Re: LA SANTA CENA ¿Recordatorio o verdaderamente el Cuerpo y Sangre del Señor?
La Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. 1Juan 1:7. La Sangre del Hijo de Di-s es la esencia misma de la Pascua, de la pasión de Cristo, del sacrificio del Cordero de Di-s que quita el pecado del mundo. La fe en Su Sangre, que tiene poder para limpiarnos de todo pecado, es la puerta a la salvación eterna de nuestras almas. Por la fe, pues, recibimos el bautismo del Espíritu Santo, la Vida Eterna y recibimos un legado en la Santa Cena, anunciar que está vivo, que Jesucristo vive ahora. Anunciamos Su muerte y resurrección en memoria de nuestro amado Señor Jesucristo, hasta que Él venga de nuevo en gloria para establecer Su Reino eternamente. Será entonces cuando tomaremos la Santa Cena con Él en el Reino de Di-s. Y aquél que tome la Santa Cena sin discernir el Cuerpo de Cristo, juicio come y bebe para si mismo. Con estas afirmaciones, las Sagradas Escrituras nos revelan las Palabras del Mesías Yahshua, nuestro Señor Jesucristo, en Su compromiso con la humanidad, hasta el punto de firmar el Nuevo Pacto con Su Sangre, la cual clama mejor que la de Abel. Sí, la Sangre de Cristo clama y es nuestra vestidura, clama estando sobre nosotros, por la cual somos reconocidos por el Padre como sus hijos. Al mismo tiempo, por esta vestidura somos reconocidos por el enemigo como discípulos de Yahshua, los cuales invocamos el poder expiatorio de la Sangre del Pacto eterno, la Sangre de Cristo que nos santifica y guarda bajo la autoridad de Di-s Padre Omnipotente, como sellados para las bodas del Cordero.
Precioso el Señor en su valor por amor a nosotros dando Su Vida, Su Sangre, Su Espíritu en la Cruz por nosotros, y es que no tenía otra solución para salvarnos de una existencia en soledad durante la eternidad, aislados de disfrutar una relación con Él, porque el hombre había elegido vivir sin el Esposo de su espíritu y el Salvador de su alma, su Amigo, Creador y Padre. El hombre no discierne que en la eternidad, nada de lo que conoce aquí y de lo que le gusta de este mundo lo encontrará allí y, lo que es peor, la relación que tiene ahora con las personas que ama ya no será igual, si no están en Cristo, pues dice la Escritura que seremos como los ángeles, Mateo 22:30. Le invito a que medite sobre esto y le insto a tener una nueva relación con sus seres queridos en Cristo.
La reflexión sobre la Sangre de Cristo viene cuando tratamos de comprender por qué no había otro recurso para el mismo Di-s que enviar a Su amado Hijo Jesucristo para entrar en un cuerpo terrenal y morir como expiación de nuestros pecados como Cordero de Dios, si Él es el que establece las leyes de la creación. Adán, la generación humana, Génesis 5:2, significa "teñido de rojo" lo cual es un anticipo de que tenemos que ser vestidos de la Sangre de Cristo, de la Vida de Cristo, que quita nuestra muerte. La Sangre de Cristo cumple definitivamente la parte sacrificial y expiatoria de la Ley de Di-s, situando a los que creen en la obra redentora de Cristo en la Cruz, a través de Su Sangre, bajo la gracia.
Si observamos las respuestas que encontramos tanto en la Biblia como en la ciencia, ésta última nos explica que la sangre es el componente vital y esencial para la vida; lo veremos en profundidad más adelante. Por su parte, la Biblia dice: ...Pero carne con su vida, que es su sangre... Génesis 9:4 y ...Porque la vida de la carne en la sangre está... Levítico 17:11. La vida de la carne está en la sangre física; hasta aquí podemos ver solo la parte física de la sangre, pero la que nos interesa es su significado espiritual, en otras palabras, debemos discernir lo que el Evangelio dice sobre la Sangre de Cristo. La vida de la carne para resurrección eterna está en la Sangre de Cristo física, como expiación, pero en el Espíritu Santo, que es la Sangre Espiritual, y la Vida eterna de nuestras almas. Este es el simbolismo espiritual de la Sangre de Cristo con el Espíritu Santo: La Vida, y ésta, eterna.
Cuando Jesucristo derrama Su Sangre por nosotros, no solo está cumpliendo la expiación del lavamiento de los pecados y la profecía, no solo está haciendo que se cumpla la Ley de Di-s, es más que esto; veamos a Cristo antes de la Ley del monte Sinaí: dice La Escritura que Él fue inmolado desde el principio del mundo, Apocalipsis 13:8. Jesucristo es Di-s y hombre al mismo tiempo mientras está en la Tierra. Al morir en la cruz está muriendo la carne, pero al mismo tiempo en la dimensión que no vemos, en la espiritual, Jesucristo está dando Su Vida, Su Sangre Espiritual. El cuerpo carnal tiene la sangre, que fluye por las venas, pero el cuerpo espiritual tiene al Espíritu que fluye por el alma. Cristo derrama el Espíritu Santo para que fluya por nuestras almas, secas y muertas, donde nuestro espíritu, al creer en Él, es hecho uno con el Espíritu Santo, dándonos una nueva vida, la vida eterna. Podrán comprender que esta vida se empieza a vivir desde el mismo momento en que se Le recibe como Salvador y Proveedor de la Vida, y que tiene poder en nosotros ya, no hay que esperar a la resurrección física.
TRES FUNCIONES DE LA SANGRE DE CRISTO
Pero ¿qué ocurre mientras el discípulo camina por el mundo en su vida temporal y terrenal? La sangre humana, como hemos visto antes, en su cometido físico transporta los nutrientes físicos, y el oxígeno, pero éstos son perecederos. Sin embargo la diferenciación que debemos hacer entre la sangre física de Cristo, y lo que significa que diera Su Vida por nosotros, es que nuestra vida es nuestro espíritu así como la Vida de Cristo está en Su Espíritu. La expiación del pecado que recibimos por la fe en la obra redentora de Cristo es la señal en nuestras almas de que somos hijos de Di-s trayendo a nuestras vidas Su protección en alegoría, en memoria de la sangre en los postes y en el dintel en la Pascua, saliendo de la esclavitud, esclavitud del pecado como aspiración de vida santa. Esta es la primera parte de la obra de la Sangre de Cristo.
La Sangre de Cristo en su segunda función, una vez hemos creído y somos limpiados y sellados, trae sobre nosotros, una vez limpios y emblanquecidos de nuestros pecados, y por la fe, la unción por el derramamiento del Espíritu Santo que es quien nos va a llenar y mantener vivos y enfocados en una vida, diferente a la anterior, transformándonos en una persona nueva, por el nuevo nacimiento, Juan 3:3. El Espíritu Santo es nuestro consolador, guía, amigo, nos lleva a toda verdad, y nos convence de pecado, de justicia y de juicio, Juan 16:8, se le puede ofender, y la blasfemia contra Él no tiene perdón, Mateo 12:31. Es el mismo Dios en Su esencia, la persona del Espíritu: ...Di-s es Espíritu... Juan 4:24.
Y en tercer lugar, por partir el Pan y tomar el Vino en nuestras casas, Hechos 2:46, con nuestros hermanos en la fe, participando en La Santa Cena, en Su memoria, tal y como nos lo pidió el Señor, nos mantenemos unidos al Señor y a los hermanos, que por Su Espíritu nos santifica y capacita para la vida santa a la que aspirábamos al principio, porque en la Santa Cena, ante Él y para tomarla, buscaremos estar en paz con Dios y con nuestro prójimo. La Santa Cena ahora cobra el sentido de celebración y de alegría que debe tener entre los que son cuerpo de Cristo por Su Sangre, por Su Espíritu. Es en La Santa Cena cuando estamos anunciando que tenemos la Vida de Di-s en nuestras almas, que Cristo ha vencido a Satanás en nosotros y que por lo tanto, nuestro espíritu y nuestra alma son de Di-s. Él puede hacer que nuestra carne sea también de Di-s mientras estamos en el mundo, por la oración en el Espíritu Santo, para que fluya Él en nosotros.
Monte Calvario en la Tierra, al mismo tiempo Monte Calvario espiritual en el Cielo. En la Tierra se derrama la Sangre de Cristo, en el Cielo, la dimensión eterna, se derrama el Espíritu Santo, es en esta región espiritual y eterna, que contiene a la temporal donde Dios tiene la victoria. También la Biblia usa la alegoría de la crucifixión de Cristo en Sodoma y en Egipto, Apocalipsis 11:8. Tres lugares de crucifixión, si añadimos Jerusalén. Significa que somos redimidos en todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo. Cristo recupera para nosotros la situación que teníamos con Él en Edén.
La Sangre de Cristo, pues, tiene poder espiritual y victoria en la batalla celestial por nuestras almas como sello del Espíritu, Efesios 1:13, mientras caminamos por este mundo perecedero. Jesucristo ha vencido a la muerte espiritual y física, a vencido a Satanás, que por la resurrección ya no tiene potestad sobre un nuevo cuerpo espiritual donde gobierna la Vida: ...Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida... dice Cristo en el Evangelio de Juan 14:6.
ENSEÑANZA EN LA ANATOMÍA CARDIOVASCULAR
La sangre es la vida del cuerpo y forma parte de los tres componentes fundamentales del sistema cardiovascular. Espiritualmente, el sistema cardiovascular está compuesto también de tres partes: el corazón, el conjunto de venas y arterias, y la sangre, y actúan como una misma cosa. Del mismo modo el Señor trata con nosotros mediante las tres Personas de la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, siendo uno y dándonos vida; sin Di-s no tenemos vida, algo que Juan enseña ...el que tiene al Hijo, tiene la vida... 1Juan 5:12, pero Jesús lo expresa mejor: ...Yo soy la vida...
La sangre también está formada por tres componentes básicos dentro del plasma sanguíneo: los glóbulos rojos, o hematíes, los glóbulos blancos, o leucocitos y las plaquetas o trombocitos. Este líquido rojo que transporta oxígeno y anhídrido carbónico, glucosa, minerales, proteínas, grasas, vitaminas, etc, a todas las partes del cuerpo para que desarrollen sus funciones y vivamos, y que también recoge los residuos de las células, representa el 7% del peso de nuestro cuerpo.
7 es el número de la obra completa espiritual, y aquí el Creador nos muestra, una vez más Su diseño, en este caso para nuestro cuerpo; sin la sangre estamos muertos. Los glóbulos rojos se encargan, entre otras funciones, de transportar el oxígeno que da energía a las células y recogen el CO2 que producen los órganos del cuerpo para llevarlos a los pulmones y expulsarlos. Ya ven, no somos tan "ecológicos", expulsamos y fabricamos CO2. Por su parte los glóbulos blancos combaten las infecciones y forman parte del sistema inmunológico. Y las plaquetas se encargan de la coagulación de las heridas vasculares.
En el paralelismo espiritual sobre la sangre vemos que el Señor, a través de Su Espíritu en nosotros nos trae el oxígeno espiritual, el aliento de vida del Espíritu y nos limpia el entendimiento por la Palabra de Di-s implantada en nuestros corazones, de la cual hemos de alimentarnos, la cual aporta todos los nutrientes espirituales, vitaminas y minerales necesarios para nuestro crecimiento espiritual. Necesario es para mantenerse purificado participar en el lavamiento de nuestros pies, entre hermanos, ya que se ensucian al caminar en el mundo con ideas y doctrinas que hay que reciclar, además de purificar el corazón. Además, el Espíritu Santo combate las infecciones espirituales que nos atacan cuando nuestro sistema inmune está debilitado, por las batallas del mundo, por no orar, por no alabarle y adorarle en la Santa Cena, por no congregarse, por no tener una buena relación con Dios o con nuestro prójimo, por haber pecado. Y finalmente se encarga de curar y tapar las heridas de los dardos del enemigo, y otras veces de algún amigo.
DOCTRINAS DE LA SANGRE
La doctrina de la Sangre de Cristo en la Biblia expone que por la fe en ella somos limpios de todos nuestros pecados, pasados, presentes y futuros, si es que nos arrepentimos en verdad y de corazón, y esto lo sabe cada uno ante Di-s. El pan y el vino son símbolos espirituales del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, los cuales hemos de tomar, si es que somos verdaderos discípulos del Mesías, del Hijo de Di-s. La Sangre de Cristo es nuestra vestidura blanca. Es el sello y la firma del Nuevo Pacto, el de la gracia de Di-s a través de Jesucristo. Es el precio que tenía que pagar el Señor por nuestras vidas. Es la llave para entrar en el Lugar Santo del cielo, el corazón del Padre, de una vez para siempre para darnos a nosotros acceso al Padre, tras rasgar el velo del templo. Finalmente nos da la victoria ante el diablo, por la fe. Estos siete pilares de doctrina de la Sangre de Cristo están argumentados en los Textos Bíblicos expuestos más adelante.
A continuación una breve mención de algunas doctrinas erradas sobre la Sangre de Cristo y la sangre en general:
El dogma Católico de la transubstanciación, según la cual el pan se convierte en verdadera carne de Cristo y el vino en verdadera sangre de Cristo, al ser consagrados por el sacerdote, otorga al sacramento de la eucaristía, además de esta transformación, carácter de verdadero sacrificio, lo cual es contrario a la doctrina enseñada por Cristo. En la consubstanciación la el dogma Protestante, aquellas pocas iglesias que la enseñan, las substancias no se convierten pero adoptan, las nuevas esencias del Cuerpo y la Sangre además de ser pan y vino. Estas iglesias episcopales siguen ofreciendo a sus feligreses un sistema de confesión ante un sacerdote y la participación de un "sacrificio" de la Misa que repiten cada día siguiendo el sistema del sacerdocio levítico, ( aqui es asombroso, el sacerdote se consagra: Tu eres sacerdote segun la orden de melquisedec, y este no era levita, y Cristo era de la tribu de Juda) olvidando que Cristo murió de una vez para siempre y que ya no podemos ofrecer un sacrificio, sino anunciar al Señor Jesucristo vivo en ...haced esto en memoria mía... Juzgue cada uno en conciencia de lo que practica y si tiene base Escritural, o si es una doctrina de la tradición humana, otra de tantas que se oponen a la Verdad del Evangelio.
Testigos de Jehová por su parte, en el llamado memorial del 14 de Nisán, la única vez que conmemoran la Santa Cena en el año, porque la Pascua se celebra una vez al año en el Antiguo Pacto, no pueden tomarla más que unos pocos líderes que nadie conoce, por lo que incongruentemente pasan los emblemas de unos a otros. Será porque no han entendido que la Sangre de Cristo les limpia de todo pecado, y aceptan que sus líderes les mantengan apartados del mandamiento de Cristo: ...Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros... los Testigos de Jehová no tienen pues vida de Jesucristo, hasta que participen del pan y el vino; no lo acepten, rebélense contra doctrinas de hombres, Cristo ha muerto por nosotros y nos ama, pidiéndonos que participemos de Él, si es que creen que la Sangre de Cristo tiene suficiente poder para pagar por sus pecados.
En aquél tiempo los Judíos y los gentiles, cada uno en su forma, seguían ofreciendo sacrificios con sangre: unos al Di-s de Israel bajo la Ley Mosaica y los otros a las divinidades paganas. Siguiendo su línea de interpretar literalmente y racionalmente las Escrituras, errando e ignorando el significado espiritual que enseña Jesucristo, quien no tuvo ningún problema en tocar y sanar a un leproso, anteponiendo la misericordia a la impureza, mostrándonos que es más importante el mandamiento de amar al prójimo que una ordenanza de impureza e interpretan que la sangre no se puede donar, ni usar para transfusiones porque el concilio de Jerusalén, Hechos 15, concluye que nos abstengamos de sangre, estos ignoran que el sentido es estrictamente de comer sangre sacrificada a ídolos, porque la Sangre de Cristo ya ha pagado espiritualmente y expiatoriamente por nuestros pecados. Cristo ha dado Su Sangre por nosotros porque tiene misericordia y para salvar nuestras vidas eternamente. Nosotros tenemos la posibilidad de dar nuestra sangre para salvar una vida temporalmente, si es que tenemos misericordia, si es que hemos nacido de nuevo y si es que Di-s ha cambiado nuestro corazón de piedra de la letra, en uno de carne, del Espíritu Santo. Cuando venga el Señor juzgará en su misericordia y obediencia espiritual del principal mandamiento, a los de la izquierda y a los de la derecha, y no me refiero a la política del pasado. Deben rebelarse ante el error humano. Como dice la Escritura: ...porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica... 2Corintios 3:6.
El pentecostalismo evangélico por su parte, así como el movimiento carismático católico, que tienen incluso una oración a la Sangre de Cristo, también hace su aporte desviado al usar la Sangre de Cristo más allá del pago por nuestros pecados y la Santa Cena. Muchas de estas iglesias enseñan las propiedades de protección de ésta y la invocan para proteger sus posesiones materiales, negocios, etc. del mismo modo que la Ley Mosaica exigía que se rociara con la sangre del sacrificio todos los utensilios del templo, las personas, y todo lo que había de ser santificado. Debemos comprender que la Sangre de Cristo tiene poder, sí, pero es para expiar nuestros pecados, para salvar nuestras almas, para que estemos vestidos de ella por la fe, desde que creímos, y que clama a Dios por nosotros, pues simboliza la Vida y esta Vida está en el Espíritu Santo que habita en nosotros. Tiene poder para vencer al diablo y a la muerte, y por ella somos hechos cercanos y reconciliado con Dios, pero no es digno de un Cristiano orar pidiendo la cobertura de la Sangre para dichas cosas.
Para aclarar cualquier duda sobre la doctrina de la carne y la sangre de Cristo lean este Texto:
25Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. 28Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. 30Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 41Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. 42Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? 43Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 47De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48Yo soy el pan de vida. 49Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.52Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? 53Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 55Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 57Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. 59Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
En los siguientes doce Textos Bíblicos comentados veremos más profundamente la esencia del corazón que sigue a Dios.
La Santa Cena para el Nuevo Pacto en Su Sangre
26Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. 29Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
JUAN 19
Los dos bautismos, el de agua y el del Espíritu.
34Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.
ROMANOS 3
La fe en Su Sangre
24siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre...
1 CORINTIOS 11
Invitación a la Santa Cena y Advertencia
23Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; 24y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. 25Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. 26Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. 27De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. 28Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. 29Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. 30Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. 31Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; 32mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
HEBREOS 9
La sangre imprescindible para remisión y santificación
18De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. 19Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, 20diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. 21Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. 22Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. 23Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. 24Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. 27Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, 28así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
1PEDRO 1
Rociados con la Sangre precios de Jesucristo, el Cordero de Dios
1Pedro, apóstol de Jesucristo (no dice papa), a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 2elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas... ...17Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 18sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, 21y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. 22Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 23siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
APOCALIPSIS 5
Venció a causa de ser inmolado, redimiéndonos para Dios
9y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 10y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
APOCALIPSIS 7
Ropas blancas en la Sangre del Cordero, y victoria en la Gran Tribulación
14Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. 16Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; 17porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
APOCALIPSIS 12
Victoria sobre el enemigo en la Sangre del Cordero y nuestro testimonio
11Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
La Sangre de Cristo es, pues, la que nos limpia de pecado, de una vida sin Él, y es también la Sangre de Cristo simbólicamente el Espíritu Santo que trae la nueva Vida al interior de nuestra alma y la salva. Al creer en la Sangre de Cristo, el Espíritu Santo cambia nuestra mente y nuestro corazón para que le amemos a Él, y compartamos con Él nuestra vida. Dios viene a hacer morada en nosotros porque Él nos hace uno con Jesucristo, como Él es uno con el Padre: El Padre, El Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son Uno; Yahweh.
Tres son también los componentes de la sangre que nos da la vida. Espiritualmente, nuestra vida ha recibido la luz y la fuerza de Dios y se nos ha abierto la fuente de la fuerza para vivir, porque el Señor dio Su Sangre por nosotros. En nuestras luchas espirituales nombraremos pues la Sangre de Cristo, la invocaremos ante cualquier ataque del diablo para reprenderle, porque la Sangre de Cristo tiene poder, porque en ella está la vida que vence a la muerte. Esa vida está ahora en nosotros por el Espíritu de Dios, somos Su templo y esto ha de ser discernido por todos los hermanos que forman el cuerpo de Cristo en el mundo, hasta que Él venga. Tres son también los que dan testimonio de Dios, el Espíritu, al agua y la sangre. 1 Juan 5:7.
La profundidad de la Santa Cena es mayor y de un discernimiento de más altura que lo expuesto por las doctrinas vistas con anterioridad, concluyendo y enfrentándonos ante la verdadera pertenencia al Cuerpo de Cristo. Si bien la transubstanciación se enfoca en las materias de pan y el vino, Cristo lo que nos presenta es que, al tomarlas, somos nosotros que las estamos introduciendo en nuestros cuerpos, los que nos estamos mostrando parte componente de Su Cuerpo por Su gracia en el Espíritu de Cristo. En la Santa Cena anunciamos al cielo que somos cuerpo de Cristo. Al tomarla nos mantenemos en unidad con Jesús en el Espíritu, ya que venimos ante su presencia e intimidad espiritual entrando en el cielo mismo, en el corazón del Padre. La Sangre de Cristo en la Santa Cena permanece como un sello sobre nosotros y sobre nuestras vidas, y nos reconoce como hijos de Dios ante los ángeles, que al pasar ven la señal en los postes y en el dintel de la puerta del templo de nuestras almas, de nuestras casas. Todos los que creen que sus pecados son limpiados por la Sangre de Cristo, y entiendan que por la fe somos salvos, y se consideren dignos de Dios, no por sus méritos sino por los de Jesucristo, todos los que se reconozcan pecadores y entiendan que nadie puede tirar la primera piedra, todos los que amen a Jesucristo y en humildad le reciban como Su salvador, tomen el pan y el vino con sus hermanos, símbolos de Su Carne y de Su Sangre, de las que Él nos hace partícipes. ...haced esto en memoria mía...
La santa cena es en memoria, no un ritual
Sergio