La Filocalia de los padres Nípticos

Re: La Filocalia de los padres Nípticos

81. El verdadero conocimiento es donado por Dios a los hombres como una gracia anterior a todas las gracias. A los que tienen una parte en ella les enseña a creer en Aquel que les ha otorgado el don.

82. Cuando el alma en pecado no acepta los sufrimientos que la afligen, los ángeles dicen de ella: Hemos curado a Babilonia, pero no se ha sanado (Jr 51,9).

83. El intelecto que se ha olvidado del verdadero conocimiento, ¡lucha a favor de los enemigos casi como si fueran éstos la ayuda de los hombres!

84. Así como el fuego no puede durar en el agua, tampoco un mal pensamiento sobrevive en un corazón que ama a Dios. Porque quien quiera que ame a Dios, ama también el penar. Y la pena voluntaria es por naturaleza enemiga del placer.

85. La pasión que ha encontrado alimento por medio de la voluntad, se sublevará luego violentamente contra el hombre que le es partícipe, aunque éste no lo quiera.

86. Amamos las causas de los pensamientos involuntarios, y es por esto que éstos sobrevienen. En cuanto a los voluntarios, es evidente que amamos sus acciones.

87. La presunción y la arrogancia son causas de maledicencia. El amor por el dinero y la vanagloria, de dureza de corazón y de hipocresía.

88. Cuando el Diablo ve que el intelecto reza desde el corazón, hace que nos acosen grandes y malignas tentaciones. No trata de destruir pequeñas virtudes con grandes ataques.

89. Un pensamiento que se detiene en nosotros, manifiesta la disposición pasional del hombre. Cuando es destruido en seguida, es índice de lucha de oposición.

90. Tres son los lugares espirituales en los cuales el intelecto entra y se transforma: según natura, más allá de la natura y contra natura. Cuando se halla según natura, se encuentra a sí mismo culpable de malos pensamientos. Entonces confiesa a Dios sus pecados admitiendo las causas de las pasiones. Pero cuando se encuentra en lugar contra natura, se olvida de la justicia de Dios y combate a los hombres como si éstos le causaran daño. Cuando es conducido al lugar más allá de la natura, encuentra los frutos del Espíritu Santo, de los cuales nos hablara el Apóstol: amor, alegría, paz (Cf. Ga 5,22). Y ve que si da preferencia a los deseos del cuerpo, no puede permanecer en ese lugar. Y el que abandona ese lugar cae en el pecado y en las terribles calamidades que le siguen, aun que no inmediatamente, sino a su debido tiempo, como se da en la justicia divina.

91. Para cada uno el conocimiento puede ser verdadero en la medida que su humildad, su mansedumbre y su amor lo confirman como tal.

92. Todo aquel que fue bautizado según su fe, ha recibido místicamente toda la gracia. Pero es mediante el cumplimiento de los mandamientos que logra una certeza plena.

93. El mandamiento de Cristo cumplido con conciencia da consolación en función de la multitud de dolores del corazón (Cf. Sal 94,19). Pero cada una de estas cosas se realiza a su debido tiempo.

94. Sé perseverante en la súplica por cada cosa, pues nada puede ser cumplido sin la ayuda de Dios.

95. Nada es más poderoso que la oración para obrar. Ni nada es más útil para lograr la satisfacción de Dios.

96. La oración encierra en sí misma toda la actuación de los mandamientos. Nada es más alto que el amor de Dios.

97. La oración libre de divagaciones es una señal del amor de Dios para el que persevera en ella. Pero ser negligentes y descuidados en la oración es índice de amor al placer.

98. El que vela, tiene paciencia y reza sin sentirse oprimido, participa visiblemente del Espíritu Santo. Pero incluso el que es oprimido por estas cosas y las soporta con voluntad recibe una pronta ayuda.

99. Existe un mandamiento que se manifiesta mejor que otro. Por lo tanto, hay una fe que es más firme que otra.

100. Hay una fe que proviene del escuchar, como dice el Apóstol (Cf. Ro 10,17); y existe una fe que es la esencia de las cosas esperadas (Cf. He 11,1).
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

101. Es cosa buena hacer el bien con las palabras al que busca el saber. Es mejor sin embargo, ayudar con la oración y la virtud. El que se ofrece a Dios mediante estas cosas, ayuda también al prójimo con el remedio adecuado.

102. Si con pocas palabras quieres hacer el bien a quien ama aprender, indícale la oración, la recta fe y soportar cuanto le sucediere. Puesto que todos los otros bienes se encuentran por intermedio de éstos.

103. A causa de aquello por lo cual se pone nuestra confianza en Dios, se cesa de enfrentar al prójimo.

104. Si todo lo involuntario se origina en lo voluntario, como dicen las Escrituras (3), nadie es tan enemigo del hombre como lo es él de sí mismo.

3) Puede que se refiera a Ro 7,14-20. Cf. san Basilio, Mor XXIII: “El que es involuntariamente arrastrado por un pecado debe reconocer que, dominado por otro pecado precedente al que sirve voluntariamente, es posteriormente empujado por éste a hacer lo que no quiso hacer” Sigue la cita de la Carta a los Romanos.

105. La ignorancia es el principio de todos los males, y después de ésta sobreviene la incredulidad.

106. Huye de la tentación mediante la resistencia y la súplica. Si tratas de oponerte sin estos medios, la tentación te aquejará aún más.

107. El que es manso según Dios, es más sabio que los sabios; y el humilde de corazón más poderoso que los poderosos. Porque éstos llevan el yugo de Cristo según su conocimiento.

108. Cualquier cosa que digamos o hagamos sin oración, será luego peligrosa o dañina, y nos acusará sin que nos percatemos mediante los hechos.

109. Uno solo es justo en sus obras, las palabras y el pensamiento, mientras que muchos son los justos mediante la fe, la gracia y la penitencia.

110. Así como es inusitado para el que hace penitencia tener otro sentir de sí mismo, así es imposible tener sentimientos humildes para el que peca voluntariamente.

111. La humildad no es una condena por parte de la conciencia, sino un reconocimiento de la gracia de Dios y de su compasión.

112. Lo que constituye la casa material con respecto del área común a todos, así es el intelecto razonable respecto a la gracia divina: cuanto más material se echa hacia afuera, más entra en su lugar, mientras que cuanto más material se coloca dentro, tanto más se retira.

113. El material de una casa está constituido por objetos y alimentos. El material del intelecto, por la vanagloria y la voluptuosidad.

114. El espacio en el corazón es la esperanza de Dios. La falta de espacio es representada por la preocupación por el cuerpo.

115. La gracia del Espíritu Santo es única e inmutable, pero actúa en cada uno como quiere (Cf. 1 Co 12,11).

116. Tal como la lluvia caída sobre la tierra ofrece a cada planta la calidad de nutrición que le conviene, dulce para las dulces, acre para las más ásperas, así la gracia en el corazón de los fieles es colocada en forma inmutable, pero gratifica con energías convenientes a las virtudes.

117. Para el que tiene hambre de Cristo, la gracia se convierte en alimento; para el que tiene sed, en una dulcísima bebida; para el que tiene frío, en un vestido; para el que se cansa, en reposo; para el que ora, en certeza plena; para el que está de luto, en consolación.

118. Cuando lees en las Escrituras que el Espíritu Santo se posó en cada uno de los Apóstoles (Cf. Hch 2,3), o que cayó sobre el profeta (Cf. 1 S 11,6. 16,13), o bien que actúa (Cf. 1 Co 12,11), que se entristece (Cf. Ef 4,30), que se apaga (Cf. 1 Ts 5,19), que es inducido a indignarse; o aun: que algunos tienen una primicia (Cf. Ro 8,23) mientras que otros están llenos del Espíritu Santo, no pienses que en el Espíritu hay una escisión, un cambio o una mutación; debes creer, como hemos dicho más arriba, que es inmutable, invariable y omnipotente. Por lo tanto en sus operaciones sigue siendo lo que es y a cada uno le reserva lo que le conviene en modo digno de Dios. Tal como un sol, se difunde sobre los bautizados, pero cada uno de nosotros es iluminado en la medida en que ha odiado las pasiones que lo obnubilaban y las ha apartado. Cuando aparece alguien que las ama, de la misma manera es oscurecido.

119. El que odia las pasiones destruye sus causas. Pero el que insiste en permanecer en las causas, es combatido por las pasiones.

120. Cuando somos acometidos por los malos pensamientos, la culpa es de nosotros mismos y no de un pecado de nuestros progenitores.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

Amado hermano HermanDeAlaska. Recibe mis saludos, mi amor y mis bendiciones.


debo agraderles que me encontré con este tema, quiero el libro de la filocalia en electrónico, tengo dos tomos en libro físico pero es un problema leerlos en el transporte, por lo que prefiero los ebooks o convertirlos, voy a comparar los que tengo con lo que hay aquí, http://www.abandono.com/oracion-contemplativa/la-filocalia/ , para continuar mi lectura :) son escritos en mi opinión basante extensos, las compilaciones y el peregrino ruso, ponen de manifiesto que como la escala de san Juan Climaco son originalmente para monjes, en realidad son para todos aquellos que quieran iniciar en la vida de perfección y oración, no faltan los ejemplos para que nos ayuden a detectar nuestra propia soberbia cuando se dan logros y sentimientos aparentemente buenos...

Saludos

Tengo algunos libros de La filocalia en formato electrónico (Epub). ellos son: "La filocalia", "La filocalia de Jesús" (algo parecido el título), "Relatos de un peregrino ruso"...y otro. Te los puedo enviar por correo.

Mi correo es: [email protected].

Con amor:junegofe

YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

121. Las raíces de los pensamientos son las malicias evidentes. ¡Pensar que nosotros las justificamos en toda circunstancia con manos, pies y boca!

122. No es posible que tengamos un comercio mental con una pasión si no alimentamos las causas.

123. ¿Quién de nosotros desprecia la vergüenza y luego mantiene un comercio con la vanagloria? O, ¿quién, si ama el desprecio, se turba por el deshonor? ¿Y quién, teniendo el corazón arrepentido y humillado (Cf. Sal 51,17), recibe bien dispuesto la voluptuosidad de la carne? O, ¿quién, si cree en Cristo, se preocupa o pelea por las cosas temporales?

124. El que es tratado con desprecio y no reacciona ni con la palabra ni con el pensamiento, adquiere un conocimiento verdadero y manifiesta una fe firme en el Señor.

125. Los hijos del hombre son falsos en sus balanzas para hacer una injusticia (Sal 62,10), mientras que Dios reserva para cada uno lo que le es de justicia.

126. Ni el que hace una injusticia tiene más ni el que la recibe tiene de menos: ¡Se va el hombre como una imagen y se turba inútilmente! (Sal 39:6 y ss.).

127. Cuando ves que alguno sufre mucho deshonor, debes saber que se ha llenado de pensamientos de vanagloria y corta con disgusto la mies nacida de las semillas de su corazón.

128. El que aprovecha más de lo debido de los placeres del cuerpo, pagará cien veces más con sus penas por sus excesos.

129. El que da órdenes debe decir a su subordinado lo que debe hacer. Si éste no lo escuchara, debe preanunciarle los males que lo afligirán.

130. El que sufre un desprecio por parte de alguien, y no trata de devolvérselo, da fe por esto a Cristo, recibiendo cien veces más en este siglo y en herencia la vida eterna (Cf. Mc 10,30).

131. El recuerdo de Dios es una fatiga del corazón ejercida por la piedad. El que se olvida de Dios conduce una vida de placeres y se torna insensible.

132. No digas: "El que es impasible no puede ser afligido." Pues, aunque no sufre por sí mismo, sufre por el prójimo.

133. Una vez que el enemigo se adueña de muchos pecados olvidados, obliga al deudor a traerlos a la memoria. Se aprovecha así de la ley del pecado (Cf. Ro 8,2).

134. Si quieres recordar continuamente a Dios, no rechaces como algo injusto lo que te sucede; deberás soportarlo como algo que te aqueja justamente. La paciencia por intermedio de todo evento suscita el recuerdo. Pero el rechazo degrada el sentir espiritual del corazón y, mediante el relajamiento, produce el olvido.

135. Si quieres que tus pecados sean perdonados por el Señor (Cf. Sal 32,1), no proclames a los hombres ninguna virtud que tú posees; porque lo que nosotros hacemos por las virtudes es lo que Dios hace por los pecados.

136. Cuando hayas escondido una virtud, no te exaltes como si tú hubieses hecho justicia. Porque la justicia no es solamente esconder el bien, sino también no pensar en nada de lo que es prohibido.

137. No te alegres cuando haces bien a alguien, sino cuando soportas sin rencor la contradicción que a ello le sigue. Porque así como la noche viene después del día, así los males siguen a las buenas acciones.

138. La vanagloria, la concupiscencia y la voluptuosidad no permiten que una buena acción permanezca inmaculada, a menos que éstas no caigan antes, gracias al temor a Dios.

139. En los dolores que no hemos buscado se esconde la misericordia de Dios, que atrae al que la soporta hacia la penitencia y lo libera del castigo eterno.

140. Algunos, obrando según los mandamientos, esperan poder ponerlos sobre uno de los platillos de la balanza para que hagan de contrapeso con los pecados; otros, con su obrar, hacen propicio a Aquel que ha muerto por nuestros pecados. ¿Cabe preguntarse quién de ellos tenga un recto sentir?
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

141. El temor a la gehenna y el ansia del Reino nos procuran soportar las cosas penosas; esto se produce no por nosotros mismos, sino por parte de Aquel que conoce nuestros pensamientos (Cf. Lc 5,22 y par.).

142. El que tiene fe en las realidades futuras se mantiene alejado de los placeres sin que nadie le dé órdenes. El que es incrédulo, se torna voluptuoso e insensible.

143. No digas: "¿Cómo puede llevar una vida voluptuosa el necesitado, si no le surgen ocasiones?" Porque es posible vivir una vida tal, aun más míseramente, por medio de los pensamientos.

144. Una cosa es el conocimiento de las cosas y otra es el conocimiento de la verdad. Así como el Sol es distinto de la Luna, así el segundo conocimiento es más ventajoso que el primero.

145. El conocimiento de las cosas se produce en proporción al cumplimiento de los mandamientos, mientras que el conocimiento de la verdad, en la medida de la esperanza en Cristo.

146. Si quieres salvarte y llegar al conocimiento de la verdad (Cf. 1 Ti 2,4), trata siempre de alcanzar el más allá de las realidades sensibles y de unirte a Dios mediante la esperanza solamente. De este modo, si te hallaras involuntariamente desviado, encontrando en tu camino principados y potestades que te hacen la guerra con sus estímulos, los vencerás con la oración, permaneciendo lleno de esperanza, y tendrás contigo la gracia de Dios que te arranca de la ira futura (Cf. 1 Ts 1,10).

147. El que comprende lo que dice místicamente san Pablo refiriéndose a que nuestra lucha es contra los espíritus de la maldad (Cf. Ef 6,12), podrá comprender también la parábola que el Señor contaba para mostrar cómo debemos siempre orar sin cansarnos (Cf. Lc 18,1).

148. La ley ordena trabajar durante seis días y mantenernos libres durante el séptimo (Cf. Ex 20,9). Es por lo tanto una obra del alma la beneficencia mediante las riquezas o las acciones. Su ocio y su reposo consisten en vender todo y darlo a los pobres, según la Palabra del Señor (Cf. Mt 19,21), y una vez encontrado el reposo mediante la pobreza voluntaria, en el darse al ocio de la esperanza espiritual. San Pablo, solícitamente, también nos exhorta a entrar a este reposo, diciendo: Esforcémonos por entrar en ese descanso (He 4,11).

149. Esto lo hemos dicho sin excluir lo que sucederá en el futuro y sin querer establecer que se convertirá en la recompensa completa. Queremos solamente decir que antes deberemos tener en el corazón la gracia operante del Espíritu Santo y así, en proporción a ésta, entrar en el Reino de los Cielos. Incluso el Señor, manifestando esto, nos decía que el Reino de los Cielos está dentro de ti (Cf. Lc 17,21). Y también el Apóstol decía: La fe es la garantía de las cosas esperadas (He 11,1), y también: Corred de tal modo de poder alcanzarlo (1 Co 9,24) y más aún: Examinaos para ver si estáis en la fe. ¿O no reconocéis que Jesucristo vive en vosotros? ¿Sois quizás rebeldes? (Cf. 2 Co 13,5)

150. El que ha conocido la verdad no se opone a los eventos dolorosos. Sabe que éstos guían al hombre al temor de Dios.

151. Los pecados cometidos hace tiempo, recordados en detalle, perjudican al hombre lleno de buenas esperanzas. Si emergen con tristeza, lo distraen de la esperanza, si son representados sin tristeza, acumulan en el alma su antigua fealdad.

152. Cuando el intelecto, mediante el rechazo de sí mismo, posee una esperanza imposible de desmoronarse, es acometido por el Enemigo quien, con el pretexto de la confesión, representa en su imaginación los males pasados, devolviendo la vida a las pasiones que por la gracia de Dios, habían sido olvidadas, y dañando secretamente al hombre. Esto se produce a tal punto que, aunque iluminado y con odio a las pasiones, se sentirá confundido por lo hecho y en tinieblas; y si aún se encontrara en la niebla y en el amor por el placer, con seguridad se detendrá a meditar sobre estas cosas y mantendrá una relación pasional respecto de los estímulos que lo motivan. De este modo pensará que este recuerdo es una pasión precedentemente concebida y no una confesión.

153. Si quieres presentar a Dios una confesión irreprensible, no recuerdes detalladamente tus errores y soporta con generosidad las consecuencias.

154. Las penas sobrevienen de los pecados pasados y traen consigo lo que está inherente a toda culpa.

155. El que tiene ciencia y conoce la verdad, hará una confesión a Dios no tanto con el recuerdo de las acciones sino anteponiendo la lucha contra las consecuencias.

156. Si rechazas la fatiga y el deshonor, no prometas hacer una penitencia mediante las otras virtudes. Porque la vanagloria y la insensibilidad siempre sirven al pecado, también con las cosas buenas.

157. Así como las fatigas y los deshonores suelen generar las virtudes, así la voluptuosidad y la vanagloria generan los vicios.

158. Cada voluptuosidad del cuerpo deriva de un relajamiento precedente. Y es la falta de fe la que genera el relajamiento.

159. El que está bajo el pecado no puede por sí solo vencer el sentir carnal, ya que en él el estímulo es incesante y se ha instalado en sus miembros.

160. Cuando uno se halla rodeado por las pasiones, es necesario rezar y someterse. A duras penas es posible mediante una ayuda luchar contra las pasiones precedentemente concebidas.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

161. El que con sumisión y oración lucha contra la voluntad, es un atleta que tiene un buen método y da una prueba evidente de conducir la lucha espiritual mediante la abstención de las realidades sensibles.

162. El que no une a Dios su propia voluntad, tropieza en sus obras y cae en poder de los adversarios.

163. Cuando ves a dos malvados que sienten amor el uno por el otro, debes saber que cada uno coopera con el otro para cumplir su propia voluntad.

164. El orgulloso y el vanaglorioso se entienden de buena gana. Mientras uno alaba al vanaglorioso que aparenta someterse servilmente, el otro magnifica al orgulloso que se alaba de continuo.

165. El discípulo que ama a Dios trata de obtener una ventaja de estas dos cosas: si recibe un testimonio por sus buenas obras, se torna aún más animoso; si es amonestado por las cosas malas, es inducido a hacer penitencia. Pero para progresar es necesario también tener la vida; y para tener la vida debemos levantar nuestra oración a Dios.

166. Es bueno atenerse al mandamiento capital y no preocuparse de los detalles, ni rezar por los detalles, sino que debemos solamente buscar el Reino y la Palabra de Dios (Cf. Mt 6,33). Si nos preocuparnos de las necesidades en particular, deberemos rezar por cada una de ellas. El que hace algo o se preocupa de algo sin oración, no lleva las cosas a buen fin. Esto es lo que ha dicho el Señor: Sin mí nada podéis hacer (Jn 15,5).

167. Si uno desprecia el precepto de la oración, se sucederán para él desobediencias peores, que se lo pasarán la una a la otra como un prisionero.

168. El que recibe bien los sufrimientos presentes a la espera de los bienes futuros, ha encontrado el conocimiento de la verdad, y le será fácil hacer frente a la ira y a la tristeza.

169. Quien por amor a la verdad elige ser maltratado y deshonrado, camina por la vía apostólica, ya que toma la cruz y es atado por una cadena (Cf. Mt 16,24 y Hch 28,20). El que sin estas cosas trata de prestar atención a su corazón, se desvía mentalmente y cae en las tentaciones y en los lazos del Diablo (Cf. 1 Ti 3,7; 6,9).

170. No es posible que venza el que lucha contra los malos pensamientos pero no contra sus causas, ni el que lucha contra las causas, pero no contra los pensamientos que éstas producen. Cuando rechazamos solamente una de estas cosas, después de un corto tiempo nos encontramos sometidos a ambas.

171. El que contiende con los hombres por temor de recibir dolores y ofensas, sufrirá aún más estando aquí por las desgracias que lo aquejarán, o será castigado sin piedad en el siglo futuro.

172. El que quiere mantener alejada cualquier desgracia deberá orar respecto de todas las cosas que mantienen relación con Dios, debiendo también tener fija en Él la esperanza y, en cuanto le sea posible, no prestar atención a las realidades sensibles.

173. Cuando el Diablo ve que un hombre se preocupa sin necesidad de lo que concierne a su cuerpo, antes que nada lo priva del conocimiento (espiritual). Y luego corta la cabeza de su esperanza en Dios.

174. Si logras alcanzar el fortín de la oración pura, no aceptes en ese momento el conocimiento de las cosas que el Enemigo te presenta, para que no te suceda que puedas perder lo mejor. Es preferible enviarle flechazos desde lo alto con los dardos de la oración, mientras se encuentra acorralado, que parlamentar con él, que nos presenta el mal y trama para apartarnos de la súplica que está en su contra.

175. El conocimiento de las cosas, en el tiempo de la tentación y de la pereza, es útil al hombre; pero en el tiempo de la oración es generalmente perjudicial.

176. Si te ha sucedido que, habiendo enseñado en el Señor, te desobedecieren, aflígete espiritualmente, pero no te turbes exteriormente. De afligirte, no serás condenado como quien desobedece, pero si te turbas serás tentado en la misma materia.

177. Cuando expones un discurso, no escondas lo que conviene a los presentes; habla con claridad de las cosas bellas y en forma enigmática de las cosas duras.

178. No subrayes las culpas de quien es un subalterno tuyo. Esto es tarea más bien de autoridad que de consejo.

179. Lo que se dice en plural es apropiado para todos, ya que para cada uno se tornara relevante en su conciencia la parte que le toca.

180. El que habla con rectitud debe, también él, recibir como de Dios las palabras que dice. La verdad no es de quien habla sino de Dios, que es quien actúa.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

181. A aquellos de los cuales no has tenido una manifestación de obediencia, no los enfrentes cuando se oponen a la verdad, para no suscitar odio, como dicen las Escrituras (Cf. Pr 5,8).

182. El que cede ante quien es subalterno cuando éste contradice inoportunamente, lo induce a error en la cosa que están tratando y lo hace transgredir los votos de obediencia.

183. El que amonesta o corrige con temor de Dios al pecador, le procura la virtud que se opone a su error. El que lo hace recordándole las ofensas y dirigiéndose a él en modo malévolo, cae -según la ley spiritual- en la misma pasión.

184. El que ha aprendido bien la ley, teme al legislador. Y quien le teme se aparta de cualquier mal (Cf. Pr 15,27).

185. No tengas un doble discurso, hablando respecto dé algunas disposiciones y otras manteniéndolas en la conciencia solamente. Este actuar es puesto por las Escrituras bajo una maldición (Cf. Si 28,13).

186. Existe, -como dice el Apóstol- el que dice la verdad y es odiado por los tontos (4). Y está el que es un hipócrita, y por esto es amado. Sin embargo, ni la merced de uno ni la del otro tardará: porque a su debido tiempo el Señor dará a cada uno lo que le es debido.

4) La frase citada no se encuentra en ninguno de los escritos apostólicos. Cf. Jn 8,40.

187. El que quiera eliminar las angustias futuras debe soportar de buen grado las del tiempo presente. De esta manera, con el intercambio de una cosa por la otra como en un comercio, por medio de pequeños dolores, logrará escapar a los grandes castigos.

188. Sé garante de que tu hablar se mantenga alejado de la auto alabanza y tu pensamiento de la presunción, para no ser abandonado por Dios y hacer el mal. No depende solamente del hombre hacer el bien, sino también de Dios, que vela sobre todas las cosas.

189. El Dios que vigila sobre todo, así como atribuye a nuestras obras los resultados justos, hace otro tanto por los pensamientos y las reflexiones voluntarias.

190. Los pensamientos involuntarios surgen de un pecado precedente, mientras que los voluntarios derivan de nuestra libre voluntad. Por lo tanto, estos últimos se vuelven responsables de los precedentes.

191. A los malos pensamientos que no son deliberados, sigue la tristeza, por lo tanto son destruidos rápidamente; a los que son deliberados, la alegría, y por esto es difícil desligarse de ellos.

192. El que ama el placer se entristece por los reproches y los sufrimientos. El que ama a Dios, se entristece por las alabanzas y las ganancias.

193. El que no conoce los juicios de Dios cruza espiritualmente por una calle que corre entre precipicios y es fácilmente derribado por cualquier viento. Si es alabado, se enorgullece; si se le hace un reproche, se amarga. Si come abundantemente, se torna insensible; si sufre, se lamenta. Si comprende, hace ostentación; si no comprende, finge. Si es rico, es arrogante; si es pobre, es hipócrita. Si se ha saciado, es desvergonzado; si ayuna, es vanaglorioso. Enfrenta a los que le reprochan y mira como insensatos a los que lo perdonan.

194. Si, conforme a la gracia de Cristo, no se adquiere un debido conocimiento de la verdad y temor a Dios, se arriesga a ser gravemente herido no solamente por las pasiones, sino también por los sucesos.

195. Cuando quieres encontrar la solución de un asunto intrincado, busca lo que, respecto de ello, es grato a Dios y encontrarás así la solución útil.

196. Toda la Creación se pone al servicio de lo que es grato a Dios. Por otro lado, todo lo que le rehúye, recibe también la resistencia de la Creación.

197. El que enfrenta las cosas tristes que le suceden, lucha, sin saber contra los mandamientos de Dios. El que las recibe con verdadera ciencia, éste -según las Escrituras- espera con paciencia al Señor (Cf. Sal 27,14).

198. Cuando sobreviene una tentación, no busques el porqué o de quién viene. Trata de rechazarla con rendición de gracias, sin tristeza y sin rencores.

199. El mal de otros no nos agrega ningún pecado, siempre que no lo recibamos con reflexiones equivocadas.

200. Ya que no es fácil encontrar a alguien que sea grato a Dios sin tentaciones, debemos darle gracias por todo lo que sucede.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

201. Si Pedro no hubiere faltado a la pesca nocturna (Cf. Lc 5,5), no hubiera conseguido la del día siguiente. Si Pablo no hubiese quedado ciego en su cuerpo (Cf. Hch 9,8 y ss.), no hubiera vuelto a adquirir la vista espiritual. Y si Esteban no hubiera sido calumniado como blasfemo (Cf. Hch 6,13), no hubiera visto a Dios mientras los cielos se abrían (Cf. Hch 7,56).

202. Así como el actuar según Dios es denominado "virtud," así la tribulación que nos acomete imprevistamente es denominada "tentación."

203. Dios tentó a Abraham (Cf. Gn 22,1), afligiéndolo para bien, y no para saber cómo era, pues ya lo conocía, ya que Él conoce toda cosa antes de ser generada. Pero quería, de este modo, ofrecerle la ocasión de la perfecta fe.

204. Toda tribulación revela cuál es la inclinación de la voluntad, si ésta se vuelve hacia la izquierda o la derecha. Por ello la tribulación accidental se llama tentación. Ésta hace que el que la experimenta siga las indicaciones de sus voluntades escondidas.

205. El temor de Dios nos obliga a combatir el vicio. Pero mientras nosotros luchamos es la gracia de Dios la que lo combate.

206. Sabiduría no es solamente el conocimiento de la verdad mediante el natural sucederse de las cosas. También lo es soportar como propia la maldad de quien nos ha hecho daño. Los que se han estacionado en la primera forma de sabiduría, se tornan soberbios, mientras que los que han alcanzado la segunda, han adquirido la humildad.

207. Si no quieres sufrir la operación de los malos pensamientos, acepta el desprecio del alma y la tribulación de la carne. No parcialmente, sino en todo tiempo, lugar y hecho.

208. El que se deja voluntariamente instruir por las tribulaciones, no será dominado por pensamientos involuntarios. Pero el que no acepta las primeras, es tomado prisionero, aunque no lo quiera, por los segundos.

209. Cuando se te hace daño, y tus entrañas y tu corazón se endurecen, no te entristezcas, ya que la cosa fue provocada por voluntad divina. Más bien, destruye con alegría todos los pensamientos que te alientan en contra, sabiendo que cuando éstos son destruidos estando aún en el estadio de estímulo, también el mal, luego que ha sido puesto en acción, es habitualmente destruido. Sin embargo, si los pensamientos Continúan, también éste aumenta.

210. Sin la contrición del corazón, es del todo imposible alejarse del mal. Y lo que hace que el corazón se arrepienta es la triple continencia: en el sueño, en la comida y en el relajamiento del cuerpo. La superabundancia de estas cosas introduce el amor al placer y esto acarrea los malos pensamientos, por eso se opone, ya a la oración ya al servicio conveniente.

211. Si te sucediera que debes dar órdenes a hermanos, mantente en la posición en la que has sido puesto y no calles lo que conviene. Si obedecen, recibirás la merced por sus virtudes. Si no obedecen, los perdonarás en todo caso; así recibirás la recompensa correspondiente de Aquel que ha dicho: Perdonad y seréis perdonados (Cf. Mt 6,14 y par.).

212. Todo acontecimiento se parece a una reunión festiva: el que sabe traficar gana mucho en ello, pero el que no sabe hacerlo, es perjudicado.

213. Si alguien no te obedece después de que le has hablado por lo menos una vez, no lo fuerces enfrentándolo. Toma para ti la ganancia de su falta. Más que la corrección de éste, te beneficiará la paciencia.

214. Cuando el mal hecho a uno repercute sobre muchos, no deberemos ser magnánimos ni buscar nuestra propia ventaja, sino la de muchos, para que éstos se salven (1 Co 10,33). Más beneficia la virtud de muchos que la de uno solo.

215. Si alguno cae en un pecado cualquiera, y no se entristece en la medida debida a la entidad de su caída, tropieza nuevamente en la misma red.

216. Así como una leona no se acerca amistosamente a una vaquillona, de igual modo la impudicia no es una disposición favorable para recibir la tristeza según Dios.

217. Como la oveja no se acerca al lobo para engendrar hijos, así la fatiga del corazón no se acerca a la saciedad para la concepción de la virtud.

218. Nadie puede sentir fatiga y tristeza según Dios, si antes no ama lo que las produce.

219. El temor de Dios y el reproche reciben la tristeza. La continencia y el desvelo tienen relación con la fatiga.

220. El que no se deja amansar por los mandamientos y amonestaciones de las Escrituras, será puesto en evidencia con la fusta del caballo y la vara del asno (Cf. Pr 26,3). Si rechazara también éstos, con la mordida y las riendas le cerrarán las mandíbulas (Cf. Sal 32,9).

221. El que se deja vencer fácilmente por las pequeñas cosas, será siervo también de las grandes. El que las desprecia, resistirá en el Señor a las grandes.

222. No trates de hacer el bien con reproches a quien se vanagloria por sus virtudes. Ya que éste no puede ser al mismo tiempo amante de la ostentación y amante de la verdad.

223. Toda palabra de Cristo manifiesta la misericordia, la justicia y la sabiduría de Dios, e instituye la potencia, mediante el oído, en aquellos que escuchan de buen grado. Por tanto los que -siendo injustos y sin misericordia- escucharon con fastidio, no pudieron comprender la sabiduría de Dios, crucificando al que la enseñaba. Nosotros nos escrutarnos a nosotros mismos para ver si lo escuchamos de buena gana (Cf. Mc 12,37). Él ha dicho: El que me ama observará mis mandamientos y será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré (Cf. Jn 14,21). ¿Ves cómo Él ha escondido la manifestación de sí mismo en los mandamientos? De todos los mandamientos, el más comprensivo es el amor hacia Dios y al prójimo, y consiste en la abstención de las cosas materiales y en la observación de la hesichía de los pensamientos.

224. Sabiendo esto, el Señor nos manda: No os preocupéis por el mañana (Mt 6,34). Justamente, el que no se haya liberado de las cosas materiales y de la preocupación que la pérdida de las mismas conlleva, ¿cómo se liberará de los malos pensamientos? Y el que se encuentre cercado por los pensamientos, ¿cómo verá al pecado -¡realmente existente!- que se encuentra en ellos? Esto es tiniebla y niebla para el alma y tiene principio en las reflexiones y las malas acciones. El Diablo tienta mediante un estímulo al cual el hombre todavía puede resistir, dando así inicio a todo el proceso; el hombre, por amor al placer y por vanagloria, entra de buena gana en tratativas. Su discernimiento le haría rechazar el estímulo, pero en la práctica le toma gusto y acepta.

Pero el que no haya, por lo menos, visto este proceso general del pecado, rezando a este propósito, ¿será purificado? ¿Y si no fuera purificado, como accederá al lugar de la pureza natural? Y si no accede, ¿cómo verá la morada más interior de Cristo? ¡Ya que somos morada de Dios, según la palabra profética, evangélica y apostólica! (Cf. He 3,6)

225. Deberemos pues, conformándonos con lo que nos fuera dicho, buscar la morada y golpear a la puerta, con perseverancia, mediante la oración (Cf. Mt 7,7). De tal modo que, ya sea aquí o en el final de nuestras vidas, el Amo nos abra y no suceda que si hemos sido negligentes Él nos diga: No sé dónde estáis (Cf. Lc 13,25). No sólo debemos pedir y recibir (Cf. Mt 7,8), sino custodiar lo que nos ha sido dado, pues hay algunos que han recibido pero luego han perdido. Por tanto, un simple conocimiento, o aun una experiencia accidental de las realidades que se han dicho, pueden tenerlos también aquellos que han empezado tarde a aprender, y los jóvenes. Pero en cuanto a la práctica constante y paciente, eso es sólo de aquellos que son píos y experimentados entre los ancianos, a los cuales ha sucedido a menudo perderla por falta de atención, luego de buscarla mediante fatigas voluntarias y de encontrarla. También nosotros no cesamos de hacerlo así, hasta tanto no la poseamos sin que nos pueda ser quitada.

226. Entre los muchos preceptos de la ley espiritual, hemos conocido estos pocos. Son preceptos que incluso el gran Salmista continuamente sugiere a quien asiduamente trata de hacer y de aprender en el Señor Jesús. A Él la gloria, el poder y la adoración, ahora y por los siglos. Amén.

(Así terminan los escritos de Marcos "el asceta", en el próximo aporte, comenzaremos con Nilo el asceta.)
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

Nilo, el Asceta​

La patria del bienaventurado Nilo fue Constantinopla, y su maestro el bienaventurado Crisóstomo. Floreció alrededor del año 442. Poseedor de nobleza y de riquezas, tuvo el título de gobernador de la ciudad donde vivió. Sin embargo, en cierto momento, se despidió de todos y escogió la vida ascética, pasando a vivir en el monte Sinaí. Rico poseedor de nuestra sabiduría y de la pagana, nos dejó distintos escritos llenos de sabiduría espiritual y de gracia indecible. De los mismos hemos escogido como la abeja a la flor, el "Discurso sobre la oración," dividido en 153 capítulos, con los que saludamos a los lectores ofreciéndoles estas celdillas de abeja, las que destilan realmente miel, ambrosía y néctar y prometen un copioso fruto, de utilidad. El sapientísimo Focio se refiere al monje Nilo, en el código 301, p. 266, con estas palabras: "Y he leído también un escrito del monje Nilo, dividido en 153 capítulos (1), en los cuales este hombre divino nos describe el tipo de la oración; e incluso muchos de sus escritos de gran valor, que atestiguan ya sea su perfección como su fuerza en los discursos."

* * *​

1) Este tratado, de hecho, pertenece a Evagrio el monje (ver la nota a propósito de este autor en p. 27)

De este autor -sobre quien Nicodemo el Hagiorita nos refiere una tradición legendaria, recogida por los Sinasarios bizantinos- no se poseen datos fidedignos. Sólo se sabe que el monje Nilo vivió seguramente en Ancira (Ankara), que posiblemente fue discípulo de Juan Crisóstomo, autor de un corpus de escritos exegéticos y ascéticos y de muchas cartas. A este corpus se agregaron escritos de otros autores, en particular de Evagrio. El corpus de las obras de Nilo, a pesar de la oscuridad que rodea al personaje después de su muerte, ha tenido mucha importancia entre los monjes y la espiritualidad oriental.

Discurso sobre la Oración​
Al tocarme con tu carta llena de amor a Dios, como es tu costumbre, me has restablecido cuando estaba con fiebre (Cf. Mt 8,14-15) producida por la llama de las pasiones impuras. Has consolado mi intelecto fatigado por las cosas más turbias y has imitado felizmente al gran Guía y Maestro. Y no hay por qué maravillarse ya que siempre están contigo, como con el bendito Jacob (Cf. Gn 30,32 LXX), las ovejas (señaladas). Pues, habiendo servido por Raquel y habiendo recibido a Lía (Cf. Gn 29,25), también buscas a la deseada, como el que ciertamente cumplió siete años de servicio también para ésta. Sin embargo, no podría decir que, luego de cansarme toda la noche, no he pescado nada, ya que habiendo bajado las redes, siguiendo tu palabra, he pescado una cantidad de peces, que no diría son muy gruesos, pero que llegan al número de ciento cincuenta y tres (Cf. Jn 21,11). Te los envío dentro del canasto de la caridad, mediante un número similar de capítulos, cumpliendo así la orden.
Te admiro en tu amor por los capítulos sobre la oración y mucho envidio tu muy noble propósito; ya que no amas simplemente estos escritos hechos con tinta sobre el papel, sino aquellos que la caridad y la ausencia de resentimiento hacen permanecer en la mente. Pero puesto que todas las cosas vienen en pareja, una frente a la otra (Si 42,24), según el sapientísimo Jesús, acoge (el don) además de la carta, y mantenlo en tu espíritu, ya que la mente precede siempre a la carta, y de no existir esto, tampoco existirá la tal carta. Por tanto, también el modo de la oración tiene que ser doble: uno es activo y el otro es contemplativo. Y así sucede también respecto del número: lo inmediato es la cantidad, pero el significado es la calidad.
Hemos dividido el discurso sobre la oración en ciento cincuenta y tres capítulos y te hemos enviado el pez evangélico, para que tú encuentres en éste la dulzura del número simbólico (2) y la figura triangular y hexagonal que indica el adorable conocimiento de la Trinidad junto a la descripción del presente orden mundano.

2) Según la mística de los números, de origen pitagórico.

El número 100 por sí mismo es cuadrangular y el 53 triangular y esférico, ya que el 28 es por sí mismo triangular y el 25 es esférico, pues 5 da 25. Por lo tanto, no sólo tienes una figura cuadrangular, es decir, el cuaternario de las virtudes, sino que también tienes el sabio conocimiento de este siglo en el número 25, a causa del decurso circular del tiempo. Pues el tiempo decurre de semana en semana, de mes a mes, y se desarrolla de un año al otro, estación sobre estación, como lo vemos, por medio del movimiento de Sol y de la Luna, de la primavera y del verano, etc. El triángulo puede significar el conocimiento de la Santísima Trinidad. En otras palabras, si tomas al número 153 como si fuera triangular, a causa de la cantidad de los números (como resulta), verás en él la práctica, la física y la teología. Y aún más, la fe, la esperanza, la caridad (Cf. 1 Co 13,13): el oro, el incienso y las piedras preciosas (Cf. 1 Co 3,12). Esto en cuanto al número. Pero frente a la pobreza de los capítulos, como el que sabe saciarse y permanecer en la necesidad, no te llenes de soberbia (Cf. Fil 4,12). Recuerda a Aquel que no despreció las dos monedas dé la viuda (Cf. Mc 12,42), sino que las aceptó más que la riqueza de muchos otros.
Por tanto, sabiendo custodiar el fruto de la benevolencia y de la caridad por tus sinceros hermanos, reza por el enfermo para que se mejore y para que en futuro camine llevando su cama (Cf. Mc 2,11), por gracia de Cristo. Amén
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

1. Si uno quiere preparar un perfume con un buen aroma, pondrá por partes iguales, según la ley (Cf. Ex 30,34), incienso puro, canela, ónix y mirra. Éstos corresponden a las cuatro virtudes. En efecto, si éstas están puestas en cantidades iguales y por partes iguales, el intelecto no será entregado al (enemigo).
2. El alma purificada por el cumplimiento de los mandamientos hace que la condición del intelecto se mantenga firme y capaz de recibir el estado deseado.
3. La oración es la unión del intelecto con Dios; ¿en qué estado necesita pues el intelecto encontrarse para poder tenderse hacia el Señor, sin darse vuelta, y conversar con Él sin ningún intermediario?
4. Si Moisés, tratando de acercarse a los arbustos que ardían, no pudo hacerlo hasta tanto no se hubo quitado el calzado de los pies (Cf. Ex 3,5), tú que quieres ver a Aquel que supera todo sentido y todo pensamiento, y conversar con Él, ¿cómo no te desprenderás de todo pensamiento pasional?
5. Ruega, antes que nada, para que puedas obtener lágrimas, para que puedas ablandar con tu luto la dureza que se halla en tu alma; y luego de haber confesado contra ti mismo tus iniquidades al Señor, ruega por la obtención de su perdón.
6. Usa las lágrimas para que todos tus pedidos sean escuchados. Porque el Soberano se alegra si ruegas con lágrimas.
7. Si derramas fuentes de lágrimas cuando rezas, no te exaltes en ti mismo, como si fueras superior a los otros. Tu oración obtuvo ayuda para que tú puedas confesar voluntariamente tus pecados y hacer que el Soberano se tornara benévolo con tus lágrimas. No dirijas a tu pasión el antídoto de las pasiones, de modo que Aquel que te diera la gracia, no se enoje aún más.
8. Muchos, llorando sus pecados, han olvidado el motivo de sus lágrimas y, habiendo enloquecido, se desbandaron.
9. Resiste pacientemente y reza intensamente. Rechaza los ataques de los cuidados y los pensamientos que te turban y te agitan para quitarte la fuerza.
10. Cuando los demonios te ven lleno de ardor por la verdadera oración, insinúan pensamientos de ciertos objetos, como si fueran necesarios, y en breve exaltan su recuerdo, moviendo al intelecto en su búsqueda. Al no encontrarlos, se desanima y se entristece mucho. Cuando el intelecto se halla en oración, lo llaman los objetos de su búsqueda y de sus recuerdos, para que, inducido a conocerlos, pierda la oración fructuosa.
11. Lucha por mantener sordo y mudo tu intelecto en el tiempo de la oración, y así podrás rezar.
12. Cuando tienes una prueba o una contradicción provoca tu ánimo en contra de quien tienes frente a ti, o a irrumpir en un grito desconsiderado, recuerda la oración y el juicio sobre la misma, y pronto se tranquilizará dentro de ti el movimiento desordenado.
13. Cuanto hayas hecho por vengarte de un hermano que te ha ofendido, todo te servirá como un tropiezo en tiempo de oración.

14. La oración es un brote de humildad y de ausencia de cólera.

15. La oración es un fruto de alegría y de gratitud.

16. La oración es una defensa contra la tristeza y el desánimo.

17. Vé, mira lo que posees y dáselo a los pobres (Mt 19,21), toma la cruz y reniega de ti mismo (Cf. Mt 16,24), para poder rezar sin distracciones.
18. Si quieres rezar dignamente, reniega de ti mismo en todo momento, y si tuvieras que sufrir todo tipo de males, acéptalos con sabiduría por amor a la oración.
19. De toda dificultad, que sabrás soportar sabiamente, encontrarás el fruto en tiempo de la oración.
20. Si deseas rezar como se debe, no entristezcas a nadie. De otro modo, correrás en vano.
21. Deposita tu ofrenda, -nos dice- delante del altar, y antes ve a reconciliarte con tu hermano (Cf. Mt 5,24), y entonces verás y rezarás sin turbarte. Pues el resentimiento enceguece la suprema potencia del alma de quien ora, y oscurece sus oraciones.
22. Aquellos que acumulan tristezas y resentimientos cuando rezan se asemejan a las personas que acarrean agua en un balde perforado.
23. Si estás acostumbrado a "soportar," rezarás siempre con alegría.
24. Cuando rezas como conviene, sucederán cosas tales por las que creerás que es justo enojarse. Pero no es absolutamente justa la ira contra el prójimo, ya que si lo buscas, encontrarás que es posible que el problema se arregle sin ira. Busca todo medio a tu alcance a fin de que la ira no irrumpa.
25. Trata de que, mientras crees que curas a otro, no seas tú mismo un incurable poniendo un obstáculo a tu oración.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

26. Si evitas la cólera, te mostrarás cauto y sabio, y te encontrarás entre el número de los que rezan.
27. El que está armado en contra de la ira, no soportará la concupiscencia. Ésta da materia a la ira, la que turba el ojo espiritual, corrompiendo el estado de la oración.
28. No reces sólo en las formas exteriores. Deberás dirigir tu intelecto al conocimiento de tu oración espiritual, con gran temor.
29. A veces, no bien te pongas a rezar, lo harás bien. Otras, aun empeñándote mucho, no alcanzarás tu objetivo. Esto es a fin de que te empeñes aun más y, luego de haber obtenido el resultado, lo mantengas seguro.
30. Cuando se acerca un ángel, de inmediato se alejan aquellos que nos molestan, encontrando el intelecto gran alivio en el que reza correctamente. Pero a veces, cuando enfrentamos el habitual combate, el intelecto lucha a puñetazos, sin lograr levantar la cabeza. En este caso, se han impreso en el mismo distintas pasiones. Pero de todos modos, si insistes en tu búsqueda, encontrarás; y al que golpea se le abrirá (Cf Mt 7,8).
31. No reces para que tu voluntad sea cumplida, ya que posiblemente no concuerde del todo con la voluntad de Dios. Debes rezar tal como te fuera enseñado, diciendo: Hágase tu voluntad (Mt 6,10) en mí. Y en toda situación pide siempre la misma cosa, que se haga su voluntad. Porque Él quiere el bien y lo que beneficia a tu alma. Tú, sin embargo, no deseas esto para nada.
32. A menudo, rezando, pedí que me sucediera lo que me pareció bien, insistiendo en mi pedido tontamente, ejerciendo violencia sobre la voluntad de Dios, y no permitiendo que Él me administrara lo que sabía era bueno para mí. Y a veces, después de haber obtenido lo que yo deseaba, tuve que sobrellevar lo recibido con mucha pena, pues no pedí que se hiciera la voluntad de Dios. En efecto, lo que me sucedió, no fue como yo lo hube pensado.
33. ¿Qué otro bien si no Dios? Dejémosle a Él todo lo que nos concierne y eso estará bien para nosotros. Pues aquel que es absolutamente bueno es el que nos provee de buenos regalos.
34. No te sientas dolorido si no recibes enseguida de Dios lo que le pides. Él te quiere hacer un bien aun más grande, mientras perseveras en permanecer junto a Él en la oración. Pues, ¿qué hay de más alto que conversar con Dios y estar distraído (de todo) al estar en su compañía?

35. La oración sin distracción es la más alta inteligencia del intelecto.

36. La oración es la ascensión del intelecto hacia Dios.

37. Si deseas orar, renuncia a todo para obtener todo.

38. Reza antes que nada para ser purificado de las pasiones; en segundo lugar, para ser liberado de la ignorancia y del olvido; en tercer lugar, de toda tentación y abandono (por parte de Dios).

39. En tu oración busca solamente la justicia y el Reino (Cf. Mt 6,33), es decir la virtud y el conocimiento. Todas las otras cosas te serán dadas por añadidura.

40. Es justo rezar no sólo por tu propia purificación, sino por aquella de todos tus símiles, a fin de imitar a los ángeles.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

41. Observa si en tu oración estás verdaderamente frente a Dios o te dejas vencer por las humanas alabanzas y te sientes inducido a perseguirlas, cubriéndote como con un velo que es la prolongación de tu oración (3).

3) 1 Co 11,4 donde se dice que el hombre que reza con la cabeza cubierta deshonra su cabeza; por lo tanto el prolongar la oración para recibir alabanzas de los hombres es como velarse la cabeza con la consecuencia de deshonrar la misma oración. Cf. 145, en el que el velo según 1 Co 11,10 tiene un valor positivo.

42. Ya sea en la oración con los hermanos como en la que hacemos en soledad, lucha por orar, no con la costumbre, sino con el sentido.
43. El sentido que tiene una oración es el de la meditación con temor, acompañado de compunción y dolor del alma en la confesión de los pecados, con secretos gemidos.
44. Si tu mente se deja sorprender todavía justamente en el tiempo de la oración, no sabe aún que el cristiano reza, pero se mantiene mundano y que su intención es la de embellecer la parte exterior de su tienda (4).

4) Cf. 2 Co 5,14 donde “tienda” significa la vida en el cuerpo.

45. Rezando, vela con fuerza sobre tu memoria, a fin de que no te sugiera sus recuerdos; por el contrario muévete a ti mismo hacia el conocimiento del servicio divino. Pues el intelecto está demasiado dispuesto a dejarse depredar por la memoria en tiempo de oración.
46. Mientras rezas, la memoria suscita en ti fantasías de cosas pasadas o preocupaciones nuevas o las facciones de quien te ha entristecido.
47. El Demonio es muy envidioso del hombre que reza y usa todo medio a su alcance para destruir así su objetivo. Por lo tanto no cesa de mover pensamientos de cosas mediante la memoria, y, de levantar, mediante la carne, todas las pasiones, para poder impedir su nobilísima carrera y exilio en Dios.
48. Cuando, a pesar de sus esfuerzos, el Demonio no puede impedir la oración del justo, disminuye un poco su marcha, y luego se venga de él, una vez que aquel hubo rezado. En efecto, o lo enciende con ira, borrándole el estado excelente en que la oración lo dejara o lo excita mediante un placer irracional, y le ultraja el intelecto.
49. Luego de que hayas rezado como es debido, espera lo que no te es debido, y resiste valerosamente custodiando tu fruto. Pues desde un principio has sido destinado a esto: trabajar y custodiar (Cf. Gn 2,15). Que no suceda pues que después de haber trabajado dejes sin custodia tu trabajo, pues de nada te habrá servido orar.
50. Todo combate mantenido entre nosotros y los demonios impuros no se debe a otra cosa que a la oración espiritual. Para éstos la oración les es sumamente enemiga y odiosa; para nosotros, saludable y dulcísima.
51. ¿Qué quieren los Demonios que obre en nosotros? Gula, fornicación, avaricia ira, rencor y todas las otras pasiones, de modo que la mente obnubilada por éstas, no pueda rezar como se debe. Ya que, cuando dominan las pasiones de la parte irracional, no le permiten moverse racionalmente.
52. Persigamos las virtudes teniendo presente las razones (5) de las cosas creadas, y, éstas, teniendo presente el Logos que las ha creado. Porque Él suele manifestarse en el estado de oración.

5) La palabra griega es logoi con evidente relación con Logos. Cf. n.1, p. 31.

53. El estado de oración es un hábito impasible que secuestra al intelecto enamorado de la sabiduría hacia las alturas intelectuales, con amor excelso.
54. El que quiere rezar verdaderamente, no sólo debe dominar la ira y la concupiscencia sino que debe salirse de todo pensamiento pasional.
55. El que ama a Dios conversa siempre con Él como con un padre, rechazando todo pensamiento pasional.
56. No es cierto que reza aquel que ha alcanzado la impasibilidad. Pues puede detenerse en simples pensamientos y distraerse en sus investigaciones, y estar lejos de Dios.
57. No es cierto que la mente ha ocupado ya el lugar de la oración, cuando no se embarca en simples pensamientos a propósito de objetos. Puede siempre detenerse en la contemplación de dichos objetos y meditar en sus razones, las cuales, aunque son simples expresiones, ya que son consideraciones a propósito de los objetos, dejan una impronta y una forma en la mente y la conducen lejos de Dios.
58. Si el intelecto no llega más allá de la contemplación de la naturaleza corpórea, no ha visto perfectamente aún el lugar de Dios. Puede, de hecho, detenerse frente al conocimiento de lo ininteligible, y participar en su multiplicidad.
59. Si quieres orar, necesitas a Dios, quien dona la plegaria a quien ora (1 S 2,9 LXX). Entonces invócalo, diciendo: Santificado sea tu nombre, venga tu Reino (Mt 6,9), esto es, el Espíritu Santo y tu Unigénito Hijo. Así fue enseñado, diciendo que debemos adorar al Padre en Espíritu y Verdad (Jn 4,24).
60. Aquel que ruega en Espíritu y Verdad no celebra más al Creador con motivo de sus criaturas, sino que lo alaba por Él mismo.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

61. Si eres teólogo, orarás verdaderamente. Y si oras verdaderamente, eres un teólogo.
62. Cuando tu intelecto, teniendo un gran deseo de Dios, poco a poco sale -por así decirlo- de la carne y echa todos los pensamientos de la sensibilidad, del recuerdo y del temperamento, y al mismo tiempo, se ha llenado de temor y de alegría, entonces puedes pensar que te has acercado a los confines de la oración.
63. El Espíritu Santo, que se compadece de nuestra debilidad, viene a visitarnos incluso cuando no hemos sido purificados, y si encuentra un intelecto que le ruega, aunque fuera con el deseo de la verdad, baja sobre él y hace desaparecer la falange de razonamientos y de pensamientos que lo asedian, empujándolo hacia el amor de la oración espiritual.
64. Mientras los otros obran en el intelecto razonamientos o pensamientos o reflexiones, mediante la alteración del cuerpo, el Señor hace todo lo Contrario: viniendo directamente del intelecto pone allí el conocimiento de lo que quiere y, por medio del intelecto, calma la falta de templanza del cuerpo.
65. Nadie que habiendo amado la verdadera oración se enoja o siente rencor está exento de reproche. Pues es parecido a aquel que quiere tener la vista aguda y confunde los propios ojos.
66. Si sientes el deseo de rezar, no hagas ninguna cosa contraria a la oración; así Dios se acercará y caminará junto a ti.
67. No des forma a la divinidad en ti mismo cuando oras, ni permitas que tu mente reciba la impresión de una forma cualesquiera. Acércate inmaterialmente a lo inmaterial, y comprenderás.
68. Guárdate de los lazos de los adversarios, ya que sucede que cuando tú rezas con pureza y sin turbación se presenta ante ti una forma desconocida y extraña, para inducirte a la presunción de localizar en ella a la divinidad, y te convence de que la divinidad es eso que te ha sido revelado imprevistamente. Sin embargo, la divinidad no tiene forma.
69. Cuando el Demonio envidioso no puede mover la memoria durante la oración, ejerce violencia sobre el equilibrio del Cuerpo para producir una fantasía extraña al intelecto y, por medio de ella, le da forma. Quien tenga la costumbre de detenerse en sus pensamientos, se doblara con facilidad; y el que aspire al conocimiento inmaterial e invisible, se dejará engañar, tomando humo por luz.
70. Permanece firme en tu lugar de custodia (Hab 2,1), custodiando tu intelecto de los pensamientos en el tiempo de la oración, para que se atenga a lo que le fue pedido y se mantenga fijo en la tranquilidad que le es propia. Así, Aquel que se compadece de los ignorantes, te visitará también, y recibirás el don gloriosísimo de la oración.
71. No podrás orar con pureza si te encuentras inmiscuido en asuntos de cosas materiales, y agitado por continuas preocupaciones. Pues la oración es la remoción de los pensamientos.
72. El que se encuentra atado no puede correr. El intelecto esclavo de la pasión ni siquiera puede ver el lugar de la oración espiritual. En efecto, es arrastrado y llevado lejos por el pensamiento pasional y no tendrá estabilidad sin sacudidas.
73. Si luego el intelecto ora con pureza y sin pasión, los demonios no lo cercarán desde la izquierda, sino desde la derecha. Así, se le insinuarán con una apariencia ilusoria de Dios en cualquier figura grata a los sentidos, de modo que éste cree haber alcanzarlo perfectamente el objetivo de su oración. Y todo ello, tal como lo dijera un hombre de ciencia espiritual, es obra de la pasión de la vanagloria, así como del Demonio, que toca el punto interesado del cerebro.
74. Yo creo que el Demonio, tocando el punto que mencionamos, maneja la luz que rodea al intelecto, y así la pasión de la vanagloria es puesta en movimiento hacia un pensamiento que induce al intelecto a localizar con ligereza el divino y esencial conocimiento. Un intelecto tal, que no es más molestado por las pasiones carnales e impuras, sino que realmente se encuentra en un estado de pureza, cree que no se ejerce en él ninguna otra energía contraria, por lo que supone que esta manifestación -producida en él por el Demonio- es divina. El demonio usa su enorme habilidad por medio del cerebro, distorsionando la luz que está unida al intelecto y dirigiéndola tal como hemos dicho.
75. El ángel de Dios, acercándose, hace que cese en nosotros con una sola palabra, toda obra del Adversario, y reconduce la luz del intelecto a obrar sin desviaciones.
76. Lo que se dice en el Apocalipsis, respecto del ángel que trae el incienso para ponerlo en las oraciones de los santos (Cf. Ap 5,8), creo que se refiere a esta gracia obrada por medio del ángel. En efecto, produce el conocimiento de la verdadera oración, de modo que el intelecto se mantiene firme, lejos de toda sacudida, pereza o descuido.
77. Se dice que las copas portadoras de incienso son las oraciones de los santos, que eran llevadas por los veinticuatro ancianos. Pero deberemos entender que la copa significa nuestra amistad con Dios, es decir, la caridad espiritual y, perfecta en la que la oración es accionada en lo íntimo, en Espíritu y Verdad.
78. Cuando te parezca que no necesitas de lágrimas por tus pecados, en tu oración, considera cuán lejos estás de Dios, cuando deberías haber estado siempre con Él, y llorarás más abundantemente.
79. Realmente, reconociendo tus límites, lo harás todo más fácilmente llamándote infeliz, como Isaías, porque siendo impuro y encontrándote en medio de un pueblo parecido a ti en su impureza -es decir de adversarios- te atreverás a presentarte ante el Señor de los Ejércitos (Cf. Is 6,5).
80. Si rezas verdaderamente, encontrarás plena certeza y los ángeles te acompañaran como a Daniel, y te iluminarán a propósito de la razón de ser (Cf. Dn 2,19).
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

81. Debes saber que los ángeles nos guían en nuestra oración y nos asisten, alegrándose con nosotros y rezando por nosotros (Cf. Tb 12,12; Zac 1,12). Pero si somos negligentes y acogemos pensamientos extraños, los irritamos mucho; justamente porque ellos luchan tanto por nosotros y nosotros no queremos ni siquiera implorar a Dios por nosotros mismos, sino que despreciamos su servicio y, abandonando a su Soberano y Dios, nos entretenemos con los demonios impuros.
82. Ora convenientemente y sin turbación, salmodiando con inteligencia (Cf. Sal 47,8) y con ritmo y serás como un nacido de águila y llevado hacia lo alto.
83. La salmodia calma las pasiones y aplaca la intemperancia del cuerpo; la oración ejercita el intelecto en la operación que le es propia.
84. La oración es una operación conveniente a la dignidad del intelecto, es -en otras palabras- el uso mejor y más auténtico del mismo.
85. La salmodia pertenece a la sabiduría múltiple (6); la plegaria es el preludio del conocimiento inmaterial y simple (7).

6) Cf. Ef 3,10. Pero en Pablo la Sabiduría multiforme no designa la contemplación inferior que se refiere a las “razones” de las criaturas, sino a la Sabiduría con la que Dios ha creado a los mundos. Hausherr.
7) El texto griego de la Filocalia dice: conocimiento inmaterial y múltiple, que es evidentemente contradictorio en el contexto. Hemos adoptado la corrección sugerida por Hausherr
.

86. El conocimiento espiritual es excelente. Es cooperador de la plegaria que despierta la potencia espiritual del intelecto, y que lo lleva a la contemplación del conocimiento divino.
87. Si aún no has recibido el don de la oración o de la salmodia, persiste en tal espera y lo recibirás.
88. Y les contaba también la parábola que dice que es necesario orar siempre y no cansarse nunca. Por tanto, no te canses ni pierdas el ánimo -si no lo has recibido- porque lo recibirás luego. Y concluía la parábola diciendo: Aunque no temo a Dios ni tengo miramientos por el hombre, puesto que esta viuda persiste en fastidiarme, le haré justicia. De este modo también Dios vengará a aquellos que le imploran noche y día (Lc. 18,1-8). Ten un buen ánimo pues, y persevera en la fatiga de la santa oración.
89. No quieras que tus cosas vayan como te parece bien a ti, sino como gustan a Dios. En tu oración te encontrarás sin turbación y lleno de gratitud.
90. Aunque te parezca que estás unido a Dios, cuídate del demonio de la fornicación, pues es sumamente engañador y muy envidioso, y pretende estar más presto en el movimiento y en la vigilancia que tu intelecto, de modo de arrancar a Dios aquel que se encuentre ante él con piedad y temor.
91. Si cultivas la oración, prepárate para los asaltos de los demonios y soporta con fortaleza sus golpes (Cf. Sal 38,18). Ellos se echarán sobre ti como fieras salvajes y maltratarán todo tu cuerpo.
92. Prepárate como un luchador experto, y si ves de repente una imagen no vaciles: aunque fuera una espada desenvainada (Cf. Nm 22,23) contra ti, o una lámpara que golpea tu cara, no te turbes. Y si fuera una cosa repugnante y sangrante, no pierdas tu coraje de ninguna manera. Permanece de pie y haz tu confesión de fe como corresponde (Cf. 1 Ti 6,12), así soportarás más fácilmente a tus enemigos.
93. Aquel que soporta las aflicciones, obtendrá también consolación. Y el que persevera en las cosas desagradables, no será excluido de las agradables.
94. Cuida que los demonios salvajes no te engañen mediante una visión cualquiera; permanece atento y recurre a la oración. Invoca a Dios: si tu pensamiento está con Él, Él mismo te iluminará. Y si no, rápidamente aleja de ti al seductor. Y anímate porque los perros no permanecerán de pie si has hecho con ardor tu súplica a Dios. Ya que, de inmediato, vencidos invisiblemente y a escondidas por la potencia de Dios, serán echados muy lejos.
95. Es justo que no ignores ni siquiera este engaño, esto es, en determinado momento, los demonios se dividen. Si pareciera que estás buscando ayuda contra una parte de ellos, los otros tornan aspectos angélicos, rechazando a los primeros para que tu conocimiento sea engañado por ellos, pensando que verdaderamente son ángeles.
96. Cultiva gran humildad y coraje y la ofensa de los demonios no atacará tu alma y el flagelo no se acercará a tu tienda, porque por ti ordenará a sus ángeles que te custodien (Sal 90,10). Y éstos invisiblemente alejarán de ti toda la operación del Adversario.
97. El que cultiva una oración pura, oirá estrépito, ruidos, voces e insultos de los demonios. Pero no caerá ni entregará su razonamiento, diciendo a Dios: No temeré ningún mal porque tú estás conmigo (Sal 23,4). Y cosas similares.
98. En el tiempo de estas tentaciones, usa una oración breve e intensa.
99. Si los demonios amenazan aparecer de improviso desde el aire, y abatir y depredar tu mente, no te dejes aterrorizar por ellos ni te preocupes por sus amenazas, ya que te asustan para ver si les prestas atención o los has despreciado del todo.
100. Si en la oración estas delante de Dios omnipotente que todo lo ha creado y todo provee, ¿por qué permaneces en actitud tan irracional, descuidando el temor hacia Él, que no debería ser nunca suprimido, asustándote de mosquitos y cucarachas? ¿O no has oído a Aquel que dice: ¿Temerás al Señor tu Dios? (Dt. 6,13) ¿Y también: Aquel ante cuya potencia se aterrorizan y tiemblan las cosas? (Cf. Dn 6,26, en Teodoción.)
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

101. Así como el pan es la nutrición para el cuerpo y la virtud para el alma, así la oración espiritual es la nutrición para el intelecto.
102. En el lugar sagrado de la oración, ora no como lo haría el fariseo, sino como lo hizo el publicano, para que tú también puedas ser justificado por el Señor (Cf. Lc 18,10-14).
103. Lucha por no rezar en contra de alguien, de modo que tú no destruyas lo que construyes, tornando tu oración abominable.
104. Que el deudor de diez mil talentos te sirva de lección, porque si no perdonas a tu deudor, tampoco tú obtendrás el perdón. En efecto, nos dice que lo entregó a los torturadores (Cf. Mt 18,24-35).
105. No tengas en cuenta las exigencias del cuerpo en el momento de la oración, de tal modo que la mordedura de una pulga o de un piojo, la picadura de un mosquito o de una mosca, no te hagan perder la más grande ganancia de tu oración.
106. Hemos oído decir que el Maligno combatió tanto a un santo que se encontraba en oración que, mientras éste tendía sus brazos, aquel adoptó la forma de un león y, levantando sus patas anteriores para mantenerse erecto, simulaba clavar sus garras en ambos lados del luchador, no alejándose mientras éste no bajara sus brazos. Pero el santo no los bajó hasta que no hubo terminado con sus oraciones de costumbre.
107. Otro santo fue, como sabemos Juan el Pequeño -o para decirlo mejor, un grandísimo cristiano- que llevó una vida solitaria en un foso. Debido a su gran unión con Dios, permanecería inmóvil, mientras el Demonio, bajo la forma de una serpiente, lo enroscaba, comiéndole las carnes, vomitándole en la cara.
108. Ciertamente has leído también a propósito de la vida de los monjes de Tabenisis, donde se narra que, mientras el abad Teodoro decía unas palabras a los hermanos, se acercaron dos víboras a sus pies y él sin turbarse, habiendo hecho con los pies una especie de hueco, allí las mantuvo hasta que no cesó de hablar; luego las mostró a los hermanos, y contó el hecho.
109. De otro hermano espiritual hemos leído que, mientras oraba, una víbora entró y lo atacó en un pie. Pero él no bajó las manos hasta que no hubo terminado su oración habitual, no recibiendo ningún daño, ya que él amaba a Dios más que a sí mismo.
110. No tengas tu mirada distraída durante la oración y, renegando de tu carne y de tu alma vive según tu intelecto.
111. Otro santo que oraba intensamente y llevaba una vida solitaria en el desierto fue asaltado por los demonios, quienes por dos semanas se lo tiraban, uno a otro, como si fuera una pelota, lanzándola al aire y dejándolo caer sobre una estera. Sin embargo, no lograron que el intelecto del santo abandonara su ardiente oración.
112. Y también, otro amigo de Dios, mientras se encontraba sumergido con su pensamiento en la oración, caminaba en el desierto, se acercaron dos ángeles quienes lo acompañaron en su caminar, dejándolo en el medio. Pero él no les prestó atención, a fin de no perderse lo mejor. Ya que recordó la palabra del Apóstol que dice: "Ni los ángeles ni los principados ni las potestades podrán separarnos del amor de Cristo." (Cf. Ro 8,38)
113. El cristiano, mediante la oración, es igual a los ángeles al desear ver el rostro del Padre que está en los Cielos (Cf. Mt 18,10).
114. No trates de recibir en absoluto una forma o una figura en tiempo de oración.
115. No desees ver ni los ángeles, ni las potencias, ni a Cristo en forma sensible, para no perder completamente tu juicio, recibiendo al lobo en lugar del pastor o postrándote ante los demonios enemigos.
116. La vanagloria es el principio de la ilusión del intelecto, porque es ella la que empuja al intelecto a tratar de circunscribir a la divinidad en formas o figuras.
117. Te diré lo que pienso, cosa que ya he transmitido a los más jóvenes:

bendito el intelecto que en el tiempo de oración ha adquirido una perfecta ausencia de formas.

118. Bendito sea el intelecto que, orando sin distracciones, adquiere un creciente deseo de Dios.

119. Bendito sea el intelecto que, en tiempo de oración, se torna inmaterial y se desnuda de todo.

120. Bendito sea el intelecto que, estando en tiempo de oración, ha adquirido una perfecta insensibilidad.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

121. Bendito el monje que, después de Dios, considera a todos los hombres como a Dios.

122. Bendito el monje que considera como cosa propia y con alegría plena, la salvación y el progreso de todos.

123. Bendito el monje que se considera un descarte de todos (Cf. 1 Co 4,13).

124. Monje es aquel que, separado de todos, está unido a todos.

125. Monje es aquel que se considera uno con todos, porque continuamente le parece verse a sí mismo en cada uno.

126. Cumple perfectamente con la oración aquel que convierte en fruto para Dios, siempre, todas las primicias de su pensamiento (8).

8) Hausherr: “su primera inteligencia”.

127. Evita toda mentira y todo juramento si deseas orar como un monje. De otro modo finges en vano lo que te es extraño.

128. Si deseas orar en espíritu, no busques nada en la carne, así no tendrás nubes que te nublen en tiempo de oración.
129. Confía a Dios las necesidades de tu cuerpo y será claro que a Él también confiarás las de tu espíritu.
130. Si obtienes las promesas, reinarás. Por lo tanto, teniéndolas como objetivo, podrás sobrellevar fácilmente la presente pobreza.
131. No rechaces la pobreza ni las tribulaciones, la materia de la oración es liviana.
132. Que las virtudes del cuerpo te sirvan de base para las del alma, y las virtudes del alma para aquellas que son espirituales, y éstas para el inmaterial y esencial conocimiento.

133. Cuando oras (luchando) contra el pensamiento, si éste desistiera fácilmente, examina de dónde surge esto, ya que puede que seas acechado y, al ser engañado, te entregues a ti mismo.
134. A veces, sucede que los demonios te sugieren pensamientos y te inducen a que reces -como es natural- en contra de ellos, o para que los contradigas, y espontáneamente se retiran a fin de que tú te engañes, creyendo que has empezado a vencer a tus pensamientos y a causarles miedo.

135. Si oras en contra de la pasión o contra el demonio inoportuno, recuerda a Aquel que dice: Perseguiré a mis enemigos y los agarraré, y no retornaré hasta que se dobleguen; los aplastaré y no podrán permanecer derechos, cayendo bajo mis pies, etc. (Sal 18,38-39).
Oportunamente dirás estas cosas, armándote en contra de los adversarios.

136. No pienses que tienes la virtud si antes no has combatido por ella hasta llegar a la sangre. Deberemos resistir hasta la muerte en contra del pecado, ardorosa e irreprensiblemente, según el divino Apóstol (Cf. He 12,4; Ef 6,11 y ss.).

137. Si has sido de utilidad para alguno, recibirás daño de otro, para que, sintiéndote ofendido, digas o hagas algo malo y se pierda malamente lo que habías bien recogido. Éste es de hecho, el objetivo de los demonios malignos. Por tanto, deberemos cuidarnos con buen criterio.
138. Presta atención a los ímpetus embravecidos de los demonios, preocupándote de cómo huir a su esclavitud.
139. De noche los demonios malignos se presentan ante el maestro espiritual para turbarlo personalmente; de día se sirven de los hombres para rodearlo de dificultades, de calumnias de peligros.
140. No evites a las lavanderas. Si al batir y tironear, golpean y friegan, tus vestiduras se tornarán resplandecientes.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

141. Mientras no hayas renunciado a las pasiones y tu intelecto resista a las virtudes y a la verdad, no encontrarás perfume de incienso en tu seno.
142. ¿Deseas rezar? Transfiérete de las cosas que están aquí y conserva continuamente la ciudadanía de los Cielos (Cf. Fil 3,20). Haz esto no solamente con la palabra, sino también con la práctica angélica y con la ciencia divina.
143. Si recuerdas cuán terrible e imparcial es el juez solamente en tus aflicciones, no has todavía aprendido a servir al Señor en el temor y a exultar delante de Él en el temblor (Cf. Sal 2,11). Debes saber que aun en los alivios y en el relajamiento espiritual debemos servirle aún con más respeto.
144. Es un hombre criterioso aquel que antes de una perfecta conversión no cesa de recordar con tristeza sus pecados y la justa pena que ellos le depararán en el fuego eterno.
145. Que aquel que se detiene en los pecados y en los accesos de cólera, y osa imprudentemente acercarse a la ciencia de las cosas divinas o hasta entrar en la oración inmaterial, reciba el reproche del Apóstol, según el cual no está excepto de peligro el orar con la cabeza descubierta. En efecto, nos dice: Un alma tal debe tener (la señal de) un poder sobre su cabeza a causa de los ángeles (1 Co 11,10) presentes, rodeándose de pudor y de humildad convenientes (9).
9) El alma que presa del pecado y de la cólera pretende rezar, es comparada con la mujer que reza con la cabeza descubierta, la cual –según san Pablo– deshonra su cabeza. Según este simbolismo el velo que debería proteger a la oración significa las virtudes del pudor y de la humildad.
146. Así como no es bueno para uno que está enfermo de los ojos mirar el sol en pleno mediodía, pues tendrá una imagen fortísima y abrasante, develada e intensa, así ni siquiera al intelecto pasional e impuro y arrebatado por la pasión, le beneficiará la imitación de la oración plena en espíritu y verdad, terrible y maravillosa; por el contrario, suscitará el desdén de la divinidad en contra de ella.
147. Si el que es perfecto e incorruptible no recibió al que se acercó al altar con su ofrenda, hasta tanto no se hubo reconciliado con el prójimo entristecido con él (Cf. Mt 5,23 y ss.), considera cuánta custodia y discreción se necesita para ofrecer a Dios, sobre el altar espiritual, incienso que le sea grato.
148. No seas uno que goza del hablar y de su gloria, pues no sobre tus espaldas sino sobre tu cara, fabricarán los pecadores (Cf. Sal 129,3), y serás para ellos objeto de alegría maligna (Cf. Os 6,4) en tiempo de oración, arrastrado y adulado por ellos con pensamientos extraños (Cf. Stg 1,14).
149. La atención que busca la oración, encontrará la oración. En efecto, ninguna otra cosa sigue a la oración más que la atención, por lo que deberemos estar siempre celantes.

150. Así como la vista es el mejor de todos los sentidos, así la oración es la más divina de todas las virtudes.

151. La excelencia de la oración no consiste en la simple cantidad, sino en su calidad. Lo demuestran aquellos que subían al templo (Cf. Lc 18,10), y además: Vosotros que rezando no desperdiciáis palabras (Mt 6,7).
152. Mientras tú atiendas a la conveniencia de tu cuerpo, y tu inteligencia se interese en las cosas agradables de tu tienda (Cf. 44), no habrás ubicado aún el lugar para la plegaria, y la vía bendita de ésta se encontrará aún lejana de ti.
153. Cuando, mientras oras, te hallas más arriba de toda otra alegría, entonces has encontrado verdaderamente la oración.

(Con esto termina el escrito de Nilo, o mas bien: Evagrio).
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

El Presbítero Hesiquio

Nuestro santo padre Hesiquio, presbítero de la Iglesia en Jerusalén, floreció bajo Teodosio el Joven, brillando por las enseñanzas que impartió. Murió por el año 433.
De sus muchas páginas escritas, hemos incluido aquí solamente su Discurso, dividido en 230 capítulos —óptimo también para los novicios—, siendo sus temas principales la sobriedad, la atención del intelecto y la custodia del corazón; en resumen, un escrito utilísimo, si los hubiere. Del mismo, el crítico Focio nos dice literalmente en el códice 198, pág. 267: “…En éstos (capítulos) el discurso de la obra en su conjunto se presenta más útil que cualquier otro para aquellos que construyen su vida con miras a la herencia de los Cielos. También ofrece la claridad que promete, y en general, se adapta a las personas que no se preocupan por competir con sus discursos, sino que dedican todas sus fatigas y celo a la práctica de sus obras.” (1)

* * *​


1) De hecho, este párrafo de Focio no se refiere a la obra de Hesiquio, sino a una obra de formación, que desapareció, cuya descripción hecha por Focio corresponde casi exactamente al Verba Seniorum, incluido en PL 73, ce. 855-1022, en el cual figuran algunas sentencias de Hesiquio (cf. Focio, op. cit., vol. III, cód. 198, pág. 96, n.° 2).

En realidad, el autor de Discurso sobre la sobriedad… (Ad Theodulum, de temperantia et virtuté), no es Hesiquio el Presbítero conocido como Hesiquio de Jerusalén, sino un tal Hesiquio, no identificado aún, quien no es mencionado antes del siglo XIII, y habría sido un higúmeno de un monasterio de la Virgen de Nuestra Señora de Roveto, en el Monte Sinaí. Por tal motivo fue denominado Hesiquio el Sinaíta o de Batos. Esta indicación, no verificada, que nos fuera trasmitida por la tradición manuscrita, es el único dato biográfico que tenemos de él. Es ciertamente posterior a Juan Clímaco y a Máximo el Confesor, quien junto a Marcos el Asceta, muestra conocerlo. Por lo tanto, deberemos colocar el período de su vida después del siglo VII, quizás entre el VIII y el X.


A Teódulo. Discurso para las eminencias máximas, útil para la salvación del alma, a propósito de la sobriedad y la virtud. Referido a las así denominadas confutación e invocación​

1. La sobriedad es un método espiritual que, si es duradero y se lleva a cabo voluntariosamente, con la ayuda de Dios, libera a todo hombre de pensamientos pasionales y de palabras y obras malvadas, y en la medida que sea posible, dona el conocimiento seguro de un Dios incomprensible, así como la interpretación de los misterios divinos y secretos. La misma cumple con todo mandamiento de Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento, produciendo todo bien del siglo futuro. Es propiamente la pureza del corazón, que por su grandeza y por su belleza —o para decirlo mejor, por nuestra negligencia— es rara hoy en día en los monjes. Cristo la proclama bendita diciendo: Bienaventurados los puros de corazón porque verán a Dios (Mt 5,8). Siendo tal, se compra a un precio elevado. La sobriedad duradera en el hombre es la guía que lleva por un recto camino y es grata a Dios; es un acceso a la contemplación y nos enseña a mover rectamente las tres partes del alma y a vigilar con seguridad los sentidos, incrementando día a día, en su compañía, las cuatro virtudes naturales.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

2. El gran legislador Moisés, o más bien el Espíritu Santo, queriendo subrayar la irreprensibilidad y la pureza, la capacidad de entender y de ensalzar dicha virtud, queriendo enseñarnos cómo iniciarla y perfeccionarla, dice: Cuida de ti mismo, que la palabra escondida en tu corazón no se torne en violación de la ley (Dt 15,9). Y denomina palabra escondida al mero pensamiento relativo a una acción mala y odiosa a Dios. Los Padres también la llamaban “asalto” dirigido al corazón por parte del Diablo. No bien este asalto se presenta ante el intelecto, nuestros pensamientos lo persiguen y contra él disputan con pasión.
3. La sobriedad es la vía de toda virtud y es un mandamiento de Dios; se la denomina también hesichía del corazón; alcanza la perfección mediante la ausencia de toda fantasía y es la custodia del intelecto.
4. El que nació ciego no ve la luz del Sol. Así, el que no camina por la sobriedad no ve los espléndidos fulgores de la gracia que provienen desde lo alto, ni será liberado de las obras, palabras, y pensamientos malos y odiosos a los ojos de Dios, los cuales —en el momento de nuestra muerte— no pasarán libremente delante de los principios infernales.
5. La atención es el silencio ininterrumpido del corazón, de todo pensamiento; silencio que siempre, perenne e ininterrumpidamente respira e invoca a Cristo Jesús, Hijo de Dios y Dios; sólo a Él. Con Él se alinea valientemente contra los enemigos; a Él se confiesa, ya que sólo Él tiene el poder de perdonar los pecados. Abrazada continuamente a Cristo mediante la invocación, a Él que conoce el secreto de los corazones, el alma trata de esconder a los hombres su propia dulzura y la íntima lucha, para que el Maligno no permita que la malicia crezca a escondidas ni borre su bellísima actividad.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

6. La sobriedad es la constante solidez del pensamiento y se ubica en las puertas del corazón; ella ve los pensamientos que se acercan como ladrones y escucha lo que dicen o hacen los sanguinarios, y avizora la forma, esculpida y levantada como una estela de los demonios, que trata de engañar al intelecto con fantasías. Estas diligentes actividades nos dan con suficiente pericia, si lo deseamos, la experiencia para el combate espiritual.
7. El doble temor (1), el alejamiento de Dios y los eventos de las pruebas que incluyen una corrección, saben generar esta continuidad estable de la atención en la suprema potencia del alma del hombre, que trata de obstruir la fuente de los malos pensamientos y de las malas obras; de ella surgen el alejamiento de Dios, y las pruebas imprevistas que Éste nos en*vía a fin de enderezar nuestra vida. Esto se da sobre todo para aquellos que, después de haber probado el alivio de este bien, lo han descuida*do. Pero la continuidad genera la costumbre, y la costumbre genera una natural frecuencia de la sobriedad; y ésta, durante el tiempo del comba*te, poco a poco, según la situación, genera la contemplación. Y la con*templación es recibida por la perseverante oración a Jesús, por la dulce tranquilidad privada de fantasías del intelecto y por el estado que provie*ne de Jesús.

1) Se refiere al temor de Dios que surge de la amenaza de la punición, y al que está unido a la caridad y genera la piedad en el alma, impidiendo que la libertad de la caridad nos lleve al des*precio de Dios. Cf. San Máximo el Confesor, Primera centuria sobre la caridad, cap. 81.

8. La mente que se mantiene firme e invoca a Cristo contra los enemigos, refugiándose en Él, es como un animal que, rodeado por muchos perros, se les opone en un lugar que lo protege. Aquélla observa desde lejos, espiritualmente, los escondites espirituales de los enemigos invisibles, y por su continuo suplicar a Jesús que obra la paz en contra de ellos, permanece inviolable.
9. Si lo sabes, y te ha sido dado presentarte por la mañana y ser vis*to (Cf. Sal. 5,4), pero también has podido ver, sabes lo que te digo; si no lo sabes, sé sobrio y lo obtendrás.
10. Los mares están constituidos por mucha agua. Pero la constitución y el sostén de la sobriedad, de la vigilancia y de la hesichía profunda del alma, del abismo de las contemplaciones extraordinarias y secretas, de la humildad que perdona, de la rectitud, de la caridad, son la suma sobrie*dad y la oración a Jesucristo, sin pensamientos. Y esto, se produce con fuerza y continuidad, sin desalentarse.