LA VERDADERA LEY QUE DIO DIOS A ISRAEL FUE LA LEY DEL EVANGELIO Y NO TODAS LAS LEYES DEL A.T.
Son muchos los que creen que cuando Dios hizo un Nuevo Pacto, nos entregó una nueva Ley, y creen que cuando vino Jesucristo ya no había que seguir muchas leyes del viejo testamento pero que antes de venir Jesucristo Dios había mandado que se siguieran todas las leyes del viejo testamento. Creer que Dios dio primero una ley y después, al hacer un Nuevo Pacto, dio otra Ley, es un error, pues la verdadera Ley de Dios siempre fue la misma. Lo que cambia en el Nuevo Pacto es el lugar donde Dios escribiría su Ley, pero la Ley era la misma.
La Ley que Dios había dado a Israel era la Ley del Evangelio. Lo que cambia en el Nuevo Pacto es el lugar donde Dios escribiría su Ley (la escribiría en el corazón y en la mente de sus hijos en lugar de en tablas de piedra).
La Ley del Nuevo Pacto es la misma que la que Dios dio en su Antiguo Pacto, es decir, la Ley del Evangelio.
La Ley de Dios había sido cambiada en falsedad en las escrituras (Jeremías 8:8). Entonces Dios hizo un Nuevo Pacto. Pero este Pacto no era una Ley diferente a la que Dios había dado desde el principio, sino que era la misma Ley: la Ley del Evangelio. Lo que cambiaba en este Nuevo Pacto era el lugar donde Dios escribiría su Ley para que ahí ya nadie la pudiera cambiar en falsedad, pues la escribiría en la mente y en el corazón de sus hijos:
"He aquí que vienen días, dice Yavé, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Yavé. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Yavé: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Yavé; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Yavé". (Jeremías 31,31-33).
Observemos que dice: "Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón". Este texto nos dice que Dios daría su Ley en la mente de sus hijos y la escribiría en su corazón. Es muy importante observar que no nos dice que daría otra ley sino que daría su Ley en la mente de sus hijos y la escribiría en su corazón. Entonces, en el Nuevo Pacto, Jesucristo nos entregaba la verdadera Ley de Dios. La Ley que nos trajo Jesucristo (la del Nuevo Pacto), la Ley del Evangelio, era la verdadera Ley que Dios había dado a Israel y que, después, Dios grabaría en la mente de sus hijos y la escribiría en su corazón, ya que, en las escrituras, había sido cambiada en falsedad y el pueblo de Dios ya no conocía la verdadera Ley. Los siguientes escritos confirman que la verdadera Ley que Dios dio a su pueblo fue la Ley del Evangelio:
"Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto". (1ª Corintios 10:1-5)
Continúa en la siguiente respuesta.
Son muchos los que creen que cuando Dios hizo un Nuevo Pacto, nos entregó una nueva Ley, y creen que cuando vino Jesucristo ya no había que seguir muchas leyes del viejo testamento pero que antes de venir Jesucristo Dios había mandado que se siguieran todas las leyes del viejo testamento. Creer que Dios dio primero una ley y después, al hacer un Nuevo Pacto, dio otra Ley, es un error, pues la verdadera Ley de Dios siempre fue la misma. Lo que cambia en el Nuevo Pacto es el lugar donde Dios escribiría su Ley, pero la Ley era la misma.
La Ley que Dios había dado a Israel era la Ley del Evangelio. Lo que cambia en el Nuevo Pacto es el lugar donde Dios escribiría su Ley (la escribiría en el corazón y en la mente de sus hijos en lugar de en tablas de piedra).
La Ley del Nuevo Pacto es la misma que la que Dios dio en su Antiguo Pacto, es decir, la Ley del Evangelio.
La Ley de Dios había sido cambiada en falsedad en las escrituras (Jeremías 8:8). Entonces Dios hizo un Nuevo Pacto. Pero este Pacto no era una Ley diferente a la que Dios había dado desde el principio, sino que era la misma Ley: la Ley del Evangelio. Lo que cambiaba en este Nuevo Pacto era el lugar donde Dios escribiría su Ley para que ahí ya nadie la pudiera cambiar en falsedad, pues la escribiría en la mente y en el corazón de sus hijos:
"He aquí que vienen días, dice Yavé, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Yavé. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Yavé: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Yavé; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Yavé". (Jeremías 31,31-33).
Observemos que dice: "Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón". Este texto nos dice que Dios daría su Ley en la mente de sus hijos y la escribiría en su corazón. Es muy importante observar que no nos dice que daría otra ley sino que daría su Ley en la mente de sus hijos y la escribiría en su corazón. Entonces, en el Nuevo Pacto, Jesucristo nos entregaba la verdadera Ley de Dios. La Ley que nos trajo Jesucristo (la del Nuevo Pacto), la Ley del Evangelio, era la verdadera Ley que Dios había dado a Israel y que, después, Dios grabaría en la mente de sus hijos y la escribiría en su corazón, ya que, en las escrituras, había sido cambiada en falsedad y el pueblo de Dios ya no conocía la verdadera Ley. Los siguientes escritos confirman que la verdadera Ley que Dios dio a su pueblo fue la Ley del Evangelio:
"Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto". (1ª Corintios 10:1-5)
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