Opino que la salvación no se pierde, en base a los siguientes argumentos extraídos de varias fuentes, de las cuales, a excepción de una, no recuerdo el nombre:
«... ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?...» (Hebreos, 2:3).
Quienes sostienen que la salvación puede perderse, esgrimen este texto sin tener en cuenta el contexto en el que fue escrito.
Apelando a una buena hermenéutica, vemos que el autor de la carta a los Hebreos tiene en mente a dos grupos de creyentes: los verdaderos creyentes y los apóstatas, que intentaban regresar a los rudimentos de la ley de Moisés.
La carta a los Gálatas arroja luz suficiente sobre lo que ocurría con cierto grupo de hebreos que, habiendo salido del judaísmo, habiendo conocido el nuevo pacto y saboreado los poderes del siglo venidero, después de un tiempo volvían a observar los preceptos de la ley mosaica, y a buscar la salvación en la Torá, como hacían los judaizantes.
El autor de Hebreos sabe que los que no han nacido de nuevo van a regresar, tarde o temprano, a la ley mosaica, y que los verdaderos creyentes regenerados van a perseverar en la fe hasta el fin. De hecho, el autor de Hebreos reconoce que está hablando con palabras fuertes y persuasivas, pero también sabe que en esa congregación hay gente salvada y, por eso, consuela a los creyentes con las siguientes palabras: «Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así... Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma» (Hebreos, 6:9-10 y 10:39).
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Fuente: Mizrraim Hernández
«Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados...» (Hebreos, 10:26).
En dicho texto, el autor de Hebreos se refiere principalmente a los cristianos judíos que han decidido que ya no vale la pena vivir el cristianismo y que han decidido volver al judaísmo. El escritor del libro de Hebreos está exhortando y animando a estos cristianos a NO volver al judaísmo. En el original griego, el verbo “pecáremos” es ἁμαρτανόντων (“apolipetai”), que se traduce “se lucha” y “omitir”, y que, al conjugarlo en el plural de la primera persona del pretérito imperfecto, se escribe “omitiéramos”.
Así pues, se traduciría: “si lucháremos en contra de Cristo”, que es otro término griego para “pecado”, pero se refiere específicamente a darle la espalda a Dios o regresar, retroceder.
También se usa en el sentido de afrenta, insulto u ofensa grave a una persona por atentar contra su dignidad, su honor, su credibilidad, etc.
El término “omitir” viene del latín “omittere” y significa “dejar de hacer algo”. Sus componentes léxicos son: el prefijo ob- (hacia, contra) y “mittere” (enviar).
Lo que el autor de Hebreos expresa realmente es que, si después de haber recibido el conocimiento de la Verdad, nos volvemos en contra del Evangelio, regresando de nuevo a la ley mosaica, entonces estaremos:
Pisoteando al Hijo de Dios, teniendo por inmunda la sangre del pacto y afrentando al Espíritu de gracia.
De ninguna manera se refiere a que, si cometemos un pecado o fallamos al Señor no podremos ser perdonados.
«Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1ª Juan, 1:8-9).