Re: La Filocalia de los padres Nípticos
81. El verdadero conocimiento es donado por Dios a los hombres como una gracia anterior a todas las gracias. A los que tienen una parte en ella les enseña a creer en Aquel que les ha otorgado el don.
82. Cuando el alma en pecado no acepta los sufrimientos que la afligen, los ángeles dicen de ella: Hemos curado a Babilonia, pero no se ha sanado (Jr 51,9).
83. El intelecto que se ha olvidado del verdadero conocimiento, ¡lucha a favor de los enemigos casi como si fueran éstos la ayuda de los hombres!
84. Así como el fuego no puede durar en el agua, tampoco un mal pensamiento sobrevive en un corazón que ama a Dios. Porque quien quiera que ame a Dios, ama también el penar. Y la pena voluntaria es por naturaleza enemiga del placer.
85. La pasión que ha encontrado alimento por medio de la voluntad, se sublevará luego violentamente contra el hombre que le es partícipe, aunque éste no lo quiera.
86. Amamos las causas de los pensamientos involuntarios, y es por esto que éstos sobrevienen. En cuanto a los voluntarios, es evidente que amamos sus acciones.
87. La presunción y la arrogancia son causas de maledicencia. El amor por el dinero y la vanagloria, de dureza de corazón y de hipocresía.
88. Cuando el Diablo ve que el intelecto reza desde el corazón, hace que nos acosen grandes y malignas tentaciones. No trata de destruir pequeñas virtudes con grandes ataques.
89. Un pensamiento que se detiene en nosotros, manifiesta la disposición pasional del hombre. Cuando es destruido en seguida, es índice de lucha de oposición.
90. Tres son los lugares espirituales en los cuales el intelecto entra y se transforma: según natura, más allá de la natura y contra natura. Cuando se halla según natura, se encuentra a sí mismo culpable de malos pensamientos. Entonces confiesa a Dios sus pecados admitiendo las causas de las pasiones. Pero cuando se encuentra en lugar contra natura, se olvida de la justicia de Dios y combate a los hombres como si éstos le causaran daño. Cuando es conducido al lugar más allá de la natura, encuentra los frutos del Espíritu Santo, de los cuales nos hablara el Apóstol: amor, alegría, paz (Cf. Ga 5,22). Y ve que si da preferencia a los deseos del cuerpo, no puede permanecer en ese lugar. Y el que abandona ese lugar cae en el pecado y en las terribles calamidades que le siguen, aun que no inmediatamente, sino a su debido tiempo, como se da en la justicia divina.
91. Para cada uno el conocimiento puede ser verdadero en la medida que su humildad, su mansedumbre y su amor lo confirman como tal.
92. Todo aquel que fue bautizado según su fe, ha recibido místicamente toda la gracia. Pero es mediante el cumplimiento de los mandamientos que logra una certeza plena.
93. El mandamiento de Cristo cumplido con conciencia da consolación en función de la multitud de dolores del corazón (Cf. Sal 94,19). Pero cada una de estas cosas se realiza a su debido tiempo.
94. Sé perseverante en la súplica por cada cosa, pues nada puede ser cumplido sin la ayuda de Dios.
95. Nada es más poderoso que la oración para obrar. Ni nada es más útil para lograr la satisfacción de Dios.
96. La oración encierra en sí misma toda la actuación de los mandamientos. Nada es más alto que el amor de Dios.
97. La oración libre de divagaciones es una señal del amor de Dios para el que persevera en ella. Pero ser negligentes y descuidados en la oración es índice de amor al placer.
98. El que vela, tiene paciencia y reza sin sentirse oprimido, participa visiblemente del Espíritu Santo. Pero incluso el que es oprimido por estas cosas y las soporta con voluntad recibe una pronta ayuda.
99. Existe un mandamiento que se manifiesta mejor que otro. Por lo tanto, hay una fe que es más firme que otra.
100. Hay una fe que proviene del escuchar, como dice el Apóstol (Cf. Ro 10,17); y existe una fe que es la esencia de las cosas esperadas (Cf. He 11,1).
81. El verdadero conocimiento es donado por Dios a los hombres como una gracia anterior a todas las gracias. A los que tienen una parte en ella les enseña a creer en Aquel que les ha otorgado el don.
82. Cuando el alma en pecado no acepta los sufrimientos que la afligen, los ángeles dicen de ella: Hemos curado a Babilonia, pero no se ha sanado (Jr 51,9).
83. El intelecto que se ha olvidado del verdadero conocimiento, ¡lucha a favor de los enemigos casi como si fueran éstos la ayuda de los hombres!
84. Así como el fuego no puede durar en el agua, tampoco un mal pensamiento sobrevive en un corazón que ama a Dios. Porque quien quiera que ame a Dios, ama también el penar. Y la pena voluntaria es por naturaleza enemiga del placer.
85. La pasión que ha encontrado alimento por medio de la voluntad, se sublevará luego violentamente contra el hombre que le es partícipe, aunque éste no lo quiera.
86. Amamos las causas de los pensamientos involuntarios, y es por esto que éstos sobrevienen. En cuanto a los voluntarios, es evidente que amamos sus acciones.
87. La presunción y la arrogancia son causas de maledicencia. El amor por el dinero y la vanagloria, de dureza de corazón y de hipocresía.
88. Cuando el Diablo ve que el intelecto reza desde el corazón, hace que nos acosen grandes y malignas tentaciones. No trata de destruir pequeñas virtudes con grandes ataques.
89. Un pensamiento que se detiene en nosotros, manifiesta la disposición pasional del hombre. Cuando es destruido en seguida, es índice de lucha de oposición.
90. Tres son los lugares espirituales en los cuales el intelecto entra y se transforma: según natura, más allá de la natura y contra natura. Cuando se halla según natura, se encuentra a sí mismo culpable de malos pensamientos. Entonces confiesa a Dios sus pecados admitiendo las causas de las pasiones. Pero cuando se encuentra en lugar contra natura, se olvida de la justicia de Dios y combate a los hombres como si éstos le causaran daño. Cuando es conducido al lugar más allá de la natura, encuentra los frutos del Espíritu Santo, de los cuales nos hablara el Apóstol: amor, alegría, paz (Cf. Ga 5,22). Y ve que si da preferencia a los deseos del cuerpo, no puede permanecer en ese lugar. Y el que abandona ese lugar cae en el pecado y en las terribles calamidades que le siguen, aun que no inmediatamente, sino a su debido tiempo, como se da en la justicia divina.
91. Para cada uno el conocimiento puede ser verdadero en la medida que su humildad, su mansedumbre y su amor lo confirman como tal.
92. Todo aquel que fue bautizado según su fe, ha recibido místicamente toda la gracia. Pero es mediante el cumplimiento de los mandamientos que logra una certeza plena.
93. El mandamiento de Cristo cumplido con conciencia da consolación en función de la multitud de dolores del corazón (Cf. Sal 94,19). Pero cada una de estas cosas se realiza a su debido tiempo.
94. Sé perseverante en la súplica por cada cosa, pues nada puede ser cumplido sin la ayuda de Dios.
95. Nada es más poderoso que la oración para obrar. Ni nada es más útil para lograr la satisfacción de Dios.
96. La oración encierra en sí misma toda la actuación de los mandamientos. Nada es más alto que el amor de Dios.
97. La oración libre de divagaciones es una señal del amor de Dios para el que persevera en ella. Pero ser negligentes y descuidados en la oración es índice de amor al placer.
98. El que vela, tiene paciencia y reza sin sentirse oprimido, participa visiblemente del Espíritu Santo. Pero incluso el que es oprimido por estas cosas y las soporta con voluntad recibe una pronta ayuda.
99. Existe un mandamiento que se manifiesta mejor que otro. Por lo tanto, hay una fe que es más firme que otra.
100. Hay una fe que proviene del escuchar, como dice el Apóstol (Cf. Ro 10,17); y existe una fe que es la esencia de las cosas esperadas (Cf. He 11,1).