Marción enseñó que en “El Antiguo Testamento” (La Tanaj) no había gracia, y que la gracia aparece por primera vez en El Nuevo Testamento (llamado correctamente Código Real o Brit Hadashah-Pacto Renovado). Según sus enseñanzas, el Dios del “Antiguo Testamento” era un Dios de juicio y condenación, pero el Dios del “Nuevo Testamento” es un Dios de gracia y amor. Aunque algunos líderes de la Iglesia Romana señalaron a Marción como un hereje, el rechazo de Las Escrituras que él esparció echó raíz y prosperó como necia maleza. Años más tarde, con fines políticos, el Emperador romano Constantino, rechaza La Tanaj diciendo por medio de los credos que impuso:
“Renuncio a todas las costumbres, ritos, leyes, panes sin levadura,
fiestas de los corderos de los hebreos, sacrificios, oraciones,
purificaciones, santificaciones… observaciones, sinagogas y a las
comidas y a las bebidas de los hebreos…
Acepto todas las costumbres, ritos, leyes, fiestas y sacrificios
romanos… santificaciones por medio del Pontífice Máximo (El Sumo
Sacerdote de Roma)… acepto absolutamente todo lo que es romano,
toda ley nueva, rito y costumbre de Roma, la nueva religión romana.”
(Los del Caminos, Haim Levi, cita Stefano Assemaní, Acta Sactorum Martyrum
Orientallum at Occidentallum, Vol 1.Roma 1748, pág. 105).