Estimado Tomás:
Me alegro de su mensaje, y también de su deseo de debatir con seriedad.
Se pregunta usted si es posible, como discípulos de Jesús, preguntarse quién es más evangélico. Pienso lo siguiente. Si la pregunta es "quién es mayor", pues Jesús nos diría que el mayor entre nosotros es el servidor, y que el que se ensalce será humillado (Mt 23:11-12). Pero creo que la pregunta puede tener otro sentido, no para auto-ensalzarse, sino para preguntarse: cómo puedo seguir yo más de cerca a Cristo.
A mí me parece que Cristo quiere que se le siga en una comunidad, en una iglesia. En los Evangelios de Mateo, de Marcos y de Juan, la elección de los discípulos aparece antes que el comienzo de la predicación de Jesús (no en Lucas), y me parece que es una manera en la que los evangelios nos dicen: Jesús no sólo vino a darnos un mensaje, sino a formar una comunidad, un pueblo. Por eso se tomó la molestia de buscar discípulos, y de instruirlos, a pesar de sus muchas incomprensiones e infidelidades.
En ese sentido, creo que no sería conveniente decir que el seguimiento de Cristo es una cosa puramente individual, y que todo lo demás son sucursales del cristianismo, movidas por intereses egoístas. El plan de Dios para salvar el mundo incluye la formación de un pueblo, y la salvación incluye la incorporación a ese pueblo. Y ese pueblo no es sólo una realidad espiritual, invisible. En el Nuevo Testamento queda muy claro que el pueblo de Dios sigue siendo una realidad visible (Hch 2; Hch 4, etc.).
Por eso me parece que, respetando las divisiones que de hecho se han dado en el cristianismo, y que, como la misma iglesia católica oficialmente afirma, muchas veces se han debido a pecados de la misma iglesia católica, sigue siendo importante la pregunta por el pueblo de Dios.
Yo no creo que en las iglesias, ni católica ni protestantes, sea todo puro deseo de poder de los dirigentes. Al menos no he visto esto en la iglesia católica, y supongo que también habrá iglesias protestantes donde los dirigentes no tengan sólo deseos de poder. Aunque, por supuesto, los deseos de poder son una tentación humana, que ya se dió entre los apóstoles, y que se seguirá dando en todas las iglesias. !El mismo Jesús fue tentado por el diablo con el poder! (Mt 4:8ss). Lo importante es que haya modos de limitar y controlar esos deseos de poder.
Después usted ya menciona unos temas concretos en los que tiene problemas con la iglesia católica: imaginería, poder del papa, tradición (en concreto la cena del Señor, el celibato y el bautismo de niños). En esto tengo un problema, que ya me ha pasado con otros hermanos protestantes: me mencionan toda una lista de asuntos. Bien, pero para debatir tenemos que ir uno por uno, de lo contrario no se puede avanzar.
Comencemos por el primero que menciona. La imaginería. Después si quiere pasamos a otros.
En el Antiguo Testamento hay sin duda una prohibición general de usar imágenes: Ex 20, Ex 32, etc. Como veremos, hay también excepciones. Pero de entrada, veamos qué significa esta prohibición. Parece que fundamentalmente dos cosas. (1) Por una parte, la prohibición de utilizar imágenes tiene el sentido de mantener la relación exclusiva de YHWH con su pueblo. “No tendrás otros dioses fuera de mí” (Ex 20:3). El pueblo de Dios no debe dar culto a los dioses de otros pueblos: Astarté, Baal, etc. (2) Pero la prohibición tiene otra función, que no se refiere a otros dioses, sino al mismo YHWH. Y es que el Dios de Israel no quiere ser representado con una imagen. Es lo que se ve en Ex 32: los israelitas no querían dar culto a otros dioses, sino al mismo YHWH, como se ve en Ex 32:4-5. Pero Dios no quiere ser representado por el ser humano, guardando así su transcendencia.
Vamos ahora a las excepciones, que ya aparecen en el Antiguo Testamento. Una está en Ex 25:18ss: los querubines que Dios mismo manda poner en el arca. Eran unos seres alados, aunque no sabemos exactamente qué aspecto tenían. La otra excepción está en Num 21:8ss: Dios mismo manda a Moisés hacer una serpiente de bronce.
Bueno, esta segunda historia de la serpiente es interesante, y las iglesias pueden aprender mucho de ella. Por una parte, muestra sin duda que la prohibición de hacer imágenes tiene excepciones. En segundo lugar muestra que Dios mismo puede dar a esas imágenes un papel salvífico: “quien miraba a la serpiente de bronce, quedaba con vida” (Num 21:9). ¿Supersticiones católicas o la voluntad misma de Dios que quiere que su salvación tenga mediaciones humildes en la historia?
Pero la historia de la serpiente de bronce nos enseña muchísimo más. El rey Ezequías fue un rey fiel a YHWH, que reformó el culto y combatió abusos que se producían en Israel. Uno de estos abusos se refiere justamente a la serpiente de bronce: Ezequías "rompió la serpiente de bronce que había hecho Moisés porque los israelitas le habían quemado incienso hasta aquellos días; se la llamaba Nejustan" (2 R 18:4). Aunque no dice que Dios se la mandara romper, es obvio que en la Biblia la acción de Ezequías es considerada positivamente. Esto muestra que en el pueblo de Dios pueden darse abusos con las imágenes (¡aunque Dios mismos la había mandado hacer!), cuando éstas son interpretadas como poderes divinos independientes de único Dios. Esto ha pasado a veces en la iglesia católica. Yo conozco un caso en Guatemala donde hubo que hacer con una imagen lo que hizo Ezequías con la serpiente de bronce.
Por supuesto, la existencia de estos abusos lo que exige de los buenos israelitas como Ezequías (o como los profetas) no es marcharse del pueblo de Dios y formar otro pueblito, sino luchar por la reforma de Israel (y del nuevo Israel). Eso es lo que inicialmente quisieron los reformadores del siglo XVI y lamentablemente no hicieron (no sólo por la reacción injusta de los católicos, sino también por la alianza de los reformadores con los príncipes y reyes).
Pero la serpiente de bronce que Dios mandó hacer a Moisés nos enseña algo más, muy importante. Ella, la serpiente, se convierte en tipo de Cristo. En el Evangelio de Juan se nos dice: "como Moisés levantó la serpiente en el desierto así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna" (Jn 3:14-15).
Y esto nos lleva a algo importantísimo. Cuando vimos las razones de la prohibición de las imágenes en el Antiguo Testamento, decíamos que no sólo se trataba de prohibir el culto a otros dioses, sino también de preservar a YHWH como un Dios no representable por el ser humano. Cuando el ser humano quería representar a YHWH, se hacía una imagen aberrante: ¡un becerro!!!
Pero en el Nuevo Testamento ha sucedido algo inaudito: Dios mismo se ha hecho una Imagen. Lo dice explícitamente la carta a los Colosenses: Cristo "es la Imagen de Dios invisible" (Col 1:15). La palabra griega para imagen es eikón, de donde viene la palabra icono. Cristo es la imagen que Dios mismo se ha hecho. Ahora se entiende por qué Dios no quería que le representaran en el Antiguo Testamento: quería salvaguardar su transcendencia para mostrar él su propia imagen en Cristo, cuando llegó el tiempo oportuno. Los cristianos no podemos adorar a otros dioses, pero sí tenemos que reconocer que Dios mismo, después de prohibirnos que nosotros nos hiciéramos imágenes, se hizo una imagen en Cristo. Nosotros hubiéramos hecho becerros, o astros, o reyes, o emperadores. La imagen que Dios se hizo fue un humilde albañil de Palestina.
Bueno, vamos al presente. Tengo marcando la página de mi Nuevo Testamento una postal, en la que hay una foto, algo arreglada, de la sábana de Turín, la cual puede ser (no es claro) la sábana que cubrió a Cristo en la tumba, y en la que quedó grabado su rostro y su cuerpo. Puede ser también un arreglo posterior de la Edad Media. No importa. Personalmente, no adoro esta postal, ni mi iglesia me manda que la adore. Pero la postal me recuerda que mi Dios fue una persona de carne y hueso, que vivió en esta tierra, y que murió por mi en la cruz. Por eso tengo un cierto cariño-respeto (o como se quiera decir) a esa postal. Cariño-respeto significa simplemente que no la pisotearía ni me gustaría que otro la pisoteara. Pero esto no significa ni adorarla, ni pensar que tenga por sí misma poderes especiales, ni que no me pueda deshacer de ella.
Las imágenes, en la iglesia católica, cumplen simplemente esa función: recordarnos que Cristo vivió en esta tierra, que fue una persona de carne y hueso, que tuvo una madre, que tuvo amigos, discípulos de carne y hueso, etc. Nuestro Dios no es sólo el Dios transcendente y temible del Antiguo Testamento; es también un Dios que puso su tienda entre nosotros. Es la Palabra hecha carne.
Creo que sin duda hay en la iglesia católica el peligro que las imágenes se conviertan en "Nejustanes", y a veces sucede. Pero creo que en el protestantismo, al seguir la prohibición de Moisés sin atender a las excepciones que ya hay en el mismo Antiguo Testamento, y al ignorar la novedad que supone la Imagen del Dios invisible, aparecen otros peligros. Pienso en el peligro de un cierto espiritualismo, que en algunos casos lleva incluso a considerar la materia como mala. En casos extremos (esto lo he oído yo en una iglesia pentecostal) se llega a afirmar que Cristo no fue hombre, sino que sólo usó un cuerpo humano para presentarse delante de nosotros. Es una repetición de la herejía docetista, de los primeros siglos. De este modo, se tiende a olvidar en muchas iglesias protestantes lo que K. Barth (teólogo protestante) llamaba "la humanidad de nuestro Dios", tal como aparece en el Nuevo Testamento.
Por supuesto, me refiero solamente a peligros, como también el uso de imágenes entraña peligros. Ya lo decía San Juan de la Cruz.
Bueno, esto es lo que piensa la iglesia católica respecto a las imágenes. Creo que con una gran base bíblica.
Atentamente,
Antonio