EL estado de Israel parece minúsculo en el mapa mundial.
Es apenas una pequeña franja de territorio agreste a la mitad del desierto; o al menos era un desierto era hasta que sus legítimos dueños re-establecieron luego de una escabrosa decisión de la ONU en 1947.
Hay dos historas completamente diferentes en todo esto:
Una historia, que cuentan y escriben los hijos de Isaac, y otra diametralmente la que cuentan los descendientes de Ismael.
Dios bendice a ambas descendencias y hace dos promesas.
A los descendientes de Isaac promete una tierra, "la tierra prometida", y a los descendientes de Ismael promete que serán un gran pueblo (más de 200, 000, 000 de musulmanes)
Los judíos sufren una diáspora debido a su desobediencia y un castigo de Dios les obliga a migrar; los islamitas se reagrupan por un basto territorio que incluye los territorios del estado de Israel.
Así como los judíos no envidian el número basto de la descendencia de Ismael, así la descendencia de Ismael no debería envidiar la promesa de una tierra dada a los descendientes de Isaac.
Pero lamentablemente los descendientes de Ismal tambien quieren esa tierra. Ese pequeño terreno también lo quieren y es discordia en al región.
Desde luego los islamitas no aceptan la Biblia, en donde esta establecida las fronteras de la tierra prometida dada a Israel por heredad, pero a saber, Dios mismo escogió a Israel para darles una tierra, cuyos límites están perfectamente preestablecidos y delimitados y nacen directamente de la voluntad de Dios.
En ese deconocer la promesa, la bendición y la herencia del otro, los Islamitas han envidiado este territorio. La envidia genera rencor, el rencor genera odio, el odio genera agresiones, y las agresiones generan una contrarespuesta en la defensa de derechos y todo esto genera la guerra que hoy vivimos de cerca gracias al Internet, pero que es una guerra que nace en el corazón de los descendentes de Ismael.
Un día, Dios mismo llamará a todas aquellas tribus perdidas, les juntará de los confines de la tierra e Israel no estará más en diáspora, y entonces el mundo entenderá que esa tierra prometida a Israel es de ellos y de nadie más.
Los musulmanes no se quedarán contentos con tratar de desaparecer a Israel, de hecho ya lo han intentado; sino tratarán de imponer sus creencias en el mundo occidental a fuerza de violencia, una escalada de violencia que será perpetrada cuando los cristianos en una apostasía generalizada, como sucede en buena parte de Europa y una democracia mal entendida, haga que bajemos nuestras defensas y dejemos de lado el apoyo a Israel.
Hay gente, mucha gente que en su natural antisemitismo apoya a "Palestina", término más que artificial para llamar así a "la tierra de nadie", sin querer entender que Israel representa una luz de democracia en esta zona del mundo.
Israel esta floreciendo en el desierto, florecen sus jardines, su ciencia y su gente. Florece por el cuidado y amor que tiene Israel pro su tierra, dejemos que sus verdaderos dueños cuiden sus fronteras, cuiden a sus hijos y que procuren neutralizar a aquellos que desde la clandestinidad, el anonimato, la oscuridad y desde los escudos humanos esta permanentemente tratando de desaparecer, a Israel.
La promesa de Dios que es en Abraham, padre de estas dos naciones, se ha cumplido crecidamente en la descendencia de Ismael, dejemos pues que se cumpla en la descendencia de Isaac y que tengan su tierra.