Re: La pena de muerte para asesinos y violadores
Saludos
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y la plenitud llega en Jesucristo, que llega hasta el límite de abolir la Antigua Alianza y establecer la Nueva, sellada con su Sangre (y, encima, basada en el Amor, la misericordia, el perdón... o sea, todo lo contrario a la pena de muerte).
Aquí una de las “claves” de la proposición de los “nuevos moralistas”. Como siempre error en la conceptuación: El Amor, la Misericordia y el Perdón aplicados, ejemplificados por el Salvador…en realidad no son tales, sino que es lo que YO considero como amor, misericordia y perdón…
Usted, para sostener su argumentación (“la pena de muerte (intrínsecamente) es mala”), está tratando de aplicar sobre un hecho político, una “regla moral social” atribuida al cristianismo (que no es sino una exposición de una ley implícita en todo ser humano desde su creación): “Procede con los demás como quisieras que procedieran contigo”, que a su vez fluye de la denominada “regla de oro”: “amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos”. ¿Amar a un prójimo (incluimos enemigo, en el caso cristiano) significa no castigarlo si ha obrado mal? No, porque el amarnos a nosotros mismos no quiere decir que no debamos someternos al castigo y aún a la muerte, Si no lo hacemos no es por porque no nos amamos, sino porque nos “amamos” de manera equivocada. Aquí entronca mi comentario anterior, puesto que lo que “YO considero amor”, es en este caso un fingimiento para nuestro miedo, una salida engañosa a nuestro aferranos a nuestra vida humana. Quien quiera ganar su vida….
La verdad es que un cristiano que hubiese asesinado a un semejante, tras arrepentirse y entregarse, no debería extrañarse, ni por supuesto quejarse, de que aplicasen sobre él cualquier pena, fuese la que fuese, según la ley imperante en el país. Esta realidad trata de ser eludida por aquellos que no entienden el cristianismo y que viven en sociedades que supuestamente tienen leyes fundadas en “valores cristianos”. Por ejemplo en la película de “Pena de muerte”, se trata engañosamente esta realidad, puesto que el protagonista, tras supuestamente haber aceptado a Jesucristo como su Salvador, demuestra un terrible terror durante el momento de la ejecución, terror que contrasta palmariamente con la actitud frente a la muerte de Tomás Moro, un cristiano condenado injustamente por una ley humana (no digo que fuese injusta, pues era una ley contra la traición hacia un rey) a la pena de muerte por decapitación (no digo que tal pena fuese injusta, pues ¿que crimen hay más digno de muerte que la traición?), y que demostró la realidad y fuerza de su creencia PAGANDO a su ejecutor (este hecho queda excelentemente reflejado en la película “un hombre para la eternidad”), con lo cual Tomás dio testimonio de lo que un verdadero cristiano debe hacer en caso semejante: liberar de culpa a la ley, a la pena y al ejecutor …tal y como hizo Cristo: “¿Dime en que he mentido (en que he transgredido la ley)…. Y si digo verdad porqué me pegas?”, “Ninguna autoridad tendrías sobre si no te hubiese sido dada”. Si existe una “culpa” o “amoralidad” en un proceso injusto, esta debe señalarse única y exclusivamente en el veredicto de los que deben juzgar la culpabilidad o inocencia del reo (“Mayor pecado tiene el que me ha entregado a tí”), no en la ley o la pena en sí mismas.
El caso es que el protagonista de la primera película (interpretado por Sean Penn), es CULPABLE de un asesinato. El reo, además de temblar más que un flan, y aunque finalmente pide perdón a los familiares de sus víctimas, con su actitud y palabras se permite (cuando no debería importarle si realmente hubiese experimentado la verdadera y necesaria Salvación) plantear la “validez moral” de su ejecución ¿Su muerte devolverá la vida a su víctima? Es un planteamiento falsario, que trata de trazar un paralelismo con el Sacrificio de Cristo. Y si es cierto que sólo a través de la Muerte de Uno, volvió a ser posible que todo ser humano Viviera, no menos cierto es que esa muerte fue, frente a los ojos de Dios, la única muerte de un Inocente en toda la Historia, pues este era el único que no había pecado. El concepto de “moralizar” la muerte sólo cobra sentido en el proceder de las personas: un asesinato es “moralmente” reprobable. Pero un asesinato no es una ejecución (pero hay supuestas “ejecuciones” que son asesinatos), ni tampoco lo es un acto durante una guerra en el que se mata a un enemigo (aunque hay actos realizados durante periodos de guerra que son asesinatos). Pero si queda suficientemente demostrado que una persona es culpable de un asesinato o crimen especialmente terrible ¿Qué sentido tendría “moralizar” la aplicación de la “pena de muerte” sobre él? Esto es aún más evidente desde el punto de vista cristiano. Si, como ocurre en la película, el reo admite su culpa y pide perdón (primero al Primero con Derecho a estar Ofendido, pero que es su Perdonador y luego a los familiares de la víctima), ¿que otra cosa le queda sino alegrase de que a través del trámite de esa pena se va a reunir antes que otros con su Creador y Salvador?
Si hay algún “pero” que plantear a esta forma de “pena”, no debería ser en ningún caso (y menos en el cristiano) de carácter moral sino, a lo sumo, de naturaleza puramente pragmática por parte de los componentes judiciales de cada sociedad: ¿Implica una rebaja de la criminalidad la aplicación de estas penas? ¿Estadísticamente se puede confirmar que los fallos en cuanto al proceso legal que lleva a esta aplicación están suficientemente acotados?
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3) ¿Desde cuándo la pena de muerte es un asunto político?
El mismo prisma que utilizan ciertos cristianos españoles para justificar el actual estado de negociación del gobierno con terroristas españoles... ¿Tampoco se trata de “política” en este caso? ¿Es entonces un asunto exclusivamente “moral”? ¿Con el “perdón” (politizado), ya aseguramos la “paz”? ¿No sería quizás más acertado hablar de simple “sentido común” o de “ética”?
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El que un sistema político diga que la pena de muerte es legal, no quiere decir ni que sea buena ni que haya que apoyarla.
Confunde de nuevo conceptos: una ley trata de garantizar la convivencia entre seres humanos. El que una cosa sea “mala o buena”, depende siempre de un sistema de referencia distinto al del ámbito de las leyes. Para empezar lo "bueno y lo malo" tiene que ver con varias concepciones de la moral: tres para ser más exactos (la de uno con los demás, la de uno consigo mismo y la de uno con Dios) De nuevo vemos que estamos entrando en un ámbito de “moral” sin establecer cual es el campo específico de la moral en el que nos movemos.
Si hablamos de la pena de muerte como concepto legal disuasorio, no veo porqué es “moralizado”, desde el punto de vista supuestamente “cristiano”. Es evidente que ninguna de las sociedades actuales son “cristianas” en el sentido global del término, por mucho que así nos lo quieran hacer creer algunos políticos. Quizás alguna sociedad ha tomado como referencia alguna forma legal, ética o moral extraída a su vez por ciertos hombres de la Biblia para fundar las leyes con las que rigen sus respectivos países, pero eso no convierte a esa sociedad en una“sociedad cristiana”. El que en una sociedad que se riga por leyes extraidas o basadas en una lectura particularmente "política y social" de la Biblia, pueda darse una mejor convivencia entre sus ciudadanos que en otra con otro tipo de leyes, es cosa que se puede debatir . Lo que no se puede debatir es que, aun demostrándose que así fuese, dicha sociedad no podría conceptuarse como "cristiana", porque la única “sociedad” (más bien “asamblea”), que se cita en la Biblia es la Iglesia (que es un conjunto de personas que creen en Cristo), y curiosamente se especifica que ésta será siempre un circulo de personas al que unirá no un conjunto de leyes o tradiciones, sino una creencia particular, creencia que será perseguida particularmente por la sociedad en la que subsista, fuere ésta sociedad la que fuere. Porque la Iglesia nació, entre otras cosas, para enfrentar a cada una de las sociedades en las que surgiese al Hecho de Cristo, y esto siempre implica persecución por los que no transigen con dicho Hecho. Porque el mensaje de Cristo no es un mensaje “social” que ayude de manera “indefinida o global” a mejorar una sociedad, sino que es un mensaje lanzado al corazón del hombre. Seríamos bastante presuntuosos o demasiado estúpidos si pensásemos que, a parte del valor y la abnegación de los individuos, hay otra cosa que puede lograr que un sistema funcione. Es evidente que una sociedad compuesta totalmente por “cristianos” en este sentido, sí que funcionaría, y en la misma seguramente no harían falta leyes en las que se aplicase la pena de muerte, pero tampoco ningún otro tipo de penas. Pero el caso es que las sociedades actuales no son así, y cada una aplica sus “leyes y penas”, para abordar los problemas particulares de convivencia en las mismas. Y eso es política. Y ya sabemos todos los cristianos lo que opina el Fundador del cristianismo sobre la política: “Dadle lo que sea suyo, y dadme lo que sea mío”
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Cualquier sistema político tiene como obetivo y misión perseguir el bien común y conseguir una convivencia justa de toda la sociedad... pero tiene un límite bien claro: no puede pasar por encima de los derechos humanos.
Desde luego, definitivamente nos vamos por los cerros de Úbeda si empezamos a hablar ahora de “derechos humanos”. Si partimos de la concepción “moral” de su argumentación teniendo en cuenta como escala de referencia los citados “derechos humanos”, el debate respecto a lo que es “bueno o malo” en el prisma cristiano, pierde todo sentido. Porque el cristiano, que yo sepa, no tiene como “marco moral” la declaración de derechos humanos de la ONU.
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Es decir, que por muy bien que te parezca asesinar a los delincuentes, eso es algo que no se puede hacer porque va contra la dignidad de la persona.
Para empezar estamos hablando de la aplicación de una ley (“humana”, en mi apreciación), no de “asesinato”. A propósito de lo cual hemos de tener en cuenta la primera obviedad respecto al punto de vista bíblico (si es que no seguimos yéndonos por los citado y transitados cerros): el decálogo hebreo especifica el término “asesinar” (no asesinarás), no usa el verbo específico de “matar”, sino el de “asesinar”. Esto que parece tan obvio queda evidenciado por lo dicho por el forista Ibero, ya que las otras leyes aparecidas en el levítico entrarían en contradicción directa con la del decálogo.
Lo de la
“dignidad de la persona”, tomado bajo el prisma cristiano (insisto en ello, porque si no este debate es totalmente estéril), lo ha contestado (“inconscientemente”, creo yo) usted en párrafos anteriores:
…sellada con su Sangre…
esa, y no otra, según la concepción cristiana, es la única posibilidad de la “dignificación del ser humano”. Es la Sangre de Cristo la que hace “digna a una persona”, según la Biblia. Y Cristo murió para dignificar (“justificar”) al ser humano ante el Padre. Lo que ningún apóstol nos dice es que Cristo murió, derramó su sangre, para que un ser humano (dignificado o no por su sangre), escapase de la aplicación (“injusta o no”) de una ley humana (“injusta o no”).
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El asesinato no es justicia, es un crimen;
Espero que haya quedado claro de que no hablamos de un asesinato, al no ser que su concepto de “asesinato” sea tan voluble como el de “Amor, misericordia”
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la vida es un derecho para todos, asesinos y no asesinos;
Otro ejemplo de la absurdidad de la conceptualización humana: la vida es un derecho. Necedad a lo sumo. La Vida ESO o NO ES, pero no es un derecho...¿Tenía Lázaro más "derecho a la vida" cuando Jesucristo le dejó morir (porque no fue a sanarle sabiendo que iba a morir) que cuando Jesucristo lo resucitó? La vida comienza única y exclusivamente a partir de Cristo, sin él no hay vida. Sin su vida obrando en nosotros, no vivimos. Y dice particularmente la Biblia que, teniendo esa vida interior, aunque nos maten (sea por una aplicación injusta de una ley, o por un asesinato), no “moriremos” ¿Qué teme usted entonces respecto a la “pena de muerte”? ¿Es que teme más a la primera muerte que a la segunda? ¿Como me habla usted de "derechos a la vida" creyendo en una Persona que dijo que aquel que quiera salvar su vida, la perderá?
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nadie puede quitar (ni dar) la vida a su antojo.
Desde el punto de vista cristiano el hombre no DEBE asesinar (porque el que asesina, aplica un “antojo” suyo, claro está). Pero, tomando el Antiguo Testamento, el que mata aplicando la ley o palabra de Dios, no hace sino lo que debe. Dios dispone (lo quiere) en sus leyes levíticas que el hombre DEBE matar a aquel que haya cometido un pecado que mereciese dicha pena. Opino yo que este es un ejemplo, metáfora, de la contundencia con la que Dios quiere erradicar el pecado del corazón del ser humano. Lo que está claro es que ANTES de establecer la “pena de muerte” para ciertos pecados (sólo entre su pueblo y, por mencionar alguna aplicación, la de aquellos que hubiesen asesinado a un semejante), Dios ya había sido testigo de más un “antojo” respecto a la vida de un semejante entre los seres humanos, para retrotraernos al primero: Cain.
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La sociedad no puede decidir qué es bueno y qué no es bueno en lo que respecta a la dignidad del hombre,
Creo que aquí le ha respondido con acierto el forista Ibero. Usted deambula a través de su argumentación (con poco acierto, creo yo) entre una peregrina concepción de la “moral cristiana” y una nula concepción de la “moral humana”. Supongo que conocerá el texto Bíblico que alude al juicio que Dios establecerá sobre las conciencias humanas. ¿O cree usted que Dios no juzgará a todas las seres humanos que no han conocido Su Nombre ni el de su Hijo?
Toda sociedad (los hombres y mujeres que la componen), si no quiere desaparecer en un nihilismo arrasador autodestructivo, debe continuamente decidir "sobre lo que es bueno y no es bueno en lo que respecta a la dignidad del hombre" (joé con la frasecita, parece sacada del libro gordo de Kofi Anan) Toda sociedad debe partir de una ley más o menos adecuada a esa conciencia implícita (“ley de la naturaleza humana”, usando el término “teológicamente” más acertado), pues de lo contrario no duraría mucho tiempo antes de ser autodestruida. Si hay sociedades que durante miles de años han aplicado la “pena de muerte”, ¿no implica eso que a habido un consenso respecto a ese tipo de actuación frente a delitos específicos tomando en cuenta la supervivencia de la propia sociedad?
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porque en todo aquello que tenga que ver con la vida humana nadie tiene poder para decidir
Para empezar habría que acotar el ámbito de aplicación de sus “moralinadas”…Por ejemplo, un soldado (“cristiano o no”) de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial…¿debería haber “decidido” no dar muerte a los soldados alemanes a los que se enfrentaba?...Si el ser humano tiene un “poder”, es precisamente el de “decidir”. Sólo aplicando correctamente ese “poder”,es que podemos condenarnos o salvarnos a través de Jesucristo (cuyo PODER es el que nos salva, pero al cual no podemos acceder si no “decidimos” aceptar su Sangre). Es a través de esa primera decisión que un cristiano comienza a decidir sobre todo lo que le rodea desde un punto de vista distinto a los demás hombres, con un espíritu interior que le guía, y que, según las palabras del propio Jesucristo (“es más alto el Creador del día de reposo que el día de reposo”) es más alto (es decir, incluye al otro, es capaz de elegir mejor) que cualquier tipo de moral humana o incluso de cualquier moral extraída del escritos religiosos (incluidos los cristianos). Por eso es perfectamente correcto que un juez cristiano sentencie a muerte a un hombre (seguramente será más aplicado y lo hará con más justicia y acierto que un no creyente), y que un soldado mate a un enemigo (se guardará de hacerlo sin deshonra, cobardía o ensañamiento respecto de su oponente). Respecto a este último caso, poniendo en bandeja la típica “proposición de disyuntiva moral”: supongamos que en el combate se encuentra un soldado cristiano que creyese que defiende una causa justa frente a un homónimo en el otro bando…citaría a CS Lewis, que vivió de cerca la posibilidad de un supuesto “dilema” como este:
“A menudo he pensado que habría sucedido si, cuando serví en la Primera Guerra Mundial, un joven alemán y yo nos hubiésemos causado la muerte simultáneamente y nos hubiéramos reunido un momento después de la muerte. No creo que hubiéramos sentido resentimiento alguno y ni siquiera vergüenza. Pienso que nos habríamos echado a reir”
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(por ejemplo, en materia de pena de muerte, aborto, eutanasia, matrimonio homosexual...).
¿Lo de “matrimonio homosexual” se le ha “escapado”? Porque la pena de muerte, el aborto, la eutanasia son temas que tienen que ver con “la vida humana” (“vida física”, especifiquemos, porque los cristianos extendemos la importancia de nuestra Buena Nueva en la Vida Espiritual, que fue la única merecedora de interés por parte de nuestro Salvador), en el sentido de que finalizan, de un modo u otro con ella. ¿Pero el “matrimonio homosexual”… a que diantre viene en este debate?
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Por mucho que vote un país que matar es bueno, eso no quiere decir que sea bueno ¿verdad?
¿Todavía se atrevería a ahondar en algo más político que el “voto” con la intención de “moralizarlo” luego? En fin…
Desde un punto de partida más profundo en la interpretación de las creencias de un cristiano, y siendo serios y sinceros con nosotros mismos, deberíamos advertir que a lo que huele aquí (apesta, porque ciertamente es un mal olor), más que a “moral” y a “ética” es a puro miedo. No podemos (o queremos) ver que claramente, tras regalarnos la Salvación, Jesucristo no nos promete un mundo de paz, concordia y felicidad, sino un proceso de guerra, de dolor y de lucha constante con el cadalso de la muerte física (ineludible para todos) en el horizonte y el peso continuo sobre nuestra espalda del objeto de la ejecución: ni más ni menos que una Cruz para clavar nuestro “Yo”. La clave no es que lo prometido sea o no sea lo que nosotros queremos (aunque si supiésemos ver con los ojos de Dios, lo desearíamos con total denuedo), sino que sea lo que sea, vamos a vivirlo en compañía de Alguien que nos va a ayudar durante todo el trayecto. Por otra parte ese que nos acompaña es inocente, pero sufrió los mismo por lo que nosotros, pecadores, debemos pasar como valientes “terroristas arrepentidos”. Eso debería infundirnos valor, y no hacernos temblar ante la muerte y todas las posibles formas de aplicación (“legales o no”) de ella.
Saludos