¿qué hacen acá? ¿No habrán venido a llevarse el cuerpo, verdad?
34 -No –repuso Juana- venimos a prepararlo como es costumbre entre nosotros.
35 El joven soldado se dispuso a despertar a su compañero.
36 Cuando el grupo de mujeres galileas llegó a donde estaban reunidos los discípulos, intercambiaron noticias. Ellas contaron lo que el soldado les dijo y las demás mujeres de su encuentro personal con Jesús resucitado.
37 Pero los apóstoles no les daban crédito, pues aunque a Pedro y Juan les parecía raro que no se hubieran llevado los lienzos y el sudario, ellos más nada habían comprobado que la ausencia del cuerpo del sepulcro.
38 Esa misma tarde, sin embargo, Jesús se presentó a Pedro; atardeciendo, a dos con quienes caminó hasta Emaús; y esa misma noche, estando reunidos diez de ellos (faltaba Tomás) se les puso en medio, comiendo pescado y miel. Ocho días después estando presente Tomás, se les presentó del mismo modo. Durante cuarenta días fueron frecuentes las apariciones de Jesús, hablándoles del reino de Dios e instruyéndolos en cuanto a lo que debían de hacer. En cierta ocasión, lo vieron como quinientos hermanos juntos. Sus propios hermanos así como sus discípulos lo vieron también en Galilea. Junto al mar, cocinó para ellos. Finalmente, tras recibir los últimos mandamientos y mientras eran bendecidos por Él, lo vieron ascender al cielo hasta que una nube lo ocultó de sus ojos.
39 La plena convicción de que Aquel con quien vivieron, que murió, fue sepultado, resucitado y ascendido a los cielos, les dio tal confianza en su prometido regreso que se lanzaron por todo el mundo a predicar el evangelio, luego de recibida la promesa del Espíritu Santo. La pérdida de sus vidas por el martirio fue una inversión a largo plazo.
40 Sus discípulos actuales vivimos por la fe con tal expectativa y esperanza.