"¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó."
Es necesario leer el Evangelio al completo para comprender y aceptar que el castigo eterno es reversible, aunque desgraciadamente casi todos interpretemos como irreversible el "infierno" al pasar la frontera misteriosa de nuestra muerte terrenal.
El hijo pródigo se narró en el contexto del Reino de Dios, haciendo diversas semejanzas (banquete, oveja, moneda...)
Puedo afirmar por experiencia propia que hay que demoler enormemente nuestro ser espiritual para quedar anclados eternamente en ese "fuego" eterno que no es otro que el vacío de Dios, el espíritu prende como llama eterna y para Dios Padre es como perder algo de sí mismo, por eso la parábola de las ovejas, a cada una de ellas las conoce por su nombre, pero ay si nos llama y rechazamos su "banquete", yo creo que eso es lo que enardece a tantos.