Pero ¿cuál fue la razón que llevó al escritor para escribir esta grave advertencia a los Judios que habían creído en Jesucristo? La razón por la que el escritor de esta epístola escribió estas cosas a los Judios que habían creído en nuestro Señor Jesucristo es la siguiente: los creyentes estaban soportando una gran persecución a causa de su fe en Jesucristo y fueron tentados, en medio de la persecución, a volver atrás y el escritor, que conocía tanto ellos como el sufrimiento que tuvieron que soportar a causa del Evangelio, les instó a mantener hasta el final su fe en Cristo y les advirtió de no retroceder y renunciar a la gracia para volver a ofrecer aquellos sacrificios por el pecado, cuya sangre no podía borrar los pecados, porque si lo hicieran, habrían sido condenados a la perdición eterna por sí mismos porque habrían pisoteado al Hijo de Dios, y habrían sostenido por inmunda la sangre del pacto en la cual habían sido santificados, y harían ultrajado al Espíritu de gracia. El escritor habló de la suerte que espera a los que retroceden y del castigo que recibirán del Dios vivo en estas palabras: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! “(Hebreos 10:26-31). Estas palabras también van dirigidas a todos los que han creído, porque el mismo escritor que era un creyente se incluye diciendo: “si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad” (Hebreos 10:26) (nosotros que somos hijos de Dios hemos recibido el conocimiento de la verdad), y debido a que somos santificados por la sangre del pacto. Así que hermanos, si los que han conocido la verdad que es en Cristo Jesús, pecan voluntariamente, es decir, si ellos pecan de muerte, están cometiendo un pecado que no puede ser perdonado (pecado que el pecador paga con la muerte eterna), y por ellos no habrá ninguna esperanza de ser salvados porque van a perder la buena esperanza que tienen, lo que quedará para ellos sólo será la horrenda expectación del juicio de Dios. Ellos serán juzgados dignos de recibir un castigo peor que los que transgredieron la ley de Moisés y que fueron condenados a muerte, ya que han pisoteado al Hijo de Dios, teniendo por inmunda la sangre de Cristo en la cual fueron santificados y han insultado al Espíritu de la gracia, que es el Espíritu Santo que está en nuestros corazones por el cual clamamos: ¡Abba! ¡Padre! (Recuerda que Jesús dijo: “pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno” [Marcos 3:29])