Dios te bendiga prisdeli.
Me has dicho:
Esto no implica un simple sí o no, pero bueno juguemos su juego (valga la redundancia) Sí la justificación como tal es un acto forense por medio del cual Dios declara justo al pecador
Luego en otro epígrafe me has pedido esto otro:
Te convido a demostrarme biblicamente que el hombre es convertido y no declarado justo y ojo estoy hablando de la justificación no de algún otro elemento propio de la obra de Cristo como la redención, la santificación o la expiación.
Bien, nueva vez invito a Mr. Karl Barth:
"
No hay espacio para ningún temor de que en la justificación del hombre estamos lidiando sólo con una acción verbal, con una especie de "como sí" entre comillas, como si lo que es pronunciado no fuera la total verdad acerca del hombre. Ciertamente tenemos que vernos con un declarar justo, pero es una declaración acerca del hombre la cual es cumplida y por lo tanto efectiva en este evento, que se corresponde con la actualidad porque crea y luego revela la actualidad. Es un declarar justo el que sin ninguna reserva puede ser llamado un hacer justo. La fe Cristiana no cree en una sentencia que es inefectiva, o sólo parcialmente efectiva. Como fe en Jesucristo quien se ha levantado de la muerte ella cree en una sentencia que es absolutamente efectiva, de manera que el hombre no es llamado justo delante de Dios, sino que es justo delante de Dios. Él cree que Dios se ha vindicado a sí mismo en relación al hombre, no parcialmente sino totalmente, no sólo negativamente sino positivamente, reemplazando el hombre viejo por un hombre nuevo y obediente. Él cree que llamando a Ése Su propio Hijo querido en quien Él está bien complacido, Dios ha establecido no un orden provisional sino uno definitivo en la relación entre Él mismo y el hombre." (Karl Barth, Church Dogmatics, IV/1) (Énfasis pertenece al original)
De igual manera le repito que no pretendo sugestionarla con el hecho de que Barth sea un scholar protestante de renombre, ni que crea yo que usted es alguien sugestionable, ni pretendo que esté usted de acuerdo con él; cito a Barth porque quiero
yo aprovechar todo el espacio que crea la voz de alguien protestante de esta estatura para que pueda
yo argumentar en esta misma línea.
Ahora sí le brindo mi interpretación bíblica de por qué Dios nos hace justo cuando nos declara justo.
La efectividad de los pronunciamientos de la Voz de Dios.
El temible Yahveh, Dios de los ejércitos dijo:
"[...]porque yo no justificaré al impío." (Éxodo 23, 7). Esto es razón más que suficiente para saber que Dios nunca jamás verá ni considerará como justo a alguien que no lo es esencialmente. Ciertamente Dios nos ha llamado desde la injusticia y la impiedad, pero al momento de declararnos justos Él tiene que convertirnos en lo que nos declara porque si no se estaría contradiciendo a Él mismo y quedaría su Palabra como algo inefectivo que no puede lograr lo que declara y este no es el estilo ni la "historia" de Dios ya que su Palabra es viva y eficaz (Hebreos 4, 12) y Él es fiel en todas sus palabras (Salmo 145, 13), palabras de poder.
"Voz de Jehová con potencia; Voz de Jehová con gloria. Voz de Jehová que quebranta los cedros; Quebrantó Jehová los cedros del Líbano. Los hizo saltar como becerros; Al Líbano y al Sirión como hijos de búfalos. Voz de Jehová que derrama llamas de fuego; Voz de Jehová que hace temblar el desierto; Hace temblar Jehová el desierto de Cades. Voz de Jehová que desgaja las encinas, Y desnuda los bosques; " (Salmo 29, 4-9)
La Voz de Yahveh es poderosa y logra y consuma lo que pronuncia:
"Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié." (Isaías 55, 10-11)
Yahveh pronunció una sentencia declarando al hombre justo y su Palabra cumple a lo que fue enviada a declarar, esto es hacer al hombre justo.
Esto lo entendió bien aquel centurión cuando declaró: "
[...]Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente dí la palabra, y mi criado sanará" (Mateo 8, 8)
Y nos lo confirma el libro de La Sabiduría cuando dice:
"Ni los curó hierba ni emplasto alguno sino tu palabra, Señor, que todo lo sana" (Sabiduría 16, 12)
De este calibre es la eficacia de las declaraciones de la Palabra que Dios pronuncia. Lo declara Pablo en Romanos cuando dice: "
como dice La Escritura: te he constituido Padre de muchas naciones: padre nuestro delante de Aquel a quien creyó, de Dios que da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean." (Romanos 4, 17)
Ahora, bien ¿cómo entender que Dios no justificará al impío cuando precisamente eso es lo que "parece" que ha hecho?
Cristo, Justicia de Dios, Justicia Nuestra.
La respuesta está clara en otra cita de Romanos que fortalece la anterior:
"mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia" (Romanos 4, 5) Por la justicia de la fe! Nuestra fe nos convierte en Justos, a través de la gracia de la fe somos convertidos en hombres justos, no por obras de ningún tipo que nos auto-justifiquen, pero realmente nuestra fe nos convierte en justos delante de Dios. No la fe en sí misma, como si ella fuera una obra, sino la gracia que opera mediante la fe. Es nuestra fe, por lo tanto nuestra justicia. Vamos al grano, ¿cómo "mi" fe me convierte en alguien justo?.
Nuestra justicia siempre será una Justicia extranjera, la Justicia de Cristo, pero eso no implica que esa justicia no se hace personal de cada hombre y distinta de la misma Justicia de Cristo. Sólo Cristo Jesús podía pararse en el estrado frente a Dios Padre y recibir un jucicio inmisericorde y extremadamente justo en todo su rigor en contra de la maldad y de los pecados del hombre, sólo Él como Dios-Hombre podía satisfacer los requerimientos de un juicio de este calibre. Jesús fue real y efectivamente rechazado por Dios Padre ("no justificaré al impío"), Su ira lo fulminó hasta matarlo porque esa era la paga del pecado, la impiedad, la pereza y el orgullo del hombre. La muerte de Cristo es una revelación límpida y nítida de la justicia de Dios; la muerte de Cristo es la auto-justificación de Dios, no porque Él necesitara justificarse sino para mostrarle al hombre que Él es justo:
"con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo[...]" (Romanos 3, 26) .
"Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos."(Ezequiel 36, 22-23). Cuando Cristo muere se ha convertido en propiciación de la justicia de Dios. Cuando Cristo es levantado de la muerte Dios Padre lo exhibe como El justo; el triunfo de la justicia de Dios es la Resurrección de Cristo, el veredicto de la justicia de Dios es la Resurrección de Cristo, la Resurrección señala a Cristo como Dios vivo:
"Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! " (Juan 20, 28).
Cristo representaba a toda la humanidad allí, ¿cómo entonces, se hace efectivo el sacrificio de Cristo en cada hombre? ¿cómo entonces, se hace Su Justicia nuestra justicia?
La justificación interior del hombre.
"¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; " (Romanos 6, 3-5)
A través del bautismo nosotros también hemos muerto con Cristo. Ya no tenemos que seguir mirando hacia atrás, hacia la historia, hacia nuestro pasado, la muerte de Cristo se hace efectiva y vivísima cuando somos bautizados, morimos nosotros porque en el bautismo actúa el Santo Espíritu de Dios que con su poderío puede sumergirnos a nosotros en la mismísima muerte de Cristo y ahora morimos nosotros también. Él, el Espíritu de Dios, que con un despliegue inigualable de majestad levantó a Cristo de la muerte (Romanos 1, 4; 8, 11) nos levanta a cada uno de los que somos bautizados de igual manera. Esta traducción que uso sólo por ser protestante y estar ustedes muy familiarizados con ella, traduce
sumphutos como "plantados juntamente", otras versiones (la Nueva de Jerusalén que es la que yo uso) traducen
sumphutos como "injertado" (
egkentrizo). Usted que es caribeña, sabrá bien que un injerto es cuando usted abre una incisión en una planta de excelentes condiciones que produce frutos sanos y saludables y coloca ahí una rama de una planta que produce frutos malos y/o enfermos; luego de esta unión la rama injertada empieza a producir frutos saludables y sanos porque recibe de la planta donde ha sido injertada toda la sabia y salud que necesita. Qué profundidad y cuánta belleza en las imágenes que usa La Palabra! Gloria a Dios!. Esta es la misma imagen que Pablo usa en Efesios 4, 15-16, allí usando el verbo
auzano. Notar aquí que más que una mera declaración forense nuestra Justificación ciertamente se hace efectiva real y ontológicamente en el justificado. Notar también que es por la acción del Espíritu Santo que somos justificados, no es la fe la que "crea" o "produce" la justificación. Notar también en esta misma imagen de Pablo que más que un hecho consumado nuestra justificación es un estado que depende de que estemos unidos a Cristo, es sólo si se mantiene esta conjunción que recibimos la Gracia para fructificar nosotros de buena manera. Esto es toda Gracia, todo lo que consideramos como nuestro propiamente dicho es puramente algo que recibimos de nuestra injerción en Cristo. Por eso las advertencias del capítulo once (11) del que sea desgajado como una rama del tronco no recibe los beneficios de la justificación.
"sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro." (Romanos 6, 6-11). Esto es una tremenda realidad: hemos muerto al pecado y ahora vivimos! Esto no es un "como sí". El pecado ha sido efectivamente vencido en el justificado: "
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia." (Romanos 6, 14).
No creo que sea necesario que tenga que pasar por todo el capítulo siete (7) y por los inicios del ocho (8), por ahora, pero concluyo con un comentario a estos versos:
"Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros." (Romanos 8, 9-11). Quiero enfatizar que lo que hace descomunalmente real la justificación en cada hombre no es su fe jurídica o forense sino la habitación o morada del Espíritu Santo en Él. ¿Qué es lo que ha hecho el Espíritu Santo en nosotros? La Palabra es abrumadoramente clara:
"esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1 Corintios 6, 11) Por eso Jesús decía que el Espíritu tomaría de lo de Él, porque esto es lo que hace el Espíritu Santo al morar en cada hombre, justificarlo, vivificarlo, lavarlo y regenerarlo aplicándole lo que ha logrado Cristo en la Cruz y su Resurrección, en la que también participó el Espíritu íntimamente.
Al final vemos que realmente somos hechos justos lo que así hemos sido declarados:
"porque cada uno llevará su propia carga. El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.".(Gálatas 6, 5-8) Es nuestra justicia, la que recibimos de Cristo a través de el Espíritu Santo, la que Dios ve y no la de Cristo mismo. Somos justos por Gracia de Dios delante de Él.
En el Amor de Jesús.
Gabaon.